Disclaimer: Los personajes de Naruto NO me pertenecen.
.
oOo
Capítulo I
El hombre de la capa negra
.
oOo
No sabía exactamente cuánto tiempo llevaba caminando, ni le importaba haber elegido el camino más largo de regreso a la aldea; era un bonito día, el sol brillaba en lo alto, los pájaros silbaban una hermosa y pacífica melodía, y las nubes, blancas y esponjosas, se movían con lentitud sobre su cabeza, creando curiosas figuras que Ino iba encontrando con la mirada. Hacía tiempo no se permitía estar tan relajada, a pesar de que era consciente de que la Godaime y su padre la regañarían por haberse salido de la ruta principal, sobretodo porque no contaba con ninguna compañía, pero en aquella atmósfera de pre-guerra no abundaban los días de paz y tranquilidad, y pronto, como todo el mundo intuía, desaparecerían por completo. Ya a nadie le era indiferente la noticia de que Akatsuki planeaba reunir a los nueve Bijūs para destruir Konoha, y a todos los que se interpusieran en sus planes. Solo debían esperar a que sucediera lo inevitable y estar listo para detenerlos.
De repente, Yamanaka Ino suspiró; aún no podía creer como las cosas cambiaron tan repentinamente, pues un día se graduaba de la academia, y al siguiente, una guerra se acercaba; el Sandaime estaba muerto, el único chico al que había amado se había convertido en un desertor, y cada vez se veía más lejana la posibilidad de que algún día regresara, aunque tontamente ella aún lo esperaba, después de todo habían crecido juntos, e Ino seguía preocupándose por él. Pensando en eso, la Kunoichi se detuvo bajo la sombra de un frondoso nogal, recordando a Sasuke Uchiha, aquel viejo amor no correspondido; su mirada se ensombreció entonces y, colocando una mano sobre el tronco del árbol para sostenerse, llevó la otra hacía su pecho, suspirando con añoranza.
—Sasuke...—dejó brotar de sus labios aquel nombre que durante tanto tiempo había evitado pronunciar, y sus palabras fueron arrastradas por una suave brisa, lejos de donde estaba. Ino cerró los ojos, recargándose contra el árbol, quedándose en esa posición durante unos segundos.
Poco antes de salir de la aldea supo que el equipo siete, en conjunto con el equipo diez, habían partido en búsqueda del hermano de Sasuke, con el objetivo de llegar a él de esa manera, lo cual no le había sido indiferente a ella. Sabía que el equipo de Kurenai era el mejor en cuanto a rastreo, y no dudaba que ellos, junto al incansable y obstinado Naruto, cumplieran con la misión. Aunque no sabía como sentirse al respecto. Ya no sabía como sentirse al respecto con todo lo relacionado Sasuke.
Repentinamente, su sensor ninja la sacó de sus pensamientos, obligándola a alzar la mirada con determinación, arqueando las cejas y contorsionando el rostro en una mueca de preocupación. Una presencia extraña y poderosa, no muy lejos de su ubicación, la puso alerta. En un principio, adquirió una pose de batalla automática pero, conforme la presencia se acercaba a su posición, Ino comprendió que, agotada como estaba después de su misión, no disponía de la suficiente cantidad de chakra para vencer al poseedor de tan enorme poder. Su corazón se aceleró al máximo, y poco a poco fue bajando la guardia, optando por lo más sensato: huir de allí e intentar ocultar su propia presencia. Sabía que en el estado en el que se encontraba sería presa fácil para cualquier ninja enemigo.
Dando un gran brinco con suma velocidad se instaló en el punto más alto que encontró. Comenzó a correr de árbol en árbol sin mirar atrás, cortándose la piel de sus brazos con las ramas y hojas que aparecían en su camino y que no tenía tiempo de quitar, ignorando los suaves jalones que sentía en el cabello y en sus ropas, acelerando el paso lo más que pudo al notar, con horror, que la presencia había localizado su chakra, y estaba siguiéndola.
Su mente trabajaba a toda máquina. Esa clase de chakra no era de ningún Shinobi de su aldea, ni parecía ser el de un aliado. Jamás había visto nada igual; la presencia era incluso más fuerte que la de la Godaime, y mucho más oscura. Tenía que huir cuanto antes.
Su corazón bombeaba con fuerza, presintiendo el inminente peligro que acechaba. Ino volteó ligeramente el rostro, intentando hallar con la mirada la fuente de aquel poder, pero no logró ver nada entre la maleza. Estaba cada vez más cerca, pero, tan súbitamente como había aparecido, la presencia se desvaneció sin dejar rastros. Al darse cuenta de ello, avanzó unos metros más, pero cuando sus piernas le pidieron un descanso tuvo que detenerse, respirando muy agitadamente y con múltiples y rasguños en sus brazos y piernas.
Observó a su alrededor con atención (en momentos como ese apreciaba más que nunca su habilidad, como sensor), entornando la mirada en un gesto de concentración, buscando rastros de aquella fuente de chakra desconocida, sin resultado alguno. Finalmente relajó su expresión, descendiendo una vez más de las alturas, intentando regularizar sus pulsaciones.
—Creo que estoy a salvo…— dejó escapar un sonoro suspiro mientras colocaba una mano sobre el pecho, que subía y bajaba a toda velocidad, y luego dirigió sus ojos a un pequeño e improvisado letrero clavado en el tronco de un árbol que le indicaba que camino debía seguir para llegar a la aldea. Y de nuevo suspiró, cerrando los ojos por solo una fracción de segundo. Y entonces los cuervos aparecieron de la nada, tan súbitamente que le quitaron cualquier posibilidad de moverse y escapar. Por instinto, Ino usó sus antebrazos para protegerse de la enorme bandada, pero aunque estaba esperando el golpe, la siniestra aves solo pasaron de ella, apenas rozándola con sus plumas. Y tan rápido como habían desaparecido se fueron.
—¿Quién eres tú?
De inmediato, y como acto reflejo, Ino dio un salto hacia atrás, poniéndose a resguardo y alzando la guardia con un cuchillo kunai en alto, volteando hacia la persona que había hablado a sus espaldas, abriendo los ojos al máximo por la sorpresa, dejando caer el cuchillo al suelo, impactada por la imagen que se presentaba ante sus ojos.
No podía ser...
—¿Sa-Sasuke? —su respiración volvió a acelerarse, al igual que su corazón, que amenazaba con salírsele del pecho en cualquier momento —¿Eres tú...? —El joven frente a ella no se movió ni hizo nada, dándole el tiempo suficiente para escrutarlo con la mirada y darse cuenta de que no estaba frente al chico que solía ser el dueño de sus suspiros, si no ante otro joven, algo mayor, muy parecido, casi idéntico, a Sasuke, si no fuera por esas pequeñas dos marcas que mostraban suntuosas a cada lado de su nariz. Ino volvió a enarbolar otro kunai en cuanto se percató de la capa negra con lunas rojas y, haciendo un esfuerzo sobre humano para no temblar de pies a cabeza, le devolvió una mirada desafiante, pese a que el joven sólo la observaba con indiferencia y una pizca casi indescifrable de curiosidad en su frío y adusto rostro.
—¿Por qué nombras a Sasuke? —inquirió el joven de Akatsuki con voz monocorde, hablando pausada y serenamente, y sin despegar sus inexpresivos ojos negros de ella —Eres de Konoha, ¿Cierto? —. Ella no respondió, sino que permaneció lo más firme que pudo —. Baja ese cuchillo, no voy a atacarte —. Sentenció fríamente, pero Ino no obedeció.
El hombre de la capa negra enarcó una ceja y acomodó su única mano visible, que sobresalía por delante de su túnica. No se veía molesto por su silencio, es más, parecía serle indiferente; sin embargo, pasados unos minutos de tortuosa calma, por primera vez demostró inquietud.
—Debo suponer que la respuesta a mi última pregunta es un sí —afirmó de manera pausada, acomodando su brazo una vez más —. Lo sé porque reconocí el particular color de tus ojos y cabello… Clan Yamanaka, si no me equivoco —comentó con sencillez, relajando un poco sus duras facciones. Solo entonces Ino notó que el tiempo a su alrededor pareció haberse detenido.
—¿Dónde estamos?—preguntó, temerosa, segura de que algo extraño pasaba.
—Dentro de tu mente —respondió el desconocido, frunciendo el ceño después —. Ya te dije que no voy a atacarte —repitió condescendientemente —No tengo porque; sólo busco a alguien llamado Naruto, ¿lo conoces? —preguntó. Ino parpadeó varias veces, aflojando el agarre de su única defensa.
—¿Por qué lo buscas? —se atrevió a preguntar lo más insolentemente que sus nervios se lo permitieron; no quería mostrarse débil frente al enemigo.
—No es de tu incumbencia —contestó con voz gruesa y solemne; la joven Yamanaka cada vez se sentía más indefensa frente a aquel imponente mercenario—. Sólo sé que él está por aquí cerca —observó distraídamente a su alrededor por un instante, separando sus oscuros ojos de los azules de la chica, haciéndola recobrar parte del valor perdido.
—¿Vas…Vas a matarlo? —se atrevió a preguntar al fin, con voz temblorosa, bajando del todo su kunai y la mirada hacia sus pies. Por un momento se sintió impotente, inservible; si la verdadera intención de ese sujeto era a matar a Naruto, ella no podría hacer nada por impedírselo, mas que morir intentando detenerlo, pero eso de nada serviría.
—Eso no te importa — el joven ninja de Akatsuki frunció el ceño y se cruzó de brazos, indicando su renuencia a añadir más. Pasaron unos segundos de estarla analizando con curiosidad y en completo silencio, hasta que separó los labios para volver a hablar —Dime, ¿conoces a Sasuke Uchiha? ¿Era él a quien nombraste? —demandó saber más exigente que antes; Ino abrió los ojos con sobresalto al escucharlo ¿Cómo demonios ese sujeto supo que había nombrado a Sasuke Uchiha? Era imposible que hubiera podido oírla. Volvió a alzar la mirada momentáneamente, concentrando toda su atención en el desconocido; algo le decía que no podría mentirle a ese joven, pero recordar aquel nombre que había evitado pronunciar por tanto tiempo aún le causaba un terrible dolor.
—Él es... fue alguien muy importante para mí en el pasado, pero ya no lo es —contestó con la misma frialdad que su interlocutor, pero con un dejo de tristeza, sorpresivamente diciéndole lo que jamás se había atrevido a confesar. Pero aquellos penetrantes ojos la tenían subyugada con el enorme magnetismo que desprendían, indicándole, a su vez, que no estaba en peligro.
—No entiendo, entonces...— comentó de pronto —¿Por qué bajaste la guardia en cuanto me confundiste con él? —sus palabras volvieron a impactar a Ino, que de nuevo abrió desmesuradamente los ojos —Si hubiera sido en verdad él, ¿Por qué no lo hubieras atacado? ¿Qué te obligó a detenerte? —preguntó, y aunque ella no contestó, el renegado no pareció necesitar que lo hiciera —No estabas dispuesta a atacarlo… Tú no estarías dispuesta a matarlo, ¿o me equivoco? —más que una pregunta fue una afirmación, por lo que Ino no se molestó en contestar. Era cierto, inconscientemente había detenido su ataque cuando creyó que era Sasuke quien estaba frente a ella; su mente la había traicionado —Ya veo —susurró el extraño, bajando momentáneamente la mirada también —Dime otra cosa, él en verdad te importa, ¿no es así? De otra forma, ¿por qué te entristecería tanto la sola mención de su nombre? —Ino levantó bruscamente la mirada por la impresión, haciéndose ligeramente hacia atrás, sintiendo sus mejillas arder. Intentó ver más allá de la cara que aquel sujeto le enseñaba, pero no consiguió nada. La mente de aquel sujeto era impenetrable, aún para ella. Quería saber si aquel ridículo interrogatorio se trataba sólo de una broma, pero la seriedad del joven no dejaba lugar a réplicas —¿Por qué te interesa tanto un traidor?
—Te equivocas. Él no me importa —musitó entre dientes, apretando firmemente sus puños cerrados; no supo como reaccionar ante ese cuestionamiento, más que sorprendiéndose al máximo —Él es un traidor, y yo soy leal a mi aldea… y a mis amigos —sólo quería llorar, ya no le importaba ese sujeto con sus tontas preguntas sin sentido, la herida estaba abierta nuevamente y lejos de su hogar ya no se sentía tan segura como para esconder su dolor.
—Pero te entristeces con la sola mención de su nombre —repitió, el extraño, liberando los brazos y acomodando su túnica mientras daba un paso hacia adelante, escrutándola con la mirada como si fuera la cosa más curiosa sobre la tierra, abriendo ligeramente los ojos al encontrar su respuesta en aquel interminable silencio —Y bajaste la guardia al creer que yo era él... ¿Por qué una persona haría eso, por alguien que, aparentemente, no le importa? —inquirió, acercándose cada vez más —Dime, ¿Por qué te interesa tanto? —Ino abrió ligeramente los ojos, que de pronto se habían convertido en un brillante par de rubíes, tan rojos como la sangre —Tú lo quieres —sentenció al fin, tras unos breves segundos de tortuoso silencio —Lo amas—pronunció cada silaba como si cada una fuera un tesoro recién descubierto. Una leve brisa onduló el verde césped de aquel bosque de su mente, que pareció brillar bajo la luz del sol, a la vez que removía el azabache cabello de ninja de Akatsuki y mecía la larga coleta rubia de la Kunoichi. Ino abrió los ojos por la sorpresa y alzó el rostro, provocando que el fleco que le cubría la mitad del rostro bailara hasta posarse sobre su cabeza, dejando al descubierto su bonito rostro.
Ino apretó los puños y bajó la mirada. Ella no quería a Sasuke. Lo odiaba, lo odiaba con toda su alma, porque él mismo se había encargado de convertir todo el afecto que alguna vez sintió hacia él en odio, rabia, ira… sólo de esa forma fue capaz de sobrellevar su traición. Permaneció en silencio una vez más, pero otra vez aquel sujeto no precisaba una respuesta.
Repentinamente la valentía, ahora impulsada por el rencor, regresó a ella, y cuando el mercenario bajó la mirada un instante, en un rápido movimiento dio un salto, colocándose en la primer rama de un frondoso árbol, con el corazón latiéndole a toda potencia, intentando liberarse del jutsu de aquel sujeto, pero antes de que pudiera dar el segundo salto una parvada de cuervos negros salió de entre las ropas del otro ninja, lánzandose hacia ella. Horrorizada, Ino se vio abligada a detenerse, de nuevo cruzando los brazos sobre el rostro a modo de única defensa, esperando otro inminente ataque; sin embargo, éste nunca llegó. Los cuervos por segunda vez pasaron junto a ella, solo que ahora dejando a su paso una inmensa oscuridad que lo devoró todo. E Ino lo supo al instante: él había ido aún más profundo dentro de su mente.
—No voy a hacerte daño…—repitió aquella voz calmada e indiferente —, pero no puedo permitir que te vayas.
—¿Por qué? —quiso saber, conteniendo las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos. En ese momento, los cuervos volvieron a aparecer, volando hacia ella otra vez pero desapareciendo al tocarla, como si estuvieran fundiéndose en su piel.
—Necesitaré de tu ayuda cuando todo acabe —la Kunochi de nuevo volteó con lentitud, inmersa en aquella profunda oscuridad, enfrentando una vez más al hombre de la capa negra. Esta vez sus ojos ya no eran fríos e inexpresivos, más bien se veían tristes, sinceros —Necesitaré de ti, Yamanaka Ino —dijo con suavidad, extendiendo una mano lentamente hacia ella, esperando a que la tomara.
Ino por alguna razón no se sorprendió al oír su nombre de los labios del desconocido; tan inmersa en aquello ojos cálidos y necesitados que le parecían tan conocidos y extraños a la vez, por pura inercia, extendió su brazo también, tomando aquella mano que el extraño le ofrecía, sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento. Y apenas sus manos se rozaron sintió una ligera corriente eléctrica recorrer su cuerpo, sumergiéndose en un sueño ajeno, viendo cosas que no entendía, que no sabía que significaban, recuerdos que no eran suyos… se sintió flotar en una nube de pronto, viajando lentamente a través de miles de imágenes, oyendo un ligero llanto a lo lejos, y al instante se sintió triste, vulnerable, rota. Finas lagrimas rodaron por sus blancas mejillas, perdiéndose en la nada misma que la rodeaba.
—¿Sabes quién soy? —preguntó de pronto el joven Akatsuki, presionando suavemente el agarre de su mano entre la suya.
—Lo sé —aseguró ella con la misma suavidad, aunque su voz era casi un susurro —Eres Itachi, Itachi Uchiha —las palabras brotaron de sus labios sin que ella supiera lo que decía. Jamás había oído ese nombre, pero extrañamente ahora sentía que formaba parte de su vida
—He visto tus recuerdos, tu corazón... Gu amor por él es verdadero y desinteresado… Por eso te necesito, Ino —susurró soltando su mano, permitiéndole alejarse poco a poco —Él te necesita. No tiene a nadie más, por eso debes cuidarlo cuando yo ya no esté. Cuida de él… Por favor…
Su voz se oía cada vez más lejana hasta que se perdió por completo. Ahora estaba sola una vez más, sintiendo como sus pies tocaban el suelo. Un suave llanto volvió a llegar a sus oídos, esta vez más cercano. Como en una ensoñación bajó la vista, encontrándose con un pequeño de unos siete u ocho años llorando en silencio, escondiendo su pálido rostro entre dos pequeñas manos. Ino ladeó el rostro, y como si lo conociera se acercó a él, se encaramó a su altura y con mucha suavidad colocó dos dedos debajo de su mentón, obligándolo a alzar la vista con suavidad, permitiéndole ver esos llorosos y negros ojos que ahora eran totalmente familiares para ella. Le sonrió maternalmente mientras acariciaba sus negros cabellos, para luego ponerse de pie y extender su mano hacia él, como Itachi había hecho minutos antes con ella; el pequeño la observó con renuencia al principio, para luego limpiarse tímidamente las lágrimas y aceptar la mano que aquella bonita desconocida le ofrecía. Al tocarse sus manos una inmensa paz interior la embargó por completo; los muros negros de oscuridad comenzaron a derrumbarse dejando filtrar una brillante luz blanca poco a poco en aquel inhóspito lugar. Aferró su mano con más fuerza a la del pequeño, sintiendo en su interior que debía protegerlo de cualquier cosa. El niño pareció ligeramente sorprendido al principio, y estando uno al lado del otro alzó sus pupilas color ónix hacia ella, sonriendo con gratitud.
Y aquella hermosa sonrisa seria lo último que ella vería antes de que sus párpados se cerraran solos y el niño a su lado desapareciera
oOo
—¡Ino! ¡Ino! ¡Despierta!
Con una profunda inhalación, Ino se despertó súbitamente, cerrando las manos que tenía a los costados, arrancando unos cuantas finas hebras de hierba, sentándose, no sin algo de dificultad, con la ayuda de alguien que aún no lograba identificar.
—Tsk. Para variar, tú causando problemas, ¿eh? Mujer problemática —la aburrida, pero a la vez preocupada voz de Shikamaru llegó a sus oídos, haciéndola enfocar la mirada en él.
—Shika...—susurró sosteniéndose la cabeza con una mano mientras se sentaba sobre el césped —. ¿En dónde estamos? ¿Qué ocurrió?
Su compañero dejó escapar un sonoro suspiro, poniéndose de pie para ayudarla a reincorporarse también.
—Qué problemático… eso es lo que te pregunto yo a ti. Regresaba de mi misión y te encontré allí, tirada e inconsciente… ¿Acaso no sabes que Akatsuki merodea en el bosque? —sla habitual voz aburrida de Shikamaru sonaba como un reproche, así que es inmediato Ino supo que era serio.
—¿Inconsciente?
—Ajá.
La joven Kunoichi adquirió un gesto pensativo mientras tomaba la mano que le ofrecía su compañero, que todavía la observaba en espera de una respuesta.
—Pues yo…—se sujetó la cabeza con confusión —No lo recuerdo… No sé qué sucedió, sólo sé que regresaba a casa y luego todo es borroso —Ino cerró los ojos con fuerza mientras intentaba recordar. Era imperdonable que algo como le ocurriera a un miembro del clan Yamanaka; sin embargo, no pudo encontrar nada en su mente.
Shikamaru arqueó las cejas y frunció los labios, observándola con atención mientras intentaba recobrar sus recuerdos. Finalmente suspiró y con delicadeza colocó una de sus manos sobre el descubierto hombro de Ino, sorprendiéndola ligeramente y haciéndola abrir los ojos para mirarlo.
—Olvídalo, problemática —suspiró —Dejemos ya este lugar, no es seguro permanecer aquí. Cuando lleguemos a la aldea le contaremos lo ocurrido a tu padre y tal vez él…
—¡NO! —ella lo interrumpió con un grito, sobresaltando al controlador de sombras quien una vez más frunció el ceño. Ino se ruborizó tras su precipitada acción. No sabía porque lo había hecho, pero algo en su interior le decía que era lo correcto —No le digas nada, por favor —pidió con voz casi suplicante, mordiéndose el labio inferior con nerviosismo —No pasó nada malo, tal vez sólo me desmayé por el calor… pero si le dices a papá el creerá que soy débil o que estoy enferma y no me dejaría en paz —las palabras brotaban de su boca casi sin que ella se diera cuenta, pero no les prestó atención, después de todo no quería que su padre sospechara algo. ¿Qué cosa? No lo sabía, sólo sabía que no quería más gente involucrada.
Shikamaru alzó las cejas con desconfianza, pero sabía que contradecir a Ino no era nada saludable para él.
—Ah, como quieras problemática, pero ya vámonos de aquí —gruñó, haciendo sonreír a su amiga.
—Sí…Vamos —Shikamaru empezó a caminar adelante, y antes de que Ino diera el primer paso una pluma de color negro cayó con lentitud frente a ella.
—¿Huh? —la Kunoichi se inclinó para tomar la pluma, observándola con curiosidad, alzándola hacia el cielo con aires analíticos.
"Cuida de él…por favor…"
Se echó ligeramente hacia atrás al oír una desconocida voz en su cabeza, entornando los ojos con confusión.
—¿Problemática? —la llamó su compañero desde unos metros más adelante.
—¿Sí? ¡Oh!
Deshaciéndose de sus pensamientos guardó la pluma entre sus ropas, corriendo detrás de su amigo, que la esperaba para reanudar la marcha.
—¿Todo bien?
—¡Sí claro! —sonrió para tranquilizar a su compañero, aunque éste no se demostró muy conforme, pero tampoco quiso seguir ahondando en el tema.
—Tsk. Sí que hace calor hoy.
—Sí — contestó ella en un suspiro.
"Cuida de él…"
Esas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, sin saber por qué.
—Debo cuidar de él…
—¿Dijiste algo?
—¿Qué? No, no. No te preocupes Shika-kun…
—Hnmp… estás más rara de lo normal, Ino. ¿Segura que estás bien?
Ella no respondió, simplemente sacó la pluma negra de entre sus ropas para observarla una vez más con confusión, mientras seguía con su camino en silencio.
oOo
