CASTILLOS DE AIRE Y SAL.

Esta "Novelle" o Mini-fic ganó la Medalla de Bronce (3er Lugar) en el reto "Cumpleaños de Seiya Kou" del grupo/foro "Ladies Kou" y Consta de 10.705 palabras, sin contar el Glosario y la Aclaración de Propiedad. Tanto el hilo argumental, como la pareja secundaria eran designados por medio de un sorteo.

Aclaración de Propiedad (o Disclaimer): Tanto Seiya, Serena, Darien y Rei, sus amigos y parientes y todo el Universo contemplado en este fanfic, están parcialmente basados en Sailor Moon, la Serie Animada, basada en el manga de Sailor Moon, cuyos personajes y trasfondo son propiedad y creación de Naoko Takeuchi y Toei Animation.

Advertencia: Contiene una escena erótica, se recomienda para público con criterio formado.

ACTO I: Con el Agua al cuello.

A

penas bajó su piececito menudo y tocó la calzada, dejó escapar un suspiro de alivio. ¡Ese carruaje, que recorría las calles en forma tan abrupta y atropellada la había incomodado demasiado! Miró de reojo a su prometido. De buen porte, el cabello oscuro ordenado, la piel olivácea, los ojos azules y el traje de tres piezas con corbata, le sentaban bien. ¡Pero su rostro era demasiado serio para su gusto. Estaban emprendiendo un viaje a lo desconocido! Él estaba tan posesionado de su tarea, que parecía haber guardado demasiado dentro de sí toda la excitante animación que hubiera podido contener su espíritu… Al contrario de ella, que necesitó mirar la punta de sus zapatos blancos de tacón bajo, con los que le era difícil caminar, pero que hacía lucir sus pies con elegancia, para calmar los latidos de su corazón. La suave tela color perla de su traje acinturado dos piezas le daba escalofríos sobre la piel. Levantó la vista y contempló el paisaje.

El enorme transatlántico, de ocho pisos de sobrecubierta, y otros diez más que bajaban hacia el oceáno, blanco rojo y plata, imponente en su tamaño, apenas si sufría el embate de la marea, que caracoleaba a su alrededor y lamía sus costados con infructífera insistencia. No pudo menos que sentirse impresionada por el "Princesa del Mar". Sería su hogar por las siguientes dos semanas, y debía acostumbrarse a él. Subieron la escalinata al ritmo de la estudiada parsimonia de su prometido.

"Efectivamente, estos seres son tal como los describió mi tío el Regente", pensó Darien. Necesitan arrastrarse como orugas sobre la superficie, cogidos del brazo, para demostrar su pertenencia o relación al resto, temerosos de que alguien les pueda quitar lo que les pertenece… Si bien no pensaba que su juicio fuera tan duro como el de pariente, la palabra usada por él, "Patéticos" no le pareció tan alejada de la realidad, al ver parejas, y familias enteras, cogidas del a mano o del brazo, como si temieran perder el equilibrio. Cogió a desgano la punta de los dedos enguantados de su novia, para guiarla hasta la rotunda planicie del barco.

-¡Qué gran aventura! – gritó una voz, sobre el borde de la cubierta, arriba de su cabeza, expresando tan bien sus propios pensamientos, que Serena no pudo evitar sobresaltarse, soltando de momento el control de sus emociones y elevando la cabeza para conocer al dueño de esa alegre voz…

Un joven, de piel blanca y brillantes ojos azul oscuro, con sencillas ropas de jornalero (camisa suelta de puños arremangados, chaleco sin mangas de cuero, pantalón de gabardina arrugado) con la sonrisa más auténtica que había visto en su vida, contemplaba el paisaje en lontananza, mientras aspiraba con fuerza el aire puro de mar, que de lejos se veía, parecía vivificar cada poro de su ser. El cabello algo largo del muchacho, atado por detrás, era arrastrado hacia atrás por la brisa marina y ondeaba merced a los caracoleos caprichosos del viento.

Serena respiró con fuerza, imitando al desconocido. De golpe su espíritu se sintió vivificado y libre. "Es el aire salino" Se dijo. No estaba tan mal, aunque no fuera el dulce y algo soporífero aroma a flores que gobernaba su Humedal, su hogar natal.

-Vamos, Serena, no te distraigas o llegaremos tarde - la reprendió un poco Darien. El botones nos mostrará nuestras habitaciones.

El joven, que a Serena le pareció demasiado pequeño y débil para cargar tanto peso, avanzaba a duras penas ante ellos por el pasillo. Al llegar al final de un elegante corredor de finos pisos de madera pulida y ornamentadas molduras en las paredes, se inclinó para indicarles la entrada de dos cuartos gemelos, uno frente al otro.

-Refréscate un poco. En cinco minutos bajaremos de nuevo para ver partir el barco – le indicó su prometido, ingresando al otro cuarto.

Serena se miró en el espejo del elegante vanitorio, empotrado a la pared con anillas de bronce. Suspiró profundamente. Éste era el inicio de una nueva vida para ella. Siempre había sido libre… Libre de expresarse y hacer y decir todo lo que le venía en gana. Debía pues, ¿bendecir o maldecir su sino? Este viaje representaba una gran aventura… pero si Darien iba a llenarla de órdenes y reglas ya no sería tan espontáneo y divertido. Él estaba acostumbrado al mando y a que no se contradijeran ni sus más mínimos deseos.

Con otro suspiro esperanzado, llenó de agua la jofaina y se lavó el polvo del viaje en carruaje. ¡Qué cosa tan incómoda! Su derrière había sufrido cada rebote, sobresalto y resalto del vehículo. Todo debía hacerse de esa forma, le explicó él con parsimonia, no debían despertar ni la más mínima sospecha y amoldarse a las usanzas de los nativos. Así lo indicaba la tradición, y orden y tradición eran las directrices de una vida ordenada, según su prometido.

Aún pudo dedicarse a sí misma una sonrisa. Se recriminó por la causal: la vista de aquél joven tal alegre, libre y feliz… Seguro él iba a aprovechar el viaje a concho… Nada de conversaciones aburridas con suboficiales retirados, ni cenas con esposas perfectas dedicadas a los hijos y las manualidades caseras. Sacudió la cabeza por estarse saboteando a sí misma la posibilidad de pasarlo bien. Se quitó el pesado abrigo y se puso una pashmina liviana sobre los hombros a juego con su vestido. Y salió.

Ya toda la gente agitaba pañuelos blancos en la cubierta principal. Por quince días serían una comunidad, personas venidas de diferentes países, de diferentes regiones y con costumbres diversas, debían amoldarse a las normas imperantes en el barco para no atropellar a los demás. Había latinos alegres, judíos reservados, rubios americanos, pelirrojos irlandeses… familias completas y viajeros solos.

Darien puso su mano posesivamente sobre su hombro, justo cuando ella, en medio de todo el gentío, distinguió los ojos del joven apuntando hacia ella. Un estremecimiento la conmocionó. Junto a él, una hermosa mujer, se cogía de su brazo. Serena tragó con dificultad. Alta, de elegante figura, con larguísimo cabello color ala de cuervo peinado con elegancia, y labios maquillados color rojo rubí. Tal vez también han venido en viaje pre-nupcial – se dijo - ¡pero qué tontería! Los viajes pre-nupciales sólo eran costumbre de "SU" Pueblo. Ella seguro ya era su esposa… Un dardo de envidia, agudo y doloroso la hizo encogerse por un segundo.

-No seas tonta – se dijo – no inaugures este viaje deseando lo que es otra. Tú también eres hermosa, con tu brillante cabello rubio y tu ojos azul pálido – se recordó – Y tienes a tu guapo y aguerrido prometido…

De reojo contempló a su novio. La boca era una fina línea recta. Su postura impecable y rígida. El traje elegante, perfecto y planchado a la perfección. Tanto así, que estaría mejor en una ceremonia o en una vitrina.

El navío ya se adentraba en el océano, hendiendo las aguas con seguridad y firmeza. De momento las aguas estaban calmas y brillaba el sol, así que el viaje se anunciaba placentero.

-Ya es hora de almorzar, es bueno que nos dirijamos al piso superior, al Comedor Principal – le indicó Darien.

Serena se dejó guiar mansamente… hace rato que su estómago pensaba intensamente en la comida.

-¡Quiero probarlo todo! – Dijo la voz de alguien, parapetado tras la barra libre – ¡todo se ve delicioso!

-Ten cuidado con lo que pones en tu plato, Seiya – lo reprendió una voz femenina – recuerda que alguna de esas cosas podría darte alergia.

-Vamos, dijo Darien, nuestra mesa con los oficiales nos aguarda.

-Pero la barra Libre… apuntó su novia.

-Eso es para los pebleyos – la voz de él sonaba ofendida – nosotros pedimos a la carta.

-Pero eso demora más, - gimió ella – la comida de la barra libre ya está lista.

-Debes aprender a ser paciente y refinada, Serena.

Al alejarse a regañadientes, pudo ver la bandeja llena de exquisiteces que apenas podía cargar el muchacho. ¡Era él! Y su nombre era Seiya… Iba demasiado satisfecho de su elección culinaria para percatarse de su presencia. Tras el joven, marchaba la muchacha, recatada, cargando una bandeja casi vacía y avanzando con ofendida dignidad de que la vieran junto a su insaciable acompañante.

Se preguntó dónde estarían sentados, mientras sumergía a disgusto su cuchara en la insípida sopa de mariscos que les sirvieran como primer plato, acorde al pedido de su prometido.

Seiya, en el ínterin, estaba disfrutando su copioso almuerzo con deleite.

-¿Habías oído hablar de todas estas cosas buenas de comer? Mira, lasaña, pizza, tacos, pastel de maíz… ¡Es un sueño, Rei! – comentó, masticando a dos carrillos.

-¡Jamás! - Dijo ella, atacando delicadamente con el tenedor el pastel de centolla que eligiera como almuerzo, y que casi no le apetecía, sólo de ver comer a su compañero – Sólo intenta no enfermarte del estómago cuando esté cerca, no soportaría que ensuciaras mi vestido…- culminó, limpiándose delicadamente con la servilleta.

-¡Ah, vestidos! ¿Eso es lo que más has disfrutado, cierto? Vestirte como una damisela… ¡Bah! Yo sólo quiero – murmuró el chico de largo cabello negro – encontrarla a ella, la única, la que está hecha para ser mi compañera… - culminó reprimiendo un suspiro ahogado.

-Dudo que comportándote como un salvaje sin modales vayas a conquistar a una señorita en este barco…

-Sabes que no podemos buscar en tierra, Rei, no podemos alejarnos demasiado del océano – replicó, poniéndose serio – y melancólico por un momento – Si fuera por mí, ojalá hubiera sido una de las chicas solteras de nuestro pueblo, pero nada sucedió – terminó por recordar con tristeza.

-Al menos el recuerdo parece haber disminuido tu apetito - se burló Rei, aunque compartiera su tristeza.

-¡Tú también debes aprovechar la oportunidad de buscar a alguien, muchacha!.

Ella se puso seria de golpe. Tampoco había encontrado a su "propulsor" entre los solteros de su pueblo. ¿Estaría destinada a ser tan sólo una doncella de compañía? ¿Es que nunca encontraría a ese ser especial que despertara la magia en su interior? Suspiró con desaliento.

-Primero tú, Seiya. Tú eres el príncipe heredero, necesitamos más de tu don que del mío. Ya sabes que el arrecife está desfalleciendo…

-No hay nada malo en disfrutar la búsqueda – replicó el joven, volviendo a atacar su bandeja con energía – necesitaré fuerzas y aún no vamos por los postres – culminó con un guiño hacia su compañera.

-Tú comes por los dos - suspiró Rei, resignada.

En otro sitio del barco, Serena se separaba de su prometido, quien había decidido tenderse a dormir una siesta. El viaje realmente lo había fatigado, y el suave bamboleo del oleaje lo invitaba al reposo. Ella también tenía sueño, pero se lo espabiló, pensando que nunca tendría una oportunidad como aquella. Fingió entrar en su cuarto, y luchando contra la modorra, esperó tras la puerta un lapso que le pareció horas. Luego, abrió sigilosamente la puerta, intentando no hacer ruido alguno.

-¡El crimen perfecto! – se dijo con una risilla mientras cerraba tras de sí. Ahora podía recorrer el barco a su antojo.

El barco contaba hasta con un pequeño museo, una biblioteca, varios salones de baile… Tras recorrer varios pisos, llegó a una pequeña sobrecubierta, una especie de mirador vacío, desde donde podía contemplar el océano a su sabor.

-"¡Ishalaia!" - Se acercó al barandal. Las únicas testigos serían unas gaviotas que sobrevolaban con la esperanza de recibir algún pedazo de pescado de las cocinerías así que comenzó a pronunciar la fórmula mágica, mientras sus torpes pies iban escalando y sus manos se aferraban al borde ¡nadie la vería si daba un paseo rápido!- "Mein Wunsch ist es, zu flieg…"(1)

-¡Espera! – una voz vibrante y desesperada resonó junto a su oreja, mientras, de la pura sorpresa perdía el equilibrio y caía como una piedra a las heladas aguas del Atlántico – ¡Oh no! – Pudo ver el brazo estirado del muchacho intentando cogerla apenas un segundo tarde y quedarse su mano espasmódicamente cerrada sobre el aire -¡Muchacha!

Finas agujas de hielo parecían atravesarla de parte a parte, mientras, su vestido, enaguas y calzón se saturaban de agua y la hacían hundirse con celeridad pasmosa.

-¿Será este mi fin? –Ahora debajo del agua era imposible pronunciar la frase mágica, y aún cuando lo lograra, el agua la empaparía de inmediato y no podría ascender. Pensó en el disgusto de su novio, que la buscaría por todo el barco infructuosamente. De a poco, y a pesar de sus esfuerzos, la inconsciencia se abría paso hacia su cerebro.

Un golpe sordo la trajo de nuevo a la abrupta realidad. Las ondas marinas y las burbujas vibraron a su alrededor. ¡Al parecer otro cuerpo había caído al agua!

"Tranquila" – le pareció sentir una voz en su mente, una voz cálida que la hacía sentir bien, a pesar del miedo a la muerte y el frío- "Voy a sacarte de aquí".

Unos brazos delgados pero fuertes la sujetaron del torso. Y luego, con fuertes enviones, una fuerza desconocida comenzó a impulsarlos hacia arriba ¿Qué estaba sucediendo? Abrió de golpe los ojos, pero el agua helada le impedía ver con claridad. Un destello rojizo, y algo que parecía un gran pez, de escamas rojizas y cola plateada, parecía estarlos haciendo subir hacia la superficie del mar.

El primer resuello que dio fue para volver a introducir el aire en sus pulmones. Estos quemaban como fuego, pero poco a poco fue cediendo el dolor, mientras pugnaba por mantener la cabeza fuera del agua. La cabeza de su salvador emergió poco después. Lo vio respirar y enfocar su vista hacia ella, y sus ojos azul oscuro expresaban profundo enojo, mientras el agua congelada chorreaba de su largo cabello negro. ¡Era el muchacho! Se llama Seiya, recordó.

-Was ist passiert? Bitte, könnten Sie das erklären?(2) – Preguntó atropelladamente apenas pudo hablar.

-Espera un segundo muchacha, no hablo alemán y soy yo el que debería hacer las preguntas – declaró él – Por lo pronto vamos a buscar la forma de volver a subir al barco…

¿Subir al barco? ¿Acaso está loco? Bueno… Ya estaba bastante loco si se había arrojado de un transatlántico sólo para "rescatarla". ¡Grandísimo idiota! ¡Si ella se había caído por su culpa!

-Agárrate firme de mi espalda – le indicó – vamos a tratar de subir por la cadena de una de las anclas.

El joven nadaba con pasmosa facilidad. Muy pronto estuvo cogido del principio de la cadena. Serena se aferraba con fuerza a él, mientras a media voz susurraba conjuros en alemán.

-"Bitte, geben Kraft zu klettern, fahren den Jungen, und öffnen Sie ein Fenster, um hineinzukommen, oh Götter..."(3)

-¿Sigues murmurando en tu idioma? - Preguntó Seiya entre resoplidos, fuera del agua ya no parecía tan ágil – ya te dije que no entiendo el alemán apenas puedo entender el inglés.

-Perdóname. Cuando estoy asustada hablo en mi idioma nativo, no puedo evitarlo, me llamo Serena, Serena Engel.

-Entonces eres alemana – la voz de él sonaba alegre a pesar del esfuerzo – debí suponerlo por tu cabello y tus ojos, yo soy Seiya, Seiya Ditritonis.

-Nací en la Selva Negra, en un bosque siempre verde – musitó Serena.

-¿Un bosque? ¿No vives en la ciudad o en el pueblo? Entonces, te gusta más la soledad del campo – resopló el joven– no me imagino como elegiste venir a hacinarte entre 20.000 personas en este barco.

-Es una tradición de mi pueblo – explicó ella entre regañadientes mientras seguían su ascenso – un viaje prenupcial antes de la boda. El Consejo de Ancianos lo recomienda para saber si la pareja será compatible, el matrimonio es una unión para toda la vida – se mordió el labio. Había dicho más de lo que debía.

-Extrañas costumbres… ¿Y encargan los bebés antes de casarse?

-¿¡Qué!? – Serena sintió que se sonrojaba violentamente - ¡Por supuesto que no! Mi novio no me ha tocado – Estaba tan indignada y sorprendida que casi se suelta del muchacho, luego recordó que estaban a muchísima altura.

Una carcajada sacudió el cuerpo del joven. De pronto, la sorpresa se adueñó de su espíritu.

-¡Mira allí! ¡Hacia la derecha! ¡No puedo creerlo! ¡Alguien se ha dejado el ojo de buey abierto! Con suerte podremos entrar por ahí.

Ella ya lo sabía, pero fingió sorpresa. -

¡Es verdad, Seiya, tienes muy buena vista!

-Vamos a tener que estirarnos un poco – resopló – Tú puedes muchacha, usa mi cuerpo para escalar hacia la ventana.

Serena, quien no le tenía ni un ápice de temor a las alturas, trepó como una ardilla, llegó hasta el bordillo, y aferrándose con ambas manos, se introdujo por el estrecho ventanuco. Luego, sujetando firmemente las manos de él, (¡Cómo pesaba!) lo ayudó a meterse en la ahora añorable seguridad del barco. Ambos se sentaron en el suelo y dieron un suspiro de alivio. No sabían de quien era la cámara, pero su "olvido" les había salvado la vida.

Seiya se incorporó y cerró el ojo de buey concienzudamente. En caso de oleaje violento, el barco se ladearía y el agua entraría por ahí.

-¿En qué parte del barco estaremos? – consultó la rubia muchacha.

-Creo que en la cubierta económica. Al dueño de esta cabina no le hará mucha gracia encontrar dos desconocidos en su recámara y podría ponerse violento. Sugiero que salgamos al pasillo y busquemos una terraza – agregó al ver que la chica comenzaba a tiritar violentamente, merced a su ropa empapada.

Toda la gente los miraba con extrañeza, pero, al no haber otras opciones, se figuraban que se habían arrojado al agua con ropa en alguna de las piscinas, por broma o alguna apuesta. La verdad era demasiado increíble como para que alguien les creyera… Finalmente, aún sin saber con exactitud su ubicación, se quedaron en un pequeño vivero acristalado, donde la luz del sol era magnificada a través de gruesas ventanas, para alimentar a cientos de plantas y hierbas, para consumirse frescas, que hacían las delicias de la tripulación.

Lentamente de su ropa comenzaron a elevarse nubes de vapor. Sin más remedio, se quitaron las prendas exteriores más pesadas, que se secarían más rápido al no estar sobre sus cuerpos, así que, con la vista apuntando hacia el lado opuesto, intentaban no mirarse.

-Bien Señorita Serena. Ahora espero que me explique porqué intentaba suicidarse en su viaje de bodas… espero no haya creído que no iba a preguntárselo.

-Yo… ¡No intentaba suicidarme! ¡No sea idiota! Y… ¡No es mi viaje de bodas!

-No entiendo… ¿Y qué pensaba hacer, parada sobre el barandal de un barco en medio del océano?

-No puedo decírselo – murmuró entristecida.

-Está bien – el malestar casi había desaparecido de su voz – supongo que todos tenemos derecho a tener secretos.

-¿Acaso Ud. también los tiene, Seiya? No me imagino un italiano alegre y francote como Usted, ocultando oscuros secretos…

Guardaron silencio por mucho rato, permaneciendo así, espalda con espalda, con el vapor elevándose perezosamente de sus vestidos. A pesar del profundo y doloroso deseo de confiarse de sus corazones, no podían, empero, hablar de cosas que involucraban, no sólo la seguridad de sus familias, sino la seguridad de sus respectivos pueblos.

-Su esposa es muy bonita – dijo Serena, cansada del silencio e intentando hacer trivial conversación.

-¿Esposa? – Seiya se atragantó de la sorpresa e intentó a duras penas no estallar en carcajadas.

-¿Prometida, entonces? – Serena sintió que la ira se apoderaba de ella - ¿Acaso se está burlando?

-¿Estás hablando de Rei?

Ah… ese es el nombre de la muchacha de largo cabello negro, italiana como él, supuso.

-¡Pero si Rei Disirenes es mi hermana! – respondió, sin poder aguantar ya las carcajadas.

Ella se volvió a mirarlo, sin querer. El largo cabello negro, aún húmedo, caía como cascadas negras sobre su tórax desnudo, pálido pero fornido, y los ojos azul noche brillaban con furiosa alegría en medio de lágrimas de risa. Su vista bajó. Los largos calzones de obrero comenzaban en la cintura y terminaban debajo de sus rodillas. Por primera vez, pensó conscientemente en el misterio que ocultaban. Sintió que sus mejillas ardían. ¡Tan estimulante era para ella la contemplación del joven y pícaro doncel!

¡Su hermana! Pensó. Luego, el peso de su propio compromiso pesó como una roca sobre su alma. Jamás se había sentido así de atraída hacia el Príncipe. La había elegido entre las chicas de su pueblo por poseer un linaje puro, una belleza sin par y magia poderosa… una pareja hecha en el cielo, murmuraron los ancianos con júbilo. Pero jamás, hasta ahora, se había cuestionado la elección. Su destino ya había sido trazado. Muy tarde…

Seiya a su vez, dejó de reír para contemplarla. Un leve rubor se adueñaba se sus mejillas a la par de las suyas. ¡Era tan hermosa así, en su candidez! El largo cabello rubio, caía como cascada de oro puro sobre su espalda. Sus ojos azul pálido brillaban, cuajados de luz. Un sujetador color de rosa pálido con flores, ocultaba la gloria de sus pechos núbiles. La suave y tersa piel desnuda de su torso bajaba indefectuosamente hasta su ombligo… donde un calzón fruncido con lazos color rosa velaba el lugar secreto de su femeneidad. La ansió locamente. Ansió tocarla con sus dedos para sentirla tangible, para saber, en el sublime contacto piel con piel, que no era tan solo una fantasía, una loca fantasía de su mente enferma y hambrienta de amor.

No era buena idea permanecer ahí solos, le dijo, en su fantasía, la voz de Rei, como si fuera un Pepe Grillo, adentro de su cabeza. Con desgano, capituló. -Creo que la ropa ya se ha secado bastante – expresó Seiya con voz áspera, como si su garganta se hubiera secado a la par de sus prendas – Y se me ocurre una excelente forma de terminar el trabajo – agregó, poniéndose la ropa con celeridad y casi arrojándole su vestido, a una ahora aún muy confundida muchacha.

Glosario: 1.- "Mein Wunsch ist es, zu flieg…"= Traducido del alemán, Mi deseo es: volar. 2.- Was ist passiert? Bitte, könnten Sie das erklären?= Traducido del alemán: ¿Qué ha pasado? Por favor dímelo. 3.-"Bitte, geben Kraft zu klettern, fahren den Jungen, und öffnen Sie ein Fenster, um hineinzukommen, oh Götter..." = Traducido del alemán, "Por favor, denle fuerza para subir, y abran una ventana para entrar, oh dioses ... "