Como dice casi todo el mundo, si, que estos personajes no me pertenecen sino a Mashashi Kishimoto. Y los utilizo para mis porns fanfics.
Bueno, este es un fanfic que hice IS. Me inspire cuando recorde lo divertido y difícil que es una relacion de profesor y alumna. El problema es que no me gustaria que se llevasen 15 años de diferencia, se llevaran seis. Mejor, no? xD
Itachi es un maldito FRIOOO! Y Sakura el tipo de chica que es, orgullosa y chachi *_* ADSASD Espero que les guste mi historia y dejar Rewieus ;_; please.
Capitulo uno: El demonio de las formulas.
- Vaya, parece que Sakura tiene ganas de explicarnos el último ejercicio. ¿Te importaría deleitarnos con tu gran atención que has tenido durante toda la clase?-
Genial Sakura, genial, pensó. No, ni soñarlo. Estaba harta de que le dejase en ridículo delante de toda la clase de apoyo. Matemáticas, por favor. ¿A quien le interesan esos malditos números sin sentido? Por lo menos a ella no.
Era mala, lo admitía, pero si no las tragaba… ¿que iba hacer entonces? Lo peor es que era la única asignatura que suspendía. En las demás sacaba notables, algunos que otros ''bien'', pero en general, era buena estudiante. Pero esa asignatura llamada ''matemáticas'' era su perdición, no mejor dicho, el tutor de apoyo era La peor perdición de la historia. La humillaba, se reía de sus ejercicios, la trataba como basura y de una forma tan elegante que nadie lo notaba, pero ella si lo notaba, claro que si. Sus mofas eran insoportables, le hacían retorcerse de frustración. Pero nada más podría hacer con un tutor de tan solo veintidós años, que era más estricto que el viejo gruñón que tenían como actual profesor oficial de la asignatura.
- Haruno, te espera la clase.- Volvió ha nombrarla, pero de una forma mas dura y ronca. Sakura se levantó de su asiento resignada y con la cabeza gacha. Últimamente no estaba del humor necesario para prestar atención en las clases. Su padre se había ido de viaje, otra vez, y le echaba mucho de menos. Muchos profesores la comprendían y dejaba que se relajase un poco hasta que pasara un tiempo, pero ese hombre no era tan compasivo. Era un demonio del abrasador infierno negro.
Sakura cogió con su mano el rotulador negro permanente y lo poso duramente sobre la lisa y blanca pizarra de plástico. Deslizó nerviosamente el rotulador, copiando los números que daba el ejercicio y puso su libreta en la mesa vacía que estaba en primera fila. Al menos podría tener un pequeño apoyo. El tutor les dejaba mirar su libreta, era lo único bueno.
Cuando terminó de copiarlo empezó a ojear las hojas cuadriculares de su libreta gastada.
- Sakura, aparta la libreta de hay.- Dijo secamente el tutor. Sakura le miro con cara de sorpresa, al igual que toda la clase.
- Pero… ¿Por qué?- Balbuceó algo atrancada por la situación fuera de lugar.
- Chica, muy sencillo, por que en ningún momento he dicho que la puedas usar.- Le habló como si fuese retrasada.
- Pero… normalmente…-
- Normalmente, si dejo que miren la libreta, pero como tú no estas como normalmente deberías estar, voy a ser igual de anormal que tú.- Vale, se había pasado.
- Perdone usted si ser anormal es estar deprimida.- No, la chica del pelo rosa era demasiado orgullosa como para tolerar tales burlas tan repugnantes.
- Perdone usted pero una cosa es tu vida fuera de clase y otra aquí. Céntrate, yo no voy a dejar mi trabajo porque mi padre se tenga que ir a trabajar.- Si antes se había pasado,
ahora se había tirado directamente a la nada con mil bombas. Pero no podía ir más allá para contestarle, así que se calló e hizo el ejercicio en silencio. Como lo realizó desastrosamente mal, el profesor le puso un cero más un negativo extra por la contestación, aunque no le había faltado el respeto en ningún momento.
Terminó la clase y Sakura se quedó la última, como siempre. No sabía como se las arreglaba para ser una tardona. Y como siempre, el se quedaba mirándola con odio. Llevaba dando clases de apoyo desde hace cuatro meses con el. Con los antiguos tutores no resultaba tan difícil aprender, en cambio, con ese… su manera de tratarla, la forma de insultarla indirectamente muy directamente y su maliciosa sonrisa al ver sus torpes movimientos, hacia que Sakura perdiese el interés por atender.
Cogió su libro de matemáticas y lo guardo nerviosamente en la mochila, junto a su estuche medio abierto, donde unos cuantos bolígrafos sin tinta se caían. No soportaba más estar en esa situación, notar el aura negra que desprendía le daba angustia. Y sin miramientos y con la cabeza baja, ando lo más rápido hacia la puerta. Eran las siete de la tarde, las clases duraban una hora y media.
- Sakura.- Le nombro de manera cortante y fría. Ella giro lentamente y vio como se apoyaba en la mesa con los brazos cruzados. La luz de la ventana le daba a contraluz, viéndose solo esos ojos oscuros casi rojizos. – Quiero hablar con tu madre.- Sakura trago saliva.
- ¿Para que?- No podía evitarlo, ¿¡De que demonios quería hablar con su madre!
- Eso no es de tu incumbencia. Es de profesor a madre.- Se armó de valor.
- ¡Claro que me importa! Es mi madre y de lo que vais ha hablar es de mi.-
- Mira, Sakura,- sus ojos se cerraron, - tú eres menor de edad, solo tienes dieciséis años. No tienes poder de tu vida aún.- Y volvió a abrirlos. Mostrando su suave mosqueo.
- Soy una persona, no importa mi edad. Esa es una estúpida ley y lo que tu dices lo hace más estúpido.- Sakura se tapó la boca enseguida y abrió los ojos a mas no poder. Mierda, había cometido el tremendo error de contestarle. El también abrió los ojos sorprendido y la miro como nunca antes le miro. Podía leer el nombre de su sentimiento en sus ojos: Verdadero Enfado.
- Dile a tu madre que iré mañana después de clase.- Y se marchó, adelantando a Sakura y dejándola sola en la sala asombrada y asustada.
Era el día. Faltaba cinco minutos para que el profesor diese finalizada la clase y se montase en su, segurísimo elegante coche, y se dirigiese a su casa. No por favor, no.
Ese día había sido desastroso para Sakura. Por culpa de la preocupación no pudo estar atenta en casi ninguna de las clases y sus torpes movimientos en Educación Física, la llevó directa al reino de los negativos.
Luego, se peleo con Ino, otra vez, pero esta vez más fuerte que nunca. Su querida amiga rubia no toleraba la poca atención, y ella, ese día, no le hacia caso a ninguno de sus parloteos. Maldito profesor, recordó su nombre, su odioso nombre, Itachi Uchiha.
Solo de pensarlo se le ponían los pelos de punta. Cuando alguien lo pronunciaba, daba por seguro que un cervatillo moría. Casi todos le temían, no, todos le temían. Era el más estricto de todos a pesar de ser el mas joven. No se consideraba profesor, solo un universitario contratado por su avanzada capacidad de emprender una clase. Había muchos últimamente. Pero era tan joven, y parecía un maldito viejo verde sádico que se excitaba con el placer de poner innumerables ceros. Cabrón , pensó Sakura.
Pero solo daba clases de apoyo de matemáticas para los del segundo y tercer año. Y las chicas que había en las clases eran pocas. Algunas hasta suspendían por poder tener clase con él.
Sonó el timbre, y el dio por fin a su explicación, mando treinta ''fáciles'' ejercicios y todos se fueron con depresión, quedando ellos de nuevo solos. Esta vez el era el que tardaba.
- Profesor.- Le nombró. El la miró con esos ojos terroríficos.- ¿Se va andando o en coche?-
- En moto. – Respondió y volvió hacia su tarea de recoger sus cosas.
- ¿¡Una moto!- Grito sorprendida, y miro hacia otro lado, no quería decirlo en voz alta y el volvió a mirarla, con esa cara indiferente ligeramente mosqueada. No se esperaba que un tipo tan refinado como el se transportara en tal vehículo.
- Si, ¿que haces aún aquí Sakura?- Está le miro extrañada.
- Esperándole.- Pronunció casi en un susurro. Imbécil, encima que perdía su valioso tiempo en estar de pie ¡por él!
- No hace falta, vete. No entiendo lo que haces.- Y tomo su maletín y fue directo a la puerta, pero ella le detuvo y le agarro del brazo.
- ¡¿Cómo que hago!- El le dirigió la mirada y ella todo su enfado.- ¡Vas ha hablar con mi madre, te tengo que indicar donde vivo!-
Itachi dio un pequeño respingo, recordando ese detalle y suspiró.
- Cambié la cita, hoy no puedo.- Y se soltó de su agarré volviendo la mano al manillar, pero ella en un rápido movimiento se puso delante de la puerta.
- ¿¡Y no me avisas!- Gritó roja. Su cabreó llego a fondo. El arqueó una ceja, y miro hacia un lado.
- Me acabó de acordar,- y volvió a mirarla.- Ahora, quítate.- Ordenó.
- Podrías pedirme disculpas.- Contestó. El se tensó y la cogió de los hombros apartándola en un ágil y rápido movimiento. No fue un golpe, solo un suave toque. Y salió de la clase otra vez, dejándola de nuevo allí como ayer. Entonces recordó que era viernes.
Sakura despertó a las once y media de la mañana. Que mal día el de ayer. Tenía que arreglar el enfado de Ino lo antes posible para poder contarle lo que le paso con el profesor. Al terminar de desperezarse, bajo ha servirse el desayuno, se hizo unos pancakes con chocolate y se sentó en la mesa de la cocina. Al rato llego su madre con cara de estrés y moviéndose de un lado para otro.
- Mamá, ¿que te pasa?-
- Nada, estaba buscando algo muy importante para el trabajo. Es un pendrive rojo, ¿lo has visto?- La hija de la madre negó con la cabeza y volvió al desayuno. Su madre subió las escaleras torpemente, mientras ella no dejaba de pensar en que le habría pasado al estúpido ese para que no pudiese ir a esa cita. ¡Era un maleducado! Se olvido por completo y no le dijo nada…
- ¡Sakura!- Escuchó el gran grito de su madre desde arriba y se asomo por las escaleras, viendo su madre apoyada desde el bordillo de estas.
- ¿Qué pasa?-
- Me tengo que ir al trabajo o llegare tarde, arregla el desorden del salón, ¡y no hagas el vago! – Sakura frunció el entrecejo. Por mucho que creciese siempre le trataría igual.
La mañana pasó volando. Llamo a Ino después de ordenar la casa, y como siempre se perdonaron. Le contó todo lo que paso con el profesor y como esta se impresionaba. Luego no pudo evitar echarse una siesta hasta que llegase la hora de comer. Inevitablemente, se paso demasiado tiempo soñando en que destruía las matemáticas y se levanto a las cinco de la tarde. Se acariciaba la cabeza mientras se miraba en el espejo de su cuarto. Oh, si, Sakura que bonita eres cuando te levantas de la siesta…, se dijo mentalmente de una forma tan irónica que hasta los pájaros notaron esas extrañas vibraciones.
Escuchaba murmullos en el piso de abajo. Era su madre hablando, seguramente por teléfono.
Sakura comenzó a caminar, notaba como le rujia el estomago. Tenía hambre. Mucha hambre.
- ¡Mama hazme la meriendaaaaaaa! – Grito. Bajando con solo una camisa y en bragas fue al salón. Que pereza, ahora después tenia que hacer la tarea de matemáticas, siempre igual. En su vida, lo que más le ocupaba era eso. Su profesor, el verdadero de esa asignatura, no era tan duro con ella y se preocupaba de mandar lo menos posible para que sus alumnos le tomasen cariño a esa pobre materia a la que casi todos odian por su dificultad. A Sakura le emocionaba tal acto de aquel viejo profesor, pero no podía realizar su deseo ya que, había un demonio por detrás que hacia que quisiese asesinarlas. Bajo las escaleras pesadamente, hasta abajo, donde vio a su madre hablando con otra persona en la cocina, solo veía su madre, la otra persona estaba detrás de la puerta. Ha estas horas seria la vecina cotilla. Su madre le miro roja y enfadada al mismo tiempo.
- ¡Sakura esas formas! Dios mió, ponte la ropa, ¡corre!- Su madre grito, pero Sakura no entendía lo que quería decir. A medida que avanzaba veía una silueta alta y firme. No podía ser la vecina regordeta y cotilla. Luego, siguió caminando hasta definir un cabello largo y oscuro, y unos ojos tan extraños que parecían del infierno. No, no podía ser. No podía creer que la persona con quien hablaba su madre era tal personaje…
- Vaya, Haruno, no sabia que aun le pedías la merienda a tu madre.- Dijo con una maliciosa sonrisa. Definitivamente, Itachi Uchiha, su tutor, vino a visitarla ese sábado. ¡Y ella en bragas!
¿Que os ha parecido? Ay dios, espero que os halla gustado ;_; LOVEEEEEEEE, Mynka os ammmaa
