Nota aclaratoria: Ya saben que los personajes de Candy no son de mi propiedad ... pero no importa ... a seguir escribiendo sobre ellos!!!

NADA PERSONAL

Por Scarleth

El niño corría veloz a los brazos de la joven mujer que lo esperaba en la entrada del kinder. Su carita sonrosada y sus traviesos ojos se iluminaban cada vez que la veía ahí para recogerlo.

-¡Mami, mami! ¿Ya me vas a llevar a casa?

-Por supuesto jovencito, ya es justo poder tenerte un rato para mi solita – le dijo despeinando su cabello castaño y haciéndole cosquillas.

-¡Haces trampa! ¡Haces trampa! – le decía el chiquillo en medio de carcajadas y tratando de defenderse del amoroso ataque de su madre.

Una vez tranquilizados caminaron rumbo a su hogar tomados de la mano y comiendo un helado que previamente habían comprado por la insistencia del niño.

-¿Sí nos vamos a ir de vacaciones mamá?

-Ya lo veremos amor, necesito programarlas.

-¡Pero dijiste que lo haríamos! – exclamó decepcionado y con una carita de reproche.

-Sí, sí ... mami sabe que lo prometió pero necesito hablar con el Dr. Leonard de mis vacaciones – hizo una breve pausa mirando a la nada - No lo entiendes porque aún eres pequeño pero el hospital va a ser adquirido por un hombre muy rico y quizá quiera hacer bastantes cambios y tengo que estar ahí para ver que todo resulte bien, tal como lo pidió tu abuelo.

-¿Algo así como cuando a mí me cambian de maestra?

-Sí ... parecido.

-Pues si no te gusta te cambias a otro hospital donde sí te gusten.

No pudo evitar una sonrisa. Los niños creían que todo en la vida era sencillo pero la realidad lamentablemente era otra.

-Ya lo veremos cariño, ahora corramos porque ¡Dorothy te tiene una sorpresa!

Llegaron agitados y sonrientes. Candy poseía un bello departamento que denotaba un exquisito gusto. Su padre le había heredado una considerable fortuna y debido a esto y a su apoyo había logrado obtener el título de Doctora, algo nada común en una sociedad en la que no era bien visto que las mujeres trabajasen y mucho menos que tuvieran una carrera profesional.

-¡¡Llegamos Doth!! – entró diciendo la joven y cerrando la puerta a su espalda mientras el pequeño remolino corría en dirección a la cocina buscando su sorpresa.

-Es tarta de frutas mamá – regresó para avisarle con los ojos brillando de gusto y la carita embarrada pues ya la había probado a pesar del regaño de Dorothy por no esperarse hasta la cena.

-Ven acá diablillo – le dijo suavemente tomando una servilleta para limpiarle el rostro - ¿Qué te he dicho sobre eso? ¿ya se te olvidó? – interrogó pellizcando una de sus mejillas.

-¡Pero era mi sorpresa! - le contestó haciendo un puchero que terminaba siempre por derretir a su madre.

-Déjalo Candy – intervino Dorothy – tiene razón Tony, es para él.

-¿Ya ves? – concluyó triunfante y corriendo a la cocina para darse vuelo con la tarta.


-¿Sucedió algo malo?

-Se ha decidido vender la mayor parte de las acciones del hospital.

-¿Quién lo decidió?

-El Dr. Leonard por supuesto – añadió algo enfadada.

-Pero una parte de las acciones es tuya Candy.

-Mi parte no se vende. Mi padre luchó por levantar ese hospital y hacerlo de prestigio. No voy a permitir que todo su esfuerzo se vaya a la basura, así que me rehusé. Me quedaré con el 48% del hospital, pero soy minoría.

-No te desanimes.

-Claro que no, pero me da rabia no haber tenido el dinero suficiente para poder comprarlo. No quiero tocar el fideicomiso de Anthony por ningún motivo, ni la parte de la herencia que le dejó mi padre, pero te juro Doth que aunque no tenga el poder de antes, voy a vigilar cada movimiento que se de. Velaré por el bienestar de mis pacientes, que se respeten las cuotas mínimas y la ayuda para personas de escasos recursos que mi padre implementó. Él ya no está, pero no defraudaré en lo absoluto el apellido que heredé. Candy White demostrará de lo que está hecha.


Sí estaba preocupada. La mayor parte de su patrimonio estaba invertido en ese hospital, lo mismo que la mayor parte de su vida.

Desde muy pequeña se sintió inclinada a seguir la misma profesión de su padre y estaba constantemente ayudándole y aprendiendo. De tal manera la atrajo que venciendo convencionalismos entró a la universidad a cursar la carrera de medicina siendo la única mujer en su clase y graduándose con honores. Ahora a sus 27 años y después de fallecer su padre había adquirido el compromiso de continuar con el legado que él le dejara y seguir trabajando intensamente por sus pacientes y los que requirieran asistencia médica.

El Dr. White había sido un hombre admirable y ella quería que su hijo se sintiera tan orgulloso de ella como ella lo estaba de su padre.

-Mi pequeño príncipe, aún no entiendes muchas cosas. Tú quieres disfrutar de tus vacaciones y yo no puedo dejar el hospital – pensaba la muchacha sin saber qué decisión tomar para no sacrificar tanto a su hijo.


Por fin llegó el día. Hoy conocería al nuevo dueño. No había tenido mas que un fin de semana para llevar de vacaciones a Anthony, pero parecía que había estado muy feliz divirtiéndose en el campamento, así que eso apaciguó un poco su preocupación por no atenderlo como ella quisiera.

Se convocó la reunión. El comité, la Dra White y el Dr. Leonard que dejaba la sociedad se encontraban reunidos en la sala de juntas.

Candy no sabía qué iba a suceder. De ese desconocido dependería la supervivencia y el giro del hospital que tanto esfuerzo le costó a su padre. Sus piernas temblaban y estaba sudando a pesar del aire acondicionado.

-Buenos días – se escuchó la voz del hombre que entraba en esos momentos al recinto.

Todos los rostros voltearon inmediatamente para conocer al recién llegado. Era joven, quizá 34 años, de tez blanca, ojos profundamente azules, cabello rubio y elevada estatura. Su caminar era elegante y con el porte característico de una persona excesivamente segura de sí misma.

-Seguro eres uno de esos ricos prepotentes – murmuró por lo bajo la joven.

Su voz tenía tinte de amabilidad y decisión. Se expresaba claramente y tenía la extraña particularidad de lograr captar la atención de sus oyentes, incluyendo la de su renuente socia. No había duda sobre la capacidad e inteligencia del nuevo accionista mayoritario del hospital.


-No es un mal hombre entonces.

-Todo parece indicar que sus intenciones son legítimas y tiene mucho interés en continuar con la labor que ya se hace. De eso no puedo quejarme.

-¿Será el nuevo director?

-Así es - afirmó mientras giraba pensativa la cucharita dentro de su té – y eso sí me preocupa. Un empresario no es la mejor opción para dirigir un hospital.

-¿Quisieras estar en su lugar? – preguntó a quemarropa.

La muchacha se quedó absorta por un momento. Lo consideró ciertamente, pero no era lo más viable. No en ese preciso instante.

-No puedo – contestó sintiéndose hasta cierto punto impotente - es una posición muy absorbente y no quiero desatender a mi hijo. Mi padre jamás lo hubiera aceptado… tú lo sabes Doth.

-¿Y entonces? ¿Serás subdirectora?

-No, sólo seré la encargada de pediatría como hasta ahora ... y su socia – añadió despacio.


El primer día con el nuevo Director estaba resultando bastante estresante para ella.

-No quiero que nada salga mal Flammy. Necesito ponerle las cosas en claro de una vez. Pueden pasar cosas terribles para el hospital en manos inexpertas.

-Pero ¿no sabes?

-¿No sé qué? – preguntó extrañada viendo el rostro de su amiga.

-Dra White – se escuchó una tercera voz - la buscan en Dirección inmediatamente.

Un suspiro de alivio fue lo que dejó escapar como fin de la conversación que sostenía con su jefa de enfermeras.

-Parece que no habrá mejor oportunidad de decirle lo que pienso– comentó mientras se dirigía a la Dirección.

Se había dado tiempo de investigar sobre esa prominente familia de origen escocés y conocía perfectamente la importancia de ellos tanto en Europa como en América. Querían ganar terreno en todos los sectores por lo que veía y no se concentrarían únicamente en la banca.

-Buenos días – saludó Candy al tiempo que tocaba a la puerta y entraba a la oficina del Director.

El hombre en el reclinable pudo verla detenidamente. Se adivinaba un carácter enérgico y decidido tras ese rostro de ángel. Conoció a su famoso e inteligente padre y supo que se hallaba frente a una mujer que no se dejaría intimidar por nada. Ser médico y especialista en pediatría era algo de admirar, tan digno de admirar como esos luminosos ojos verdes.

-Dra White – contestó ofreciéndole asiento.

-Creo que debemos dejarnos de formulismos, después de todo somos socios.

-Y colegas – añadió con una enigmática sonrisa - Soy neurocirujano.

Esa sí que fue una gran sorpresa para Candy. Jamás pensó que él compartiría con ella la profesión y mucho menos que fuera neurocirujano, una especialidad sumamente difícil y muy necesaria en su hospital.

-No lo sabía.

-Lo supuse. Mi experiencia laboral se reduce a Europa. Tengo poco tiempo de haber llegado aquí.

Sin poderlo evitar la rubia suspiró.

-Debo confesarte que me siento aliviada. Me preocupaban seriamente las manos en las que quedaría el hospital y ahora puedo tener un poco de más tranquilidad.

El nuevo dueño estaba sorprendido por la franqueza de la mujer.

-Eres muy directa Dra …- dijo con una expresión de duda.

-Candy – añadió ella extendiendo su mano por encima del escritorio que los separaba.

-Eres muy directa Candy – volvió a decir mientras estrechaba su mano.

-Quiero pensar que haremos una excelente mancuerna laboral …

-Albert …. Albert Andrey – añadió dando por hecho que podrían trabajar en equipo.

Continuará ...

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Hola guapas!!! pues aqui esta el comienzo de una nueva y loca aventura de esta parejita encantadora.

Espero que les guste y ya saben ... tomatazos, quejas, sugerencias, son bienvenidos como siempre ... ya saben que soy adicta a leer sus opiniones!!!!

Besitos tronados!!

Scarleth Andrey