Capítulo 1

Konoha 1848. Otoño.

Encontrar a una persona en una ciudad tan poblada en plena noche no era fácil, y si esa persona tendía a pasarse la vida en tabernas bebiendo hasta el agua de los floreros, era aún más difícil.

"¿Neji, dónde estás?" pensaba Sakura Haruno desesperada, mientras miraba por la ventana del carruaje. Pobre Neji... siempre había sido una persona fuerte, alegre y con los pies en la tierra, hasta que había pasado aquello. Neji simplemente se había roto. Todo lo que quedaba de él era una cáscara vacía.

—Vamos a encontrarle. —dijo Sakura, con una seguridad que no sentía. Miró al gitano que se sentaba frente a ella. Como siempre, Naruto no mostraba ninguna expresión.

Podría decirse que Naruto era una persona totalmente indiferente ante todo lo que le rodeaba, pero eso solo era para aquellos que no le conocían bien. Pero en casa de los Haruno sabían que era todo lo contrario, desde que lo habían encontrado, maltratado e inconsciente, junto a un riachuelo que atravesaba su propiedad.

Cuando Naruto despertó para encontrarse rodeado por los Haruno había reaccionado violentamente. El padre de Sakura había deducido que el niño era el sobreviviente de una cacería de gitanos; una práctica según la cual los hacendados locales recorrían sus propiedades para limpiarlas de campamentos gitanos.

—¿Podemos quedárnoslo, papá? —La hermana menor de Sakura, Temari.

El señor Haruno le había sonreído.

—Todo cuanto quiera. Pero los gitanos romaníes son gente nómada. Estar demasiado tiempo en un mismo sitio les hace sentirse encerrados.

Pero Naruto se había quedado. Pronto se recuperó de sus heridas para convertirse en un joven bien formado, alto y fuerte. Aunque no era un miembro de la familia en términos sanguíneos, para los Haruno era uno más. Aunque desempeñaba diversas tareas como conductor y hombre para todo; también comía en la mesa familiar cada vez que lo deseaba; y ocupaba un dormitorio en la parte principal de la casa de campo.

Ahora que Neji había desaparecido, Sakura no tuvo ni que pedirle a Naruto que la ayudase a encontrarlo por las calles de Konoha.

—Deberíamos comenzar con las tabernas —dijo Sakura.

Naruto le dirigió una mirada sombría.

—¿Sabes cuántas tabernas hay en Konoja?

—No, pero estoy segura de que lo sabré cuando acabe la noche.

— Iremos adonde es probable que Neji encuentre más problemas.

—¿Y eso sería?

—El Ichikaru.

El Ichikaru era un club de juego de mala reputación. Ser miembro del club costaba una fortuna. Naturalmente, Neji había insistido en asociarse tras heredar su título tres meses antes.

—Si tienes intención de beber hasta matarte —le había dicho Sakura a Neji —, desearía que lo hicieras en un lugar más asequible.

—Pero ahora soy vizconde —había contestado Neji—. Tengo que hacerlo con estilo, o ¿qué dirá la gente?

—¿Que eres un derrochador y que un título tan antiguo ha recaído en un mono?

—Estoy seguro de que la comparación es muy injusta para el mono.

—Nunca he estado dentro de un club de juego.

—Y no lo vas a estar. Eres una dama. – dijo Naruto seriamente.

Sakura lo miró con sorprendida. Era raro que Naruto le prohibiese algo.

—Tampoco te dejarán entrar a ti —señaló—, eres un Romaní.

—Igual que el gerente del club.- sonrió Naruto.

Eso era extraordinario, incluso. Los gitanos tenían fama de ladrones y embaucadores. Que un Romaní fuera el encargado de la contabilidad, era motivo de asombro.

—Entonces acompáñame dentro, puede que tu presencia nos ayude.

El paisaje no le era familiar a Sakura. Ella no solía frecuentar esa zona. Mirando a Naruto, Sakura se preguntaba por qué él parecía saber exactamente dónde iban. Pero él tenía instinto para encontrar su camino donde fuera.

Naruto guió al caballo detrás de un gran edificio con la fachada de piedra. El Ichiraku. El estómago de Sakura se contrajo. Probablemente era mucho pedir encontrar a su hermano aquí, en el primer lugar donde miraban.

—¿Naruto? —Su voz era tensa.

—¿Sí?

—Probablemente deberías saber que si mi hermano no ha logrado matarse todavía, pienso disparar contra él cuando le encontremos.

—Te daré la pistola.

Amelia sonrió y se enderezó.

—Entremos. Y recuerda: hablaré yo.

Mientras Naruto le entregaba las riendas a un mozo de cuadra de los establos, Sakura miró hacia la entrada del local.

Parecía que dos hombres se daban de puñetazos.

—Quédate atrás —exclamó Naruto.

Lo que atraía la atención de Sakura era el hombre, que intentaba separarlos.

Tenía el cabello negro y su piel parecía de alabastro. Y se movía con la gracia de un gato, evitando fácilmente los golpes y las estocadas de sus adversarios.

—Señores —decía en un tono razonable, sonaba relajado incluso cuando bloqueó un puñetazo con su antebrazo—. Me temo que ambos deben detener esto ahora, o me veré obligado a… —se interrumpió y se inclinó a un lado al tiempo que el hombre que tenía daba un salto.

Sasuke saltó a un lado y le hizo arremeter directamente contra la pared. El asaltante sufrió un colapso con un gemido y cayó sin aliento al suelo.

Lentamente se giró y miró directamente hacia Sakura.

Una pequeña sacudida la traspasó cuando se cruzaron sus miradas, fue como si una corriente eléctrica atravesara su columna vertebral. Su expresión no estaba atenuada por calor o bondad. De hecho, parecía despiadado, como si mucho tiempo atrás hubiera descubierto que el mundo era un lugar desagradable y hubiera decidido aceptarlo en sus propios términos.

Mientras su mirada se deslizaba sobre ella. Ella tenía la piel clara y el cabello de un curioso tono rosado.

Pero había arriesgado su corazón una vez, con consecuencias desastrosas. Tenía pocas ganas de intentarlo de nuevo. Y Dios sabía que estaba bastante ocupada tratando de manejar al resto de los Haruno.

Sasuke apartó la vista de ella y caminó hacia la entrada trasera del club. Su caminar era pausado, como si se estuviese concediendo tiempo para pensar en algo.

Sakura alcanzó el umbral al mismo tiempo que él.

—Señor…

Uchiha.

Supongo que usted es el gerente del club.

Se detuvo y se enfrentó a ella. Una ola de nerviosismo la recorrió, dejando una sensación de calor a su paso. Esa cara definitivamente se había creado para el pecado... la boca amenazadora, los ojos de un negro ónice y esas largas pestañas.

—A sus órdenes, señorita...

—Haruno. Y éste es mi compañero, Naruto.

Sasuke movió la cabeza hacia Naruto a modo de saludo.

—Señor, hemos venido a hacerle una pregunta o dos…

—No me gustan las preguntas.

—Estoy buscando a mi hermano, Lord Haruno. Y necesito desesperadamente cualquier información que pueda usted tener respecto a su paradero.

—No se lo diría aunque lo supiera.

—Por favor, es absolutamente necesario. Hoy es el tercer día desde que mi hermano desapareció…

—No es mi problema.

Sasuke se volvió hacia la puerta y comenzó a entrar en el club.

Se detuvo cuando Naruto habló en romaní.

Desde que Naruto estaba con los Haruno, sólo había habido unas pocas ocasiones en que Sakura le hubiera oído hablar el idioma secreto de los Rom, había una música primitiva en la forma en que sonaban las palabras.

Clavando los ojos en Naruto, Sasuke apoyó el hombro contra el marco de la puerta.

—El antiguo idioma —dijo—. Hace años que no lo oía. ¿Quién es el patriarca de tu clan?

—No tengo clan.

Transcurrió una larga pausa, mientras ambos hombres se miraban.

—Entre. Veré lo que puedo averiguar.

Esa tarde que había prometido ser rutinaria, estaba resultando ser bastante peculiar.

Había pasado mucho tiempo desde que una mujer le había despertado tanto interés como lo hacía Sakura Haruno. Desde el momento en que la había visto de pie en el callejón, con su figura voluptuosa envuelta en un modesto vestido, no había dejado de desearla. Cuando miró sus ojos verdes tan bonitos, observando como el ceño de determinación se fruncía entre ellos, había sentido el impulso de tomarla y llevarla lejos, a cualquier lugar, y hacerle cosas salvajes. Incluso un poco incivilizadas.

Encontrar compañía femenina nunca había sido un problema. Sin embargo, no sentía ninguna emoción real al hacerlo. Ninguna excitación, ningún fuego, solo sentía algo parecido a cumplir con una función corporal rutinaria.

La señorita Haruno permanecía cerca de la puerta, esperando con impaciencia, mientras Naruto seguía siendo una oscura presencia en la esquina del cuarto. Cuando Sasuke se acercó y observó su rostro, el pánico se disolvió y se convirtió en un curioso sonrojo. Era una mujer… deliciosa. Quería desenvolverla como si fuera un regalo. Quería tenerla vulnerable y desnuda debajo de él, hincharle esa boca suave con besos duros y profundos y hacer que su pálido cuerpo se sonrojara por el deseo. Sobresaltado por el efecto que le producía, Sasuke borró su expresión mientras la estudiaba.

—¿Y bien? —Preguntó Sakura,—. ¿Ha descubierto algo sobre el paradero de mi hermano?

—Sí.

— ¿Y?

—Lord Haruno vino muy temprano esta tarde, perdió un poco de dinero en la mesa de apuestas…

—Menos mal que está vivo —exclamó Sakura.

—… y decidió visitar el burdel más cercano.

—¿El burdel? —le lanzó a Naruto una mirada furiosa—. Te prometo Naruto, que por esto morirá esta noche en mis manos —miró a Sasuke otra vez—. ¿Cuánto perdió en la mesa de apuestas?

—Casi quinientos ryos.

Sus ojos se ensancharon por el dato.

—Morirá muy despacio en mis manos. ¿A qué burdel fue?

—A Kagure.

—Vamos, Naruto. Busquémos en ese lugar.

Naruto y Sasuke contestaron al mismo tiempo:

—No.

—Quiero comprobar si está bien —dijo serenamente—.No voy a regresar a casa sin Neji.

Una mitad de él se divirtió y la otra mitad se alarmó por su fuerte determinación, Sasuke le preguntó a Naruto:

—¿Estoy tratando con alguien obstinado o con una idiota, o con ambas?

Sakura se adelantó a Naruto.

—Puedo asegurarle que soy muy obstinada. Pero la idiotez puede atribuírsela completamente a mi hermano.

—Usted no puede ir allí. Aun dejando a un lado las cuestiones de moralidad, ni siquiera sabe dónde infiernos queda ese lugar.

—Adiós, señor Uchiha. Aprecio mucho su ayuda.

Sasuke se movió para bloquearle el paso.

—Usted no pasará de la puerta principal. Un burdel así no permite que cualquier extraño entre cuando quiera.

—La forma en la que intente traer de vuelta a mi hermano no es asunto suyo.

No lo era. Pero Sasuke no se había divertido tanto desde hacía mucho tiempo. Y ninguna cortesana experimentada, ni un cuarto lleno de mujeres desnudas, podrían interesarlo tanto como lo hacía la señorita Sakura Haruno y aquellas graciosas cintas rojas que colgaban de su sombrero.

—Voy con ustedes —dijo.

Frunció el ceño y dijo:

—No, gracias.

—Insisto.

—No necesito de sus servicios, señor Uchiha.

—Obviamente será beneficioso para todos que encuentre usted a Haruno para que abandone la ciudad lo antes posible. Considero que es mi deber civil acelerar su partida.

Aunque podían haber ido hasta el burdel a pie, los tres decidieron ir al burdel en el viejo carruaje.

—Quédese dentro del carruaje —dijo Sasuke—. Entraré y preguntaré por Haruno. —Dirigió a Naruto una dura mirada—. No dejes a la señorita Haruno sola ni un segundo. Es peligroso a esta hora de la noche.

Sasuke abandonó el coche y se fundió en la noche como si fuera parte de ella, disolviéndose por completo, salvo por el tenue brillo negro de su cabello.

Sakura lo siguió con la mirada. ¿Dónde se podía clasificar a un hombre así? Sintió un temblor bajo su corsé cuando recordó el momento en que la ayudó a subir al carruaje. Llevaba guantes, pero la mano de él estaba desnuda, y ella había sentido el calor y la fuerza de sus dedos.

—Nunca pensé que desearía tan desesperadamente encontrar a mi hermano dentro de una casa de mala reputación. Pero entre un burdel o flotando boca abajo en el río…

—No está muerto —La voz de Naruto era suave y amable.

—Neji estará más seguro en el campo... ¿verdad?

—Un hombre que quiere problemas puede encontrarlos en cualquier sitio.

Después de unos minutos de insoportable espera, Sasuke regresó.

—¿Dónde está? — exigió Sakura cuando el gitano trepó al interior.

—Aquí no. Dejó el burdel.

—¿Dónde fue?

—Les dijo que se iba a una taberna.

—Encantador —dijo Sakura—. ¿Conoce el camino?

Sentándose a su lado, Sasuke miró a Naruto.

—Siga hacia el este, tuerza a la izquierda después del tercer cruce.

Aunque no dirigió la mirada hacia Sasuke, sintió que él la observaba. Era insoportablemente consciente de él.

—Su hermano heredó el título muy recientemente —dijo.

—Sí.

—Con todo respeto, no parece preparado para su nuevo papel.

Sakura no pudo evitar una sonrisa pesarosa.

—Fue un giro sorprendente de acontecimientos para mi familia.

—Uno nunca sabe lo que le tiene guardado el destino.

Volviéndose hacia Sasuke, Sakura descubrió que la miraba con un detenimiento que hizo que los latidos de su corazón se aceleraran.

—No creo en el destino —dijo ella. —La gente dirige su propio destino.

Sasuke sonrió.

—Todo el mundo, incluso los dioses, están indefensos en manos del destino.

—Seguramente usted, trabajando en un club de juego, lo sabe todo acerca de la probabilidad y las posibilidades.

—Lo sé todo acerca de la probabilidad y las posibilidades, no obstante, creo en la suerte—. Sonrió con una tranquila calidez en sus ojos que le hizo perder el aliento—. Creo en la magia y el misterio, y en los sueños que revelan el futuro. Y creo que algunas cosas están escritas en las estrellas... o incluso en la palma la mano.

Sakura estaba fascinada, era incapaz de apartar la vista de él. Era un hombre extraordinariamente hermoso, el cabello negro le caía sobre la frente de un modo que hizo que sus dedos se agitaran a causa del impulso de retirarlo hacia atrás.

—¿Tú también crees en el destino? —preguntó ella a Naruto.

Una larga vacilación.

—Soy un Romaní dijo él.

Eso quería decir que sí.

—Dios mío, Naruto. Siempre he pensado que eras un hombre sensato.

Sasuke se rió.

—Es sensato tener en cuenta la posibilidad, señorita Haruno. Sólo porque no se pueda ver o sentir algo, no quiere decir no pueda existir.

—No existe esa cosa llamada destino, sólo hay acción y consecuencia.

El carruaje comenzó a detenerse. Había una pensión a un lado, y una taberna grande en el otro.

—Naruto—dijo con ansiedad—Si fueras tan amable…

Antes incluso de que hubiera terminado, Naruto hizo ademán de dejar el carruaje.

—Espera —dijo Sasuke—. Será mejor que dejes yo que me encargue.

Naruto le lanzó una fría mirada.

—¿Dudas de mi habilidad para luchar?

—Esto es un cuchitril.. Si… —Sasuke se interrumpió cuando Naruto le ignoró y salió del carruaje con un gruñido hosco—. Así sea —dijo Sasuke, saliendo del carruaje y quedándose a un lado para observar.

Sakura salió también del vehículo.

—Naruto puede defenderse bastante bien en una pelea.

Sasuke bajó la mirada hacia ella, sombrío y felino.

—Estará más segura dentro del vehículo.

—Le tengo a usted para protegerme, ¿no? —señaló ella.

—Cariño —dijo él con una suavidad que disminuyó el barullo del gentío—, puede ser de mí de quien más deba protegerse.

Sintió que su corazón se saltaba un latido. Él mantuvo la mirada de sus perplejos ojos con un constante interés que provocó que los dedos sus pies se encorvasen dentro de sus zapatos. Luchando por recobrar la compostura, Sakura apartó la vista. Pero permaneció agudamente consciente de él. Observaron mientras Naruto atravesaba el caos de hombres que luchaban fuera, sorteando a algunos. Antes de que hubiera pasado medio minuto, arrastraba a alguien sin ceremonias, repartiendo golpes hábilmente con su brazo libre.

—Es bueno —dijo Sasuke con suave sorpresa.

—Oh, gracias a Dios.

Sus ojos se abrieron repentinamente, sin embargo, cuando sintió un toque cortés en el borde de su mandíbula. Los dedos de Sasuke le alzaron el rostro, elevando su barbilla con el pulgar. La inesperada intimidad le produjo un pequeño estremecimiento. Su llameante mirada capturó la de ella de nuevo.

—¿No cree que está siendo un poco sobreprotectora, persiguiendo a su hermano ya adulto por todo Konoha? No está haciendo algo tan extraño.

—Usted no lo conoce —dijo Sakura. Sabía que debía apartarse de sus cálidos dedos, pero su cuerpo permaneció inmóvil, absorbiendo el placer de su tacto—. Está muy lejos de ser un comportamiento normal en él.

Sasuke dejó que la yema de su dedo siguiera el camino de la cinta del sombrero hasta el lugar donde se anudaba bajo la barbilla.

—¿Qué clase de problemas?

Sakura se apartó de su toque y se dio la vuelta cuando Naruto y Neji se acercaban al carruaje. Estaba muy sucio, maltrecho, y sonreía sin ningún arrepentimiento. Faltaba todavía un largo trecho para decir que Neji estaba hecho una ruina total, pero parecía decidido a acelerar el proceso.

—Qué extraordinario —dijo Sakura casualmente—. Todavía queda algo de ti. —Notando su mirada descentrada, dijo—, estoy aquí, querido.

—Ah. Eres tú. —Miró a Naruto, que le proporcionaba mucho más apoyo que sus propias piernas—. Mi hermana, —dijo él—. La mujer aterradora.

—Antes de que Naruto te meta en el carruaje —dijo Sakura, —¿vas a vomitar?

—Claro que no —fue la decidida respuesta—. Los Haruno siempre han soportado bien el licor.

—Sería agradable que intentaras soportar un poco menos cantidad en el futuro, querido.

—Ah, pero hermanita... Tengo una sed tremenda.

Sakura sintió la punzada de las lágrimas en el rabillo de los ojos, saboreó la sal en el fondo de su garganta. Tragando saliva, dijo con voz firme:

—Al carruaje con él, Naruto.

Amelia miró a Sasuke Uchiha, cuyo rostro se mostraba inescrutable.

—¿Podemos llevarle de regreso señor?

—No, gracias. —Sasuke caminó lentamente rodeando el carruaje junto a ella—. No está lejos. Iré a pie.

—No puedo dejarle abandonado en un suburbio.

Sasuke se detuvo con ella detrás del carruaje, dónde estaban medio ocultos a la vista.

—Estaré bien. Los peligros de la ciudad no me dan miedo. Esté tranquila.

Sasuke elevó su rostro de nuevo, acunando con una mano su mandíbula mientras la otra bajaba hasta su mejilla. Su pulgar la acarició tiernamente por debajo del ojo izquierdo, y ella notó con sorpresa un rastro de humedad allí.

—El viento me hace llorar —se oyó decir a sí misma.

—No hace viento esta noche.

La mano permaneció en su mandíbula. Su corazón comenzó latir con fuerza. Los dedos de él se deslizaron sobre su garganta y acariciando con ternura.

—¿Señorita Haruno... está realmente segura de que el destino no ha tenido nada que ver en nuestro encuentro de esta noche?

Ella no parecía poder respirar correctamente.

—Bas-bastante segura.

Su cabeza se inclinó.

—¿Y con toda probabilidad nunca nos reuniremos de nuevo?

—Nunca.

Él era demasiado grande, estaba demasiado cerca. Nerviosamente Sakura trató de ordenar sus ideas, pero se dispersaron cuando su aliento tocó su mejilla.

—Espero que esté en lo cierto. Que Dios me ayude si alguna vez debo hacer frente a las consecuencias.

—¿De qué?.

—De esto —Su mano se deslizó hacia su nuca y su boca cubrió la de ella.

Sakura había sido besada antes. No hacía mucho tiempo , por un hombre de quien había estado enamorada. El dolor de su traición había producido una herida tan intensa, que había jurado que nunca más permitiría que ningún hombre se le acercara de nuevo. Pero Sasuke Uchiha no había pedido su consentimiento, ni le había dado ninguna oportunidad para protestar. Se tensó y le puso las manos en el pecho, presionando contra la dura superficie. Él pareció notar su objeción, su boca era sutil e insistente. Uno de los brazos de él se deslizó a su alrededor, tensándose ligeramente cuando la atrajo contra los sólidos contornos de su cuerpo.

Con cada aliento ella aspiraba su intenso aroma, y no pudo evitar relajarse contra él, permitirle sostenerla. Más besos, uno comenzaba antes de que el otro terminase, húmedas e íntimas caricias, latidos secretos de placer y promesa.

Con suave murmullo de extrañas palabras derramadas en sus oídos, Sasuke apartó su boca de la de ella. Sus labios vagaron a lo largo de la curva de su cuello, demorándose en los lugares más vulnerables.

Se estremeció cuando él llegó a un lugar de exquisitas sensaciones y lo tocó con la punta de la lengua. La inundó un deseo atroz por apretarse contra él, quería liberarse de las capas y capas de tela sofocante que componían su falda. Él era tan cuidadoso, tan suave…

La caída de una botella al suelo la sacudió de la neblina.

—No —ella se quedó sin aliento, ahora luchaba.

Sasuke la soltó, sus manos la estabilizaron mientras intentaba recobrar el equilibrio. Sakura se tambaleó hacia la puerta abierta del carruaje. En todas partes en que la había tocado, deseaba más.

Desesperada por escapar, Sakura subió al peldaño del carruaje. Antes de que pudiera entrar, sintió las manos de Sasuke en su cintura. Él la sujetaba desde atrás, atrapándola lo bastante cerca como para susurrarle al oído:

—Latcho drom.

La despedida gitana. Sakura la reconoció entre el puñado de palabras que Naruto había enseñado a los Haruno. Un íntimo estremecimiento la atravesó cuando el calor de su aliento le alcanzó el oído. No quería, no podía responder, sólo subió al carruaje y la puerta se cerró con firmeza. El vehículo arrancó. Los dos Haruno ocupaban sus respectivas esquinas del asiento, uno de ellos borracho, la otra aturdida. Después de un momento Sakura subió sus temblorosas manos para desatarse el sombrero, y descubrió que los lazos colgaban sueltos.

Un lazo, en realidad. El otro...

Quitándose el sombrero, Sakuralo estudió con un ceño perplejo. Uno de los lazos de seda roja había desaparecido excepto un resto diminuto en el borde interior.

Había sido cuidadosamente cortado.

Él lo había cogido.