Notas de autor: Se suponía que esto era para el Juvia day perooo ¡NO! ¡Inaudito! Desde octubre tenía congelada la mitad del fic, me propuse sacarlo para este día porque me quería demostrar algo. Además, desde hace casi 7 años, en fechas especiales, me gusta escribir como conmemoración. :x
Forelsket es una palabra de origen danés que significa: la euforia de enamorarse. Este fanfic va a tener un montón de conceptos. Partiré desde la filosofía de amor platónico ―Platón―, conceptos de Sócrates. Conceptos literarios. Hablaré de biología. De astrofísica. Todo porque mi iQ ha bajado tanto últimamente…
Fairy Tail no me pertenece.


Forelsket


"A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa." —León Tolstoi.


Es de esas veces que estás abrumado al estar rodeado de tanta gente, sales a tomar una bocanada de aire fresco y te pones existencial al momento de fumarte un cigarro, como si el cerebro necesitara algo más, como para ponerse a pensar, clasificar, conceptualizar y filosofar, además del tabaco… Y ahí dónde la luna y las estrellas comienzan a tener su momento de gloria, está él. El intento de poeta. El filósofo de la época. El científico experimentado. El hombre enamorado que busca la definición correcta a esa euforia instalada en su pecho.

Porque si analiza un poco, Natsu puede llamarlo como: "ardiente" y eso quizá es verdad, porque las palmas de las manos le sudan y a veces siente calor ―aunque es un mago de hielo―, Lucy dará un concepto más espiritual. Y eso vendrá a complicar todavía más. Erza hablará, quizás, de colores o sabores. Happy hablará sobre lo que es comer pescado. Charle dirá algo crítico, y él no necesita más reflexiones. Wendy es muy pequeña aún para saberlo. Pero, ¿Y él? ¿Qué nombre le pone? ¿Qué definición le da?

Y antes de agotar su último cartucho, quiere descubrirlo por él mismo. Sonríe como bobo por su situación: es un ridículo que se pone filosófico en medio de una fiesta del gremio con la definición de la palabra «Amor». ¿Qué es? Para empezar ni está seguro de por qué había asistido y como le gusta la mala vida, permanece ahí con un daño esperado, donde simplemente termina por hacerse cuestiones bastante profundas.

El amor nace de la admiración, Platón lo dijo. Alguna vez lo leyó, en uno de esos aburridos libros que le pertenecen a Levy. Lo leyó por curioso. Y en dicho texto, se sostiene que el amor verdadero es el amor a la sabiduría. Esa sabiduría que otorga el conocimiento al conocer y saber sobre una persona. Conocer, admirar y amar la belleza esencial, más allá de lo físico.

Y no puede rechazar la definición porque no tiene una propia. Ojalá para él resultara fácil poner palabras para poder definir. A parte, es gran partidario de lo que se maneja dentro del concepto: querer a alguien tal y cómo es. Que alguien lo quiera tal cual es. Alguien con quien compartir fortalezas y debilidades para crecer. Y ese alguien bien puede ser definido en Juvia. La alegre maga de agua es el concepto hecho persona. No sabe por qué había pensado en ella cuando lo leyó, pero admite que ha sido algo muy acertado.

Ante eso su mirada divaga por el lugar. Es un acto inconsciente; el navegar en un mar de recuerdos, como si en algún recoveco de su mente, la respuesta que busca estuviera pintada o escrita. Y sus ojos se clavan en la raíz de todo: las magnolias plantadas tiempo atrás…

«Tsk… cosa de mujeres», pensó.

Era lo más seguro del mundo, porque solo había mujeres rodeando los jardines del gremio. Observaba a las chicas reunidas en círculo, por lo que le era imposible ver hacia el centro: Mirajane sentada sobre sus rodillas, dándole la espalda, Lisanna a su lado, Erza, Evergreen, Levy, Lucy, Wendy, Bisca, ¡Hasta Cana y Laki!, y Juvia, quien queda frente a él.

Todas estaban concentradas y agachadas viendo al suelo, haciendo algo misterioso. ¿Algún hechizo mágico? Y antes de buscar más opciones, la maga de agua, gracias a su sexto sentido, o porque su mirada era muy fuerte, alzó la vista para encontrarse con él mirándola y de inmediato se enderezó para regalarle una dulce sonrisa y saludarlo con un movimiento de manos. Como de princesa.

Levantó un poco el mentón para responderle el gesto y no agregó más, debido a que estaba nervioso, con las manos sudadas, con ardor en el rostro, con algo cálido y revoloteando en su estómago por verse descubierto. Era tan idiota.

―Gray-sama…

Él pasó su mano para revolver sus cabellos. ―Hey…

Juvia dio un pequeño salto para sentarse a su lado. ―Juvia y las demás estaban plantando magnolias ―susurró.

Gray mandó la vista hacia el lugar donde hacía segundos atrás estaban reunidas y notó que las chicas se habían dispersado y ahora, admiraban las flores que plantaron.

―Según el libro de Levy-san, las magnolias significan amor a la naturaleza, simpatía, nobleza, alegría, perseverancia y dignidad. Las magnolias amarillas significan fidelidad y las rosas… ―Juvia se sonrojó y volvió sus manos puños para apretar su falda. Cerró los ojos al agacharse ―las magnolias rosas… son la expresión de… un amor… un amor… ―trató de ganar fuerza ―un amor tímido.

Rechistó y giró el rostro hacia otro lado para ocultar el rubor de sus mejillas. Que sabía leer entrelíneas; Juvia podía gritar a los cuatro vientos su amor por él ―que no era nada tímido y ni discreto―, pero siempre que se trataba de hablar de amor con seriedad o directamente con él, ella se mostraba un poco cohibida.

Una sonrisa torcida se dibujó en sus labios. Juvia le resultaba fascinante. Era tan clara y cristalina como el agua, a veces podía ver su reflejo en ella. Y eso resultaba un revoltijo, porque en ella veía sus propias emociones, que a veces ni podía controlar.

―Juvia, ¿Para ti qué es el amor?

No había vuelta atrás, lo dijo en voz alta y tan de repente que hasta él se sorprendió. La maga, alzó la vista y parpadeó confundida, había reclinado hacia un lado su cabeza ―como si fuera una curiosa paloma―, preguntándose si había escuchado bien.

Gray se sonrojó y quiso pensar en mil excusas para salvarse de su propia e impulsiva pregunta. «¿Qué palabra sonaba parecido al amor?». Buscaba auxiliarse de la fonética: amor, favor, valor, calor…

―Para Juvia el amor significa entrega ―respondió con simpleza.

Maldijo porque le había contestado, sin darle oportunidad de hilar algún argumento para escaparse de ese incómodo momento. Sentía que su cuerpo se tensaba, que no le gustaba la anticipación y el quedarse sin movimientos.

Cuando tuvo el valor de alzar el rostro y girarse para verla, toda amargura se disipó al ver una boba sonrisa pintada en su rostro. Abrió la boca para decir alguna palabra, pero solo salió aire de esta.

En esa ocasión se había quedado callando, mirándose a través de ella, con su corazón latiendo con fuerza conforme ella le sonreía, le transmitía sus sentimientos y él podía ver los suyos ser ligeros y flotar en la superficie. Ahí pensó que podía ser que Juvia tuviera razón… Esa era su definición y aunque él no tuviera una, cuando la tuviera, podría ser un poco más claro con ella.

―¿Me puedes decir qué diablos te pasa? ―la voz de Natsu suena a sus espaldas, logrando espabilarlo y alejarlo de sus recuerdos.

―No es tu asunto ―responde sin girarse.

El de cabellos rosas camina para pararse a su lado. ―Lo sé, pero me mandaron y tengo que hacer caso.

Resopla.

―Mira. Hazlo fácil princesa de hielo; regresa, entra al gremio y ya.

Gray sabe que si Natsu está ahí, es porque obedece a una orden de Lucy y no puede ignorar la petición de su novia. La rubia lo ha enviado antes de dejar que Erza se meta de lleno y lo obligue a regresar con su fuerza bruta.

―Me dan ganas de quedarme aquí para que Lucy te golpee ―ríe. Quiere darle otro enfoque a la situación.

Natsu niega. ―Sabes que si no entras, vendrá Erza… Lucy dijo que harías eso y se preparó.

Y sí, la rubia es la única pensante en esa relación. Gray siente extraño el hecho de que Natsu actúe paciente y como una persona "normal", aunque se sabe que es por influencia de su ya novia. Algo bastante difícil de creer, porque su amigo es agresivo e impulsivo. Ahora parece bien entrenado. No hay dudas de que el amor cambia. Y encuentra otro punto importante: cambiar. «Él se siente diferente.»

―Esto es importante para Lucy, así que solo quiero llevar tu estúpido y congelado trasero a dentro para no decepcionarla. ¿Entiendes? ―ante el silencio de su amigo, sigue hablando ―de igual forma puede obligarte a entrar Erza, pero quise intentarlo por Lucy. Y esto último es mejor para ti ―y no quiere ponerse a pensar porque sabe que se arrepentirá de ser paciente.

Le da la razón, pero sigue sin moverse.

―¿Pasó algo? ―Lucy va a querer todos los detalles y él se está impacientando por el poco avance. Lo único que quiere es regresar al gremio pero Gray no le está ayudando en nada.

―Nada. Solo quería aire fresco ―y fumar.

Entrecierra los ojos, desconfía de sus palabras. ―Claro… por eso Juvia…

―¿¡Qué dijo Juvia!? ―se altera y da una media vuelta para ver directamente a su amigo.

Natsu mete las manos en los bolsillos de su pantalón y esboza una sonrisa, donde muestra todos sus dientes, por haber dado en el clavo de una manera tan rápida, y gracias a la ayuda de Lucy, quien hizo varias observaciones. Aunque casi todo el tiempo estuviera peleando o compitiendo con Gray, en el fondo reconoce que es su hermano y le es inevitable no preocuparse por él. Y el pobre necesita tanta ayuda.

―Nada…

Ella nada. Él, en cambio, sí.

Revuelve sus cabellos y suspira al verse descubierto. Ahora piensan que él es como un niño que sale despavorido de una casa de espantos o peor, que es como una presa que huye de su cazador… pero no es ninguna de esas dos opciones. Es algo mucho más profundo que eso, aunque todo recayera en Juvia y en su momento existencial.

No es miedo. Es buscar establecerse en medio de un mundo cambiante donde las personas van y vienen, donde los sentimientos cambian; nacen, brotan, despiertan… y quizás todas esas son las detonantes para que él tenga su crisis filosófica.

Si momentos antes se la pasaba bien, danzando y dando vueltas al borde de la improvisada pista de baile, en la espontánea fiesta elegante de Fairy Tail.

Con buena música, de esas canciones lentas que obligan a bailar abrazado conforme las luces de la fiesta se atenúan. Es un ambiente romántico y para nadie existe otra persona distinta a la que abrazan.

Para cada pareja, el momento era único y para él, y la suya, no era la excepción. Le reconocía y le atribuía el logro a Juvia, que para empezar, la invitó a bailar porque era la única que estaba sentada y entristecida, él no soportaba verla triste. Le puso la condición de que bailarían un solo baile. Sabía que con uno solo, ella sería feliz. Una canción no le haría daño a nadie y si servía para hacerla sonreír, sería un voluntario. Era cuestión de amistad, no era grato ver a todo el mundo bailar y que ella se mantuviera lejos de la diversión.

Solo una canción...

Fue la principal idea, según él. Pero se la estaba pasando tan bien, que simplemente perdió la cuenta de las canciones bailadas, de la mano que se deslizaba por su cintura, el sentir de las manos femeninas entrelazadas detrás de su cuello, del cosquilleo que avanzaba desde su palma hasta su pecho. Cosa rara, porque la veía todos los días, y tampoco era la primera vez que le pasaba con ella, pero en esa ocasión había algo especial.

Podía ser su peinado. Su vestido nuevo. Las luces. El mareo ante tanta gente. Su perfume. No, el aroma de su esencia. Su cercanía. El baile. La falta de aliento. El sudor que se asomaba en su frente. Su voz. El subir y bajar intranquilo de su pecho. La música. La canción. Ella acomodándose en su pecho. La melodía que se hacía más lenta. Su corazón latiendo más rápido, y el suyo sincronizándose con ella.

Había algo diferente y podía ser Juvia. Podía ser el ambiente. Podía ser su aroma a coral. Podía ser él. Podían ser ambos. Podía ser todo.

La melodía había finalizado, al dar sus últimos pasos de baile se preguntó si su ritmo cardíaco estaba así de acelerado por causas biológicas y si la sudoración, la presión arterial y los movimientos intestinales eran también a causa de la fatiga baile y no formaban parte de otra cosa: como mariposas que revoloteaban en el estómago de un enamorado.

Gray pensó como científico y encontró para cada síntoma de la noche, una justificación que se encontraba fácilmente en los libros de biología, y no por causa del indefinido amor.

Juvia se alejó de él para verlo a los ojos y sonreírle. Se vio hipnotizado por el peculiar brillo de sus ojos.

―Juvia ama a Gray-sama ―ladeó su cabeza a ritmo que su sonrisa se ampliaba. Sus mejillas se ruborizaron y su corazón se aceleró, como respuesta a la pregunta de que sí era posible latir más rápido.

Ella lo ama mientras él tambalea en una nebulosa sobre lo que siente. Las reacciones de su cuerpo al tenerla cerca lo delatan; su corazón es traicionero y delator con sus sonoros latidos ―peor que la agitación después de correr en un maratón―. Sus empapadas y resbalosas manos, tiemblan. Su voz es rasposa y él es incapaz de pronunciar alguna frase coherente. Pero por una razón, indescifrable, se mantiene anclado a Juvia, aunque ella no esté a su lado. Y peor es admitir que en realidad se siente eufórico.

Tras días sin apetito, exaltado y feliz… sin importar los miles de razonamientos que plantea para detenerse, todo se vuelca a una sola palabra, euforia. Está contento de estar con ella. Agradecido. Feliz. Alegre. Y él no es una persona así, es relajado, no un ser lleno de esa clase de euforia.

―Entonces saliste corriendo porque Juvia te dijo que te ama ―guarda silencio. Gray se remueve incómodo ante el análisis de Natsu. Acaba de contar todo y por una extraña y desconocida razón, se siente sin norte ―pero si eso te lo dice siempre, ya deberías estar acostumbrado.

Aprieta la mandíbula. ―Hay algo diferente ―se odia por decirlo y odia a Natsu por no comprenderlo sin la necesidad de soltar tantas palabras.

―¿Algo diferente? Bien… al menos que tú… ―dubitativo suelta frases al azar ―a menos que tú… ―sus ojos se abren con amplitud ―que tú sientas lo mismo.

Y lo odia más por entenderlo mejor que él. Es más, envidia que alguien tan idiota y con el cerebro de flama, lo sepa tan fácilmente. Su orgullo duele y solo le dará crédito porque Natsu no está siendo arrinconado por ninguna emoción que ocasiona estragos en su cuerpo, y ni en su mente, porque él no está en la fase de ponerse filósofico con solo mirar el cielo.

Para el traga fuegos parece fácil, pero no lo es. Suspira y desordena sus cabellos. Por supuesto que es mucho más complicado de lo que la capacidad mental de Natsu puede entender.

―Yo no quiero que esto exista, no aún, pero está aquí y me vuelve loco… ―no sabe por qué lo dice, pero lo ha hecho y no puede recular.

―¿Qué tanta mierda dices? ―sin duda Gray ya tiene el cerebro pero bien congelado.

Rueda los ojos. ―Esto… ―aún no se atreve a nombrarlo como tal, pero Natsu entiende que habla de lo que siente ―no debería de sentirlo pero aquí está… ―sin importar lo mucho que se resista a hablarlo o admitirlo, los sentimientos están danzando en la palma de su mano.

Básicamente es eso. Se había rehusado a su existencia. Había escondidos sus sentimientos. Se había negado al amor y sin embargo, ahí lo tine; sintiéndolo a cada segundo más, volviéndose más fuerte. Por más que quiera escapar, no hay salida. «El amor es como una bala. Directo y fuerte. Golpea rápido y sin remordimientos.» Listo, ya casi lo tiene.

Lo ve comprensivo por primera vez en la noche. ―Entonces tú…

―¿Qué es lo que hacen ustedes dos aquí, par de idiotas? ―la tenebrosa voz de Erza se escucha a su espalda, interrumpiendo el inicio de su discurso y reprendiendo a ambos por su mala conducta.

―¡Gray tiene problemas! ―endereza su postura como si se tratara de una formación militar.

El aludido fulmina a Natsu con la mirada, ha sido un gesto cobarde de su parte, su amigo es un delator con tal de salvar su pellejo. El estricto semblante de la pelirroja cambia por uno más consternado y ni así puede respirar tranquilo, porque si hay algo peor que Erza enojada, es Erza en papel de celestina.

―¿Ocurre algo? ―pregunta directo al mago de hielo. Él tensa la mandíbula, no responde nada ante el estudio de su mirada. Por más incómodo que se siente, soporta el análisis de la pelirroja ―Natsu… ―llama apenas y siente que el dragon slayer comienza a alejarse.

La verdad no quiere decirlo por Gray. No es su asunto… pero si no le queda otra alternativa y con tal de salvarse… ―Nada. La princesa de hielo se está derritiendo, solo eso ―cruza los brazos atrás de su nuca. Juega con las palabras en un acto de inteligencia pura.

Se sonroja. Erza lo estudia de cerca. ―¿Estás enfermo? Deberías decirle a Wendy por si tienes fiebre ―hace una pausa para pensar ―¿O te dio calor después de bailar?

Ambos chicos parpadean. El mago de hielo suspira, agradecido de que Erza fuera un poco lenta para esas cosas, incluso había mencionado algo importante y ni se dio cuenta. Todo se vuelve más estúpido porque Natsu, quien es el idiota mayor, es el único de los tres que se ha dado cuenta antes que todos. «El amor también es estúpido.»

―Quizás solo necesita un vaso de agua ―Natsu da fuertes palmadas en la espalda de Gray. El mago de hielo se inclina hacia delante por el impacto y la sorpresa. Está avergonzado.

Gray entiende bien a qué se refiere la insinuación de Natsu. El mago de hielo refriega la palma de su mano en su rostro cuando el dragon slayer suelta una sonora carcajada.

―Tienes que ver tu fea y estúpida cara ―se dobla para rodear su estómago con sus manos, tratando de frenar su risa.

Erza los observa con los ojos entrecerrados, pensando en que son unos completos idiotas. Oh, ahí va una cátedra acerca del agua. Y como si necesitara que le hablaran de ello. Él sabe demasiado del tema. El agua es un elemento ―el más― importante, que el cuerpo humano está compuesto en un setenta por ciento de la misma; que el cerebro se compone de otro setenta por ciento de agua, la sangre un ochenta por ciento y los pulmones en un noventa por ciento. Todo es agua. Él se complementa con el agua.

Eso del lado científico. Pero del lado espiritual, también sabe que el agua es el elemento de los sentimientos, las emociones, el amor, los sueños, el inconsciente y el poder de la intuición. En el agua puede ver su mismo corazón, sus deseos y temores ocultos, como si se asomara en un lago y pudiera ver hasta el fondo de él mismo. Sabe que estar con ella ―Juvia― es atreverse a sumergirse para descubrir lo que hay oculto en su corazón. «Por eso está existencial y expuesto.»

Sabe demasiado sobre el agua. Sobre la esencia de Juvia. Sobre su magia y el complemento de la suya. Y más allá de lo biológico, están las propiedades que evocan poéticas frases para resumir el momento y para poder definir sus sentimientos ―porque no existe país sobre la tierra donde el amor no haya convertido a los amantes en poetas*―. El hielo es agua. Las personas frías como el hielo alguna vez fueron tan suaves como el agua.

Suaves y transparentes como las gotas de una lluvia de verano que derriten el hielo. Suaves y transparentes gotas que lo bañan con desbordantes sentimientos.

―Estoy bien ―alcanza a responder. Pone una expresión de indiferencia al mismo tiempo que evita verla a los ojos, teme que los descubra.

Erza se percata de la incomodidad y se inclina para verlo. Un escalofrío recorre su espina dorsal al escuchar un gruñido que denota la creciente furia de la pelirroja. Natsu se carcajea ante la escena y por escasos segundos ―tres zancadas de Titania―, le roba la atención al mago de hielo.

―Natsu ―su voz es amenazante. El dragon slayer comienza a temblar, Erza lo sujeta fuerte por las solapas de su traje y lo zangolotea para hacerlo hablar.

―¡Gray se dio cuenta que está enamorado! ―escupe atropelladamente. Cada fibra de su ser tiembla.

Los ojos de Erza se abren de par en par y de una manera brusca, arroja a Natsu lejos para dirigirse a Gray. El aludido maldice y ruega para que se lo trague la tierra. Ahora no hay escape. No hay salida para el amor y ni para la furiosa Erza Scarlet. Y sin darle oportunidad de responder, lo toma por el cuello de su camisa, milagrosamente aún la conserva.

La pelirroja logra pararlo de puntitas mientras lo jala hacia arriba, el cuerpo del mago de hielo tiembla de miedo al mismo tiempo que él trata de hundirse en sí mismo para escapar de furia de Titania. Ella acerca su rostro, acechando y quizás pensando en la manera de golpearlo, o por cuál parte de su tembloroso cuerpo empezar. Gray la ve abrir los poros de la nariz para respirar pesado. Lenta y tenebrosamente una maquiavélica sonrisa se forma en sus labios, se atreve a saludar al infierno porque está seguro de que lo matará.

Se da cuenta que pasan los segundos y la sonrisa de Erza persiste. Y ya no es tan tétrica como antes, o quizás lo imaginó a causa del miedo. Ahora la aprecia bien y mira que es ancha, reluciente y llena de orgullo. ―¡Eres tan buen chico!

―¿Eh? ―es tomado por sorpresa. Tanta que sigue sintiendo miedo de lo que pueda hacerle, y porque Erza sigue sujetando su cuello y en cualquier momento, con su voluble carácter, puede cambiar de esa aparente calma al fuego de la ira.

Siente escalofríos recorrer su espalda cuando ella desliza sus manos atrás de su cuello. «Lo va a matar. Lo va a matar. Lo va a matar. No tendrá escrúpulos. Morirá estrangulado.»

Erza sacude su cuerpo tan fuerte que Gray siente que la vida se le escapa en cuestión de segundos. Nerviosamente respira y se da cuenta que no hay ninguna dificultad para que el oxígeno llegue a sus pulmones. Su amiga sigue ahí y lo está abrazando. ¿Momento? ¿Ella qué? ¡Y no sabe qué es peor; su furia o su efusividad!

Dirige a la mirada a Natsu, quien está más desconcertado.

―¡Esto es una buena noticia, Gray! ―Erza lo abraza con más fuerza que es capaz de escuchar crujir sus huesos. De repente, recuerda algo y lo aleja bruscamente y de un fuerte empujón―. ¿Ya se lo dijiste?

―¿Decir qué? ―hace una mueca de dolor, mientras trata de estirar los músculos de su cuerpo. Jura que por la impresión, no entiende de lo que le habla.

―Esto. Lo que sientes ―su respiración se vuelve intranquila.

Observa a Erza, parece estar demasiado feliz de saberlo. Ella le ha pedido ser claro con sus sentimientos, y hoy le ha hecho caso, por fin. Está seguro que eso es lo que piensa ella, o un poco, porque parece mucho más adelantada a los hechos. Parece saber más que él. No, ella sabe mucho más que él.

―Juvia necesita saberlo.

Sus mejillas se tiñen de rojo y achica los ojos. ―¿Cómo sabes que es de ella?

Erza cruza los brazos a la altura de su pecho y niega, sonriendo. ―Porque es obvio, ¿hay alguien más?

«El amor es obvio.» Rechista con los dientes y se gira a otro lado, tratando de ocultar su sonrojo. Está comenzando a sentirse nervioso y completamente rodeado por sus amigos, una parte de él se grita que se deje de estupideces y afronte las cosas como son. Ya no existen motivos para huir de algo inevitable y en lo más sincero de su ser, sabe que no quiere seguir huyendo de eso. Pero lo que domina es la vergüenza de enfrentar sus sentimientos. Se la ha pasado perdiendo el tiempo queriendo buscar una justificación a aquel sentimiento instalado en su pecho. Es tiempo de dejar de evadirlo.

―Además es obvio ―la pelirroja se jacta. Ve un aura de brillo que la rodea, parece iluminada por la sabiduría ―imposible que exista alguien más.

«Obvio. Repite: obvio. El amor es obvio. Ahora resulta que él es obvio.»

¡Es muy patético! ¡Tan pero tan patético que da pena!

―No debes sentirte avergonzado ―se acerca a él para darle unas fuertes palmaditas en sus hombros, haciéndolo doblarse hacia delante por el dolor ―es un gran avance, demasiado bueno para ti. En este momento, has decidido dejar atrás tus miedos y sanar tus heridas ―el mago de hielo se voltea hacia otro lado―. Si alguien merece ser feliz, eres tú.

―Gray-sama…

Esa es la voz salvadora. Y la que no esperaba escuchar tan de repente. Abre los ojos y se siente más sofocado al alzar el rostro para verla. La maga de agua avanza hacia los tres; Natsu y Gray inclinado y Erza a su lado, golpeando su espalda.

―¿Está bien Gray-sama?

Él tartamudea; por una parte las palabras de Erza siguen haciendo eco en su mente, por otro lado tiene todo aquello que ha brotado en su interior. Ha crecido tanto, que está inundado de pies a cabeza y de frente tiene a la causante de todo.

Un tenue rubor cubre sus mejillas al contactar su mirada con la de ella. Nuevamente le brinda la vibrante sensación que abraza todo el interior de su cuerpo. Como si sus ojos tuvieran todo el poder para mantenerlo de pie. Está anclado a ella. Su corazón retumba hasta ensordecerlo, es el único sonido que escucha y todos parecen dejar de existir para dejar solo a la figura de Juvia frente a él.

«Es obvio. Puede cambiar. Es algo que tiene que definir. ¿Qué es el amor?»

―Gray se sintió un poco mal, ¿Por qué no te quedas con él mientras toma el aire? ―Erza es la que tiene la iniciativa de hablar y cuando el nombrado se endereza, le da un empujón para acercarlo a la maga de agua.

Contrariado y más sonrojado, quiere reclamarle pero ve que alza su pulgar para desearle buena suerte. ―Natsu y yo regresaremos.

Los dos desaparecen y se quedan en completo silencio. Aprieta sus manos en formas de puños mientras rehúye de verla. Se siente nervioso y sin querer, la está contagiando.

―¿Juvia puede hacer algo por Gray-sama?

Desordena sus cabellos y suspira. ―¿Quieres caminar? ―se voltea a ella. Juvia lo ve confundida pero cuando ve su sonrisa, aprieta sus labios para asentir con vehemencia.

Suelta una discreta risilla cuando ve que se sonroja. Gray le ofrece su brazo para ayudarla a caminar, haciendo que Juvia comience a balbucear y a actuar con torpeza; está absorta, con sus manos acunando sus rosadas mejillas y meneando su rostro de un lado a otro.

―Eh… ―una gota de sudor recorre su frente―, por tus zapatos ―murmura incómodo, no porque Juvia esté ya enganchada a su brazo, sino por darse cuenta de lo que sus acciones significan.

A la maga de agua no le importa sus tacones altos o lo que le dice, parece no escucharlo y conforme empiezan a caminar, Juvia logra encerrarlos a los dos en su mundo de fantasía. Andan sin rumbo fijo, enfundados en un cómodo silencio e iluminados por la brillante luz de la luna en esa oscura noche.

La luna que puede robarse la luz de sol. No ser cálida como el astro rey, ser fría. Pero es quien ilumina en medio de la oscuridad. Reluce el camino e indica la existencia de aquel cálido sol que brilla para todos. Es un puente entre la luz y las tinieblas. Absorbe y brinda luz, desprendiéndose de toda ella.

Han avanzado lo suficiente y los dos se quedan viendo a la enorme luna llena que parece más alcanzable que nunca. Por el rabillo del ojo mira que la chica está atenta a la belleza de la noche. Recuerda a la Juvia del pasado y compara. Ella siempre expresa su agradecimiento con él por haber alejado la lluvia y la tormenta de su vida. Ahora, ella brilla también.

―Es una linda noche, ¿no lo cree Gray-sama? ―suspira ―a Juvia le encanta estar con Gray-sama.

―¿Por qué?

Ambos voltean a verse, los dos están sonrojados. Con evidente fastidio, Gray desvía la mirada a otro lado. Juvia se ríe feliz, le parece tierna su actitud.

―No hay razón, Gray-sama ―sin borrar la sonrisa de su rostro, le responde―. No debe haber razón para que a Juvia le guste estar con Gray-sama. Cuando se ama por una razón, y esta se va, el corazón cambia. Juvia ama a Gray-sama sin razón. Juvia ama a Gray-sama porque es Gray-sama.

Su corazón late tan rápido que siente que va a salir de su cuerpo. Siente arden hasta sus orejas por la vergüenza que alberga su cuerpo. Cada frase, cada texto, cada palabra de sus amigos resuenan fuerte y se mezclan hasta hacerse una sola oración. Todo gira en su mente para denominar la raíz de esa euforia atorada en su garganta.

Ella es luz y es cálida. Como el sol. Eso significa Juvia en su vida. La cálida luz. Quien lo abraza y lo abriga. Y él, para ella, es el puente que la acerca a aquel sol. Sonríe sin temores con su pensamiento. Esa es su conexión, ella es su luz y su esperanza. Él su puente y su fortaleza. No hay otra razón que amar, más que amarla. Juvia suelta una cantarina risa que le causa cosquillas en su interior, se ve feliz y lo contagia. Ella se recarga en su hombro mientras redirige la mirada al frente. Gray, busca su mano para entrelazar sus dedos.

Descansa su mejilla en su cabeza. En algún momento los nervios dejaron de estar en su cuerpo y se siente más relajado. ―Valoro el sencillo coraje que tienes de quererme... ―los ojos de Juvia se abren ampliamente y trata de echar su cuerpo atrás para verlo, pero él la detiene haciendo su agarre más fuerte.

―Gra-ay-sa-ama… Ju-uvia.

Él niega, haciéndola callar. Es amor. Ser feliz con cosas simples. Profundizar en lo cotidiano. Encontrar belleza en todo. Ver perfectas sus imperfecciones. Valorar su compañía, sus sentimientos. Hacer todo por su felicidad. Proteger. Cuidar. Apoyar. Compartir. Estar ahí.

El amor está ahí y no se va a ir.

No puede evitar sonreírle cuando se separa de él, sin soltar su mano, para verlo a los ojos. Le parece que se mira más bonita con ese suave rubor rosa en sus mejillas. Sus ojos resplandecen contentos.

―¿Gray-sama, que es lo que le está tratando de decir a Juvia? Juvia no está segura de haberlo entendido bien ―apenada baja unos segundos la vista y luego la alza.

Sus mejillas se inflan ante el silencio. Él disfruta de aquellos gestos caprichosos e infantiles, hasta que comienza a desviar la mirada para evitar verlo.

―Que eres importante ―su ronca voz atrae la atención de la maga. Juvia lo observa con los ojos bien abiertos.

Eso es entendible. Son amigos y han pasado por muchas experiencias juntas, pero ella necesita escuchar algo más. La razón tras esa confesión. Gray necesita soltar aquello que ha venido pensando para comprobar que hay algo diferente en la expresión de esa magnolia rosa.

Juvia le sonríe agradecida de sus palabras. Su corazón es tan grande que ninguna ingratitud lo cierra. Ninguna indiferencia lo cansa.

―Juvia es importante para Gray-sama ―hay pequeñas lágrimas que se acumulan en la esquina de sus ojos. Asiente eufórica, como si hubiera escuchado lo mejor de su vida―, eso significa que Gray-sama quiere un poquito a Juvia ―suelta inocente.

Con el dorso de la mano disponible, aun sujeta la de Gray, limpia las lágrimas que alcanzan a escapar de sus ojos. No puede borrar la sonrisa de sus labios. Cuando vuelve la vista a enfrente, ve que el mago de hielo la mira con tanta serenidad, distingue una apacible risa que se curva en su boca. Le sonríe con cariño, Juvia se siente desarmada.

Se le va el alma y deja de respirar cuando Gray apoya su frente en la suya. Sigue sonriendo, se ve tan tranquilo y ella a nada de derretirse por su cercanía. ―Te equivocas ―sus mejillas siguen rosas, se siente más cálido―. Poco es nada... es mucho más que poco.

Alza su otra mano para elevar un poco la barbilla de Juvia, quien sigue impactada e incapaz de moverse o decir algo, para inclinarse lentamente hasta alcanzar a presionar sus labios contra los de ella. Su corazón se acelera, siente que toda la cara le arde, pero se mantiene estático. Deleitándose por su suave contacto, inundándose con el dulce aroma de Juvia. La maga, poco a poco se relaja y como si fuera una hipnosis, cierra sus ojos. La mano de Gray va hasta su cintura y si no la hubiese sostenido, ella estaría en el suelo ante el incontrolable temblor de sus piernas. Gray trata de decirle que no es un "poquito" lo que la quiere. Ruega para que el mensaje sea claro.

Mueve con suavidad sus labios, notando como ella poco a poco le va correspondiendo. Cuando siente la caricia de su lengua sobre su labio inferior, Juvia entreabre los labios para darle permiso de que profundice el beso. Está enamorada, no puede evitar sonrojarse. Ese beso significa mucho para ella; es el premio por amarlo pacientemente. Para él, es el inicio de una nueva vida a la cual no puede resistirse, porque es imposible.

Cuando el aire es indispensable se separan lentamente, Gray vuelve a descansar su frente sobre la de ella para sonreírle bobamente. La ve con ternura y acaricia su mejilla con delicadeza, haciendo que el corazón de Juvia lata tan fuerte y lleno de amor, sintiendo todo su cariño en esas primeras acciones que comienza a trazar en su piel.


EDITADO.


6K de puras boberías. El fic estaba congelado desde octubre y solo lo terminé para conmemorar la fecha y dedicarlo a alguien que ya no está en este mundo. "The sun rises, and it brightens everything, even my sadness."

No sé si alguien lo lea y menos si lo comentarán. I'm not even sorry. Y si no lo publico aquí, no tiene sentido. Aquí está la colección de fics conmemorativos que dedico en fechas especiales, ya saben, la terapia y eso. Escribir es más barato que ir con un experto. xD

Pensé en una continuación pero no le veo caso, de momento. No quiero más trabajo del que tengo, que hay nuevos proyectos por atender. De momento tengo algo para la love fest, quizás me atreva a publicarlo, quizás no.

Notas:

"Usted no sabe cómo yo valoro su sencillo coraje de quererme" ―Gabriel García Márquez.

"Hay que saber que no existe país sobre la tierra donde el amor no haya convertido a los amantes en poetas." —Voltaire.

Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única. —Jorge Luis Borges