Cookie
Todo comenzó con un simple gesto amable por parte de aquel muchacho de cabello blanco. La preocupación desinteresada que observo en aquellos ojos la hicieron sonrojarse de inmediato, sentir como sus dedos chocaron entre sí cuando él le entrego su paraguas para que la lluvia no la mojara acelero su corazón, verlo levantar a duras penas el pesado paquete que ella debía transportar la hizo suspirar. En pocas palabras, el trayecto que recorrieron juntos hasta la casa de Cookie dejo a la maravillada niña de once años totalmente confundida acerca de los sentimientos que tenía por Lincoln Loud.
Al principio Cookie pensó que definitivamente lo que sentía era por la caballerosidad que presencio, ella se negaba a creer que era como las mujeres de las películas que se enamoraban solo porque si, sin embargo, el recuerdo del gesto amable del muchacho peliblanco no dejaba sus pensamientos y sueños. Lincoln era un muchacho atractivo, pero Cookie nunca paso demasiado tiempo con él para considerarlo su tipo. Sin embargo, todo eso cambio ahora que pasaba día tras día siguiéndolo de cerca sin que lo notara. Realmente era un muchacho dulce, el haber crecido junto a tantas hermanas, cada una con su propio carácter, no lo había insensibilizado. De hecho le resultaba increíble como las toleraba a todas y ayudaba por igual, casi como si tuviera un plan para todo. La admiración por el peliblanco aumentaba, cada noche sus sueños le traían a Lincoln a su lado hablándole de forma cariñosa, luego pasaron a besos y abrazos, y en la última semana cada encuentro en el reino de Morfeo terminaba cuando las manos de Lincoln recorrían su figura, quitándole la ropa y acariciándola gentilmente en lugares que la hacían estremecerse.
El deseo hizo que Cookie finalmente decidiera acercarse al peliblanco, pero se vio frustrada por la atracción que este sentía por Cristina, y se recrimino a si misma por haber tardado demasiado. Sin embargo, la muchacha pelirroja no mostraba ningún interés por su amado y tener una oportunidad la alegro, pero nada podía ser demasiado bueno para ser cierto, se trataba de la niña ruda del colegio Ronnie Anne Santiago, quien al parecer sentía atracción por su hombre. La primera vez que pensó en aquellas palabras se sintió avergonzada, no había nada entre ellos más que amistad de simples compañeros de clase, pero los sueños que aumentaba la intensidad de su relación imaginaria opacaban su juicio y susurrándole la felicidad que le esperaba entre sus brazos.
Cookie no pudo hace nada para detener la avalancha de furia iracunda que la invadieron mientras veía al amable Lincoln ser victima de burlas por parte de la chica Santiago, y los celos que la apuñalaron cuando observo al mismo muchacho darle un beso a aquella abusiva en medio de un restaurante. En aquel momento Cookie sintió que algo dentro de ella se quebraba, desde ese momento decidió que si su amado no lograba darse cuenta de que nadie aparte de ella era la mejor opción para ser su novia, entonces lo obligaría a darse cuenta. Claro que el nerviosismo y enfado que siempre la asaltaban al estar cerca de su amado fue un problema.
Comenzó a dejarle notas anónimas recordándole momentos que solo ella recordaba, le dio regalos hechos con su ropa interior los cuales dejaba dentro del cuarto del muchacho a través de la diminuta ventana en mitad de la noche, y al regresar a su cuarto tras esas transgresiones no podía evitar tocarse pensando en Lincoln. Imaginando que eran los dedos de su amado los que se hundían cariñosa y rítmicamente en su interior, deseando que la imaginación diera paso a la realidad y la tomara. Sin embargo, ninguna de sus tácticas tuvo resultados, quizás porque nunca dejo una pista.
Cuando Ronnie Anne se mudo de Royal Woods, la fugaz alegría que sintió se vio frustrada por la repentina aparición de Paige, el regreso de Cristina, y ahora, una nueva estudiante llegaría a la escuela y su amado Lincoln parecía demasiado entusiasmado por la noticia.
Meses de no ser notada llevaron a Cookie al límite de la cordura. Debía tomar medidas drásticas y debía hacerlo rápidamente usando su pasión por preparar postres para tener a Lincoln a su lado de una vez por todas.
El día en cuestión era agradablemente soleado, Cookie estaba algo cansada por no haber dormido la noche anterior preparando las galletas que deseaba regalarle desesperadamente a su amado, un regalo que solo podría se degustado por el muchacho peliblanco y únicamente por el muchacho peliblanco. Si alguien más se atrevía a degustar esas galletas ella se moriría de vergüenza, no sin antes asesinar a quien cometiera tal atrevimiento.
Ese fue el motivo por el que ella espero hasta que Clyde dejara solo a su amado Lincoln, el nerviosismo de Cookie llego a su máximo cuando le pidió al muchacho de polera anaranjada que la siguiera a un pasillo solitario. La muchacha de cabello castaño apenas logro sacar temblorosamente el recipiente que contenía las seis galletas que preparo. Un casi inaudible "Las hice para ti" salieron de sus labios cuando se las ofreció, su corazón palpitaba tan rápido que hacia brillar de color carmesí a su rostro. La respiración de la pequeña de vestido lila se agito desmesuradamente, que se encontraba a punto de desmayarse, cuando escucho un alegre "Gracias" junto a la sonrisa sincera de su amado.
Ver a Lincoln Loud dar el primer mordisco con alegría la hizo gemir ligeramente, afortunadamente pudo hacer pasar el gesto por un ataque de tos. Cookie sentía la boca seca cuando Lincoln termino la segunda galleta y se disponía a tomar la tercera, la frustración que acumulo por tanto tiempo finalmente exploto mientras su mente se perdía en aquel mundo de fantasía que creo y la realidad que deseaba sucediera de una vez. El recordatorio de todas las mujeres que estaban tras su amado peliblanco también fueron un factor.
— ¿Te gustan las galletas Lincoln?— pregunto de manera seductora tratando de controlar su respiración agitada. Nuevamente aquella sonrisa de su amado la asalto e hizo que su entrepierna se humedeciera, el deseo de que su amado probara el ingrediente especial desde su fuente nublaba su juicio—T-T-Tus g-galletas… Mmm… Tienen mi néctar de amor — exclamo en voz alta, la cordura de Cookie desapareció momentáneamente por el deseo de que Lincoln la abrazara, la besara, la tomara en aquel pasillo de la escuela fundiéndose en un solo cuerpo de una vez por todas.
Pero luego de un par de segundos la mirada inquieta que Lincoln, quien intentaba comprender el significado de aquellas palabras, le regreso el juicio a Cookie con tal fuerza que intento hundirla en el suelo. Y al ver como la mirada de Lincoln se ensombrecía mientras lo entendía todo, pensó que quizás debería hundirse en la tierra para evitar la vergüenza que ardía con fuerza en sus entrañas.
Todo empeoro cuando la voz de Clyde resonó a lo lejos buscando a Lincoln. Cookie quedo petrificada intentando decidir que hacer, salir corriendo de ahí o arriesgarse a todo y robarle un beso a su amado, pero los nervios ya no la dejaban moverse. Lo último que espero fue ver a Lincoln dándole una sonrisa, una sonrisa diferente a cualquiera que jamás le hubiera visto en el rostro, traviesa, lujuriosa, todo junto sin perder aquella amabilidad característica. En solo un instante Lincoln tomo las galletas restantes y las devoro con rapidez, chupándose los dedos al final provocando que Cookie se estremeciera con el sonido que producían los labios de su amado.
La muchacha de cabello castaño sintió una comezón en todo el cuerpo y sus piernas flaquear cuando el muchacho de cabello blanco le sonrió nuevamente y se acerco a su lado, la respiración de su amado le provocaba cosquillas en el cuello y oreja izquierda que aminoraban esa molesta picazón. No estaba segura, pero parecía que su amado Lincoln disfrutaba verla en ese estado.
Y lo comprobó cuando sintió una repentina ráfaga de aire seductor sobre su oreja lanzada por su amado, aquella maravillosa sorpresa la hizo lanzar un fuerte gemido de placer mientras una excitante descarga eléctrica bajaba por su columna hasta su entrepierna.
— Son las mejores galletas que probé en mi vida…— fueron las palabras de agradecimiento de Lincoln por aquel delicioso regalo.
Cookie apenas lograba mantenerse de pie, y al escuchar esas palabras que le alegraron el corazón sus piernas finalmente se negaron a cargar con su peso. Pero fue algo bueno ya que entonces su amado Lincoln la apreso entre sus brazos para que no cayera al suelo, al tenerlo tan cerca la muchacha de cabello castaño perdió la noción del tiempo y finalmente sucumbió a sus deseos y le entrego su primer beso al muchacho que la estaba enloqueciendo. Sin duda sentir aquellos labios en la realidad era mucho mejor que solo soñar con ellos. Desde ese momento todo se volvió confuso y borroso, aquel beso aumentaba en intensidad y pasión, a pesar de ser la primera vez pronto consiguieron encontrar un ritmo para recuperar el aliento sin alejarse, recorriendo el cuerpo del otro hasta que la necesidad del aliento del otro los invadía. El lejano recuerdo de Clyde o el hecho de que se encontraban en la escuela no le importaba a ninguno, sobre todo a Cookie.
Repentinamente Cookie sintió el suave contacto de un colchón sobre su espalda mientras Lincoln la recostaba gentilmente, lo único que la mente de la muchacha logro pensar fue que ya no estaban en la escuela, pero poco o nada le importaba más que continuar sintiendo los apasionados besos de su amado. Las piernas de Cookie al encontrase libres de la fuerza de gravedad en aquel cómodo lecho no perdieron el tiempo y se enroscaron alrededor de las caderas de Lincoln con desesperación, logrando que ambos amantes sintieran una descarga de placer cuando sus entrepiernas se alinearon dando un preludio a lo que pasaría después.
El contacto de labios y la excitante pelea de lenguas que provocaban ya no eran suficientes para satisfacer el deseo que se incrementaba entre la pareja. Lincoln centro su interés en la oreja de Cookie y se entretuvo mordiéndola ligeramente mientras provocaba que la muchacha se estremeciera y lanzara gemidos que le eran agradables y supo que iba por buen camino. En respuesta la muchacha de cabello castaño intentaba que sus cuerpos se acercaran más y entonces noto lo molesto que resultaba la ropa, su propio cuerpo le susurraba que se librara de ese obstáculo para encontrar una sensación mucho más placentera. Al ser su primera vez Cookie se encontraba nerviosa, pero sobre todo ansiosa de que sus fantasías de tantos meses finalmente se hicieran realidad.
Lincoln sintió el movimiento de caderas de Cookie y una nueva ola de placer le recorrió el cuerpo entero, dejo de mordisquear la base del cuello de su amante y se separo un poco para liberar su miembro, que en ese momento estaba a cargo de todo. Al mismo tiempo la muchacha de cabello castaño ya no soportaba que aquel obstáculo de tela interfiriera con su pasión. Ambos amantes se separaron un poco al mismo tiempo y comenzaron a quitarse la ropa del área púbica desesperadamente.
Cookie se recostó levemente y levantando las caderas procedió a quitarse las pantis empapadas de su néctar de amor, recorriéndolas por sus piernas hasta llegar a los pies y noto que todavía traía los zapatos puestos. Mientras tanto Lincoln luchaba por quitarse los pantalones, la erección que tenía le obstruía el libre movimiento y el sudor provocado por la excitación le pegaba la ropa al cuerpo, y apenas logro bajárselos hasta las rodillas antes que Cookie lo atrajera para continuar besándose, intentando reponer esos valiosos segundos perdidos. En medio del desenfreno de pasión reanudada la piel de la entrepierna de ambos se rozo de forma inesperada. Lincoln y Cookie perdieron el aliento durante un instante quedando en shock por aquella nueva ola de sensaciones placenteras.
El muchacho peliblanco sufría de ligeros espasmos en la cadera y en su miembro viril que intensificaban la electrizante sensación que la suavidad de la piel de la muchacha le transmitían. Por su parte la muchacha de cabello castaño luchaba por recuperar el aliento que le arrebataba el movimiento del falo ardiente del muchacho cuando chocaba contra su sexo.
Luego de algunos minutos ambos amantes novatos lograron acostumbrarse a ese contacto lujurioso, la ropa que traían puesta les resultaba verdaderamente incomoda, pero por ningún motivo se alejarían ahora que descubrieron este nuevo nivel de placer, se miraron a los ojos desbordando excitación y con una sonrisa traviesa acordaron continuar juntos al siguiente paso.
Les tomo unos instantes encontrar el modo de encajar el uno con el otro, sin embargo, en cuanto lo hicieron o Lincoln parecía tener algo de conocimiento o estaba demasiado ansioso para detenerse, cualquiera fue la razón en apenas tres estocadas el muchacho peliblanco penetro completamente a la muchacha castaña dándose unos instantes para sobrellevar aquella avalancha de sensaciones. Las descargas eléctricas, la suavidad, y la calidez que Lincoln sentía a través de esa unión eran indescriptibles y abrumadoras. Cookie por su parte nuevamente trataba de recuperar el aliento, mientras su sexo era llenado de manera brusca entre jadeos, la lujuria comenzaba a ser opacada por el dolor de su primera vez, sin embargo, en cuanto su amado la lleno por completo cualquier rastro de dolor fue olvidado por la descarga eléctrica que inundo cada parte de su ser y el grito de placer que no pudo reprimir.
El resto de los minutos que duro el encuentro fue una danza rítmica de los cuerpos de la pareja de jóvenes de once años, sus jadeos y gemidos iban en aumento al mismo tiempo que la velocidad de su vals se intensificaba. Lincoln trataba de sobreponerse a la fatiga y el inminente clímax para continuar cerca de Cookie, y la muchacha de cabello castaño igualmente trataba de no alejarse clavando sus uñas en al espalda de su hombre y aprisionándolo con sus piernas.
Con un fuerte grito de placer ambos cayeron rendidos sobre la cama, Cookie no dejo de abrazar a su amado por temor de que solo fuera un sueño más, la ropa que no se quitaron por su impaciencia se encontraba bañada en sudor y le dificultaba relajarse, un error que no cometerían la próxima vez…
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Tras escuchar el sonoro toque a su puerta y la voz de su madre llamándola, Cookie abrió los ojos sobresaltada encontrándose en su habitación completamente sola. El calor de Lincoln ya no estaba, su cuerpo se encontraba húmedo por el sudor y el néctar que goteaba por su entrepierna, pero no había rastro del dolor que sintió al haber entregado su virginidad. Agitada busco algún rastro de la presencia de su amado peliblanco en el cuarto, pero no encontró nada, las sabanas estaba limpias sin ningún rastro de su aroma o prueba de su reciente acto carnal. Y con gran decepción tuvo que aceptar la idea que tal vez todo fue un sueño.
— ¡Cookie!— la madre de Cookie se encontraba molesta pues desde que entro en la habitación fue ignorada por su hija, que parecía estar buscando algo en su cama— ¿Cuánto tiempo más piensas hacer preocupar a tu amigo?— regaño a su hija, quien tras haber estado despierta toda la noche horneando galletas termino teniendo un colapso en la escuela y luego su amigo la trajo amablemente a casa.
— ¿Q-Qué a-amigo?— pregunto Cookie esperanzada, quizás lo último fue un sueño, pero ahora recordaba claramente que le entrego las galletas a Lincoln.
— Baja de una vez y lo sabrás. Ha estado esperando a que despiertes todo este tiempo— le informo su madre con una sonrisa picara adivinando todo el asunto— En lugar de quedarte despierta toda la noche, debiste invitarlo a tomar el té…— antes de que pudiera continuar su hija paso como un rayo a su lado.
Cookie no tenía tiempo para los consejos de su madre, sin siquiera ponerse los zapatos se apresuro para bajar al segundo piso y cerciorarse de que ese amigo fuera Lincoln. Pero por la prisa resbalo en los últimos escalones de la escalera, se encontraba lista para recibir un fuerte golpe, pero en lugar de eso un par de brazos la sujetaron con firmeza. Se trataba de Lincoln regalándole la sonrisa que le gustaba tanto.
— ¡Cookie! ¿Pero que estas haciendo, jovencita?— la madre de Cookie se encontraba aliviada y furiosa por el comportamiento descuidado de su hija— ¿No te hiciste daño? ¿Y tú Lincoln?— pregunto preocupada.
— No se preocupe señora Buttercup, estamos bien— Lincoln se apresuro a llevar a Cookie hasta el sofá donde la recostó con gentileza.
La muchacha castaña solo se quedo quieta observando a su amado peliblanco hablando y calmando a su madre, antes que esta regresara a la pastelería dejándolos solos por al menos dos horas.
— No te preocupes, cambie las sabanas y baje antes que tu madre llegara…— Lincoln intento explicar porque se fue sin decir nada, pero sus labios fueron apresados.
Cookie no aguanto más y se lanzo sobre Lincoln para besarlo, ya sea que todo fue un sueño o no, no estaba dispuesta a perder a su peliblanco. Su beso no tardo en ser correspondido con la pasión que le demostró que todo fue real. Ahí, sobre el sofá, nuevamente se entregaron a sus deseos, tener la ropa puesta era un gran fastidio, pero en esta ocasión no podían quitárselas por el temor a que alguien entrara en la casa repentinamente, aunque los gritos que estaba dando podrían atraer la atención de todo el vecindario. En esta ocasión se permitieron disfrutar de la cercanía de sus cuerpos hasta llegar al clímax, y esta vez la muchacha castaña pudo darse cuenta de cierta maestría en las caricias de su amado peliblanco.
— E-Esta no fue tu primera vez ¿Verdad?— Cookie se detestaba a si misma por romper la agradable atmosfera mientras se arreglaban la ropa, pero necesitaba una respuesta a sus sospechas.
— En realidad… Es un si a medias…— explico Lincoln sintiéndose apenado, provocando que los celos y la furia de su pareja se dispararan.
— ¿C-Cómo es eso?— pregunto Cookie de manera amenazante, no le importaba que Lincoln hubiera tenido otras parejas, pero se aseguraría que no se repitiera. Y un ligero temor de estar yendo demasiado lejos la invadió, después de todo solo tuvieron sexo no se comprometieron, en especial el muchacho, a nada más.
— Llegue a tercera base con… eh… una… mujer hace tiempo…— Lincoln continuo su explicación luciendo bastante nervioso. No estaba seguro de cuanta información revelar sin comprometer a esa persona femenina— Todo fue bastante raro y al final no llegamos a nada y no volvimos a hablar del asunto— termino de explicar mostrando una sonrisa nerviosa.
— ¿Fue alguna de tus hermanas?— Cookie deseaba sacar cualquier duda de su sistema ahora.
— Jajaja. Suenas igual que mis padres— comento el peliblanco con una carcajada, pero se forzó a continuar serio ante la mirada amenazante de Cookie— No. No fue con ninguna de mis hermanas. Y debo agradecerte a ti por eso— explico Lincoln luciendo aliviado— Tus notas y regalos me ayudaron a liberar el estrés sexual que había acumulado con mis hermanas. En serio, estuve a punto de a la fuerza al cuarto de L-… Bueno, no importa, eso quedo en el pasado cuando mi novia secreta me ayudo a soportar estos meses fantaseando con el día que nos encontráramos. Y por eso me deje llevar cuando me dijiste el delicioso ingrediente secreto de tus galletas— el muchacho peliblanco se sentía renovado para otra ronda y atrapo a su pareja por la cintura para darle un cariñoso beso.
Cookie no cabía en si por la felicidad de haber escuchado esas palabras mientras intensificaba la pasión del beso, no solo su amado peliblanco también había fantaseado con su encuentro sino que lo había apartado de cometer actos indecentes con sus hermanas, aún le inquietaba la identidad de la mujer misteriosa que engatuso a su amado, pero lo dejaría para después. Por ahora se encargaría de disfrutar una agradable ducha con su novio.
Su madre podría regresar en cualquier momento y descubrirlos, pero esa sensación de peligro comenzaba a parecerles excitante a la recien formada pareja de novios.
