Se encontraba trabajando con toda la tranquilidad del mundo en su oficina cuando escuchó que abrían la puerta y la cerraban con fuerza.

-Lo último que quiero es recoger los vidrios de la puerta cuando la rompas-dijo sin levantar la mirada.

-Descuida, es más sencillo reparar una puerta que un corazón roto.

Mierda. Felicity sabía.

Sólo siguió trabajando como si nada hubiese sucedido. Como si no hubiera terminado su relación de años con Barry Allen sólo por una discusión.

-Si no hablas en este momento, me encargaré de llamar a Barry.

-Hola Felicity. Qué quieres-dijo sin mirarla y siguiendo con sus anotaciones en una agenda.

-Claro-dijo la mujer sentada frente a él-mi jefe y amigo termina con su novio de años y yo me entero por los amigos de su ex ¿ves la lógica?

-Clara, ajá-dijo sin mirarla y tratando de sonar despreocupado.

-¡Deja de ignorarme!-le gritó furiosa la rubia y le arrebató la agenda y lápiz.

-¡Devuélvelos Felicity!-gritó poniendose de pie y gritando furioso.

-Los quieres de vuelta porque son importantes ¿cierto?

-Obvio. No me la pase la tarde anotando cosas en esa agenda para que tu lo destruyas en un berrinche-dijo avanzando hacia ella.

-¿No es porque Barry te regaló este lápiz y esta agenda?

-No es eso.

-¿Entonces?

-Es un planificador.

-¿Qué? -dijo extrañada y bajando la guardia, momento aprovechado por el arquero para tener de vuelta sus cosas.

-No es una agenda-dijo mostrando la libreta- es un planificador-dijo volviendo a su trabajo y recordando que Barry se lo había aclarado unas seis veces desde que le regaló ese objeto.

-Pero te los dio Barry.

-Sí.

-Pero ustedes terminaron.

-Sí-dijo volviendo a escribir y tratando que con eso ella se fuera.

-El lápiz también fue un regalo suyo-dijo mirando la lapicera negra con pequeñas escamas o una simulación de ellas.

-Sí.

-Pero ustedes terminaron por una tontería.

-No fue así-dijo recordando el momento en que a través de mensajes de texto Barry y él se dejaron de hablar y dieron por finalizada la relación de cinco años que tan estable se veía a ojos del mundo.

-Caitlin me dijo que estuvieron en desacuerdo por el lugar, la forma y todo lo que tenía que ver con el departamento donde vivirían.

-No fue eso.

-¿No?

-No-dijo siguiendo en lo suyo y dando por zanjado el tema.

Estuvieron varios minutos en silencio, en los que Oliver siguió escribiendo.

-Entonces ¿cuál fue el problema?-dijo algo exasperada con el silencio del rubio.

-Si te digo me dejarás en paz y no harás más preguntas.

-Lo juro-dijo suavemente.

-Nos peleamos y no nos hablamos más hace dos semanas con un día y no sé cuántas horas ni minutos por una simple razón: Barry no quiere vivir conmigo y yo no quiero vivir con Barry ¿contenta?-dijo lo mejor que pudo.

-No. Creo que deberían arreglarlo-dijo torciendo la cabeza hacia un lado y mirándolo con una mueca.

Oliver suspiró cansado de esa situación, contó un par de segundos y se decidió.

-Sal de aquí. No pedí tu opinión y no te necesito cerca-dijo fríamente y continuando con lo suyo lo mejor que pudo.

La rubia salió casi al instante y el arquero sólo respiro con pesar. Era cierto que con Barry se pelearon y no hablaron más. La razón también era cierta, pero había otro tras fondo en eso. ¿Cuál? No hablaría eso con la rubia. Era asunto de él y Barry.

Sinceramente extrañaba al velocista y su único modo era trabajar hasta el cansancio para olvidarse de su risa, su forma de ser e incluso los besos y abrazos que le daba cuando nada iba bien.

Lo extrañaba. Mucho.

Pero no se lo diría y tampoco lo iría a buscar. Había decidido zanjar las cosas con el castaño, a pesar de que se rodeara de los regalos y recuerdos del forense. Porque para olvidar a Barry Allen sólo tenía que acostumbrarse a su ausencia.

Después de todo había nacido solo y si así debía morir...Ya no quería pensar en nada.

¡Maldita Felicity que lo hacía pensar en lo que ya no fue!