Porque debo dejarte ir

Un trueno es aquel que da comienzo a las grandes tempestades. Y es en estas donde toda la fortaleza del ser humano debe mostrarse.

Un cabecita rosada sin mucho entusiasmo se ha visto sorprendida por el agua tratando de cubrirse bajo su pequeño portafolio al lado de la parada de autobús.

Justo como un milagro una gentil figura le ofreció la protección de una sombrilla. Agradecer al caballero no fue tan fácil como Tonos pensó, pues al toparse de nuevo con ese rostro cansado de su pasado solo le permitió pronunciar su nombre.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

ÉL: Debería estar acostumbrado a la mención de mi nombre, sin embargo el que salga de tus labios acelera el ritmo de mi organismo. Tengo que aceptarlo no extrañaba tu voz solo anhelaba que me dirigieras la palabra.

ELLA: Nuevamente estamos de frente. Mi boca me traiciono y por una costumbre que creí olvidada te llame y aunque fui yo quien propicio este encuentro no atino a decir nada más.

Él: Tanto tiempo ha pasado desde ese repentino adiós, donde deje a una niña llorando por mi y hoy me encuentro a una mujer a la que seguramente le cuesta recordarme, intentando desesperadamente de encontrar a aquella que me amo y a quien no pude olvidar.

ELLA: Te sorprenderás al ver que te sostengo la mirada, que no me impone tu presencia mayor complicación… No seguramente me doy demasiada importancia, si hoy hablamos del pasado es precisamente por lo poco relevante que fui en tu vida.

ÉL: Este sería el mismo cuerpo sino fuera porque ahora ocultas tras tu ropa curvas más pronunciadas. Pero aun eres aquella de dulce mirada que juega nerviosamente con sus dedos cuando comienza a incomodarse.

ELLA: Ni yo puedo creer lo fuerte que soy ante este viejo dolor que aun punza. Supongo que te llore hasta que hoy no quedará ni una lágrima más con tu nombre. Ya deje de arrepentirme por amarte, ya me perdone por no ser capaz de retenerte, ya acepte que en mi vida no había espacio para los dos. Y con un poco de suerte hoy me convenceré de ello.

ÉL: Sé que mi profesión te tiene sin cuidado, que la lluvia no tiene mayor atractivo como para seguir comentándola. Sé que debería decir algo más. Debería decir cuánto te extrañaba, debería implorar tu perdón por cada lágrima y convencerte de que las pague con las mías. Deberías saber que me di cuenta de mi error al amarte… Deberías saber… no, más bien es eso lo que yo quisiera hacerte saber… Pero te ame tanto y puede que aun lo haga como para importunarte de nuevo. Porque a eso se resume todo. Te quiero y porque te quiero no te someteré de nuevo a este amor sin futuro. Pedir que olvides y entregues tu alma de nuevo solo significaría que el amor propio vence al que siento por ti. Nunca más cometeré ese error. Lo menos que te debo es un adiós sin más arrepentimiento.

ELLA: La lluvia finaliza igual que este encuentro. Ninguno pedirá teléfonos o dirección. Ninguno se molestará por formalizar una cita. Ninguno prolongará de más el apretón de manos. Ninguno volteará para despedir la espalda del otro. Todo tiene un principio y todo tiene un fin, es curioso que para cerrar esto dejáramos pasar tanto tiempo, pero es bueno poder decir adiós sin más arrepentimiento.

Son Melee