Capítulo 1: El regreso
Era
un primero de septiembre, las seis y media de la mañana. En
una elegantisima mansión, un chico de diecisiete años
abría sus fríos ojos grises y procedía a
levantarse, echo hacia atrás las verdes y suaves sábanas
de seda dejando ver su piel pálida piel y sus fornidas formas,
su cuerpo juvenil justificaba en todo esplendor aquellos diecisiete
años... tenía el cabello rubio platinado, un poco
revuelto, seguramente por la mala noche que acababa de pasar. Se
sentó un instante en la cama, como si no quisiera abandonarla
por completo, pues lo que se vendría desde ahora en adelante,
seguramente no sería nada agradable para él, no quería
pensar en lo que sucedería cuando abandonara su mansión,
pero era casi inevitable... Desde entonces solo se oían voces
y más voces dentro de su cabeza y por más que quería
callarlas, era inútil... Se dirigió al baño de
su dormitorio, en donde ya estaba impecablemente planchado el
uniforme que debería usar por todo aquel último año.
Descubrió su cuerpo y se metió a la ducha, cada
movimiento era mecánico y programado, el no estaba dentro de
sí, se había perdido en algún lugar de su
cabeza, envuelto en todas aquellas pesadillas que lamentablemente
eran su realidad. Al salir para envolverse con la toalla, se topo con
ese enorme espejo adornado con serpientes talladas, se detuvo ante su
reflejo, mirando aquellas cicatrices que por fuera parecían
completamente cerradas, pero que por dentro le ardían más
que nunca, logró reconocerse pero su mente no quiso regresar a
ocupar su cuerpo.
Saliendo
de la enorme casa se instalo en el negro carruaje mientras los elfos
domésticos cargaban su equipaje y el cochero tomaba lugar para
comenzar el viaje a King's Cross.
En
la estación todo era barullo y desorden, en el andén 9
y ¾ el revuelo era peor, pero pareciera que él no
escuchaba nada, en eso, un niño pequeño (de primer año
pensó él) pasó por su lado dándole un
pequeño empujón... si aquel hubiese sido el Draco de
antes, seguramente el pequeño se habría arrepentido de
su torpe carrera, pero como no era así, no ocurrió
nada, el rubio no se molestó, pero lo siguió con su
mirada, el niño corría a abrazar a su madre para
despedirse, llenándole la cara de besos. Y Draco sintió
cómo el corazón se le apretaba dolorosamente dentro del
pecho y recordó ese momento, siete años atrás
cuando besaba la mano de su madre para despedirse mientras los
punzantes ojos de su padre se clavaban en él con ademán
imperativo, el sabía ya lo que significaba aquella mirada, él
estaba destinado a ser el orgullo de su padre para mantener el
prestigio de su familia y su apellido... Sacudió su cabeza
para borrar desaparecer la escena y sin perder más tiempo,
subió al tren.
Avanzaba
por el pasillo buscando un lugar vacío para sentarse, quería
estar solo. Mientras caminaba entre la multitud de estudiantes que
hablaban animadamente de sus vacaciones entre otras cosas, le alcanzó
un codazo en el estómago, pero no tenía fuerzas para
discutir con nadie así que siguió caminando sin
siquiera darse vuelta... esto de andar recibiendo golpe tras golpe
entre la multitud arremolinada suele ocurrirles a las personas que
caminan distraídas, sin rumbo, a paso lento, pero quién
lo había golpeado sin querer mientras caminaba en dirección
contraria era una chica, una chica de cabello castaño menos
enmarañado que años anteriores y ojos miel, era
Hermione Granger, que si se volteó para intentar disculparse,
pero solo alcanzo a ver varios pasos más allá a un
muchacho alto de espaldas anchas y cabello rubio, lacio... algo
desordenado, solo algo... -¿quién es?- Se preguntaba
ella, se veía bastante bien, pero no había podido ver
su cara... permaneció así algunos segundos mirando al
chico mientras se alejaba con pasos pesados, hasta que sintió
las voces de sus amigos Ron y Harry la llamaban desde el otro extremo
del vagón para que se reuniera con ellos.
Draco
había logrado sentarse solo y se quedó mirando por la
ventana la intensa lluvia que perseguía el viaje del tren,
ensimismado en sus pensamientos sin la más mínima
expresión en el rostro y con los ojos casi sin brillo.
Le esperaba un año demasiado desagradable, lleno de pruebas que él ya no quería cumplir casi... le esperaba la soledad y el repudio de todos...
