Disclaimer: Los personajes pertenecen a JK Rowling
La Vena Negra del Destino
Capítulo 1: (Des)Encuentro
Hermione creía que todo había acabado, que con la derrota y destrucción de Voldemort ocurrida unas semanas atrás ya nada ocurriría, sin embargo olvidó, al igual que muchos otros, que algunos habían escapado, y que esos mismos se encargarían de dejar en claro que por más que desearan despertar inmediatamente en un nuevo mundo, libre del mal, eso era imposible.
Como mejor prueba de aquello nuevamente se habían visto enfrascados en un tórrido enfrentamiento en Hogsmeade. Aquel pueblo, que ya había sido devastado, debía sufrir un último ataque sin piedad. Las personas que ahí habitaban recién comenzaban a respirar tranquilamente, cuando no tuvieron tiempo de reaccionar, siendo abatidos en aquel momento 5 inocentes magos.
Todo el lugar se encontraba entre un sin fin de gritos, llamadas de auxilio, personas que corrían con rostros atormentados mientras se apoyaban y refugiaban en las paredes, protegiéndose de los rayos que salían disparados de lugares desconocidos, de las llamas que hacían arder las vitrinas desprendiendo la madera que las sostenía. La destrucción se observaba en cada recóndito lugar de aquel pueblo, que cada vez más se asemejaba a un cementerio.
Hermione ha diferencia del resto iba contra la corriente, agitada se movía por el centro de la calle, con varita en mano. El sudor que recorría su rostro provocaba que se le pegara la tierra y el humo oscuro en su piel, mientras daba pasos apresurados para llegar a su destino, ayudar a sus amigos. Sólo debía atravesar aquella cortina de humo, fuego y chispas de hechizos para lograrlo y deseaba hacerlo pronto, para estar con Harry y Ron, que se encontraban otra vez peleando por sus vidas y por la de todos los que los rodeaban.
Aún cuando apenas podía respirar se apresuró para encontrar a sus amigos, a quienes hayó enfrascados con tres encapuchados que no dejaban de lanzar hechizos. Se detuvo a tomar un respiro antes de ayudar a sus amigos de la mejor forma, cuando su mirada se vio dirigida hacia un costado, justo donde se encontraba el "Cabeza de Puerco", ya que algo le había llamado la atención, pero no era el lugar hecho escombros, ni el letrero destruido, sino unos quejidos suaves, lejanos, pero cargados de dolor y suplica, que hicieron que su piel se erizara completamente. Volvió la mirada hacia sus amigos, ahora sólo quedaban dos contra dos. Su mente rápidamente funciono intentando tomar una determinación, decidiendo que su misión era auxiliar a aquella persona que estaba dentro de lo que quedaba del bar.
Esquivando pedazos de vigas sueltas del techo que llegaban a tocar el piso, sin apartar las tantas mesas y sillas que encontraban desparramadas y rotas por el camino, debió taparse la boca con la manga de su túnica para poder alejar aquel aroma asfixiante. Con la varita enfundada brillando en la punta por el lumus que había emitido sin voz, sentía el rechinar de algo que la hizo estremecer, un inevitable deseo de salir corriendo de ahí se apoderó de su cuerpo, pero prefirió omitirlo, se obligó a seguir, llegando al centro de la taberna.
Donde antes había estado una barra, en esos instantes se encontraba partida por la mitad, con la parte final volteada en el suelo, y bajo ella sobresalían unos dedos inmóviles y bañados por un hilo de sangre. Sobrecogida se agachó, intentando controlar su ansiedad, mientras sus ojos seguían el recorrido de la mano hasta encontrar al otro lado de la barra el cuerpo desfalleciente de un hombre mayor, su cabello y larga barba gris estaban cubiertos de una capa de hollín y tierra.
- Aberforth…- susurró Hermione reconociendo al hermano de quien fue el director de Hogwarts.
Colocándose a su lado intentó revisar que estuviera bien, o que por lo menos presentara algún signo de de vida. Encontró un débil pulso en el cuello de aquel hombre que le devolvió un poco de calma. Rápidamente intentó levantar con sus manos la pesada carga que tenía atrapando casi la mitad del cuerpo del tabernero, utilizó toda la energía disponible, pero ni siquiera fue capaz de remecer el obstáculo, empezando a pensar que todo aquello no era más que una acción vana y peligrosa, no para ella sino más bien para el hombre.
- Vete, sal de aquí, no te preocupes por mi- escuchó Hermione que le decía Aberforth.
Asombrada observó como el hombre retomaba lentamente la conciencia, intentando por todos los medios de hacerla salir de ahí, de que lo dejara antes de que fuera demasiado tarde también para ella.
- Lo sacaré, pediré ayuda, pero no lo dejaré aquí- le mencionó Hermione agitadamente en sus vanos intentos de ayudarlo.
- Que no entiendes, corres peligro, aún están cerca, te atraparan, debes salir, por favor, haz lo que te digo niña- le recriminó él haciendo su máximo esfuerzo para lograr que la chica entendiera el peligro al que se exponía.
- Sí cree que lo dejaré morir aquí sin hacer nada se equivoca- comenzó a decir Hermione buscando a su alrededor algún trozo grande de madera que le sirviera de palanca.
- Chicos testarudos, creen que tienen el mundo a sus pies, sólo porque se ven jóvenes, pero eso los termina cegando, te digo que salgas y te opones… aquí hay peligro - balbuceó Aberforth con voz cansina.
Hermione buscaba por todos lados, sabía que su varita no sería suficiente, necesitaba tener un soporte extra sino llegaba ayuda, porque comprendía que entre tanto escombro y humareda eso se tardaría, por lo que debía actuar por si misma.
En el exterior las cosas aún no se calmaban, peor aún las cosas iban en aumento, se escuchaban más seguido lejanas explosiones, el cielo estaba cubierto por fumarolas de humo negruzco. Cuántos habían caído, aún no se sabía con certeza, pero un par de cuerpos inertes descansaban en diferentes partes del pueblo, impregnando todo con el olor a muerte, destrucción y abandono que ya comenzaba a esparcirse.
Hermione no podía quitarse de la cabeza imágenes de destrucción, luchaba por no imaginarse a sus amigos heridos, tan sumida estaba en sus pensamientos que no escuchó las incesantes peticiones Aberforth para que lo dejara, tampoco se percató de que el fuego que había consumido todo el local vecino, ya estaba tocando las paredes que quedan en pie del Cabeza de Puerco. Menos logró si quiera imaginar que aquellos suaves sonidos que se acrecentaban a su alrededor, pertenecían a los pasos de un hombre que la llevaba observando cuidadosamente hacía rato, cual animal asecha a su presa, con los ojos brillantes de hambre, con los labios resecos que lentamente eran humedecidos por su lengua.
- Mierda- murmuró reprimidamente la chica al sentir como una astilla de la viga que había intentado mover, se le había incrustado en uno de sus dedos.
La arrancó sin miramientos de su piel lanzándola lejos. Rápidamente se llevó el pulgar a su boca intentando calmar el dolor y cortar la pequeña hemorragia que había brotado. Cuando estaba detenida en esa labor, logró por fin, escuchar unos cercanos sonidos, extraños y atemorizantes. Lentamente se volteo buscando el origen de aquel ruido, pero todo parecía más abandonado que nunca.
Una vez terminado la inspección que había hecho rápidamente quiso volver a su trabajo, pero una sombra la hizo detenerse. Su mirada encontró con asombro y horror unos ojos mercurio que resaltaban en aquella penumbra del atardecer, el fuego cercano entregaba una extraña luz anaranjada que simplemente aumentaban el efecto de aquella mirada profunda y peligrosa. En sólo una fracción de segundos Hermione comprendió que aquel hombre de túnica negra, era alguien a quien ella conocía. Con la varita enfundada frente a si, apuntando directamente al mortifago, intentó no mostrar ni un solo vestigio de temor.
- Malfoy- lo nombró para hacerle saber que no sólo sabía de su presencia, sino también su identidad.
- Vaya, vaya, vaya, pero a quien me he venido a encontrar…- comenzó a sisear con voz suave Draco sin despegar ni un segundo la vista de ella- … la sangre sucia al rescate- terminó diciendo con expresión de asco.
- Cállate Malfoy- le exigió con voz baja y dura.
La expresión de Hermione se había ido tensando cada vez más, su mandíbula dura mantenía sus dientes apretados y su ceño fruncido ocultaba un poco sus ojos marrones.
- Siempre esa manía de querer salvar al resto, sólo por querer ser la heroína, ¿te querías vanagloriar de salvar a esto?- preguntó él, acercándose a Aberforht hasta lograr pisar una de sus manos.
- Basta- gritó Hermione ante la sonrisa cada vez más amplia en el rostro de él, que le daba un aspecto mucho más oscuro.
- Intenta detenerme- la desafió.
- Estás atrapado- le indicó Hermione apretando aún más los dientes y su varita.
La pregunta de por qué él no la había amenazado con la suya no dejó de rondarle en la cabeza, aunque podía apostar que en la mano que ocultaba la tenía lista para usarla en su contra.
- No me hagas reír, estás sola, completamente sola- mencionó Draco volviendo a usar un tono bajo casi acaramelado al final.
Hermione sintió un escalofrío recorrerla de pies a cabeza.
- Tú también lo estás- le recordó la castaña tratando de mostrar la mayor seguridad posible.
Aunque no le agradara la idea, Hermione sabía que al ser así podrían tener un enfrentamiento parejo, aunque él manejara artimañas oscuras, ella no se dejaría vencer fácilmente, le daría la batalla. Si no lograba derrotarlo por lo menos le daría tiempo a que algún auror o sus amigos los encontraran.
- ¿Y eso te agrada?- inquirió él, comenzando a usar una sonrisa de medio lado mientras avanzaba un paso.
- No te muevas- le exigió ella estirando lo máximo posible su brazo.
- ¿O si no qué?- preguntó Draco, sin sentir ni una pizca de temor ante la posición y energía de la bruja.
- Expelliarnus- gritó Hermione, sin siquiera temblarle la mano.
Draco ante esto, reaccionó con rapidez, un hechizo apenas murmurado, con su varita simplemente en la mano, logró provocar que un escudo, parecido a una cortina de humo, se formara alrededor de su cuerpo. El hechizo lanzado de Hermione rebotó en aquel manto gris, desviándose hacia un pedazo de techumbre que aún lograba mantenerse en pie, cayendo estruendosamente a poco menos de un metro de ellos, justo sobre uno de los tantos barriles llenos de licor.
Una nueva nube de polvo se levantó, ambos debieron refugiarse sobrecogiéndose en si mismos para no recibir los pedazos de escombros, ni tampoco para aspirar la mezcla asfixiante de tierra y humo que los envolvió.
Hermione intentó no toser, pero le fue imposible, sintió de pronto en su garganta un intenso picor, al igual que en sus ojos, que no dejaban de soltar pequeñas lágrimas. Sin embargo no dejó de mantenerse alerta, sabía que él estaba ahí cerca, quizás en las mismas condiciones, o tal vez listo y dispuesto a atacarla. Cuando escuchó un suave deslizamiento muy cercano a ella, elevó nuevamente su varita, pero ya era tarde, apenas hizo el movimiento, sintió en su cuello la presión de una punta de madera.
- No te muevas- le murmuró Draco sin prisas, sin dejar de presionar su varita contra su rival.
Hermione al sentirse expuesta de aquella manera, apenas pudo respirar otra vez.
- Siempre con hechizos tan… infantiles, hasta un niño de primer año haría algo mejor que eso- le increpó él, burlándose del vano intento que realizó la castaña para defenderse.
Hermione logró enfocar su vista un poco más, reconociendo la poca distancia que los separaba, Draco estaba ahí a unos diez centímetros de su cuerpo. Con ese porte imponente, con esa prestancia elegante, haciéndola sentir intimidada, nerviosa, con unas cosquillas en su bajo estómago producto del renaciente temor que aquello le provocaba, y sobre todo porque aquel hombre, egocéntrico, malvado, despiadado y todos aquellos adjetivos negativos que se le iban a la mente, le producían una indecible e imperdonable atracción, que había intentado ocultar en lo más recóndito de su mente desde finales de quinto año, recordándose constantemente que él era un mortífago, un chico que no le había dicho más que insultos, que había sido capaz de ver como la torturaban sin siquiera hacer algo, sólo esquivando la mirada, tal vez más por el asco que ella le provocaba que por algún sentimiento de culpa.
- ¿Qué es lo que quieres?- se atrevió a preguntarle al verse bajo su dominio.
Draco simplemente la observó, deslizando casi imperceptiblemente su varita por la tersa piel del cuello de Hermione, casi saboreando el tenerla así. Imaginando decenas de formas para acabar con ella, pero a la vez batallando con aquella parte de su cuerpo que había comenzado a pensar en cambiar su varita por sus labios y sentir con ellos la suavidad que observaba.
El odio que sentía por ella se vio acrecentado por eso, jamás aceptaría que una parte ínfima de sus instintos la deseaba, pensando que bajo esa fachada de mojigata, come libros insaciable y señorita perfecta, debía haber otra clase de insaciabilidad y fiereza. A pesar del repudio que sentía no pudo evitar esbozar una sonrisa.
Hermione observó aún más desconcertada aquel gesto, no dejó de cuestionarse qué podría estar pasando por la mente de aquel chico para sonreír, acaso ya había encontrado la forma de deshacerse de ella, una forma cruel y despiadada. Esa sonrisa la había llenado de contradicción. Por un momento le pareció un ángel, como aquellos que alguna vez vio en la casa de sus abuelos, unos ancianos fieles creyentes de un Dios Supremo, de santos y ángeles protectores. Pero también aprendió con ellos que había otros seres no celestiales, aquellos que representaban lo opuesto, los demonios, las bestias, el diablo, y aquel que tenía enfrente, de rasgos perfectos y afilados, de tez blanquecina como la nieve, ojos plateados y cabellos dorados, no podía ser más parecido a un demonio. Lo que tenía en frente era sin duda un ángel caído, un ángel malvado.
- Antes de tener que terminar esto, quiero probar algo- murmuró él acercándola aún más a su cuerpo, mientras no dejaba de hacer presión en aquel delgado cuello, llevando su mano disponible hasta la de ella, sosteniéndola con fuerza para hacerla soltar su varita.
- Dejame- mencionó Hermione entre un gemido de dolor por la presión que estaba ejerciendo sobre su muñeca.
- Suelta la varita- le ordenó Draco con voz baja, pero ruda.
El "jamás" que intentó pronunciar en respuesta a su orden sólo quedó en la primera sílaba, antes siquiera de poder seguir un dolor intenso se apoderó de su cuello, cortándole por unos segundos la respiración al sentir el extremo de la vara presionar sin piedad sobre su piel.
- Ahora- lo escuchó susurrar en su oído.
Hermione cerró sus ojos sin poder evitarlo, ya no lograba sentir su mano, el agarre era extremo, ni siquiera se percató en que momento había aflojado sus dedos, sólo supo que había perdido su varita cuando escuchó el retumbar de la madera bajo sus pies.
Estaba perdida, así se sentía. Bajo sus pies ya no debía haber nada, porque no lo percibía. Ya no tenía fuerzas, apenas podía controlar sus piernas que temblaban a cada segundo y lo hicieron aún más cuando se percató que su cuerpo ya no estaba separado al de él, sino más bien, él estaba pegado a ella, y no lo entendió.
- ¿Qué diablos crees que haces Malfoy?- le preguntó con cierto desconcierto y repudio al verlo, o mejor dicho, al sentirlo friccionarse contra su cuerpo.
Ante esa pregunta Draco se detuvo a observarla a escasos centímetros de distancia de su rostro, sin aún quitar la varita de su posición, sin soltarle la mano prisionera. Sonriendole con más socarronería antes de responderle.
- ¿De verdad eres tan ingenua?- le cuestionó, mirándola fijamente a los ojos, dejándola petrificada con la respuesta que ella logró vislumbrar en esas orbes.
- Ni se te ocurra creer que…- comenzó a decir de manera brusca, desesperada y gritada.
Hermione quería continuar diciéndole que jamás en su vida, ni en el peor de los casos dejaría que él lograra tocarle más allá de lo que en ese instante hacía, pero un movimiento inesperado la dejó nuevamente congelada.
Los labios de Draco Malfoy, aquellos que miles de veces la insultaron, aquellos que se doblaban en un gesto de asco al verla, que casi la escupieron, en ese momento se encontraban sobre los suyos, moviéndose como nunca habría ni soñado, capturando casi de manera salvaje su boca. Con los ojos abiertos, pero sin siquiera ver, no fue capaz de moverse ni rechazarlo, menos responderle. Sólo se quedó ahí sin defensas, mientras él sólo intensificaba su acción, mordiéndole el labio inferior.
-¿Por qué no reacciono?- Se cuestionó Hermione, que no lograba entender porque su cuerpo no quería moverse para golpearlo. Buscó un poco de fuerza y cordura dentro de si misma, impulsada por el repudio a lo que estaba viviendo, repitiéndose mentalmente que no debía importarle estar aún bajo la amenaza de él. Cuando ya estaba dispuesta a mover una de sus piernas para ponérsela donde más le doliera, sintió una intrusa colarse entre sus labios dejándola otra vez indefensa. Una cosa suave, húmeda, cálida y veloz, se abrió paso entre ellos de manera intensa y apresurada. Intentó cerrarle el paso, no obstante en vez de apretar los labios, terminó cediendo, de manera irracional se vió a si misma dándole cabida a la lengua de él en su boca, que buscó rápidamente la suya para acariciarla.
Ese simple acto la desconectó totalmente, sólo empezó a sentir pequeñas descargas eléctricas viajando desde esa pequeña porción de su cuerpo hacia otras partes, y lo peor de todo era el agrado que le provocaba.
-No, es mentira, no me puede agradar- se reclamó.
- ¿Por qué le gustaba?- se preguntó.
Más no tenía la respuesta clara.
Él le incitaba a mover su lengua con la de él, hasta que ella terminó rindiéndose. Se entregó a aquella danza de carne húmeda y febril, mientras cerraba los ojos para olvidarse que estaba en esa situación con su enemigo, y que afuera había una batalla, para sólo vibrar con la batalla que tenía en su boca. Estaban besándose como si el mundo se fuera a acabar, porque así era, estaba prisionera de él y ese era su destino, el mundo que ella conocía ya comenzaba a desaparecer.
Draco Malfoy no le importaba nada más, la deseaba y se saciara de aquello en ese instante. No le interesaba por el momento que ella fuera una sangre sucia, amiga de Harry Potter, la supuesta novia de Ron Weasley, que fuera miembro de la Orden del Fénix y heroína de guerra, nada de eso era importante, salvo que era una mujer, que había cedido a su beso y la tenía respondiendo mejor de lo pensado a su boca.
Su ego crecía a cada segundo al saber que la había doblegado, pero no era suficiente, quería más, quería todo, por eso suavemente, sin que ella se diera cuenta bajó su varita para dejarla nuevamente en su bolsillo. Con las dos manos libres capturó las de ellas para aprisionarlas a su costado. Ante esto la escuchó soltar un gemido, no supo si de dolor o de placer, pero no le importó, el simple sonido logró aumentar su nivel de excitación, juntando aún más su cuerpo al de ella, sintiéndola en su totalidad.
Draco observó que a espaldas de Hermione había una parte de un mesón y sin pensarlo mucho la hizo retroceder con mucha calma los pasos suficientes para que su cuerpo quedara casi sentado en aquel mueble. Al darse cuenta de esto, Hermione abrió de súbito los ojos. Él ya estaba preparado para que en cualquier momento ella gritara, lo intentara golpear y batallará, así que comenzó a actuar más rápido. Sin dejarle tiempo para dar ni un respiro arremetió con su lengua hasta lo más profundo de su garganta, utlizando sus piernas para apretar las de ellas, dejándola a su merced.
Con el cuerpo recostado en la tabla de madera, Hermione logró reaccionar luego de participar unos minutos en aquel nuevo beso. Dejó de besarlo, para sentirse prisionera bajo del cuerpo del rubio. En ese momento Draco también había dejado de besarle la boca, para dirigirse a su cuello, ahí justamente donde ella tenía la marca de la varita que casi le dejo incrustada.
- Basta, suéltame- logró decir Hermione, entrecerrando los ojos al sentir aquellos mordiscos en su cuello haciendola vibrar. Su cuerpo temblaba y lamentablemente también lo hizo su voz, dejando entreverle a él que no sólo tenía algo miedo, sino que este estaba mezclado con algo parecido al deseo.
- No te escucho convencida Granger- le respondió Draco en el momento en que decidió rozar su creciente miembro en la entrepierna de ella.
Hermione distinguió ese algo duro y firme moverse y presionar bajo su vientre, provocando que el temor volviera a fundirse con la dolorosa excitación que se apoderó de aquella zona en la cual estaba siendo frotada.
- Déjame, detente- le suplicó, intentando mover su cuerpo para escapar, logrando con ese gesto darle mayor movimiento al vaivén de sus cuerpos.
- Veo que quieres participar- mencionó el rubio usando una voz ronca, producto de las sensaciones que lo llenaban.
Draco decidió soltarle una mano, deseaba sentirla en toda su extensión. Desplazándola de arriba abajo, por toda la silueta de Hermione, rozándole uno de sus pechos, pequeños y a la vez firmes. Luego se fijó en su cadera, apretandola con fuerza, pero no se detuvo, ni siquiera porque la mano libre de Hermione lo intentó parar. La siguió bajando por el muslo sedoso de ella hasta la rodilla y de ahí de vuelta en su recorrido, deteniéndose en uno de sus senos, masajeandolo desesperadamente, pero aún así no era suficiente, quería sentirlo en toda su expresión, al par que ella escondía tan bien bajo sus holgados uniformes.
- Que par de tetas escondías- le gruño él, al verla y sentirla contornearse sutilmente con esa caricia.
- Eres….- intentó decir Hermione algún insulto, pero quedó consternada al sentir como rápidamente su túnica y la blusa que llevaba puesta fueron abiertas de par en par, dejando su pecho expuesto, sólo cubierto con un simple brassier blanco.
Draco ni siquiera la escuchó, simplemente se quedó mirando lo que tenía dispuesto para jugar. La tenía tiene bajo suyo. Le besó la boca. Le mordió el cuello. Le lamió el espacio entre sus pechos. Le succionó el pezón que quedó a la vista cuando logró con sus dientes bajarle un poco el brassier. Ni siquiera tenía pensado en quitárselo completamente, ya con eso le bastaba. Sonrió y aumentó la presión de sus labios en aquel botón marrón al escucharla lanzar un reprimido quejido cargado de placer.
- ¿Te gusta?- se atrevió a preguntarle con una sonrisa de soslayo, deleitándose de verla con la boca entreabierta, media jadeante, casi como una sedienta, con el pecho subiendo y bajando rápidamente.
- No…eres asqueroso- le escupió Hermione intentando no llorar.
- ¿Y esto?- le volvió a preguntar llevando una mano a la entrepierna de ella, para darle una caricia firme y lenta en toda la zona.
Hermione quiso reafirmarle que no, pero su espalda sufrió una extraña contorsión producto de una ola de calor que surgió de aquel lugar profanado. Lo volvió a ver con esa sonrisa, aquella que le hacía pensar que no era tan malo como parecía, que simplemente había tomado el lado equivocado, llevado por su familia, por aquel hombre despiadado que fue su padre. Quería creer que aquello que lograba ver en lo profundo de esos ojos grises si existía, que no sólo era lujuria y maldad, que había algo más que no podía describir ni descifrar.
- ¡Idiota!- Se recriminó a si misma, no entendía como era posible que lo tuviera encima, tocándola, a punto, tal vez de violarla, y ella estuviera intentando buscarle el lado bueno.
- Él no es bueno, es malo- se repitió internamente, sin dejar de pensar en como era bueno con las manos al sentirlo acariciarle su sexo por debajo de la ropa. No se dió cuenta en que momento él había logrado colar su mano hasta allí, pero ahí lo tenía entre su piel y la ropa, colándose más abajo a cada pasada, alcanzando un punto que al ser presionado por sus hábiles dedos la hacia sentir a punto de explotar.
- Oh- se le escapó de la boca a Hermione. Ese dulce gemido logró excitar aún más al rubio, confirmándole, que aunque ella lo negara, lo deseaba.
Hermione quería ser racional, intentó obligarse a ello, no podía estar ahí, a merced de él, dejándose tocar, como jamás nadie lo había hecho, logrando explorar espacios que ni ella se había atrevido realmente a llegar. Comenzó a respirar profundamente para concentrarse y no tomar en cuenta lo que fuera que él le estuviese haciendo, aunque fuera casi imposible Quería volver a pelear para salirse de ahí y escapar antes de que fuera demasiado tarde. Pero recordó algo que había escuchado tiempo atrás, no debía gritar, llorar o patalear, porque eso lograría excitarlo aún más. Por eso debía ser pausada, lo más serena que aquella situación la dejara ser.
- No hagas esto, Malfoy… por favor – le pidió, diciendo su nombre y las últimas dos palabras lo más lento posible, como si quisiera suavizarlo en un susurro.
- Yo sé que tú quieres, me lo acabas de demostrar- le respondió volviendo a besarla, más fuerte que antes, sin darle espacio para respirar.
La siguió tocando y ella se siguió estremeciendo bajo suyo. En esos momentos más que odiarlo a él, se odiaba a si misma, ¿quién en su sano juicio lograría sentir placer porque un hombre la toque sin consentimiento?, tal vez una masoquista, una desquiciada, o tal vez era el exceso de aroma a alcohol que había en aquel lugar. Las cientos de botellas quebradas en el piso dejaban escurrir los licores que se entremezclaban en la atmósfera. Hermione no dejaba de preguntarse si tal vez estaba borracha sólo por aspiración, y a su vez, necesitaba creer que así era para entender la razón de porque estaba casi totalmente entregada a aquellas caricias.
Draco sintió de pronto que ya no podía más, una parte de su cuerpo le reclamaba atención, ya no servía que se frotaran sobre la ropa, no, eso sólo había servido para ponerlo más alerta. Le dolía su miembro, que palpitaba por lograr salir de su pantalón, pero sabía que antes de hacerlo ella debía estar lista para recibirlo, así que condujo sus manos hacia el broche del pantalón de ella, profundizando el beso para despistarla. Cuando lo tuvo listo, empezó a deslizar la ropa por sus piernas, Hermione logró darse cuenta de esto, he intentó detener el beso moviendo su boca, pero fue imposible, sólo le quedaba una opción que rápidamente llevo a cabo, le mordió el labio fuertemente para lograr detenerlo.
- Mierda- reprimió Draco, pero sin dejar su labor, dejándole los pantalones y lo demás justo un poco más arriba de las rodillas a Hermione.
Cualquiera que la viera desde fuera, diría que está entregada, no hablaba, ya había perdido la voz, no se movía para escapar, ni siquiera intentaba golpearlo. Así como estaba a medio desnudar, se sentía expuesta, vulnerable. Observó como Draco acercó una mano a su entrepierna, sus dedos largos y fríos comenzaron a deslizarse suavemente entre sus pliegues, como si quisiera darle una nueva caricia. Aquel gesto la hizo entrecerrar los ojos por unos instantes, tiempo que le sirvió a él para desprenderse de su ropa. El pantalón y boxer descansaron al final de sus piernas.
Esa imagen hizo temblar a Hermione, lo tenía en frente, desnudo, con su miembro turgente, enrojecido y magno, apuntándole directamente. Draco tembló de deseo, la tenía lista y dispuesta, casi sin moverse, con las piernas a medio entreabrir y una humedad que lograba vislumbrar desde su posición.
Sin más reparos Draco se inclinó sobre el cuerpo de ella, que en vano intentó sobrecogerse. La tenía prisionera, con su pecho aplastándola, con sus labios nuevamente devorándola.
Hermione se dejo hacer sin inmutarse, hasta darse cuenta como aquella mano fría que no había dejado de acariciar su sexo comenzó a abrirle aún más sus piernas. Intentó en un vano gesto poner resistencia, pero no fue lo suficiente. Respirando agitadamente, con el corazón latiendo desbocadamente, sintió algo caliente colocarse en su entrada. Apretó con fuerza los ojos a la vez que intentó cerrar las piernas, pero ya era tarde, Draco al sentir la calidez y estrechez en aquel lugar, de una certeza y fuerte estocada se abrió paso entre el cuerpo femenino.
Dos gemidos retumbaron entre los escombros, uno de placer, Draco se sintió casi en la gloria, y otro de dolor, Hermione creyó que se partía en dos, le quemaba, le escocía, la mataba. Él se clavó más, entrando completamente y una ola de delicia le recorrió desde los pies hasta la cabeza. Ella intentaba no gritar, sólo dejando escapar algunas lágrimas.
- Si te relajas, serás la que más disfrute- le susurró Draco, mientras escondía su rostro en el cuello.
La penetró una y otra vez, cada salida y entrada lo impulsaba a aumentar el ritmo. Una de sus manos volvió a capturar su seno destapado y comenzó a jugar con el, masajeándolo, moldeandolo, humedeciendo sus dedos con los fluidos de ella delineando el erguido pezón. Sus gemidos graves y fuertes se colaban con fuerza en los oídos de ella.
Hermione se encontraba aferrada a la espalda masculina, en su afán de encontrar cierta calma, pero no lo lograba, a cada embiste sentía como si una gran daga afilada la desgarrara por dentro. Luego de minutos en esa tortura, se logró sentir casi dormida, o por lo menos su sexo lo estaba, anestesiado.
Draco realizó de pronto un nuevo movimiento, tomando una de las delgadas piernas de Hermione para subirla y dejarla flectada sobre su pecho, provocando que que todo volviera a comenzar, pero con una nueva sensación para ella. Algo diferente ocurrió cuando nuevamente golpeaba su cuerpo con el de él, un extraño cosquilleo en aquella zona, parecido a lo que logró sentir en una de esas caricias anteriores, pero aun más intensa aunque menos duradera, una chispa de placer. No hubo quejidos, tampoco soltó ningún gemido, pero comenzó a respirar agitadamente. Lo escuchó lanzar pequeños gemidos roncos, sintiendo de pronto como Draco se tensaba aún más, aumentando no sólo el ritmo sino la fuerza.
Hermione no sabía que pensar, una parte quería que acabara ya, pero ese cosquilleo tan apetecido, la hacia desear más, que fuera más intenso, algo en su mente le gritaba que pidiera aumentar todo, sentirlo más fuerte. Pero de su boca no salió ni una sola palabra.
- Maldición- Soltó Draco, casi gritando en una última estocada.
Hermione abrió los ojos extrañada al percibir una cálida sensación interna recorrerla. Draco se detuvo descansando sobre el cuerpo de ella, aun derramando su semilla en el interior. Sintió su frente sudada, al igual que casi todo su cuerpo. Estaba cansado, no sólo por el ejercicio que recientemente había realizado sino por la falta de sueño de varios días. Hubiera querido quedarse así unos minutos más, sin embargo no podía, rápidamente se levantó y observó como Hermione se quedaba en la misma posición, semi acostada con las piernas abiertas, deteniendo su mirada en el poco de sangre que se colaba en la entrepierna, mezclándose con los otros fluidos de ambos. Aquello no hizo más que confirmar las sospechas que tuvo desde que le dio la primera embestida, era virgen.
- Así que la comadreja es más lenta y pacata que tú- le mencionó con un tono plano, sin sonar lo suficientemente sarcástico como el comentario lo ameritaba, casi como si estuviera indicándole la hora a un desconocido.
Estas palabras encendieron en Hermione nuevamente la vida, y con ello la rabia, la frustración, la vergüenza y el odio.
- Eres un maldito cerdo, asqueroso- le gritó sollozante, a la vez que intentaba ponerse erguida. Draco la escuchó sin quitar su expresión seria y casi serena, mientras con su varita se limpió y terminó de arreglarse la ropa.
- Para que no digas que soy un desconsiderado- le indicó una vez que quedo presentable apuntandola con la varita.
Hermione se quedó congelada, creyendo que iba a ser asesinada ahí mismo, pero no, simplemente él realizo nuevamente el hechizo de limpieza, pero enfocado a ella.
- No me lo agradezcas- le dijo caminando hasta tomar la varita que aún permanecía en el suelo.
Hermione al ver como Draco se quedaba con su varita se sintió aún más frustrada. Ya no podría obtenerla tan fácilmente, y ni siquiera se imaginaba que haría o diría si osara pedirsela. Vió con rabia como este se la guardaba en uno de sus bolsillos, mientras se acomodaba como podía la ropa, tratando de pensar que hacer, sintiendo la mirada de reojo que Malfoy le daba.
¿Qué haría el rubio mortifago con ella, la mataría, la torturaría aún más, la secuestraría?.
Hermione solo pensaba en una forma de huir, pero se encontraba atrapada y desarmada, en cambio él tenía dos varitas en su poder.
¿Cuándo llegarían sus amigos?, ¿realmente los quería ahí?, ¿quería que ellos se enteraran de lo que había pasado? No, no lo quería, sentía vergüenza, una completa suciedad sobre su cuerpo, él la había tomado y ella no había puesto mayor resistencia, al fin y al cabo, había tenido sexo con Draco Malfoy, forzada o no, eso había pasado y no quería que nadie se enterara de aquello.
- ¿Quieres saber que voy a hacer contigo?- comenzó a hablar Draco como si hubiera leído una de las tantas preguntas que Hermione se hacia internamente. La quedo mirando para ver su reacción destapando una botella de whisky que había logrado salvarse del desastre.
Al no tener una respuesta, solo una mirada cargada de rabia y asco, Malfoy avanzó hacia su dirección, observándola retroceder, terminando su huida prisionera entre unas techumbres. Draco bebió de la botella un largo trago, a pocos centímetros de acorralarla nuevamente con su cuerpo. Sin más preámbulos la tomó de las mejillas, recibiendo una fuerte bofetada. Aquel golpe lo paralizo un segundo, fulminándola con la mirada, sintiendo su cara enrojecida por el golpe.
En ningún instante anterior había sentido tanto enojo hacia ella como lo hacía en ese momento. El fuerte deseo de estrangularla creció como una llamarada, pero acabó controlándose. Sin ninguna delicadeza le afirmo aún más el rostro, levantó la botella y la obligó a tragar un buen poco del liquido amarillo, mientras otro tanto escurría directamente hacia el piso.
- Estúpida sangre sucia, solo sirves para una follada- le escupió.
- Suéltame, maldito- le grito ella logrando salirse de su agarre intentando controlar las nauseas que el licor le había provocado.
Hermione comenzó a caminar y saltar escombros, a cada paso que daba un dolor en la entrepierna le imposibilitaba hacerlo más rápido. Sólo deseaba caminar un poco más y llegar a la calle, gritarle a alguien y que fueran a ayudarla.
- ¿A dónde crees que vas?- le gritó al verla intentar alcanzar la salida. Con furia se lanzó para atraparla del brazo.
- Suéltame…. Ayuda- logró gritar Hermione, casi llegando a su objetivo.
Al percibirse nuevamente atrapada, hizo uso de toda su energía para darle fuertes manotazos, utilizó sus uñas para lastimarlo, intentando darle patadas. Cualquier movimiento que le sirviera de defensa. Se olvidó de su dolor y al verse otra vez liberada no perdió tiempo para correr.
Todo hubiera sido perfecto sino hubiera sido por unas maderas dañadas en el piso que funcionaron como trampa para sus pies. En un segundo se vio tirada en el piso, aún más adolorida de lo que ya estaba.
Draco soltó una estruendosa risotada, impulsandola con fuerza a ponerse de pie. Le hubiera encantado seguir disfrutando del expectaculo de tenerla tirada en el piso, se imaginó humillándola aún más, hasta por un instante pensó en volver a tomarla pero desde esa posición. Sin embargo ruidos lejanos le hicieron saber que alguien podría estar acercandose y encontrarlos, por eso debía llevarsela, no sabía a donde, ni que haría despues, pero debían salir de ahí.
Draco la estaba lastimando con la fuerza con la que la llevaba casi arrastrando, pero no le importaba. Ambos caminaban entremedio de los escombros, Hermione unos pasos más atrás de él, hasta que una fuerte explosión los hizo dar un salto. En forma inmediata e inconciente, Draco la atrajo a su cuerpo, rodeandola con sus brazos. Ni siquiera pensó en detenerse, la siguió llevando pegada a él, debiendo hacer esfuerzos para respirar entre aquel humo negro y sofocante que los envolvía.
Sin siquiera ver, lograron alcanzar la parte trasera de la taberna, las otra partes ya estaban siendo consumidas por el fuego, que arrasaba sin piedad con todo.
- ¿A dónde crees que me llevas?, te van a atrapar, te pudrirás en Azkaban- dijo Hermione al respirar un poco de aire limpio.
- Por qué no cierras la boca- siseó él completamente ofuscado.
- Jamás le haría caso a un maldito mortifago como tú, voy a gritar todo lo que se me de la gana- le respondió elevando la voz.
- Como bien has dicho soy un mortifago, por lo tanto, sabes perfectamente de lo que soy capaz- respondió Malfoy mostrándole nuevamente la varita.
- ¡Hermione! ¿Dónde estas?- escucharon gritar a lo lejos. La esperanza de ella se iluminó de sólo escuchar su nombre, no estaba segura quien había sido, pero sin duda debía estar cerca.
- Ni una palabra, me oíste- le dijo Draco afirmándola de la nuca, dejando su rostro tan cerca del suyo que sus alientos se mezclaron.
Ambos se apresuraron por un pasillo viejo, lleno de imágenes y fotografías de antiguos visitantes a la taberna, muchas de ellas vacías, otras tantas mirando asustadamente. La luz escasea a cada zancada que daban y los pies de Hermione intentaban ir lo más lento posible.
- Entra aquí- le ordenó, abriendo la puerta más lejana, aquella que parecía dar a la bodega del local. Hermione antes de entrar observó como las paredes del pasillo que acaban de pasar estaban por ser alcanzadas por el fuego.
- Lumus- murmuró Draco para alumbrar la oscura habitación, frente a ellos una escalera subterránea los detuvo por unos segundos.
- Te dije que avances- le musitó Draco haciéndola bajar el primer escalón.
Bajaron lo más rápido que pudieron. Aquella bodega los envolvió con un extraño y pesado aroma, una mezcla entre alcohol, hierbas, amonio y humedad. Los ojos de Draco, a pesar de todo, no dejaban de buscar una salida, sin soltar ni un poco a Hermione de su lado, quien también buscaba con la mirada a su alrededor, provocándole una sensación aún mayor de inseguridad.
Caminaron un poco de aquí para allá entre las cosas guardadas, Draco lanzó lejos una bolsa con unas plantas que había tirada en medio del pasillo. De pronto el suelo del lugar comenzó a llenarse de humo, empezando a asfixiarse otra vez.
- Oh… por Dios- se le escapó con espanto a Hermione captando la atención de Draco.
- ¿Qué sucede?- le preguntó bruscamente.
- Es… míralo tú- le respondió ella sin salir de su estupefacción, apuntando hacia una de las esquinas.
Con la mirada llena de desdén el rubio se dedicó a mirar hacia el lugar señalado, encontrándose con unas cuantas cajas apiladas ordenadamente y separadas de todo el resto de cosas.
- Nitroglicerina- leyó él sin darle mayor importancia.
- Eres idiota o qué, qué no sabes lo que es eso- le cuestionó Hermione con espanto.
- Aquí la sabelotodo eres tú- respondió Draco enarcando una ceja para esperar su respuesta.
- Es… un explosivo, muy delicado y sensible…- comenzó a responderle agitadamente.
- ¿Y?- cuestionó él sin dejar de avanzar a paso más lento.
- Y estamos en medio de un incendio- continúo diciendo a la vez que buscar la salida, la misma por la cual habían entrado.
- La idiota eres tú, somos magos, tengo una varita, puedo hacer que el fuego no nos lastime- le recordó él con aire de superioridad- Bueno, en realidad haré que el fuego no me lastime-
- Maldita sea, lo que pateaste en un comienzo, es asfódelo, la savia de esa planta genera una reacción química potente con ese explosivo, es como generar artificialmente bombas de fuego demoniaco- le relató ella con gran velocidad.
- Estas diciendo que estamos en medio de un laboratorio explosivo- le cuestiono Draco apretadamente.
- Es peor, estamos atrapados en uno- tartamudeo Hermione .
- Así que el viejo loco de Aberforth era un terrorista- indicó Draco comenzando a alejarse de aquellas cajas.
- Debemos volver, hay que salir de aquí ¡ahora!- le pidió ella tirándolo de la ropa para que volvieran por donde mismo habían ingresado.
- Ni creas que darás las órdenes… Granger- le recordó.
Ambos corrieron nuevamente hacia la escalera, solo esperaban que el fuego no hubiera tapado aún la salida. Draco sostenía a Hermione con aún más fuerza sabiendo que si los estaban esperando trás la puerta ella sería su boleto de escape.
Hermione intentó abrir la puerta, pero al tomar la perilla, un intenso calor la hizó alejarse bruscamente .
- ¿Qué te pasa? – cuestionó Draco, corriéndola bruscamente a un lado.
- Me he quemado- le respondió intentando soportar el dolor.
Draco no pudo evitar mirarla nuevamente con desdén. El sonido de un nuevo derrumbe lo hizo apresurar su acción, lanzando un hechizo de agua a la puerta con el cual logró abrirla.
- Podrías hacer lo mismo con eso- se atrevió a decir Hermione para pedirle que hiciera lo mismo con el fuego que comenzaba a consumir una parte de la bodega.
- Sólo muévete- le respondió Draco llevándosela hacia el pasillo que por ambos lados estaba cubierto de llamaradas.
Avanzaron con cautela, sin perderse ni un detalle de lo que sucedía. Draco además de querer llegar pronto a la calle sin encontrarse con alguien, no dejaba de pensar que haría con Hermione, ¿debía llevarsela, dejarla ahí, o deshacerse de ella para siempre?. No tenía la menor idea que hacer, y ninguna alternativa le parecía la mejor. Sin dejar de maldecir internamente, de pronto se dio cuenta, al mismo tiempo que Hermione, como tres hombres intentaban controlar el fuego en la que había sido la entrada al cabeza de Puerco.
Ambos se quedaron inmóviles, Hermione ni siquiera lanzó inmediatamente un grito como hubiera pensado, mientras Draco intentaba pensar una salida. Los Aurors parecían aún no darse cuenta de su presencia, pero la caída de una viga hizo que voltearan encontrandose con la imagen del mortífago y la joven.
- Hermione- gritó Ron al reconocerla.
Draco comenzó a retroceder, una mueca de fastidio, ira y cansancio se apoderaron de su rostro.
- Suéltala Malfoy- exigió otra voz, que resultó ser de Harry Potter.
- Suéltame- le pidió ella en voz baja, retrocediendo los pasos que él le hacia caminar.
Malfoy miró a su alrededor para huir, solo tenia una oportunidad y la ocuparía. Aún no entendía porque había ido a aquel ataque, cuando él jamás había querido participar en aquello, todo había sido culpa de su padre, él cual siempre le indicó el camino a seguir, sin darle la oportunidad a hacer otra cosa, había sido educado para ser un Malfoy y estar a la altura de aquel apellido, ¿Y qué había conseguido? una marca en el brazo y todo lo que eso conllevaba.
El humo proveniente de los costados y de la parte trasera comenzaba a envolverlos, y quiso utlizar eso a su favor. Podría acceder a aquel escondrijo que había visto al salir de la bodega, no tenía idea de que era ni donde lo llevaría pero, una vez alejado de la vista de sus captores podría aparecerser en algún lugar seguro.
- Nos volveremos a encontrar- le susurró a Hermione de manera tan segura que aquellas palabras quedaron retumbando en sus oídos.
Ella al intentó voltearse para comprender mejor lo que él había dicho, sin embargo no tuvo tiempo, su brazo fue liberado y su cuerpo empujado hacia delante y entre una nube negra la silueta de aquel rubio se comenzó a perder.
Entre sombras, humo, llamaradas y chispazos se quedó paralizada, mirando la nada, sin poder procesar lo ocurrido, simplemente reaccionó al sentir los brazos de Ron tomarla e intentar alejarla. Se dejó llevar, sintiéndose aún más desprotegida, entre el abrazo que le daban, pudo ver a Harry y otro hombre pasar por su lado para ir tras los pasos de Malfoy. Estaba en shock, sin embargo reaccionó al recordar lo que habían descubierto con Malfoy en la bodega. Les gritó desesperadamente para hacerlos correr lo más pronto posible hacia un lugar seguro.
Una gran explosión consumió toda la taberna, mientras Harry, Ron y Hermione permanecieron a varios metros de distancia. El cansancio se reflejaba en sus rostros. Hermione se aferraba por un lado a Ron y por el otro a Harry. No les escuchaba lo que hablaban simplemente mantenía en mente todo lo vivído, preguntándose si Malfoy había sido capaz de salir de aquel infierno y si ella podría olvidar aquel desencuentro.
OoOoO
Hasta aqui el primer capítulo de La Vena Negra del Destino. ¿Qué les pareció?... Bueno tengo una aclaratoria, hace un tiempo (bastante en realidad) comence una historia que se llamaba Distopia Perfecta, pero debido a los problemas que tenía para continuarla decidí replantearme la historia y la cambie un poco, por lo que decidí hasta cambiarle el nombre. Sigue siendo un Dramione, por lo que pueden ver. No creo que sea una historia muy larga, tampoco muy compleja, pero tiene sus misterios, dramas, romance y demás. Tengo varios capitulos escritos, pero los iré subiendo una vez a la semana, mientras trabajo en los demás ¿les parece?.
La banda sonora, hay dos canciones que me inspiraron en el fic y en este cap, son Evil Angel de Breaking Benjamin (un buen descubrimiento gracias a JosBlack) y Milagro de Lucybell (banda chilena, que me insipiró la historia en general)
Antes de despedirme les pido, como todo trabajo requiere retroalimentación, espero conocer sus impresiones, comentarios, opiniones, por lo que si les gustó o no, dejen un review, el cual me ayudaria mucho.
Muchas gracias, Feliz Navidad adelantada y nos estamos leyendo:)
REVIEW
