Holi.
Eh... ésta vez les dejo un cortísimo drabble. Hace unos días estaba escuchando Henai no Rondo mientras miraba unas imágene. Y, ¡oh, sorpresa!, me di cuenta que desde que leo el manga no he visto interacción entre Karoku y Tsukumo; por lo que me pareció buena idea hacer algo al respecto.
Aunque no sé... es raro. Cliché.
Aclaraciones: Karneval ni ninguno de sus personajes me pertenecen, todo es propiedad de Touya Mikanagi. Yo sólo los tomo por mero amor y sin ningún fin lucrativo. Gracias.
Reviews?
Mirada
Desde su arribo a la nave aquello parecía ser demasiado obvio.
Tsukumo miraba a Karoku siempre a cierta distancia, con una desconfianza tan clara y casi palpable que hasta él mismo se sentía pesado. Y aunque en realidad eso le tenía sin cuidado, porque a final de cuentas no pretendía hacerse de amigos, sí lograba causar cierta intriga en su persona. ¿Acaso había hecho algo que la ofendiera?
—Es que ésa chica es rara —se decía.
Desde su despertar todo mundo lo había bombardeado con preguntas, menos ella. Luego Nai, el tipo llamado Yogi y las ovejas lo habían llenado de bienvenidas y de regalos, menos ella. Y Gareki también, aunque lo de él era un caso distinto.
Ella le miraba desde la puerta o desde algún pasillo, como si lo estuviese vigilando. Lo que siendo honestos no le sorprendería.
Después de un tiempo, el asunto finalmente había comenzado a darle vueltas en la cabeza. Así que, un día mientras ella caminaba por el pasillo que conducía a la oficina de Hirato, se la encontró.
Tsukumo inmediatamente quiso esquivarlo, lo que aumentó más la intriga de Karoku.
—¿No te agrado? —preguntó directamente.
La chica de Circus se sobresaltó.
—No es eso.
—¿Entonces?
—Alguien con el mismo rostro que el tuyo, me hizo daño —respondió con recelo. Karoku ensanchó poco más los ojos.
—Sin embargo —comenzó lento—, no fui yo.
—Lo sé —Tsukumo agachó poco la cabeza—, pero… era tu rostro —añadió por lo bajo.
El peliazul sonrió divertido, la rubia parecía una niña temerosa detrás de una mirada fría. Unos segundos después le extendió la mano, haciendo que ella lo mirara sorprendido.
—Parece ser que comenzamos mal —comentó tranquilamente—. Yo soy Karoku, un amigo de Nai.
La rubia pestañeó intrigada.
—Mi nombre es Tsukumo —medio sonrió dándole la mano.
Un simple apretón de manos para formalizar una silenciosa tregua.
Karoku se dio la vuelta, caminando de nuevo por el pasillo que conducía a su habitación; mientras Tsukumo continuaba mirándolo. Con aún más desconfianza que antes y un casi imperceptible sonrojo en las mejillas.
Rápidamente sacudió la cabeza. No iba a pensar en Karoku de ésa manera.
