Se mira en el espejo y lo único que ve es un tipo con ojeras demasiado pronunciadas, pómulos marcados, y pinta de no haber dormido decentemente en siglos. Lo que es más literal de lo que parece.
Sonríe al espejo con malicia y se revuelve un poco el pelo rubio.
-Qué guapo estás.
Se lo dice a sí mismo y los ojos azules le dan la razón.

-Te lo tienes muy creído.
Gira el rostro y lo que ve son unos ojos azules más oscuros que los suyos y una cabellera más rubia.
-Eso es porque puedo- responde.
Adam sonríe de forma condescendiente e ignora a Elle.
-No hagas eso.
Está a punto de preguntar el porqué en tono burlón cuando ve las chispas. Azules, eléctricas, peligrosas.
Duelen.
Lo sabe porque lo ha probado en su propia carne.

-¿Y a qué debo el honor de tu visita, Elle? Últimamente no te prodigas mucho por aquí.- pregunta aún sabiendo lo peligroso que puede ser desafiarla.
Elle ignora el sarcasmo y ladea el rostro mirándole atentamente.
-¿No te sientes muy solo aquí?- dice de repente en tono indiferente.
Adam trata de no mostrarse muy sorprendido y le sigue la corriente. Ha descubierto que es lo mejor con Elle.
-A veces. Claro que entonces llegas tú y de repente me apetece volver a estar solo.
La carcajada brota antes de poder evitarlo y le sigue una descarga eléctrica contra la piel. No es demasiado fuerte.
-La próxima vez será peor.
Hay algo de advertencia en la voz, sin embargo, no puede evitar sonreír ante el tono juguetón.

-¿A qué vienes?
Lo pregunta con fingido desinterés, pero, sin embargo, no puede evitar la curiosidad colándose en la pregunta.
-Vengo a darte una buena noticia.- dice Elle con alegría un tanto psicótica.
-Te vas y no vuelves.- responde rápidamente Adam de forma demasiado jovial.
Chispas azules se pasean entre los dedos de Elle a modo de advertencia.
-No. Vas a tener compañía.
-No me digas que te quedas aquí conmigo, por favor. Eso provocaría mi muerte. Y no queremos eso.
-No puedes morir.
-Por ti encontraría la forma de hacerlo.
Lo dice casi con solemnidad, pero la sonrisa que se le escapa le quita algo de dramatismo al asunto.
-Está bien.
Elle se encoge de hombros y se da la vuelta dispuesta a irse.
-Espera. Habla.
No quiere sonar tan desesperado, pero lo cierto es que esas visitas son el único entretenimiento que tiene.
-Creí que no querías morir de aburrimiento.
-Por favor.
Verte suplicando por un poco de compañía. Hasta dónde hemos llegado, Adam, se dice a sí mismo.

-Van a trasladar a alguien a tu lado.
-¿Dejo de estar aislado?- pregunta con curiosidad.
-A la celda de al lado.
-Creí que se me consideraba peligroso.
-Él lo es más.
Por alguna razón en vez del miedo que debería sentir, lo único que siente es una tremenda curiosidad. Quién sabe, quizás incluso le sea útil.
-Así que es un él.
-Te la estás jugando.- advierte Elle por enésima vez.
-Es una simple deducción que he hecho a partir de lo que has dicho. Lo has dicho tú, no yo.
Elle bufa de forma exasperada y sale a zancadas de la habitación. Adam sonríe de medio lado.
Es divertido e increíblemente fácil hacerla rabiar. Le encanta hacerlo.
Se muere de ganas de que vuelva Elle.
(Aunque no literalmente, claro).