Disclaimer: Los personajes de Once Upon a Time no me pertenecen y son propiedad de sus respectivos autores. Esta historia esta creada para fines de entretenimiento y cualquier parecido con la realidad es coincidencia

Lo único que ella podía ver por la ventana de su habitación era el puente que llevaba del castillo al resto del pueblo al que ella no iba desde el día que su esposo, el rey Leopoldo, decidió que la reina no tenía motivos para estar ahí.

Regina no se había resistido a los deseos de su marido, pues sin Daniel, su gran amor, ella no tenía deseos de regresar al pueblo. Ella se quedaba en el palacio, la mayoría del tiempo metida en su habitación, solo salía cuando el rey se lo pedía y cuando eran horas para comidas

La reina no podía ocultar su tristeza desde que su madre había convertido en polvo el corazón de su amado Daniel y todo gracias a la hija de Leopoldo: Snow White

Regina a duras penas podía ver la cara de la niña sin tener ganas de arrancarle el corazón y hacerlo polvo igual que Cora lo había hecho con Daniel

—Regina, querida — Su madre, Cora, había entrado a la habitación con el mismo porte superior de siempre — Deberías estar en el comedor para el desayuno. El rey te espera

La reina aparto su vista de la ventana para mirar a su madre

—No tengo apetito — La voz de Regina era tan audible como un susurro. Sus bellos ojos cafés carecían de brillo y sus labios rojos temblaban al pronunciar las palabras — No creo estar en condiciones de bajar, me siento indispuesta

—Indispuesta o no, tienes que bajar haya con tu esposo y ser la reina que deberías de ser Regina — Respondió Cora acercándose a ella — No vas a arruinar todo el esfuerzo que hemos hecho para que tu estés aquí, para cumplir tu sueño…

—¿Mi sueño? Madre — Interrumpió Regina acercándose a Cora con determinación — Este no es mi suelo, es el tuyo… Mi sueño era casarme con Daniel y tener una vida feliz juntos — sus ojos se llenaron de lagrimas y sintió como un nudo en la garganta se iba formando — Pero eso no estaba en tus planes

—¡Por dios Regina! Deja de lamentarte por eso muchacho que no valía nada y se la reina que debes ser. Así que seca esas lagrimas y baja de inmediato, siéntate al lado de el rey, sonríele y hazle creer que eres feliz a su lado — Cora sonrió descaradamente — No es tan difícil

Regina observo con odio a su madre mientras ella daba media vuelta y salía de la habitación. Respiro profundamente y camino hacia el espejo, busco un pañuelo y lo paso por debajo de sus ojos.

Cuando termino de bajar las escaleras el Rey camino hacia ella y le dio la mano, ambos caminaron al comedor y Leopoldo ayudo a Regina a sentarse

—¿Cómo amaneciste hoy cariño? — Pregunto él

—Muy bien —Respondió Regina con una sonrisa

—Buenos días — Saludo Snow Whit la hija del Rey

Regina concentro su mirada en el plato con frutas que tenía en frente. No quería voltear a ver a aquella adolescente y recordar que por su culpa Daniel había muerto

Para el Rey, Snow Whit era la luz de sus ojos, era la hija y la princesa perfecta. Para Regina, ella era una niña mal criada a la que le cumplían cada capricho que ella tenía y que no sabía respetar la privacidad de los demás

—Hija —Dijo el Rey con una sonrisa — ¿Tienes listo tú vestido para esta noche?

—Claro papá, todo está listo

—¿Esta noche? — Pregunto Regina confundida — ¿Qué pasara esta noche?

—Es el baile por mi cumpleaños querida, ¿A caso lo olvidaste?

—Pero tu cumpleaños en dentro de tres días

—Lo sé, pero tendré que salir del reino y no podre estar aquí. Por eso decidimos adelantarlo

—Ya recuerdo

Regina tomo el tenedor, tomo un pedazo de fruta y lo metió en su boca. Genial, lo que necesitaba, un baile en el que tenía que sonreír y saludar todo el tiempo del brazo del Rey. Tendría que bailar con cada caballero, príncipe y rey que lo solicitara y conversar de cosas que para ella no eran de interés. Pero así era la vida de la Reina

Después del desayuno donde el Rey y Snow hablaron sobre cada detalle del baile, Regina decidió regresar a su habitación y seguir mirando por la ventana con el recuerdo de Daniel en su cabeza, con el recuerdo que aquellos momentos que habían pasado juntos


Por la noche, la reina tomo su lugar junto al rey para bajar por las escaleras. Después de ser anunciados, Regina y Leopoldo bajaron lentamente mientras todos hacían reverencia ante ellos. Cuando estuvieron en la pista todos aplaudieron. El rey dio la señal y la música comenzó a sonar

Regina bailaba siguiendo a su esposo y con la mejor sonrisa que tenía en el rostro. Las parejas de la realeza comenzaron a unirse a ellos. La fiesta había comenzado a tomar forma, todos bailaban o charlaban con una copa en la mano.

El rey fue interceptado por el rey Midas y Regina decidió dejarlos solos, camino hasta el jardín donde había muy poca gente que la molestara. Los presentes la saludaron con una reverencia y segundos después se retiraron

La reina se recargo en el balcón y observo el reino con un suspiro de nostalgia. Su vida realmente era mucho mejor antes de ser la esposa del rey, antes de ser una esposa y una mujer ejemplar, antes de que Daniel muriera

—Regina, Leopoldo te está buscando — Informo Cora —Sera mejor que regreses adentro

—¿Quieres darme un respiro madre? — Alego Regina molesta

—Una reina no tiene respiros, ya deberías de saberlo… Ahora regresa al lado de tu esposo

Regina comenzó a caminar a la entrada del salón y antes de entrar puso una gran sonrisa en el rostro

En cuando Leopoldo la vio entrar extendió su mano y espero a que su esposa llegara a su lado.

—Pedí nuestra canción — Dijo el rey con una sonrisa

—Que bien querido

Comenzaron a bailar con todo el mundo observándolos. Leopoldo veía a Regina con adoración y sonreía por tenerla a su lado. Regina trataba de verse lo más feliz posible.

Esa noche la reina se veía radiante con un vestido rojo en ella que resaltaba el color de su piel canela, el escote de su espalda y las mangas largas del vestido la hacían ver tan delgada y pequeña que la gente la miraba y la trataba con gran delicadeza. Leopoldo sabía que tenía una mujer hermosa a su lado y que era envidiado por los otros reyes al tener una esposa tan joven

La tranquilidad de la noche se vio arruinada al momento que una flecha paso a centímetros de la cabeza de la reina. Todos emitieron un grito, Leopoldo abrazo a Regina a su cuerpo y los guardias corrieron hacia todos lados buscando al tirador

—¡Ahí esta! —Grito uno de los guardias señalando uno de los balcones

Todos los guardias corrieron hacia el arquero tratando de atraparlo

—¿Estás bien cariño?

Regina estaba en tal estado de shock que a duras penas escucho las palabras de Leopoldo, ella solo asintió y dejo que el rey y su madre la llevaran a la habitación

—¡Esto no puede ser posible! ¿Cómo pudo pasar? — Cora estaba indignada caminando de un lado a otro de la habitación

—Cálmate Cora, no paso nada — Dijo el rey sentándose al lado de su reina en la cama

—¿Y si hubiera pasado?... La querían matar… Necesitamos a alguien que la proteja

—Cora, para eso están los guardias

—Los guardias no son suficientes su majestad. Estando aquí los guardias no pudieron protegerla

—Su majestad —El jefe de la guardia entro e hizo una reverencia — El arquero ha escapado, no pudimos identificarlo

—Lo ves — Cora se acerco al rey y lo miro a los ojos — Leopoldo, tienes que entender. Es mi única hija y estando aquí con ese asesino suelto corre peligro

Leopoldo asintió y miro al guardia, se levanto y camino hacia él

—Quiero que refuercen la seguridad en la habitación hasta que encontremos al arqueo

—Si su majestad — El guardia hizo una reverencia y salió de la habitación

—Leopoldo, tengo una sugerencia — comento Cora temerosa

—Dime

—Deberíamos sacar a Regina del castillo y refugiarla en otro lugar con alguien que la cuide

—Me parece una buena idea… Se puede quedar en la cabaña cerca del monte custodiada por mis mejores guardias

—Sin ofender querido, pero si se queda ahí será muy obvio para quien sea que trate de matarla y en tus guardias no confió… Conozco al mejor hombre para el trabajo

—Está bien, llámalo y que se presente aquí esta misma noche… Regina dejara el castillo por la mañana de la forma más discreta posible

Cora salió de la habitación con la seguridad que la caracterizaba

—Todo va a estar bien cariño — Leopoldo abrazo a Regina y ella le correspondió. ¿Quién quería matarla? Y ¿Por qué?


Una hora después Cora apareció seguida de un hombre vestido de verde y café con un arco en la mano y las flechas en la espalda. Su cara estaba cubierta por una capucha y olía a bosque

—¿Quién es este hombre? — Pregunto Leopoldo

—Robín Hood — Lo presento Cora

—¿El ladrón? — Pregunto Regina con incredulidad

—Disculpe my lady, pero yo no soy ningún ladrón — Aclaro Robín

Su voz era profunda y grave. Cuando él se quito la capucha Regina se sorprendió ante aquel hombre, era bastante atractivo

—Es su majestad para ti — Aclaro Leopoldo — Cora, ¿Estás segura que esta es una buena idea?

—Es el mejor hombre que conozco para el trabajo. Además es un arquero y puede proteger a Regina

—El mejor si me permite decirlo — alardeo Robín — Le prometo que la cuidare con mi vida

—Si algo le pasa Hood, sobre tu cabeza caerá — Leopoldo salió de la habitación no del todo feliz

—Supongo que está decidido — Dijo Cora con una sonrisa — Prepárese señor Hood, partirán por la mañana

Bueno, esta es mi primer historia Outlaw Queen, espero que les guste y la encuentren entretenida. Espero sus comentarios y si tienen alguna sugerencia aganmela saber