Mi nueva normalidad
¿Dónde empiezan las historias? He estado haciéndome esta pregunta durante demasiados días, así que simplemente empezaré por aquí. Parece lo correcto, seguiré mi instinto.
¿Alguna vez os habéis acordado de algún momento del pasado que parecía completamente olvidado? ¿Y después os preguntáis por qué? Por qué me he acordado precisamente ahora de esto. Este momento, ahora, en mi cabeza. Después de más de 10 años. Cuando lo recordé pensé que simplemente no tenía más importancia, ahora me he dado cuenta de que todo tenía sentido. Mi memoria parecía estar advirtiéndome de algo cuando me hizo recordar específicamente este momento y no otro.
Cuando iba al instituto tenía una muy buena amiga. De estas amigas que crees que tendrás por toda la vida; iba a su casa casi cada día, íbamos a todas partes juntas, compartíamos prácticamente todo. El momento que he comentado al principio que recordé después de años es, concretamente, el primer día que me quedé a dormir en su casa. Aquello tan normal que hacían todas las chicas de mi edad; fiestas del pijama en grupo, o a solas con la mejor amiga.
En el momento en el que Vicky me invitó a su casa no podía estar más contenta. Aquello significada que me consideraba su mejor amiga.
Era una tarde de principios de otoño y hacía mucho más frío de lo normal. Recuerdo estar en la entrada principal del instituto, vi a mi hermana Kara a lo lejos esperándome como de costumbre y empecé a caminar hacia ella. Pero entonces oí esa dulce pero enérgica voz.
-¡Alex! ¡Espera!
Justo cuando llegué donde estaba mi hermana escuché mi nombre y me di la vuelta encontrándome con una Vicky que corría apresuradamente en nuestra dirección. Sus rizos pelirrojos estaban flotando en el aire, despeinándose. Normalmente los llevaba recogidos en una ordenada trenza, pero hoy era un día distinto.
Llegó hasta nosotras en pocos segundos y frenó de golpe delante de mí, curvando la espalda hacia delante para sostener sus rodillas y recuperar algo de aliento.
-¡Vicky! ¿Cómo ha ido tu examen de ciencias naturales? -pregunté.
-Fatal, como siempre. -Contestó-. Hola Kara.
Mi hermana contestó el saludo con un pequeño hilo de voz a la vez que miraba hacia el suelo y ajustaba ligeramente sus gafas. Kara era muy vergonzosa para aquel entonces y le costaba bastante relacionarse con los demás. Vicky siempre intentaba ser amable con ella, y aunque algunas veces en casa pasábamos algún rato las tres juntas normalmente Vicky y yo solíamos pasar tiempo juntas, solo las dos. Como mejores amigas.
- ¿En serio?... Que mal. Esta vez habías estudiado mucho, ¿no? -Seguí con el tema.
-Bueno, realmente estudié mucho contigo. ¡Tú eres la experta! -Soltó una carcajada. Parecía que no le importante mucho haber suspendido, quizás ya lo daba por hecho. Me encantaba oír esas palabras, esos elogios. Mucho más aun viniendo de mi amiga Vicky que de mis padres o de mis profesores. Y con una sonrisa de oreja a oreja solía contestar…-
- Nah, no es para tanto. – Kara me miró de la misma manera que me miraba siempre que yo solía recolocar mis hombros de manera algo orgullosa. – ¿Querías algo? Has venido corriendo.
- ¡Sí! Quería invitarte a mi casa esta noche; ya le he preguntado a mis padres, ¡te puedes quedar!
Una gran emoción recorrió todo mi cuerpo, sentí mis mejillas algo ruborizadas. Entonces recordé que Kara seguía ahí, ambas nos dimos cuenta.
-Ah, Kara. También puedes venir si quieres. – Ofreció.
-Gracias. Pero realmente debería quedarme en casa, tengo un examen final de historia el lunes, tengo que estudiar. Pasadlo bien. – Dijo algo triste. -Alex, puedes ir con Vicky. Yo aviso a mamá.
Y así, sin pensarlo dos veces, abracé rápidamente a mi hermana y empecé a caminar con Vicky del brazo por la avenida que nos llevaba a su súper casa unifamiliar. Era enorme, en ella vivía con sus padres, su abuela, y sus cinco hermanos. Sí, ¡cinco! Me preguntaba cómo sería la convivencia, si a mí ya me parecía difícil tener una sola hermana… Aquella fría noche de viernes oscureció temprano. Cenamos todos juntos una sopa riquísima de verduras que había preparado la cocinera de la familia. Más tarde fuimos al cuarto de Vicky y vino para ayudarnos a preparar la cama extra en la que yo iba a dormir. Ahora recuerdo el sentimiento de una leve, o quizás no tan leve, decepción al saber que no dormiría en su cama. Se suponía que las mejores amigas querían dormir juntas, ¿no es así? Pero Vicky no dijo nada así que, después de ver una estúpida película de citas de adolescentes, o sea de gente de nuestra edad, nos fuimos cada una a su cama. Antes de dormir estuvimos comentando la película, a Vicky le había gustado el chico protagonista y me comentó lo guapo y atractivo que le parecía. Y ahí estaba ese extraño sentimiento otra vez.
Alex, ¿Qué te está pasando? Me preguntaba. Ella no podía dejar de pensar en el cuerpazo atlético del protagonista de la película y yo en cambio no podía dejar de pensar en los ojos azules de Vicky. Ahora me doy cuenta, eran como un mar en el que me podía perder. Pero mi yo tan joven aún no había encontrado esas palabras.
Repetimos ese tipo de encuentro decenas de veces, hasta que hubo un día algo diferente a los demás.
-Mamá, te has olvidado de la cama de Alex. -Recuerdo que ese día Vicky sí llevaba su clásico recogido de pelo en una trenza a un lado.
-Lo siento, Vicky. Esta tarde estaba limpiando el colchón en el patio, entonces han llamado y he tenido que entrar.
Significaba eso que…
-Entonces cuando he vuelto Spark se había subido encima y ha escarbado y ¡lo ha destrozado totalmente!
Bendito perro. ¡Gracias Sparky! Espera… ¿Por qué me alegro de que un colchón esté roto? Giré mi cabeza para mirar la reacción de Vicky. ¿Se alegraría ella también?
-Bueno, no pasa nada, mamá. Alex puede dormir conmigo. -Contestó sonriendo sin ninguna preocupación. En cambio, yo sentí que mis latidos se aceleraban un poco. Bastante más de lo que me gustaría admitir.
Una vez nos metimos en la cama empecé a tener unas sensaciones en mi cuerpo que nunca antes había sentido. No era capaz de nombrarlas, pero en aquel momento era como un tipo de pánico. Mi mente estaba flotando, no podía entender nada de lo que estaba sintiendo ni podía pensar claramente. Solo podía concentrarme en su preciosa melena rizada, quería deshacer la trenza y dejar su cabello libre para poder ver como caía elegantemente sobre sus hombros. Estoy segura que incluso estaba temblando. Era pleno invierno entonces, pero yo no tenía nada de frío. Creo que ahora entiendo que era su presencia que me hacía temblar así.
-Alex. ¿Estás bien? -Preguntó frunciendo el ceño.
-Eh, sí…¡Sí! -Balbuceé.
-Alex, tápate bien. Estás temblando. -Dijo mientras me arropaba y envolvía mi cuerpo con la manta rodeando mi cuerpo con su brazo. Involuntariamente mi cuerpo se echó un poco para atrás, como rechazando aquel contacto. Vicky pareció notarlo, y dejó de arroparme. Fue la primera vez que noté una mirada que interpreté como desagradable. Al cabo de un rato de silencio, pensé que se había dormido, pero me comentó:
-¿Sabes? La semana que viene tengo una cita con Jake.
-Oh. Wow, ¡tienes que estar emocionada! -Intenté fingir algo de entusiasmo, evidentemente fallando.
-Alex… Parece que no te alegras por mí. Pensaba que eras mi mejor amiga. – Sentí pánico al oír esas palabras.
-¡Lo eres! Y me alegro, pero… Lo que quiero decir es que… -Mis frases eran cada vez menos claras. -Jake, ¿no crees que es un poco creído?
Aquello fue lo único que se me ocurrió decir sobre el popular chico del curso superior. Parecía que todas las chicas estaban por él. Seguramente Vicky creyó que yo estaba celosa. Bueno, y realmente ahora me doy cuenta de que lo estaba. Pero no celosa de la manera que ella creía.
-Estás celosa… -Contestó con un tono que no conocía de ella.
Ahí vamos…
-¡No! De verdad, no estoy celosa solo… Quiero lo mejor para ti. -Argumenté, de manera algo extraña y para nada convincente.
-Lo que tú digas… -Fueron las últimas palabras de esa noche. La última vez que dormí en casa de Vicky Donahue.
Es curioso que precisamente la noche que estuve físicamente más cerca de ella fue la noche en la que más nos distanciamos. Entre las dos se creó una distancia tan grande que fue imposible de salvar después, solo por esa conversación todo cambió. Algo en mi hizo que ella no me invitara nunca más a su casa. Y no le di más vueltas, me olvidé de mis sentimientos hasta ahora. Solo recuerdo que después de varios días pude sentir que nuestra amistad había acabado, y un día al llegar a casa le conté a Kara que Vicky yo ya no éramos amigas y simplemente lloré y ella me abrazó. Mi hermana estuvo ahí para mí cuando la necesité, ella no hizo preguntas, simplemente me sostuvo en sus brazos y me enjugó las lágrimas. Aunque yo era la hermana mayor, representaba que era yo quien debía cuidar de ella. Ese era el trabajo que me habían dado mis padres desde que Kara vino a vivir con nosotros cuando tenía 14 años.
Quizás os preguntaréis, ¿Por qué estoy contando esto? ¿Por qué me había olvidado de esto durante tantos años, y por qué tiene importancia ahora? Espero hacerlo claro, o al menos intentarlo.
Aquí empieza mi historia. Una de tantas. Pero precisamente esta es la que quiero contar.
-El fugitivo ha estado suelto durante unas seis horas y ¿lo primero que hace es intentar asesinar a la presidenta? – Comentó Kara.
Ella ha cambiado mucho desde que llegó hace años. Ahora ya no es la niña tímida e insegura que era antaño. Ahora seguramente la conoceréis como la heroína de National City, Supergirl. Vaya, que cambio tan extremo, ¿no?
- Winn está trabajando para poder localizarlo. De momento concentrémonos en cualquier pista que podamos encontrar. -Contesté mirando alrededor.
Estábamos en una escena del crimen; había marcas que parecían gigantescos arañazos y marcas de quemaduras en la alfombra roja por la que la presidenta de Estados Unidos había pasado esa misma mañana. Y así es como os presento mi trabajo. Soy agente especial de una organización secreta, algo así como el FBI. Pero…no exactamente.
Mientras escaneaba los alrededores, Kara empezó a hacer lo mismo. Entonces alcé la vista y a lo lejos, pero en la misma escena del crimen pude ver unos coches de la policía de la ciudad y lo que parecían ser algunos de sus detectives. Una de ellas estaba en cuclillas examinando directamente algunas de las evidencias y recogiendo pruebas; aquella era MI escena del crimen. Así que no tuve más remedio que acercarme. Antes de que la detective pudiera levantar la cabeza para verme empecé a decir:
- ¿Qué diablos estás haciendo en mi escena del crimen? -Dije, seria y tajantemente; no quería andarme con rodeos. Esto evidentemente captó su atención, y se levantó para dirigirse a mí. Pude verle el rostro por primera vez, sus ojos eran tan oscuros como su cabello, y también tenía la piel morena.
- ¿Alguna vez os han dicho porque todos los federales sois lo mismo? -Empezó a decir de manera algo amenazante, estaba visiblemente tranquila y mi tono no la había afectado para nada. Aquello me molestó bastante, más aún cuando vi que ponía sus brazos en jarra. -Parece que todos veis las mismas películas malas en Quántico.
¿Quién se había creído que era?
-¿Quién eres?
-Detective Maggie Sawyer, División de la Policía Científica de la NCPD. Nos encargamos de todos los casos relacionados con alienígenas. -Contestó, enseñándome su identificación.
Oh, vaya. Sí, se me había olvidado mencionar la parte de los alienígenas. Mi organización trabaja tratando con todo tipo de temas relacionados con los alienígenas. Es la DEO, eso pone en mi identificación, pero cuando la tengo que enseñar a según qué personas puedo cambiarla. Así que a la detective Sawyer le mostré mi falsa identificación del FBI.
-Alex Danvers, del Servicio Secreto. -dije-. Seguro que sus intenciones son buenas, Detective Sawyer, pero esto es una escena del crimen que pertenece a los federales.
La tensión generada por aquella rivalidad iba en aumento por momentos, y era muy palpable.
-Estás contaminando mis pruebas. -continué explicando-.
-¿Yo las estoy contaminando? -contestó, su tono era ya muy sarcástico- Solo tienes que ver a tu lacayo, ese de ahí detrás, está metiendo diferentes pruebas en la misma funda de plástico. Pensaba que el Servicio Secreto prestaba más atención a los detalles.
-Tenemos un laboratorio que hace que el vuestro parezca una cocinita de niños pequeños.
Y así continúo esa batalla hasta que ella contestó:
-Si los policías locales somos tan tontos creo que no podríamos llegar a saber que el atacante de la presidenta era un Infernian o bien un Kryptonian. -explicó, con una sonrisa orgullosa- ambas especies tienen visión calorífica.
Ouch, jaque. Vamos Danvers.
-Muchas gracias. -asentí con una falsa sonrisa, aparentando estar agradecida- nosotros continuaremos con la investigación a partir de ahora.
La detective Sawyer parecía bastante tenaz o, mejor dicho, cabezota.
-Está dentro de mi jurisdicción. -contestó, sin hacer ademán alguno de retirarse.
-Tu jurisdicción termina, donde yo diga. -insistí, marcando cada una de mis palabras.
Jaque mate. La Detective Sawyer aceptó la derrota, pero su cara parecía decir 'por ahora.'
-Ya nos veremos, Danvers.
Y con una media sonrisa final, dio media vuelta y se marchó. Vi cómo se retiraba y me sentí bien al haber ganado esa pequeña batalla. Aunque se había metido donde no tocaba, la detective parecía una persona de mucho carácter que sabía lo que hacía, y no es algo muy común. Algo me decía que esa mujer no era alguien que abandonara un caso tan importante, así como así. Me pregunto si seguirá investigando por su cuenta.
