Hola a todos, ¿Me han extrañado? ewe? Ok. No. Ahora les traigo un nuevo proyecto. Inspirado en la mágica historia de J.K. Rrowling, sumando a algunos personajes de distintas casas de animación y más mi imaginación que no se cansa de darme ideas nuevas. ¡Les presento "Una vida en Hogwarts"! Espero les guste y, buena lectura.
Una vida en Hogwarts
Capitulo uno: Los novatos llegan.
Una joven de hermoso cabello rubio platino encaminaba sus pasos hacia el gran salón del comedor para recibir a los nuevos estudiantes de la gran escuela de magia y hechicería, Hogwarts. Hacía ya tres años desde que la joven iba a dicha escuela después de que sus poderes fueron descubiertos a una corta edad, era la más joven entre los estudiantes, pues sus poderes eran tan potentes a tan joven edad que la reclutaron en la escuela para que no perdiera el control de ellos. Ahora tenía dieciséis años, las políticas de aceptación por edad habían variado mucho, hace apenas dos años a los once ya iniciaba tu educación, pero por el nivel de madurez de las nuevas generaciones, se había ampliado el rango de edad.
Caminó por un largo trayecto sólo acompañada de su amigo Eugene que pertenecía a la casa de Slytherin, su amiga Merida que pertenecía a Gryffindor y ella, quien pertenecía a la casa de Ravenclaw aunque en sí, la joven de hermosos cabellos platino debía estar en Slytherin, pero por azares del destino, terminó en la casa que está ahora. La joven que por nombre portaba Elsa estaba entusiasmaba con la llegada de los nuevos alumnos, pues entre ellos, se encontraba nada más y nada menos que su hermana menor, Anna. Dos años entero sin verla siendo recluida hasta por los mismos magos afectan un poco, sólo eso dos idiotas fueron lo bastante audaces como para ir investigar a la habitación "0" donde era la recámara de la "Reina de las Nieves", apodo dado a Elsa por su constate hostilidad a otros que demostraba por miedo a herirlos con sus poderes.
Al llegar al gigantesco comedor vieron la hermosa decoración que tenía, el cielo estaba despejando y las velas flotaban con la magia utilizada, las mesas estaba llenas de estudiantes que apenas conocían, Elsa, quien era la más pequeña y menos sociable, en ese momento se intimidó al ver la gran cantidad de alumnos que habitaban en la escuela. Ella era de las estudiantes que sólo iba a sus clases y regresaba a su habitación, pues tenía una propia por ser la excepción a la regla y la hechicera más poderosa de la escuela apenas con decides años recién cumplidos. Su magia era tan potente que, a veces, mientras dormía, podía hacer volar objetos o, incluso, una vez casi provoca un incendio de no ser porque se despertó para ir al baño y vio que el fuego iniciaba en su habitación, de inmediato, convocó una nevada -los hechizos invernales eran sus favoritos- y la apagó al instante.
— ¿Irás a tu mesa o vienes conmigo? — Interrogó Eugene sonriéndole, él y casi todo Slytherin sabían que Elsa debía estar con ellos.
— Sabes que en Slytherin todos me tienen miedo, y en mi propia casa me toman como la extraña que no debe estar ahí. Es una ceremonia formal, Eugene, debo estar con los de Ravenclaw a muy mi pesar. — Explicó serenamente la joven de pelo platino.
— ¡Yo digo que todo esto es una estupidez! — Exclamó Merida mientras se cruzaba de brazos. — Elsa es Elsa, la persona más buena que he conocido y la única que pudo con mi carácter. Amiga, que no te importen esos cara de cuervo, nos tienes a nosotros, tu único hogar.
— Gracias, Merida. — Agradeció de todo corazón la muchacha. — Ahora me tengo que ir, ya va a iniciar la ceremonia.
— ¿Me puedo ligar a tu hermana? — Fue el único comentario que hizo Eugene antes de que dentro de su ropa apareciera hielo puro. Beneficios de ser la joven maga más poderosa, podía usar la excusa de "no controlo aún mis poderes".
Elsa se alejó de sus amigos y tomó asiento en el lugar más apartado que encontró en su mesa, vio al escenario donde vio a su mentor, el señor Clause, quien estaba sentado en la mesa de maestros jugando con un pequeño bloque de hielo que estaba modelando. Gracias a él, podía usar sus poderes con mayor control que antes, no deseaba lastimar a nadie más como había hecho con su hermana. Una historia algo ya vieja para el gusto de la joven:
Ella había cumplido los trece años. Era feliz, tuvo una fiesta con su familia quien era una de las mejores en todo el mundo mágico siendo aún de las pocas que no se centraban en el consejo ni nada, todo había sido gracias a su padre quien trabajó hasta ser el hombre de negocioso que era. Su fiesta de cumpleaños fue realmente hermosa a pesar de que sólo eran su madre, padre y hermana quienes estaba ahí. Su padre le llevó a comprar su primera varita mágica, pues dentro de un año más estaría ingresando a la escuela de magia. Su madre le regaló una bufanda con decorados de copos de nieve, sabía que a ella le gustaba mucho aquella temporada del año. Su hermana simplemente le regaló una esfera nevada que mostraba a su familia en una de las muchas fotos tomadas, fue el mejor regalo que recibió. Es noche, Anna le pidió que jugara con ella e hiciera la "magia" que ambas mantenía en secreto. Elsa por complacer a la menor que sólo tenía once en ese instante, hizo un ademan con las manos haciendo que todo se pitara de blanco como el invierno, la estación favorita de ambas niñas. Mientras jugaban, algo salió mal y terminó con una Anna en el hospital y una Elsa siendo llevada a la escuela de Hogwarts al instante. No era la mejor forma de iniciar el colegio.
La ceremonia iba a comenzar ya, el director empezó a hablarle a los alumnos sobre lo bueno del año y todas esas cosas que a Elsa no le interesaban para nada. Al terminar con el monólogo, el director dio la orden de que los nuevos alumnos entraran en ese momento. Las dos puertas del comedor se abrieron de par a par para dejar entrar a los cientos de nuevos alumnos que vivirían a partir de ahora en adelante en Hogwarts con ella. A la primera que vio fue a su hermana saludarle con esa energía tan propia de ella, Elsa le contestó con gusto el saludo, después de todo, era su hermanita. Después de ver a la persona que más le interesaba que Eugene no le hiciera ojitos, decidió observar al resto de los nuevos prospectos de alumnos que entrarían este año, pero sus ojos sólo se fijaron en uno en particular. Tenía el pelo totalmente blanco, la tez igual de pálida que la de ella y unos hermosos ojos azules que le llamaron la atención. No lo sabía, pero aquel joven no descansaría hasta que Elsa se diera que ella no era un peligro para nadie. Mientras contemplaba al chico, otra mano se alzó para saludarla, esta vez, una joven de un pelo rubio realmente largo la saludaba con un poco menos de energía que su hermana. Rapunzel. Su amiga de la infancia y vecina también, no la había visto en tres largos años, había crecido y su cabello también.
Una joven de hermoso y largo cabello rubio saludaba a su amiga que no había visto en años, sabía que había iniciado la escuela y todo eso, pero jamás pensó que no la dejarían salir ni en vacaciones, tampoco aceptaba la visita de nadie en la escuela por temor a que sus poderes se salieran de control. Pobre Elsa, se debió de sentir tan sola en estos años que estuvo ahí. Rapunzel al ver que su saludo fue correspondido, bajó la mano y decidió que ya era hora para que ella y su amigo, Jack Frost, siguiera al grupo. Iba a decirle algo a su compañero cuando se percató de que no paraba de mirar a su recién vista amiga con la boca abierta, incluso se pudría decir que por poco la baba se le caía por aquella joven.
— ¿Quién es la chica a la que saludaste? — Preguntó aún abobado Jack mientras era jalado por su amiga.
— ¿Te refieres a Elsa? Pues es mi amiga, vive o, mejor dicho, vivía al lado de mi casa. Desde que entró a la escuela no ha ido a su hogar, tampoco puede ir en vacaciones, políticas de la escuela. Es una de las mejores estudiantes de por aquí. — Trató de omitir lo más que pudo sobre los poderes de su amiga, le había jurado que lo mantendría en secreto.
— ¿Cuántos años tienes? Se ve muy joven para ser de tercer año. — Interrogó Jack mientras ambos se sentaban junto a Anna.
— ¿De qué habla el idiota frío? — Preguntó la joven pelirroja con una sonrisa burlona.
— Al parecer al niño paleta le gustó tu hermana. — Dijo abiertamente Rapunzel sin guardarse nada provocando un sonrojo a Jack por vergüenza y furia.
— ¡Gracias, Rapunzel! ¡Ahora tendré que soportar a la celosa Anna! — Se quejó el joven peliblanco.
— ¿Qué tú qué? ¡Con mi hermana no te metas! — Debajo de la mesa la chica pateó al joven con fuerza en la espinilla.
— ¡Idiota! ¡Eso dolió!
— ¡Por algo lo hice! Aleja tus manos de mi hermana. — Esta vez Anna en vez de enojada parecía divertida. Adoraba pelear con su amigo Jack.
— Está bien, no trataré de enamorarla... En tu presencia... — Susurró más para que para las iras dos chicas.
A la distancia, Elsa veía con curiosidad al comportamiento de su hermana y su amiga en relación con el joven que había visto anteriormente. No lo iba a aceptar, pero cuando le vio sintió una atracción inminente ante aquel chico, pero como no sabía lo que era eso, pensó que simplemente algo en él le había llamado la atención, nada en particular. Volteó al estrado cuando escuchó el sonar de la copa del director demandando la atención de todos, era el momento de que el sombrero seleccionador les dijera a los nuevos miembros que casa le pertenecía a cada uno de ellos. Elsa enserio deseaba que a su hermana le tocara junto con ella, pero sabía que aquel desgraciado sombrero jamás le concedería aquel gusto, aún recordaba cuando se lo puso. Era la más pequeña de todos y le quedaba enorme, pero aun así aquel objeto se metió en sus pensamientos y le dijo con ese tono de voz que le solía irritar, pues desde ese día, cada vez que iba al despacho del directo, le habla la sobre su potencian o simplemente le recordaba su situación: «Niña, eres la más joven y peligrosa de todo aquí... Tu casa sería la de Slytherin, pero si hago eso, quizá seas el terror de todos en esa casa... Te voy a oponer en... ¡Ravenclaw! Sí, aunque no es tu verdadero hogar, tu deberías estar con las serpientes...», fue lo que le dijo cuándo la puso en esa casa. Por eso, todos en Slytherin le temían y aceptaban, a veces dormía allá cuando se sentía sola en su recámara. Y también, por eso los de Ravenclaw nunca la aceptaban, era una intrusa en su casa. Una serpiente rodeada de cuervos.
Varios alumnos fueron pasando al frente para ponerse el peculiar objeto, al parecer este año el sombrero sería bueno con los pequeños que entraban en la institución mágica. Una joven de cabello corto, labial negro, mayas negras abajo del uniforme y delineador negro pasó al estrado con una sonrisa algo tímida. Elsa se fijó en el peculiar atuendo de la chica, pensó que la mandarían a Slytherin con aquella pinta, pero su sorpresa fue enorme cuando el sombrero miró a la pequeña, luego miró a Elsa con un gesto de maldad entre arrugas, había encontrado a alguien más para fastidiar a la joven de cabellos platinos que creía que podía adivinar a que casa pertenecería aquella muchacha, aquel objeto se había encariñado con ella, por eso no dejaba pasar una oportunidad para fastidiarla de vez en cuando.
— Estarás en... ¡Ravenclaw! — Sentenció el sombrero.
Elsa casi se estrella contra la mesa cuando escuchó aquello, ¿esa chica con pinta de gótica estaría con los presumidos de Ravenclaw? Bueno, mirándola mejor, si tenía el porte solitario de los que se graduaron cuando Elsa entró a la casa. Ella que estaba viendo el nombramiento casi queda aturdida con aquello mientras la joven se acercaba feliz a su mesa. ¿Es que acaso ese maldito sombrero se estaba volviendo más loco? Sabía que los de Ravenclaw con los generaciones habían cambiado un poco su estilo, pero ahora venía está pequeña que podía decirse tenía todo el potencian de ser una buena representante de su casa. La joven se acercó a donde estaba Elsa y la miró sorprendida, quizá le llamó la atención su peculiar pelo, o que era la más alejada de todos aquellos que se suponía vivían con ella, no lo sabía. Lo único cierto es que ahora aquella pequeña estaba sentada frente de ella y le sonreía con naturalidad.
— ¡Hola! — Le saludó mostrando sus blancos dientes.
— Eh... Hola... — Saludó fríamente la chica.
— Soy Mavis Drácula, un placer. — Se presentó la chica.
— Soy Elsa de Arendell... — Se presentó también Elsa secamente.
— ¿Por qué estás tan lejos de los demás? — Se interesó Mavis cambiando de asiento y sentándose junto a la rubia.
— Es una larga historia... — Esquivó la joven maga.
— Quizá luego me la quieras contar. ¿Quieres ser mi amiga? — Interrogó la pequeña con ojos brillantes.
— ¡¿Es qué eres suicida?! ¡Se nota que eres nueva! — Gritó un joven de la misma mesa sin llamar la atención de los superiores.
— ¿De qué hablas? — Preguntó Mavis confundida, pero vio que Elsa se encogía en su lugar y su semblante se oscurecía.
— ¡Ella es "La Reina de las Nieves", Elsa de Arendell! Vino aquí cuando tenía trece porque es "la maga más poderosa que ha existido en el mundo" y a la vez la más peligrosa. — Lo último el joven lo dijo con tono burlón.
Elsa se sentía realmente insultada, como si esos bastardos entendieran lo que es vivir con este inmenso poder que apenas controlaba. Sintió como en su interior la magia vibraba fuertemente en respuesta al insulto de aquel estudiante le dio, respiró profundamente para tranquilizar la tristeza de ser diferente.
— La Reina de las Nieves no es ni siquiera miembro de la casa de Ravenclaw, ella pertenece a las serpientes de Slytherin, pero el sombrero dijo que ahí sería el temor de todos, así que nos echó el muerto a nosotros, los de Ravenclaw. Es una maldita serpiente. A veces me pregunto por qué no mejor la mandó con los de Gryffindor, ellos se la merecen más. — Continuó esta vez una joven.
— ¿Ya acabaron? — Preguntó Elsa con la voz más gélida que jamás hayan escuchado antes los miembros de la casa de Ravenclaw.
— ¿Eres la maga más poderosa del mundo? — Interrogó curiosa Mavis.
— Se podría decir. — Aceptó la rubia sin mirarle a la cara.
— ¡Sorprendente! — Eso la había dejado impresionada, jamás pensó que conocería a alguien más a parte de esos dos estúpidos que le dijeran eso.
— ¿Perdón? Estoy confundida...
— ¡Es genial! ¡Eres genial! ¡Quiero ser como tú! ¡Por favor, se mi mentora! — Le rogó prácticamente Mavis.
— Eh... yo... Mejor creo que seré tu amiga... — Aceptó Elsa.
— ¡Genial! — Festejó Mavis ahora abrazada del brazo de Elsa ganando una mirada de odio por parte de Anna.
A la distancia, la hermana menor de la rubia observaba como una completa extraña chica dark que en todo el transcurso del viaje no paraba de escuchar rock n' roll abrazaba a su adorada hermana Elsa, si las miradas mataran, la Drácula estaría muerta. Jack sólo observaba divertido la escena, sabía que Anna era demasiado posesiva con respecto a Elsa, pero jamás pensó que llegaría a ese punto. Miró de reojo a Elsa, y se perdió en sus penetrantes ojos azules. Se abobó tanto que Rapunzel tuvo que pegarle en la cabeza para que pasara al estrado a ver en qué casa quedaba. Se paró mientras se tallaba la cabeza y se dirigía a donde se hallaba una silla donde se sentó y enseguida la maestra, quien fuera que sea, le puso el sombrero. Se sintió extraño. Como si alguien se hubiese metido en su mente. Y no era muy diferente a lo que realmente pasaba, el sombrero seleccionador literalmente se metía en tu mente y registraba cada acción, cada pensar, cada hábito y todo lo que podía haber en tu mente: sueños, deseos, maldades y más.
— Mmm... Eres muy similar a alguien a la cual me gusta mucho fastidiar... — Pensó en voz alta el sombrero.
— ¿Me pones en Ravenclaw? — Pidió a susurros Jack, quería estar lo más cerca de Elsa que pudiese.
— ¿Qué tenemos aquí? Un chicho enamorado de mi pequeña niña de hielo... — Susurró también el sombrero, a veces igual él sabía ser discreto.
— Por favor, sólo ponme en Ravenclaw... — El sombrero sonrió.
— ¿Ravenclaw? Está bien te pondré en... — Hizo una pausa antes de gritar a todo pulmón, o vacío, por ser un sombrero. — ¡Slytherin!
Jack se dio un manotazo en la frente tan potente que se dejó una marca evidente. Elsa al ver aquella pelea pensó que al fin se libraría de ser la presa preferida del sombrero.
— Maldición... — Soltó Jack mientras se sentaba junto con Eugene.
— Vaya, los jóvenes están más sueltos de lengua que en mis tiempos. — Suspiró el joven de cabello castaño mientras no le quitaba la mirada a cierta rubia de largos cabellos que había pasado al estrado. — ¿Cómo te llamas, novato?
— Soy Jack, Jack Frost. — Se presentó el peliblanco.
— Soy Eugene Fitzherbert. — Se presentó también. — Y por ser un nuevo acá en Slytherin, te tendré que poner al corriente de unas cosas.
El joven castaño alzó la mirada y señaló a Elsa quien ahora estaba rodeada por Rapunzel de un lado y Mavis del otro, se veía realmente feliz, jamás la había visto sonreír de aquella forma en los años que llevaba de conocerla.
— Esa de allí, la rubia con cabello casi blanco, es Elsa. Ella es nuestra Reina de las Nieves, aunque entre nosotros, la conocemos como la princesita de Slytherin por ser la maga más poderosa del mundo, sus ataques son tan fuertes que sólo los profesores pueden contra ella. — Explicó a grandes rasgos el joven con barba.
— ¿De qué hablas? Si ella está en Ravenclaw, ¿cómo puede ser la princesa d Slytherin? — Interrogó Jack confundido.
— Mira, novato. — Habló Eugene con tono monótono. — Así son las cosas, ella debería estar con nosotros, pero el pedazo de tela dijo que no y se las puso a Ravenclaw que no saben valorarla, no será raro que la veas por nuestros dormitorios o que, incluso, duerma allí.
— ¿O sea que ella prácticamente vive en el dormitorio de Slytherin? — Asimiló feliz el peliblanco.
— Tranquilo, campeón, que llega a ser tan fría como su sobrenombre. Desde que entraste, vi que no le quitabas el ojo de encima. — Eugene rio haciendo sonrojar a Jack.
— ¡N-No es cierto!
— Vamos, novato.
El veterano de Slytherin le dedicó una sonrisa amplia al joven, no sabía que la chica que le había atraído era la mujer más difícil que alguien pudiese aspirar.
Elsa hablaba con Rapunzel, quien había terminado en la misma casa que ella, cosa que agradecía con toda el alma, y Anna la observaba curiosos. Su hermana había cambiado en esos tres años de ausencia, su peinado era diferente: antes siempre lo llevaban bien amarrado atado en una *cebolla, pero ahora lo tenía atado en una trenza que le caía graciosamente en el hombro, la mayor parte de su cabello estaba despeinado echado para atrás, como si se hubiese acabado de despertar y sólo se hubiese pasado la mano para evitar que el pelo le cayera en la cara e interrumpiera su visión. Su rostro se veía más maduro, los año en soledad de seguro habían forjado ese rostro tan falto de emoción que contrastaba severamente con la que ella recordaba cuando era pequeña. Su altura había incrementado mucho al igual que su aura solitaria y dolida. Había cambiado mucho.
— ¡Anna de Arendell! — Se escuchó retumbar en la sala.
Elsa viró la cara para ver el nombramiento de su hermanita. Había crecido. Tenía el cabello realmente largo, normalmente lo ataba en dos colas, pero ahora, lo tenía amarrado en dos trenzas que le caía graciosamente por los hombros con aquel mechón blanco que era la marca del accidente sufrido. Era más alta de como la recordaba, su cara era la misma de la niña con la que había jugado hace años, las mismas pecas, los mismos ojos que se llenaban de asombro por toda la magia que la rodeaba y su sonrisa ilusa. Así era su adorada hermanita.
Anna se sentó en la banca que se encontraba en medio del estrado. Estaba nerviosa. Miró a todos los estudiantes y se concentró en su hermana que la miraba con unos ojos llenos de ternura y amor. En esos tres años alejada de ella le mandó cartas que ella nunca respondió, cuando hablaba rara vez con ella siempre le hablaba de manera cortante, un día que la fue a visitar a la escuela le negó la entrada a su recámara y la ordenó que se fuera. La había lastimado mucho, pero ella la seguía amando. Era su hermana después de todo. Y ahora, que en sus ojos se veía esa llama de amor que tanto la joven pelirroja añoró ver por tres años, el amor que le tenía a su hermana mayor creció. No sabía la razón por la cual actuaba así de fría con ella, pero no le importaba si su atención recaía en ella. Estaba tan feliz de ser observada por Elsa que cuando vio como Mavis llamó la atención de la joven rubia haciéndole voltear la cara, Anna, quien ahora miraba con enojo a la chica gótica, no pudo evitar sentir los celos de hermana menor. Seguía teniendo catorce años al fin de cuentas.
El sombrero empezó a explorar la mente de Anna, sabía quién era esa chica, la hermana menor de su "niña de hielo". Vio que la pequeña pelirroja tenía los mismos ideales de su hermana, pero a diferencia de ella, Anna poseía las características apropiadas para Gryffindor, su corazón por la justicia sin importar el precio. En cambio, Elsa era una de las pocas personas en las cuales leyó un corazón tan noble como el de un Gryffindor, el conocimiento de un Ravenclaw y la astucia, sobre todo, de un Slytherin, quien hacia todo por obtener su objetivo. Y ahora sabía porque el objetivo de Elsa era tan puro que no pudo ponerla con las serpientes, aquella niña a la cual ahora leía su mente y corazón era el objetivo de la Reina de las nieves. Ver que aquella joven siempre sonriente y a salvo era lo único que quería Elsa aunque eso significase que ella tuviese que ser condenada a la soledad, encarcelada, tachada por todos de monstruo o, incluso, la aceptaría dichosa la muerte si supiera que Anna estaría a salvo.
«Ay, pequeña niña de hielo, ya veo porque siempre estás con esa cara triste. Por eso no te quise poner con los de Slytherin, ellos no tienen un objetivo tan bueno como el tuyo, por eso te puse con los de Ravenclaw, tu sabiduría es sorprendente, a pesar de tener el corazón de un Gryffindor», pensó el sombrero mientras veía a la distancia a Elsa. La joven rubia miró también al sombrero y pensó que la observaba porque le haría alguna broma a su hermana. Eso si que no. El pobre sombrero sintió un aura amenazadora por parte de Elsa quien, para desgracia del accesorio, lo miraba con la advertencia casi grande pegada en su frente que decía: «Con, mi, hermana, no, te, metas», hasta el pobre objeto mágico sabía cuándo una advertencia iba en serio, con Anna, jamás se metería en su vida como objeto mágico. Lo había decidido. Pero le pareció cómico el actuar de su "niña de hielo", podía ser una buena y protectora hermana mayor, eso estaba más que confirmado. Miró hora a un joven de cabello blanco que no paraba de contemplar la belleza amenazante de Elsa, ¿cómo sería la joven princesita de Slytherin enamorada? Si tan sólo las serpientes supieran que idolatran a una de su misma especie de color blanco, de seguro les daría un infarto, la razón por la cual habló del temor de Slytherin es por eso mismo.
— Tu estarás en... ¡Gryffindor! — Anunció finalmente el sombrero.
Elsa sonrió complacida, sabía que los de Gryffindor eran buenas personas, los pocos con los que había convivido (excluyendo a Merida) la habían tratado bien a pesar de que los mayores sabían lo de su "problema", no le hacían de menos. Al contrario. Era su segundo hogar aparte de Slytherin. Vio un aura triste en Anna, pero ella le sonrió y, con ese pequeño gesto, fue suficiente para que Anna volviera a sonreír. La joven rubia sé tranquilizó aún más cuando vio a Merida pararse y darle la bienvenida a su hermana con esa sonrisa tan enérgica y cálida que la caracterizaban, sabía que estaría en buenas manos.
La ceremonia continuó sin contratiempos, la comida fue más que exquisita. Sirvieron: pavo, cerdo, helado, sopas para todos los gustos, ensaladas, pizzas, hamburguesas, refrescos de cola, vinos, jugos y todo aquello que se pudiesen imaginar. En el ambiente reinaba el compañerismo, la camaradería, nuevas amistades surgían entre los miembros de las casas y los novatos recién llegados. Elsa mantenía una charla cotidiana con Rapunzel y su nueva amigas Mavis mientras degustaban los exquisitos manjares que se aparecían con arte de magia en su mesa. Anna y Merida compartían una plática sobre las aventuras que ambas habían tenido con la rubia, desde que a la rubia y a la menor le gustaban robar galletas en medio de la noche a espaldas de su padres dormidos, hasta cuando Merida obligó a Elsa a meterse en el equipo de quidditch como sustituto de uno de sus miembros, cuando ella era de Ravenclaw. Eugene y Jack parloteaban de lo sensuales que eran mientras le hacían ojitos a las de nuevo ingreso, aunque los verdaderos ojos de ambos estaban atentos a un par de rubias que sonreían entre si en la mesa de los cuervos.
Cuando la cena dio por terminada, los nuevos miembros y los veteranos se formaron para irse a sus respectivas casas, excepto Elsa, quien esa noche la pasaría en el dormitorio de Slytherin. No quería que a Rapunzel ni a Mavis les hicieran de menos sólo por haberle dirigido la palabra. En el trayecto, se topó con uno de sus amigos, Hiccup, quien prácticamente corría a la residencia de Hufflepuff mientras entre sus manos llevaba una serie de huevos que con trabajo soportaba su escuálido cuerpo delgado. Pasó por su lado donde simplemente le sonrió dejando ver su sonrisa infantil, lazó una mano lo más alto que pudo antes de seguir corriendo para llegar a su casa. Luego tendría que hablarle, si Hiccup, el experto en dragones y criatura mágicas, tenía algo entre manos, sus amigos y ella se meterían en problemas, y eso a su vez no traería nada bueno, como en la ocasión cuando les pidió cuidar por una semana a aún bebé de esfinge quién no paró de hacerles adivinanzas básicas, a parte de los problemas para ocultarlo de los prefectos. Elsa había sufrido más por eso, ella era la que se lo llevaba a su cuarto por las noches.
Al llegar al cuadro que era la puerta a la residencia de las serpientes, la joven dijo las palabras claves y la dejó pasar sin contratiempos. Al entrar, vio las mismas caras que la miraban con respeto e inclinaban la cabeza ante ella. Eso era incómodo para la rubia. Siguió paseándose hasta llegar a la sala común donde de seguro estaría su amigo Eugene. Y en efecto. Ahí estaba él. El joven se encontraba sentado en el gigantesco sofá leyendo su libro favorito con sumo interés mientras, que a su lado derecho, estaba un joven de cabello blanco y ojos tan azules como los de la chica. Elsa sintió como su corazón empezó a latir al contemplar a aquel joven, pero simplemente lo ignoró, pensaba que había sido la larga caminata. La joven tomó asiento al lado izquierdo de su amigo donde se dejó escurrir en el cómo sofá verde de los de Slytherin.
— ¿Cansada? — Interrogó su amigo sin apartar la vista de la lectura.
— Algo, el camino es muy largo. — Afirmó la chica suspirando.
— ¡Hola! — Se escuchó la voz del muchacho que estaba alado de Eugene.
— Elsa, este es Jack, es amigo de tu hermana. — Le presentó el joven castaño.
— ¿Conoces a mi hermana? — Preguntó Elsa con tono frío.
— Sí, me mudé en frente de su casa hace un año. — Contestó Jack sonriendo.
— Ya veo. Soy... — Se iba a presentar cuando el peliblanco le interrumpió.
— Eres Elsa, la súper genial hermana mayor de Anna y su "futura esposa", bueno, eso me contó que te decía cuando era pequeña. — La joven se quedó boquiabierta, ¿qué tanto había dicho Anna?
— Si, supongo que mi hermana no sabe lo que es la discreción.
— Yo soy Jack Frost, tengo catorce años y el novato más guapo de todos. Mi especialidad es la magia nevada y me encanta hacer bromas. — Se presentó el joven.
— Mira, Elsa, un joven que comparte tus gustos "helados". — Eugene no pudo reír de su elocuente broma porque ya tenía la cara llena de nieve. — ¡Sólo se puede hacer magia en los salones!
— Uy, perdón, no controlo mis poderes aún. — Dijo entre risitas Elsa.
— Que broma de mal gusto. — Se quejó el castaño mientras se quitaba la nieve de la cara.
— ¡Que genial! — Comentó Jack riendo a carcajadas.
— ¡Vamos, novato! ¡Respeta a tu superior!
El trío se estaba riendo por la pequeña broma hecha hasta que uno de los integrantes más nuevos de Slytherin se les acercó, tenía la pinta de un verdadero príncipe de cuentos de hadas: Pelo pelirrojo oscuro corto con patillas, un rostro realmente masculino, una sonrisa encantadora y lucía un nuevo uniforme con el escudo de las serpientes. Aquel joven se aproximó hasta la rubia donde hizo una reverencia, como las que le solían dar todos los alumnos de aquella casa, y le tomó de la mano para luego depositarle un leve beso.
— Usted debe ser Elsa, la Reina de las Nieves y princesa de Slytherin... — Inició a hablar el joven, pero para Elsa eso ya era cotidiano. — Permítame preséntame, soy Hans de las Islas del Sur, un placer en conocerla.
— Igualmente. Ahora, si me permite... — La joven rubia retiró su mano y se acomodó un cabello que se le había salido. — Me retiraré a dormir, ocuparé la cama de siempre, la del antiguo dormitorio.
La Reina de las Nieves se paró de donde estaba y se fue caminado hasta subir unas escaleras realmente deterioradas. Años antes de que Elsa entrara, Slytherin había sufrido una remodelación creando un nuevo dormitorio femenino, pero ahora, tenía dos: el nuevo, que era el utilizado por todas las chicas. Y el viejo, que se usaba como bodega hasta la llegada de Elsa. La chica entró al dormitorio donde sólo había una cama, la suya, en el cuarto, todo lo demás estaba vacío y lleno de polvo. Las telarañas colgaban de las esquinas y uno que otro animal se podía escuchar, pero a Elsa no le importaba, en esa habitación estaba sola y nadie corría peligro. Su objetivo en la vida era no poner en peligro a las personas que la rodeaban, y si para ello tenía que condenarse para siempre a dormir en aquella cama en tal mal estado como estaba la de su propia habitación, con gusto lo haría.
La rubia se acostó directamente en la cama, había olvidado llevar su pijama. Se arremolinó entre las sábanas y empezó a cerrar los parpadeados, estaba cansada.
*Toc, Toc*
Se escuchó de repente atrás de la puerta de la habitación.
— ¿Elsa? ¿Estás ahí? Soy Jack. — La voz del joven que acaba de conocer retumbaba en la recámara.
La joven se paró perezosamente y se aproximó a la puerta donde simplemente se apoyó en la madera.
— ¿Qué quieres? — Interrogó la rubia.
— Quería decirte que eso que hiciste con Eugene fue genial, me gustaría que me enseñaras a hacer eso. — Pidió el joven.
— Jack, es tarde... Mañana hablamos, ¿te parece? — Sugirió la chica.
— Claro. ¿Elsa? — Le llamó el joven.
— ¿Si?
— Nada, olvídalo... Descansa.
Elsa tomó muy enserio las últimas palabras del joven porque apenas lo escuchó alejarse, se acostó de nuevo y esta vez se quedó dormida al instante.
Jack bajaba tranquilamente las escaleras, tenía curiosidad de saber si era cierto lo que le había dicho Eugene sobre sus poderes, además de que quería saber si tenía algún pretendiente o algo por el estilo. Había que admitirlo, a Jack le había gustado Elsa desde la primera vez que la vio, pero sabía que las cosas no eran como en un cuento de hadas cuyos protagonistas se casaban a la hora de conocerse, las cosas llevan su tiempo, y todo iniciaba con acercarse a Elsa. Jack tenía planeado que mañana, en el desayuno, hablaría con ella y no apresuraría las cosas, si es que ella también había sentido aquella potente atracción para con él. Iba bajando por las escaleras hasta que llegó a las de los nuevos dormitorios. Ahí. A punto de subir con esa estúpida sonrisa de niño bonito. Estaba Hans. Jack al penas verle, sintió una corazonada, y eso, amigos míos, no era nada bueno. Hans no le daba buena espina, y menos al darse cuenta que era demasiado "perfecto". Sus miradas se encontraron y casi se podía apreciar como luchaban con sólo las miradas y la temperatura comenzó a bajar. Pero de inmediato ambos se ignoraron mutuamente.
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El sol alumbraba la ventana clavada con maderas de la habitación de Elsa, en las pequeñas rendijas entraban los rayos solares con muy poca intensidad, pero suficiente como para despertar a la joven. Como de costumbre, fue la primera en despertar para irse a su propia recámara donde se bañaría y cambiaría de ropa. Se paró de la cama y bajó a la sala común. Vacía. Eso era lo que pensaba que estaba la sala hasta que mientras se encaminaba a la salida se topó con un joven de hermoso cabello blanco con unos pantalones holgados con copos de nieve y una camisa azul claro, tenía aires adormilados, se frotaba los ojos con pereza y bostezaba. Era obvio que estaba recién despertando. Elsa se acomodó el cabello lo mejor que pudo y la ropa, pues, estaba toda desacomodada y su cabello era un desastre.
— Buenos... días... — Saludó el joven peliblanco.
— Buenos días. — Contestó rápidamente Elsa sin mirarle.
— ¿A dónde vas? — Se interesó Jack.
— A mi habitación, si me disculpas.
La rubia salió de ahí lo más rápido que pudo, por alguna razón que aquel joven la viese así le daba suma vergüenza. Notó que su corazón se aceleró apenas al escuchar su voz, estaba así desde que fijó su mirada en él ayer. ¿Qué le estaba pasando? No sabía porque reaccionaba así. Todos los de Slytherin y los de Ravenclaw la miraban en recién despertada casi siempre y nunca sintió pena alguna, pero con Jack era diferente. Mientras trababa de tranquilizar sus irregulares latidos se encaminó hasta la residencia de los cuervos, ahí, dijo la palabra clave para que la dejara pasar el cuadro y se dirigió a su cuarto donde tomó una merecida ducha que la llegó a tranquilizar un poco, se peinó sus cabellos en una trenza que se enrolló hasta atarla en una cebolla y dejó su fleco caer a pesar de que no le gustaba tener la cara cubierta. Se vistió con su uniforme de Ravenclaw y se puso un par de guantes a los cuales Merida y Eugene estaba acostumbrados y que Jack no observó que llevaba. Colocó su varita mágica en el compartimiento de su uniforme y se dirigió enseguida al comedor.
Bajaba las escaleras que conectaban los dormitorios, toda la sala de Ravenclaw estaba llena de libros que ya había consumido, miró con nostalgia la ventana que tenía un espacio suficiente amplio para que dos personas se pudiesen sentar. Ahí, en ese mismo lugar, conoció a una chica más buena que pudo llegar a toparse en su vida y que, gracias a ella, ahora tenía como amigos a Merida, Eugene y Hiccup. Aquella joven era de hermoso cabello castaño que normalmente mantenía atado en una coleta con un moño azul, ojos de igual color y una voz hermosa. Su nombre, era Bella. Cuando ella había entrado, aquella muchacha estaba a tres años de egresar de Hogwarts, fue su primera amiga y que, por desgracia, también sufrió varios incidentes con su potente magia. Bella y ella siempre se sentaban a leer ahí, por el tamaño de Elsa, usualmente en sus piernas, y le leía historias muy buenas. Desvió la mirada ocultando su nostalgia. «Eso quedó atrás, Elsa. Bella ya no está aquí ni Adam para cuidarte de los demás cuervos», se recordó a si misma. Adam era el novio de Bella quien, igual que ella, la había tratado como su pequeña.
Siguió avanzando a través de la sala común de Ravenclaw cuando sintió como unos brazos intrusos se apoderaban de los suyos obligándola a parar. Eran Rapunzel y Mavis quienes la miraban con reproche. Ambas jóvenes ya estaban listas al igual que Elsa, sus uniformes puestos con el símbolo de los cuervos junto con su corbata azul. La rubia de largos cabellos tenía el ceño fruncido al igual que la chica gótica, Elsa iba a empezar a hablar pero se lo impidieron arrastrándola fuera de la sala para llevarla al gran comedor donde ya le esperaban sus amigos, los nuevos y su hermana para desayunar todos juntos en la mesa de Gryffindor y poder hablar sobre lo que les había parecido aquel primer día. La rubia sólo se podía dejar arrastrar mientras se preguntaba el porqué de aquella acción, aunque le parecía realmente tierno por parte de las menores que la llevarán así, sólo Anna le hacía aquello, ya lo extrañaba.
Bajaron por las escaleras móviles donde casi se quedan atrapadas de no ser peque Elsa sabía ya el movimiento de cada una de aquellos objetos mágicos. La joven tomó a sus amigas y corrió al extremo seguro de los pisos antes de que la escalera se moviese. Siguieron su camino hasta llegar al gran comedor donde, lo primero que vieron, fue la gran melena roja y rizada de Merida quien ya estaba con Anna, Eugene, Hiccup, Jack y otro joven el cual ninguna de las tez chicas conocía. Mavis, Rapunzel y Elsa se acercaron a la mesa donde la rubia se sentó al lado de su hermana, la de largos cabellos junto a cierto castaño con una barba y la joven gótica se sentó junto a la joven Reina de las Nieves, pues a ella y a Rapunzel era a las únicas que conocía de aquellas personas.
— ¡Buenos días a todos! — Saludó Merida con una sonrisa.
— Buenos días. — Contestaron las tres recién llegadas.
— ¡Bueno, como tenemos novatos será menor que nos presentemos! — Sugirió la de cabellos de fuego. — Soy Merida DunBrochy soy la capitana de quidditch de Gryffindor, un placer.
— Soy Hiccup Berek, miembro de Hufflepuff. Me gustan los dragones y criaturas mágicas. — Dijo un joven escuálido y tímido que se ocultaba tras de la joven capitana.
— Soy Eugene Fitzherbert, miembro de Slytherin y mejor amigo de la rubia fría que está allá. — Se presentó el joven.
— Y tengan cuidado, si no tienen algo es muy probable que lo tenga Eugene, mejor conocido como el "ladrón Flynn" — Comentó en broma Merida mientras se comía una manzana.
— Soy Elsa de Arendell, miembro de Ravenclaw. — Fue el turno de la rubia, se sentía muy nerviosa.
— ¡Hola a todos! Soy Anna de Arendell, hermana de Elsa. — Empezó a hablar la pelirroja de trenzas mientras aprensaba el brazo de su hermana con posesión. — Y ella es la persona que más amo en mi vida, como hermana, no como otra cosa, bueno, quizá si fuera chico, si, aunque mirándola no está tan mal, digo, si fuera chico, claro, ella me gusta mucho. Espera. ¿Pero qué dije?
Todos en la mesa se rieron ante Anna, la pobre tan emocionada por volver a estar con su hermana que no pudo conciliar el sueño aquella noche, y ahora, que estaba junto a ella, los envíos la traicionaron y la hicieron hablare incoherencias.
— Soy Rapunzel Corona, miembro de Ravenclaw y me gusta mucho pintar. — Se presentó la joven rubia de largos cabellos.
— Soy Jack Frost... — Inició el peliblanco.
— Frosty~ — Comentó Anna riendo.
— Soy Jack Frost... — Reafirmó. — Miembro de Slytherin y me gusta hacer bromas.
— Soy Mavis Drácula, miembro de Ravenclaw. Me gusta conocer cosas nuevas y aprender. Y mi mayor deseo es ser tan poderosa como Elsa. — La joven gótica miró a Elsa recibiendo enseguida una mirada amenazante de parte de Anna.
— Yo soy Kristoff Icsnow, miembro de Hufflepuff. Amo el hielo, el hielo y la nieve es mi vida... — Se presentó un joven de cabello rubio cual princesa y muy varonil.
Después de las presentaciones, todos se adentraron en una chalara común y corriente. Anna estaba narrando a Elsa lo que había pasado en sus tres años de ausencia cuando se fijó que su hermana mayor portaba unos hermosos guantes de color azul que tenían delicadas figuras de copos nevados.
— Elsa, ¿por qué traes esos guantes? — La joven rubia se quedó estática. Estaba tan habituada a usar aquella prenda mágica que casi se le olvidaba que los llevaba.
— Los guantes me los regaló el Sr. Norte y una de mis superiores que se llama Bella junto con su novio, Adam. Me ayudan a controlar mis poderes. — Explicó Elsa con una sonrisa triste.
— ¿¡Adam!? ¡¿La Bestia Adam?! ¡Ay, ese hombre si era un buen jugador! Recuerdo que él me regaló mi primera escoba... Ya que hablando de esto... ¿qué les parece si vamos al capo de quidditch? Ya saben, es sábado... No hay clases... — Intentó Merida.
— ¡Ah, no, eso no! ¿A caso piensas aburrir a los nuevos con eso? — Se quejó Eugene.
— Tranquilo, ¿qué les parece si les enseñamos a los nuevos el castillo? — Ofreció Elsa sonriendo.
— Yo digo que si. — El primero en acceder fue Jack ganando la atención total de Elsa y que ambos corazones latieran rápidamente.
— ¡Yo también digo que hagamos lo que Elsa dice! — La segunda fue Anna.
— Lo que Elsa diga, yo conociendo que está bien. — Mavis igual aceptó.
— ¡Está bien, vamos! — Cedió Merida.
— ¡Si! De hecho, chicos, les tengo una sorpresa a ustedes tres. — Comentó Huccup con una sonrisa enorme.
Los jóvenes miembros del recién formado grupo rieron ligeramente, excepto Merida, Eugene y Elsa quiénes rieron de forma nerviosa, sólo los que conocían realmente a Huccup sabían que cuando les decía la palabra "sorpresa" era porque tenía que ver con alguna criatura que él había encontrado. Y para Elsa, lo que acababa de decir y los huevos que llevaba ayer le dieron aún más sospechas, pero quiso darle el privilegio de la duda. Mientras Elsa pensaba en que se traía entre manos Hiccup, Jack no paraba de verla, le gustaba, lo admitía, apenas la vio fue como si sólo existiera ella, se le quería acercar más, pero no sabía cómo. Y menos. Sabiendo el tipo de hermana que tenía, ya que Anna no paraba de hacer gesto para llamar la atención de la rubia que se turnaba entere prestarle atención a Mavis y a Anna al mismos tiempo, era un caos aquella mesa, algunos hablaban de que hacer después de la exploración por el colegio, Anna -como siempre- trataba de llamar la atención de Elsa, Rapunzel charlaba con Eugene mientras que él simplemente le escuchaba con cara de nada sorprendido.
Desde la mesa de Slytherin, un joven de porte real observaba al recién formado grupo de amigos, y sobre todo, a cierta pelirroja que no dejaba ni a sol ni a sombra a Elsa, aquel muchacho sabía que si quería acercarse a la "princesa de Slytherin" tenía que ser algo muy cercano de su hermana. Sonrió con malicia, en su mente se estaba engendrado un plan que sólo él sabría. Su objetivo: ser respetado por todos, que todo el mundo lo viera hacia arriba. Quería un poder que nadie pudiese superar. Aquel joven tenía un conocimiento prohibid, un conocimiento que adquiero cuando dio a parar a cierto callejón donde sólo los magos malévolos se reunían, sabía cómo quitarle el poder mágico a un mago convirtiéndolo en un simple muggle. Se rio a carcajada pequeña y casi insonoras, estaba a punto ansioso por poner en marcha su plan. Pobre de aquel joven, no sabía que su presa era más poderosa, tan poderosa que ni ella misa podía controlar aquellos poderes que le habían sido otorgados al hacer y que, por culpa de este, sería considerada un monstruo.
¿Continuará?
NOTAS DE LA AUTORA:
Primer *: Para los que no sepan, una cebolla es ese chongo que se hacen las bailarinas, o mejor explicado, el peinado que lleva nuestra querida Elsa cuando es coronada.
NOTAS PARA LOS LECTORES Y DIVAGACIONES DE LA AUTORA:
¿Qué les pareció? xD Esta medio idiota, lo admito. Ahora, algo que me gustaría que ustedes decidan (saben que adoro que me den ideas) ¿Quieren un romance entre Merida y Hiccup? ewe O cuales parejas (esto es JELSA, aclaro, así que Jack y Elsa son intocables) quieren que aparezcan en esta historia? Me ayudarían de mucho.
Como siempre: Dejen su comentario aquí abajito owo me sirve de mucho de motivación y para ver si este escrito tiene futuro.
ACLARACIONES:
Los capitulo saldrán cada mes –aproximadamente- por cuestiones de la escuela y todo eso, ya saben, escuela y escritura no van, ya que solo podría escribir a lo mucho uno o dos días a la semana, sumado a lo que pudiese escribir en un momento de ocio o aburrimiento.
Ahora si, sin más por escribir, me despido de ustedes. Hasta la próxima.
Zakuro Hatsune.
