Su móvil no dejaba de sonar. El ringtone era especial, era el que usaba para Clint, lo cual la puso de mal humor porque Clint sabía perfectamente que si ella no respondía era porque estaba en la ducha. Natasha nunca salía corriendo en el medio de un baño a menos que fuera una emergencia, y como las últimas emergencias fueron que la fiesta de Tony se había quedado sin alcohol o que Bruce tenía otro de esos extraños ataques de ansiedad cuasi violentos, ya no se tomaba ningún llamado en serio.
Sin embargo, la quinta vez que Clint volvió a insistir, Natasha cerró el grifo y luego de envolverse en una toalla, fue a contestar. Le convenía que sí o sí fuera de vida o muerte. Aunque cuando Clint le dio la noticia, se arrepintió enseguida de ese pensamiento.
—Los Odinson tuvieron un accidente —fue lo primero que dijo, sin siquiera saludar. Ella no le recriminó nada, pudo escuchar el sonido del tráfico, supuso que estaba yendo hacia casa de Thor—. No hubo suerte… Hace unos minutos Tony fue a hablar con él.
Thor era esa clase de personas que amaba la actividad familiar. Reunirse durante las fiestas o pasar con sus padres un fin de semana. Algo diferente a ellos, a Tony, por ejemplo, que había aprendido a crecer con un padre ausente gracias a su trabajo, o ella que necesitaba de pocas personas para estar feliz y en paz. En verdad se sintió muy mal por él.
—¿Vas a ir a verlo? —le preguntó mientras buscaba otra toalla para secarse el cabello.
—Pensaba pasar por ti primero, tardaré, tuve la pésima idea de tomar un taxi.
—Deberías hacer como Steve e ir corriendo. —Intentó decir algo divertido, pero su tono de voz sonó vacío. Clint no respondió. —Bájate del taxi y dime dónde estás, nos entraremos allí, ¿de acuerdo?
. . .
—Es un tal Tony Stark —murmuró Sigyn—. Quiere hablarte de algo muy importante, es sobre tu herman-
—No tengo hermano —interrumpió el hombre mientras se arreglaba la bufanda—. ¿Vamos a ir al teatro o no, Sigyn? Y olvida eso, no me he hablado con Thor desde hace años, ¿por qué me llamaría ahora?
Sigyn suspiró. Había comprado dos entradas de las buenas para ir al teatro y tratar de recomponer su relación con Loki, pero se dio cuenta, en algo tan simple como pasarle una llamada, que las cosas terminarían de quebrarse esa misma noche. Loki siempre fue alguien introvertido, malicioso, con un sentido del humor extraño, y aunque ella pudo ver esas virtudes que no todos podían, el problema estaba en que él no quería abrirse a ninguna persona, no importaba el empeño que ella pusiera.
—¿Y sabes qué vamos a ir a ver al teatro, Loki? —preguntó con voz ahogada después de colgar el teléfono.
Loki ladeó la cabeza apenas, se miró al espejo y luego hizo una mueca de desagrado.
—Lo he… olvidado.
Sigyn suspiró, dejó las entradas sobre la mesa, tomó su abrigo y reprimiendo un gemido ahogado se marchó.
—Mejor fíjate qué es lo que necesita tu hermano.
. . .
—Tony, los chistes no sirven —replicó Steve mientras manejaba. Odiaba, odiaba con todo su ser el uso de teléfonos celulares, pero la ocasión lo requería—. Thor está mal, deberías escuchar lo quiera decir, no invitarlo de copas y… ¿Por qué tienes que tomarte algo así como un chiste?
—Eso de los lutos y el silencio es cosa de antes, Steve, lo mejor que se puede hacer es tomárselo con calma, así que deja de dar lata con eso. Y por cierto, ¿dónde estás? Clint dijo que estaría aquí enseguida y ha pasado media hora, estoy so solo con Thor.
—El tráfico esta terrible y si Clint pasó por Natasha, media hora es lo mínimo que se va a tardar.
—Así que alguien está usando móvil y encima conduce mientras lo usa… No lo esperaba de ti, Steve, muy mal —le reprochó con ese tono juguetón que le erizaba los pelos de la nuca.
—Tony, suficiente. Te veré en media hora —respondió y colgó.
A pocos metros del embotellamiento, Clint y Natasha avanzaban rápidamente a pie. Discutiendo sobre la situación, preguntándose si los parientes noruegos de Thor irían a visitarlo, si habría un funeral tradicional, si Tony estaría manejando bien la situación o no. Parecía que de repente se daban cuenta de que había un montón de cosas que no sabían acerca de Thor y se sentían en el vacío, calculando cada paso a dar.
—No creo que se reúna con su familia —sentenció finalmente Natasha—. No se han visto nunca, no creo que tengan la hipocresía de venir. O sí, no lo sé, Clint. Thor es parecido a Tony en ese sentido: son gente a la que nunca imaginas deprimida por mucho tiempo.
Clint se detuvo y la sujetó por el cuello de su abrigo, evitando que un auto la arroyara.
—No quiero saber nada más con accidentes de tráficos —le dijo serio—. A mí lo que me preocupa es que se reúna la familia que tiene aquí, en Manhattan.
Ella lo miró un par de segundos, con su expresión de "estás bromeando". Clint se mantuvo serio. Cruzaron la calle y llegaron al edificio donde vivía Thor. Tomaron un respiro, Natasha volvió a intentar llamar a Steve mas no contestó.
—No soporto a ese tipo —gruñó, apoyando la espalda sobre la entrada—. Natasha, si me lo llego a cruzar, juro que le voy a tirar todos los dientes.
—Clint, ya basta, olvídalo. No vendrá, sabemos cómo es él, no le interesa saber nada.
—Pero el necio de Thor siempre intenta saber cómo le está yendo. Seguro que trató de llamarlo para que venga, y si está con él y lo cruzo…
Thor tenía un hermano menor, Loki. Había sido adoptado cuando era un bebé, según la celadora del orfanato, a Loki lo habían abandonado y la mujer nunca se volvió a aparecer. Siempre fue un chico complicado, le gustaba gastar bromas, era malicioso y todos notaban lo mucho que envidiaba a Thor aunque se esforzara por ocultarlo.
Lo más desesperante era que Thor, consciente o no de ello, jamás le reclamó demasiado. Su permisividad a veces los enfermaba. Loki podía hacer lo que se le diera la gana y su hermano mayor siempre encontraría una explicación (a veces buena, otras pésima) para eso. Y que a ninguno se le ocurriera apelar nunca al hecho de que no eran hermanos de sangre, porque la mirada de Thor se tornaba tan severa que casi llegaba a causar escalofríos.
Afortunadamente para casi todos, llegó el punto en la convivencia con Loki se hizo insostenible en la casa de los Odinsons y Loki se marchó lejos. No era necesario decir quién fue el único que seguía en contacto con él, aun cuando Loki manifestaba abiertamente que no quería saber nada de Thor.
A Steve le desagradaba por algunas razones. Primero, Tony una vez quiso tirárselo; segundo, en cuanto percibió que entre Thor y Loki tal vez había algo más que fraternidad, no quiso saber absolutamente nada de él y cuanto más lejos del buen Thor, mejor.
Con Natasha había tenido un desencuentro desagradable y por reacción en cadena, Clint lo detestaba a más no poder, además de que había tenido un altercado en el que casi terminaban matándose a golpes si no fuera por la intervención del todo-poderoso-hermano-mayor.
—En caso de que nos encontremos con él, Clint, no hagas nada. Al menos no mientras esté Thor, ¿de acuerdo? Yo tampoco soporto a Loki, pero esto es delicado —pidió la mujer, acariciándole la mejilla sin darse cuenta.
—¿De que venga quién? —interrumpió la voz de Steve.
—Loki —contestó ella—. Yo no lo creo, ¿y tú?
—Pues, la familia se junta en este tipo de situaciones.
—Steve, ellos no son familia —corrigió Clint de mal humor—. Y sabes bien que él tampoco quiere ser familia.
—¿Todavía siguen pensando que sucedió algo entre ellos dos? Es desagradable. Thor sólo lo quiere como a un hermano y Loki es un cabrón que no puede aceptarlo como familia, yo no veo ni creo poder ver posibilidad de otro tipo de relación. No sean niños —reprochó Natasha.
Ella siempre se negó a creer que había algo extraño entre Thor y Loki, no lo comprendía porque no existía.
Finalmente llamaron al departamento y Tony los recibió como si nada. Steve estuvo todo el viaje en ascensor cruzado de brazos. Natasha y Clint se miraron, preguntándose en silencio cuando demonios dejarían el orgullo a un lado y comenzaría a salir de una jodida vez.
—Antes de que comience la parte desagradable —comentó Tony—. Quiero decirles que el grandote me pidió que llamara al pequeño Lo. Obviamente no me atendió, pero no hay que ser demasiado listo para saber que va a volver a intentar.
—Lo sabía —exclamó Clint—. ¿Por qué le sigue importando ese idiota?
—Porque sus padres murieron y la familia… —comenzó Steve.
—Olvida la familia —cortó Natasha—. Ahora estamos nosotros.
Y entraron al departamento.
. . .
Tiró el libro con partituras a un costado, luego el álbum familiar. Regó el suelo con todas las fotografías: él de bebé, junto a sus padres, junto a Thor, siendo acompañado por Thor al jardín de infantes. Fotos del colegio primario, días de cumpleaños, Navidad, año nuevo, día de acción de gracias, el único viaje a Noruega que hicieron. Thor. Thor.
Su no-hermano. Lo odiaba tanto…
Tanto que no podía partir sus fotografías a la mitad.
El teléfono volvió a sonar insistente. Loki relajó la respiración y decidió contestar.
—Diga.
—Loki —murmuró Thor al otro lado—. Al fin respondes. Esto es importante, mamá y papá…
—Querrás decir tu mamá, tu papá —lo interrumpió con desdén.
—No empieces con eso, por favor. Son tus padres también, por algo te trajeron a casa.
—Yo lo entiendo más como una obra de caridad. A alguien tan importante como papá no le bastó tener un hijo, sería mejor para su imagen si hacía de héroe y se conseguía un mocoso abandonado. Que por cierto, le sirvió mucho hasta que me echó —dijo. Sintió los ojos anegándose en lágrimas, pero intentó mantener la voz firme, transmitirle a Thor su dolor e incomprensión.
Escuchó del otro lado la voz de Natasha diciendo "olvídalo, intenta después, no te tortures con esto". Porque él siempre fue una carga en la vida de todos, incluso su tonto grupo de amigos, que no tenían idea de nada, le aconsejaban alejarse del monstruo.
—¿Me tienes en altavoz, Thor? —exclamó indignado.
—Hermano...
—¡Me da igual si me tienes o no en alta voz! Lo siento por ti y tu familia, pero hazme el favor y no me molestes ¿de acuerdo? Tengo que ocuparme de una vida propia, lejos de ti, lejos de tus grandes logros, lejos de tu sombra.
—Loki, esto es en serio, deja esa tontería. Tienes que estar aquí. Ahora yo soy lo único que tienes y tú eres lo único que yo tengo. Te necesito, Loki.
Se mordió el labio, perdiendo la calma. Tomó el vaso que Sigyn había usado antes y lo estrelló contra la pared. Lo odiaba tanto. Tanto que no podía romper sus malditas fotografías, que conseguía humedecerle los ojos como si fuera un chiquillo. Lo odiaba tanto que…
—¡De acuerdo, idiota. Ahí estaré! ¡Ahora deja de molestarme de una maldita vez!
Colgó, tirando el teléfono al suelo y salió del departamento, a caminar, como muchas otras veces, sin rumbo por Manhattan.
Thor se quedó en silencio hasta que Steve le quitó el auricular con cuidado y colgó. Ninguno dijo nada aunque algunos tenían el discurso en la punta de la lengua. Sabían que la reacción de Thor era inminente.
Giró la cabeza hacia ellos y, con media sonrisa, dijo:
—Vendrá.
