Disclaimer: Inazuma eleven y todos sus personajes son de MÍ pertenencia y los amo a todos. *Estampida salvaje de abogados japoneses* Uh...puedo explicarlo... (En fin, que sólo soy una tipa escribiendo fanfiction, tomando personajes prestados de Level 5 y poniendolos en situaciones raras)


Vocación de Enfermera

Flying Snark

Todos los días comienzan de igual forma, cuando la oscuridad de la noche es reemplazada por la luz del día. Los rayos del sol se extienden de a poco, esparciendo su cálido resplandor sobre la Tierra.

Las criaturas nocturnas acogen este cambio como una invitación para ir a la cama, mientras que las criaturas diurnas comienzan a abrir los ojos y a estirarse para comenzar, de forma lo más amena posible, un nuevo día.

Bip.

'No.'

Bip. Bip.

'Humm. Sólo cinco minutos más.'

BIP. BIP. BI-

—Maldito cacharro del demonio, ¡así nadie puede dormir cinco minutos de más!.

Con la paciencia y la ternura típicas de toda persona acostumbrada a tratar con niños, Fuyuka aporrea el reloj digital y se levanta de la cama—que es tan tentadora que la única solución para no caer atrapada en sus sábanas es abandonar su seductora presencia lo más rápido posible—. Se mete en el baño con un portazo típico de lunes y después de veinte minutos de pura magia y bostezos sale transformada en una persona medio despierta y de aspecto decente.

Ya vestida con la mitad del uniforme, puesto que el delantal y la tiara que la distinguen como enfermera pediátrica se los pone en la clínica, se dirige a la cocina y se prepara un café bien cargado acompañado de un sandwich. Mientras el agua hierve, comienza a buscar sus armas complementarias...herramientas, para el resto del día; ¿qué debe llevar hoy día?, ¿qué le dice su instinto asesino? Un paquete pequeño de caramelos, un saquito de canicas y... Dónde estará, dónde estará...

Abre un par de cajones y los revuelve un poco, pero el objeto deseado no se encuentra en ellos. Pasea su mirada por encima de los muebles de la cocina y-

—Oh, aquí estas.—Dice para sí misma mientras se acerca al lava losas donde reposa un gran cuchillo carnicero, estira su brazo, y agarra el abrelatas que esta junto él.

Lo bueno del centro médico es que queda tan solo a unas cuantas cuadras de su casa, por lo que puede permitirse ir caminando. Llega puntual a su puesto de trabajo, deja sus cosas en el lugar asignado para ella y se pone su delantal; en cuanto la tiara de enfermera se posa sobra su cabello morado, Fuyuka Kudo ya no existe, en cambio, La Enfermera Kudo esta lista y dispuesta para cumplir con su deber.

Lo que es excelente para todos (aunque tal vez no tanto para ella), porque quizá en otras partes del mundo los niños son más normales y tranquilos, pero en Inazuma Town la infancia parece estar más loca con cada generación que pasa, y por lo mismo, trabajar en una institución para niños y adolescentes es toda una experiencia.


No es una sorpresa cuando no lo encuentra en su habitación. De hecho, esto ya es parte de la rutina diaria. El problema es que Taiyou no es tonto y no se dejará agarrar tan fácilmente. Así se da inicio a la temporada de caza.

Una inspección superficial de la habitación:

• Cama (deshecha y con un manojo de sábanas encima) 1

• Ventana 1

• Mesita de noche 1

• Televisión 1

• Maquinaria

Sobre la mesilla a un lado de la cama yace la bandeja con el almuerzo a medio comer, un poco de puré y un puñado de verduras que se ve intacto en la orilla. No hay rastro del postre— hoy jalea de fresa—por ninguna parte.

Fuyuka se acerca con una mirada de determinación, extiende su dedo índice y... lo entierra en el puré para seguidamente llevárselo a la boca. (Lo cual no es para nada antihigiénico, ella es enfermera y por lo tanto las convenciones que tienen las personas comunes sobre la higiene no se aplican a ella.) Frío.

Posteriormente se dirige a la cama y palpa las sábanas. Están tibias, pero más tirando a frías que a calientes.

Sábanas tibias (pero más frías que calientes), puré frío (y seco), ningún rastro del postre. Veredicto: Quince minutos.

La presa tiene quince largos y dolorosos minutos de ventaja. Decir que Taiyou puede estar en cualquier parte del centro a estas alturas no es una exageración, el muchacho lo que quiere es jugar soccer y ni su velocidad ni sus niveles de estamina son subestimables.

Maldición.

Tras un pequeño suspiro, Fuyuka se da ánimos: ya ha pasado por esto unas buenas quinientas ochenta y cuatro veces antes. Ya conoce cada truco y cada artimaña, toda estrategia posible que tiene Taiyou para escapar; si él tiene quince minutos, ella tiene quinientas ochenta y cuatro experiencias que la acreditan como experta en atraparle.

Y es entonces cuando siente un leve cambio en la atmósfera, es como si el tiempo se detuviese y todo pasara en cámara lenta, cuando la más mínima brisa sopla con la más mínima fuerza un par de los cabellos de su frente, corriéndolos la más mínima distancia hacia la izquierda.

La ventana.

Y efectivamente, el más mínimo resquicio de la ventana se encuentra abierto. ¡La ruta de escape!, le gritaba su instinto de cazadora, así que sin más miramientos, abrió la ventana de par en par y saltó del otro lado con una voltereta mortal—o quizá tan solo pasó primero una pierna con cautela sobre el marco y luego la otra (por no mencionar su descenso sin gracia que terminó en una caída y un feo moretón), pero nadie está ahí para ver la escena, así que, ¿quién sabe?—. En todo caso, ¿a quién se le había ocurrido la brillante idea de ubicar a Taiyou en una habitación no sólo de la primera planta, sino que también justo frente a los jardines de recreación?.

Jardines que por cierto eran bastante bonitos (con sus pastos verdes, árboles, flores, arbustos, el cantar de las aves y la risa de los niños) y grandes. En fin,de esta forma, Fuyuka se lanza de cabeza y sin retorno hacia la jungla. Jungla de pastizales secos, árboles muertos, sin flores, arbustos llenos de espinas, el ronco llamado de los buitres y la risa escalofriante de los niños.

Pero en realidad esto no se parece a una jungla, ¿verdad?

En fin, de esta forma, Fuyuka se lanza de cabeza y sin retorno hacia la Sabana. Sabana de pastizales secos, árboles muertos, sin flores, arbustos llenos de espinas, el ronco llamado de los buitres y la risa escalofrinate de los niños.


Había varios niños jugando afuera, paseando, conversando o tan solo descansando un rato al aire libre. Avanzó entre ellos lentamente, denotando seguridad—cuidando de no intimidar a las crías de Homo Sapiens Sapiens—y a pesar de llevar años en el oficio y de definitivamente no tenerles ni una pizca de miedo, no pudo evitar recordar las sabias palabras de sus ancestros: no muestres debilidad, ellos huelen el miedo.

Le preguntó a un par de púberes y niños si habían visto a un peli-naranjo con un balón de fútbol, unos dijeron que sí y otros que no, de los que dijeron que sí unos la mandaron hacia la izquierda y otros hacia la derecha; y cuando Fuyuka ya se había mareado de tanto andar en círculos, pensó que la mejor salida para esto, así como para muchas otras cosas en la vida, sería la siempre útil y milenaria práctica de el...

...soborno.

Para evitar que "El Fiasco del 20XX" se repitiese—sobre el cual sólo diremos: estampida de niños, traje desgarrado, doloroso, pez, soccer y jamón—, Fuyuka agarró del cuello de la polera a un chico que iba pasando y lo arrastró a un lado (con mucha gentileza y cariño, por supuesto). Y si se escuchó algo parecido a un quejido justo en ese momento, fue de pura casualidad, porque Fuyuka adora a los niños y los trata a todos con delicadeza.

El rehén, digo, prisionero- no, el niño resultó ser Hideki—un ocho-añero de pelo negro y por lo general bastante divertido que había sido internado por una fractura del brazo izquierdo hace un mes—. Tenía el ceño fruncido mientras se frotaba la parte posterior del cuello (seguramente porque tenia comezón).

—¡Hideki!—Exclamó la peli-morada de la forma más dulzona y zalamera posible, con una gran sonrisa y un aura rosa-floreada en su entorno.

—¿Qué es lo que quiere?— La interrumpió el otro, cortante (quizá la forma cariñosa y para nada repentina ni sospechosa de abordarlo tuviese algo que ver con eso)

Y el aura feliz entorno a Fuyuka se desvaneció en un instante, al igual que su sonrisa que dio paso a un rostro serio y calculador.

—Tengo una propuesta de negocios, Hideki-kun.—La enfermera abrió con un brazo su delantal, revelando su interior y tres objetos colgando de él en una perfecta linea vertical— Necesito información.

—¿Son...?— Dijo el muchacho con la mirada fija en la bolsita llena de dulces, casi babeando ante la perspectiva de azúcar. Ya está, directo en la trampa.

—Sip, todos tuyos...si me dices la actual ubicación de Amemiya Taiyou, por supuesto.

—¿T-Taiyou-san?—ah, el pobre tenía una pequeña lucha moral en el interior de su cabeza...—Lo vi hace un rato cerca de la fuente.

Que los adultos se queden con su sucio dinero, el azúcar es lo que hace girar este tipo de instituciones.

—Oh, y Hideki, no te los comas todos de un viaje, además recuerda lavarte los dientes.— Le recordó antes de partir a toda marcha tras la cabeza de...cabeza y cuerpo, por supuesto, del fugitivo.


Cuando llegó, la zona indicada estaba prácticamente desierta. El único movimiento perteneciente al agua que brotaba de la fuente.

Entonces lo vio. Comiendo jalea. De fresa. Marca XJam. Solo. Bajo un árbol.

Apartado, distraído y vulnerable. Perfecto.

Debía moverse con cautela, de lo contrario el cervatill- Taiyou, podía percatarse de su presencia antes de estar a su alcance y huir de sus garras. Hacia la izquierda...eso es, lentamente-

CRACK

El sonido de una ramita al romperse retumbó como mil relámpagos en los desolados—, en realidad muy verdes y llenos de vida, sólo que desprovistos de más gente en este preciso momento,—alrededores. Por suerte, la cazadora había logrado ocultarse a tiempo, pero su presa entró en un estado de alerta; levantando la cabeza e inspeccionando sus alrededores. El más mínimo descuido por parte del depredador, y su presa se irá volando (pero no literalmente, porque los Taiyous son mamíferos terrestres y no han desarrollado la capacidad de volar, aunque saltando pueden alcanzar hasta doscientos cincuenta centímetros de longitud y ochenta de altura aproximadamente. Las estadísticas varían un 30% si el Taiyou en cuestión tiene un balón entre los pies).

Con cuidado.

Despacio.

Sin apuros.

Un. Pasito. A la vez. Y... ¡Ya está!

Pero cuando Fuyuka levantó la cabeza lista para saltar de su escondite entre las hierbas altas de la Sabana Afric- er, jardín, y abalanzarse sobre el iluso peli-naranja... Taiyou ya se había terminado el postre, agarrado su pelota y partido al basurero más cercano a botar debidamente el envase de jalea (XJam, de fresa).

Sin embargo, esto no la desanimó. Todavía tenía al fugitivo en la mira, era casi suyo. Ahora que sabía dónde estaba, sólo tenía que capturarlo. Vivo o muerto...no, no, no, vivo y sin daños mayores. Vivo y sin daños mayores. Por eso el trabajo de una enfermera es tres veces más difícil que el de un cazarrecompensas.

Se dedicó a seguirle de cerca. Antes de arrojarse sobre sobre él y dejarlo inmóvil sobre en suelo en su agonía, a medida que la vida escapa por su cuello en forma de sang- er... Antes de arrojarse sobre él y llevarlo a su habitación semi-civilizadamente mientras lo regañaba, debía asegurarse de que la balanza estuviese inclinada a su favor, de lo contrario el muchacho se le escaparía de entre los dedos como una zebra de entre las garras de una leona.

Entonces el joven entró al edificio. 'Raro'. Dobló hacia la derecha...

¡Rayos y centellas!— Sí, el hecho de estar entre menores de trece años una buena tercera parte de la semana hace que tu repertorio de maldiciones se reduzca considerablemente a un pequeño grupo de frases ñoñas como recórcholis, diantres y por los cuernos de la abuela.

El objetivo se había metido al ascensor y aunque la peli-morada dio un salto de dimensiones olímpicas en un desesperado intento de llegar a tiempo, la puerta se le cerró en la cara y cayó al piso con un PAFF que levantó todo el polvo que no había en el lugar—puesto que esta era una institución médica muy limpia, tal y como corresponde a un lugar de esta naturaleza—.

Tan cerca...

Sin embargo esta era una persecución de la que no podía darse el lujo de renunciar. Así que se dio tres minutos para enfurruñarse en un rincón y para sentir la frustración y el efímero dolor de su caída. Cuando los tres minutos exactos terminaron, la Fuyuka enfurruñada se transformó súbitamente en la Fuyuka todo terreno lista para capturar.


Taiyou tenía muchos amigos en la institución, además de ser respetado —incluso admirado—por los más pequeños, gracias a su carácter alegre, gentil y jovial. Como la mayoría de su tiempo lo pasaba en las áreas recreacionales (tanto cuando le estaba permitido como cuando no), prácticamente todos lo conocían, sin mencionar su fama entre el personal del centro. Un muchacho carismático, sí, Fuyuka le daría eso.

Entonces, ¿a cuál de todos los miembros de su manada estaría buscando? Si bien el chico se llevaba bien con casi cada persona en el edificio, también había formado amistades más profundas que otras, ya que la estadía de los pacientes en el centro podía ser cuestión de un par de semanas, meses o años; y el peli-naranja llevaba ya bastante tiempo en el lugar, por lo que tenía amigos más antiguos que otros.

Veamos, Taiyou se encuentra buscando a alguien en el ala este. En el ala este tenemos kinesiología I, traumatología I, rayos x, habitaciones: pacientes de 14 a 18 años. Taiyou subió, lo que deja fuera a traumatología y rayos x, además no tiene ningún motivo aparente para ir a kinesiología. Hay unas veinte habitaciones en esta zona, el viento sopla en dirección sur, la temperatura ambiente es 25°C, la presión atmosférica es de 1atm. y de camino al trabajo se me cruzó un gato lanudo... ¡Eso es!

—¡A la habitación de Hiromu-kun!

Nakamura Hiromu era un muchacho de quince años que había sido internado a principio de año por una fea fractura de fémur y otra en el brazo, tenía el pelo verde y una extraña afición por las manzanas. Pero ni manzanas ni Hiromu, nisiquiera Taiyou, estaban en el cuarto cuando Fuyuka llegó, de hecho, la pulcra habitación estaba vacía.

Observó el cuarto, confundida. Revisó la hora en su reloj de bolsillo... Hiromu probablemente esta con su terapeuta, ejercitando la pierna.

P-Pero...

Viento dirección sur, sí, temperatura 25°C, , presión a 1atm., , gato lanudo, sí... Y entonces fue como si el detalle la golpeara en la cara: jalea sabor fresa. Porque como todos saben, bajo estas condiciones meteorológicas, gato lanudo + jalea de fresa, sólo pueden llevar a una conclusión lógica.

—¡Al cuarto de Yuuichi-kun!

Y efectivamente, desde el pasillo era audible la voz animada y amortiguada del paciente más buscado de la región, seguida de una risa estruendosa que no muchos estaban acostumbrados a oír. Porque si bien Tsurugi Yuuichi sonreía todo el tiempo de forma amable, no eran muchas las veces en que se lo escuchaba reír tan alegre y libremente.

Era una relación extraña la que compartían esos dos, teniendo en cuenta la gran diferencia entre sus personalidades, uno tan maduro y el otro escapando de un chequeo rutinario de veinte minutos. Oh bueno, los dos eran "soccer freaks", quizá no al nivel de los Endous, pero de todas formas lo eran, y si algo le han enseñado a Fuyuka sus encuentros con multimillonarios conspiradores, ángeles, demonios y memorias alteradas, es que el fútbol es capaz de unir a todo tipo de personas.

Así que decide dejar que los amantes...del noble deporte conocido como fútbol soccer continúen haciendo de las suyas por otros diez minutos. Quizá la carcajada (mágica) tan alegre del Tsurugi mayor le ablandara un poco el corazón, vamos que incluso las maquinas asesinas tienen sentimientos... Lo que no significa que ella sea una máquina...ni una asesina...o las dos juntas.

Además no es como si el peli-naranja pudiese escapar, la habitación está situada en el tercer piso y sólo tiene una salida. Esperar a que salga y atraparlo en el acto es el mejor curso de acción en este momento, tal y como haría un cocodrilo esperando a que su presa se acerque a beber.

Sin embargo hay una cosa que Fuyuka no ha tomado en cuenta: ese gusto que encuentra el universo en complicarle las cosas. Casi como si sus días estuviesen escritos en alguna especie de libreto y los escritores la odiaran. Por eso no la sorprende cuando su jefa elige ese preciso momento para hacerla llamar a su oficina, y no, no puede dejarlo para más tarde, que es importante, que ya lo han hecho esperar bastante mientras la buscaban por todo el edificio...

Le lanza una última mirada a la puerta de la habitación, suelta un suspiro y se aleja apresuradamente, con un poco de suerte Taiyou seguirá ahí cuando regrese. Trata de no pensar mucho en el hecho de que la suerte nunca parece estar de su parte a menos que sea mala suerte, porque en ese caso le sobra.

Eso le pasa por ser muy amable. En el salvaje mundo de la enfermería pedíatrica no hay espacio para la compasión, se lo habían repetido una y otra vez en la universidad, ¡rayos!, ¿cómo había permitido que esto sucediera?.

Oh, pero Fuyuka regresaría, dentro de diez o quince minutos, definitivamente regresaría. Y esta vez no tendría piedad.


...


Yuuichi-kun le sonríe como ofreciendo una disculpa cuando se asoma sin aviso por la puerta. ¡Pero eso no sirve!

—Dijo que tenía hambre, quizá fue a la cafetería.

Ahora, eso si es información de utilidad.

.

.

.

Pero no hay rastros de una cabellera naranja en la cafetería. ¿Acaso Yuuichi-kun...? Nah, el chico no parece ser de los que mienten. Además Fuyuka está segura de que se lo dijo más por pena que por respeto; al fin y al cabo es más sencillo omitir información que mentir.

—Yumi-chan, ¿no viste a Taiyou-kun pasar por aquí?

Yumi-chan atendía la caja registradora, y como Fuyuka ya había pasado varias veces a preguntarle lo mismo, ya no necesitaba aclarar quién ni cómo era Amemiya Taiyou.

—Pasó por aquí hace como...cinco minutos, se fue por ayá.

—¡Muchas gracias, Yumi!— Gritó Fuyuka mientras salia corriendo en aquella dirección y dejando a un montón de gente mirando en su dirección por un milisegundo para después continuar con sus conversaciones vacías y sin importancia.

...una vez más donde comenzamos... En el mismo jardín a las afueras de la habitación del fugitivo. Estúpido universo.

Y aún así sin señales de la presa.

El momento había llegado, se lo decía el aire, estaba escrito en las nubes y en el pasto. La hora de usar eso. El último recurso.

Así que buscó entre su delantal el pequeño saco y lo alzó dramáticamente con su brazo derecho generando un destello—lo cual es en realidad muy extraño, ya que el saco era de tela y este material usualmente no refleja la luz—, lo agitó una vez y las bolitas en su interior chocaron entre sí, generando un sonido único para el oído infantil. Las cabezas de los niños a su alrededor se levantaron al unísono, se hizo el silencio.

Lo agitó una segunda vez. Las pequeñas criaturas comenzaron a acercarse lentamente.

—¡Se las daré...!— Exclamó Fuyuka con voz autoritaria— ¡...a quién me traiga la cabeza de Amemiya Taiyou!...¡Oh!, y-eh, también el resto de su cuerpo.

Agitó el saquito una tercera vez. La multitud de personas en crecimiento a su alrededor se dispersó corriendo en todas direcciones.

Y se hizo el caos.

.

.

.

Cinco minutos, un ejército de niños hipnotizados y nada. El Taiyou seguía desaparecido.

La horda de infantes ya se había aburrido de buscar y la mayoría ya había retomado sus actividades previas. Fuyuka ya había empezado a perder la esperanza cuando-

¡Fuyuka-san! ¡Fuyuka-san!

El llamado le llegaba amortiguado, como si... ¡Adentro del edificio!

Corrió hacia el lugar, preocupada de que alguien hubiera sufrido un accidente o algo...

¡Fuyuka-san! ¡FUYUKA-SAN!

Y cuando dobló el recodo de la esquina, se encontró repentinamente con un naranja chillón que casi la deja ciega y que en realidad formaba parte de la cabellera de alguien, con la cabeza debajo de aquella mata de pelo, con el resto de su cuerpo, y con la fuente de los gritos que era una niña de cinco años que se aferraba de su pierna.

La enfermera sonrió con satisfacción y agarró al causante de toda esta gran persecución semi-policial firmemente por una oreja antes de que se le escapara nuevamente, mientras con la otra le entregaba el saco lleno de pelotitas a la niña de pelo café.

—Gracias, Ai-chan.— Le dijo ya de buen humor e incluso le dedico una sonrisa, sin embargo ahora la niña se veía intimidada. Fuyuka frunció el ceño, entonces miró hacia al lado y comprendió que se debía a que Taiyou la miraba con fastidio.

Y ella que por un segundo había pensado que su sonrisa podía ser la causante del miedo. Pffffff.

Al parecer Taiyou también se había dado cuenta del cambio en la pequeña, porque dejó salir un suspiro resignado y le revolvió el cabello de forma fraternal.

—No importa...— Al fin y al cabo Taiyou era un buen chico, y Fuyuka lo sabía—, igual ya venía de regreso.— El ojo derecho de la peli-morada comenzó a temblar.

Pequeño engendro del demonio. Personificación del mal y de todo lo que me odia, apuesto a que el tsunami del 2010 fue su culpa, el muy-

Debido a la naturaleza indebida de las palabras utilizadas, y a que hay menores de trece años presentes en el lugar, se nos ha pedido censurar las blasfemias proferidas en el pensamiento de Fuyuka Kudo y reemplazarlas con maldiciones ñoñas de nivel K (apropiadas para toda la familia):

¡Rayos y centellas!

¡Por las barbas de Merlín!

¡Recórcholis! ¡Cuernos! ¡Diantres!

¡Por la chupalla!

¡Mamma mía!


Por fin puede desplomarse un rato en el sillón de la sala de descanso— tierra sagrada para el personal de la clínica—, así con los pelos despatarrados y el uniforme lleno de tierra, pasto, hojas y otras materias orgánicas. Nadie hace comentarios (puede decirse que esto ya es casi rutinario) y todos saben que es mejor dejarle disfrutar su momento de calma.

Todo lo que importa es la taza de té entre sus manos.

Y Minamoto que lucha contra una lata de atún junto a la mesa, sospechosamente cerca de un par de rebanadas de pan. Entonces Fuyuka recuerda el abre latas que trae consigo y se lo arroja. Afortunadamente Minamoto tiene exelentes reflejos.

—Quiero la mitad.— Anuncia desde el el sillón, y sorbe su té sin dejar de hacer contacto visual. Minamoto suspira con resignación.

Definitivamente el mejor trabajo del mundo, piensa la enfermera Kudo, sorprendentemente sin sarcasmos, mientras mastica su medio sandwich de atún.

FIN


Delated Scene:

—Kudo-san, tome asiento.

No tengo tiempo para esto. Sin embargo Fuyuka se sentó de todos modos porque, bueno, la señora es su jefa y su tono es serio, lo que no augura buenas noticas precisamente.

—Te llamé aquí por aquí por el asunto de Shindou-san.

Shindou...?

Fuyuka, no puedes simplemente llegar y meter a un paciente, un paciente menor de edad, en un auto...

Oh.

—... sin decirle a nada a nadie, sin autorización de la clínica ni de los padres del muchacho...

Dicho de esa forma sí que suena mal...

—... Quienes por suerte no presentaron ningún tipo de demanda, tu sabes que en un juicio ni tú ni la clínica tendrían oportunidad contra sus millones... de abogados, eso es,...

Ahg, esto está demorando más de lo que esperaba... Todavía tengo un paciente a quien agarrar por el cuello, forzar un par de regaños al interior de su cabeza y arrastrar a su cuarto...

—...aún si fue el niño quien pidió el viaje,...

GAAAAAAAAAAH, la mente de Fuyuka bullía de inpaciancia. Además, el niño ricachón no había hecho ningún esfuerzo por escabullirse, tan solo había agarrado un par de muletas y caminado directamente hasta la salida, sin recibir ningún cuestionamiento ni llamado de atención, ¿acaso no había más personal competente además de ella en la clínica?

—... médico no se vio difamado por la prensa. Esto es sólo una advertencia, Kudo, pero la próxima vez que decidas secuestrar a un paciente de esta institución, piénsalo bien.

¡Por fin! Esta es mi oportunidad...

—Muchas gracias por la segunda oportunidad, prometo que esto no se repetirá bajo ninguna circunstancia, de todas formas estoy acostumbrada a acorralar pacientes y no a ayudarlos a escapar.

Y antes de que la jefa pudiera exclamar '¡¿Qué?!' ante la extrañaselección de palabras, la enfermera ya había hecho una reverencia y salido rápidamente de la oficina.


N/A:

¿Qué tal?¿buenas impresiones?¿malas impresiones?¿impresiones con poca tinta? (Okno) ¿Qué parte es la mejor? ¿Qué parte es la peor? ¿De qué se trata el Fíasco del 20xx? ¿De dónde abrá aprendido Fuyuka sus técnicas de rastreo? ¿Por qué no dejo de hacer preguntas molestas?

ESTE FIC HA SIDO TRAÍDO A USTEDES GRACIAS A LA CORTESÍA DE NUESTRO GENEROSO PATROCINADOR: JALEAS XJAM, ¡LAS MÁS TEMBLOROSAS DEL MERCADO!

¡Muchas gracias por leer y soportar mis disparates!