Hola a todos.

Este es el primer fic bizarro y un yandere. Se parece mucho a "cuatro días para amar" (otro fic mío) pero esta vez no me contuve como en esas épocas cuando todavía me costaba el escribir este tipo de cosas.

Es un two-shot

Con solo dos capítulos.

Disfrútenlo.

DISCLAIMER: Los personajes de shingueki no kyojin no me pertenecen, su autor es Hajime Isayama

GENERO: Riren/AU/ Romance/problemas mentales/bizarro/hard/contenido fuerte

ADVERTENCIAS: Eren yandere. Levi descubriendo el lado oscuro de la humanidad. Algunas escenas grotescas, violencia física. FINAL FELIZ. Ninguno de los dos muere.

-se siente orgullosa-

Como ya dije antes, el ANGST no me gusta, así que para esta historia me esforcé mucho.

Dedicado a Ranmaru Eli


POV EREN

Atravesando la ciudad de Shiganshina, más allá de los pequeños bosques alejados del tráfico, de las personas, de la contaminación y suciedad, está el hospital-cárcel psiquiátrico Zerberus.

El hospital es más parecido a un hotel, tiene cinco pisos y es tan largo como una escuela con aulas diez veces mayores. Los techos de teja y las ventanas corredizas le dan un aspecto más apacible con el ambiente. El enorme jardín lleno de arbustos con flores y caminitos de piedra en un mar de pasto podado parecen salidos de uno de esos abstractos.

Los fines de semana veo como las empleadas cuelgan sábanas blancas como la nieve en la azotea y la brisa se encarga de secarlas antes del mediodía.

A diferencia de otros lugares parecidos este es un lugar de reposo de primer nivel, cuenta con más de quinientos empleados tanto nuevos como antiguos. Entre ellos están fisioterapeutas, doctores, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, psiquiatras, jardineros, cocineros, encargados de limpieza, guardias de seguridad, y yo.

Mi padre es el afamado doctor en neurología cerebral y psiquiatría, Grisha Jaeger. Dueño de todo el hospital que le encomendaron a mi abuelo construir a principios de la década para poder experimentar con los indefensos pacientes, pero él tenía otros planes.

El gobierno nos manda ciertos casos de asesinos seriales que sufren problemas psicológicos, asesinos que están locos o simples trastornados que fueron abandonados a su suerte.

Aquí no encontraran cientos de enfermos pudriéndose en vida como en otros manicomios, papá tiene prohibido todo tipo de maltrato y las salas de experimentación o "tortura" fueron cerradas hace mucho convirtiéndose en cuartos de planchado.

Las innumerables lobotomías y terapias de electrochoque fueron clausuradas, los métodos brutales que toda institución sanitaria tiene como ley principal han sido exterminados en estos pisos.

Y eso es porque papá tiene un secreto.

Colecciona enfermedades mentales.

Daños cerebrales.

Psicópatas peligrosos.

Asesinos faltos de cordura y razón, aquellos que crean verdaderas obras de arte con sus víctimas

Asesinos a quienes el mínimo grado de decencia los ha abandonado.

A papá le gusta jugar con sus mentes y tratar de curarlos de manera sana e insignificante.

Incluso se casó con una mujer que escuchaba voces, la conoció en su juventud cuando terminaba de cursar sus estudios de medicina y fue a parar a un hospital abandonado por Dios.

Luego de la boda, la mujer se curó casi por completo. Las terapias de papá y una vida nueva le sirvieron mucho, pero murió dos años después de dar a luz a su único hijo.

Papá siempre me dice que ella era su mayor joya, la punta de la pirámide de colecciones humanas. Pero la perdió para siempre cuando yo nací.

Si, nací en Zerberus, me crie en la casa que papá construyó a unos metros del hospital psiquiátrico, jugué en los mismos jardines donde los enfermos con piyamas blancas entablaban conversaciones con la nada o se desplomaban en el suelo a causa de un ataque epiléptico.

Ƹ̴Ӂ̴Ʒ

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De vez en cuando veía a los camiones negros con el sello de la policía militar trayendo a un condenado para su pronta reclusión en alguna celda desconocida del sótano de Zerberus.

—Nunca entres al sótano Eren —me advirtió papá— solo yo puedo hacerlo, te daré la llave cuando sea la hora.

Hablaba de un pequeño colgante que siempre llevaba en el cuello. Aunque sus palabras me importaron poco en esos tiempos cuando lo único que valía la pena era salir con los pocos amigos que me quedaban.

El sótano del hospital está asignado para los más peligrosos, aquellos que mataron gente de las maneras más aberrantes posibles, los que tiene la mente torcida y retorcida como unas sábanas exprimiéndose en manos de un hombre fuerte.

Mientras los enfermos pueden salir a pasear o dormir a sus anchas en las habitaciones privadas de cada uno, los condenados tienen una celda especial de la cual nunca salen.

Annie, Reiner y Bertholdt, los amigos que conocí cuando era un niño, ahora son los guardias del sótano.

Pero solo yo tengo la llave. Papá me la entrego hace un par de años cuando me gradué de la escuela de medicina forense.

El cree que soy un buen enfermero, un buen psiquiatra y un buen futuro líder de la institución.

Yo creo que soy bueno en la cocina.

Papá dijo que mi deber como un Jaeger era seguir sus pasos y me dejo el sótano para mis investigaciones con la rotunda advertencia de no liberar a ninguno de los reclusos o relacionarme con ellos.

Al parecer tiene miedo del daño que podría causarme. Vivir entre condenados que padecen de sus facultades mentales, aquellos que cuentan historias terribles que le causarían pesadillas a los niños.

Para mí, ese es el pan de cada día.

En la universidad a la que asisto (curso psiquiatría) nos piden tesis y ensayos sobre algunos criminales famosos que sufrieron o sufren daños mentales.

Mientras mis compañeros averiguan todo trasnochándose en las bibliotecas del pueblo o en el ciber café, yo los entrevisto en persona o busco los expedientes de los que murieron.

—Eren Jaeger —la doctora y docente Nanaba Reis me llama— pasa al frente, es hora de tu defensa.

Esta vez nos tocó un tema muy delicado.

Se trata del conocido caso Smith, el afamado asesino en serie Erwin Smith quien fue arrestado y condenado a una condena máxima en nuestro hospital. Lo encontraron huyendo del país con una maleta llena de cuero cabelludo de mujer. Al parecer tiene un fetiche con las pelucas.

Era una tarde calurosa, la camioneta negra con el logo del unicornio verde se plantó frente al jardín y ese hombre rubio fue trasladado a una habitación del segundo piso.

Para papá siempre sería un simple asesino. Alguien no digno del sótano de colecciones humanas.

Para Nil Dark, el comandante de la policía militar y desde ese día nuevo guardia personal de Erwin junto con dos soldados, fue todo un escándalo.

—Erwin Smith, treinta y cinco años —borre de mi cabeza los recuerdos de su ingreso a Zerberus y comencé mi exposición— lesión encéfalo craneal daño el hipotálamo superior...

—No, Jaeger. No quiero saber el historial médico que diagnostico tu padre —dijo Nanaba corriendo la punta del bolígrafo con los labios— quiero tu opinión.

Varios compañeros se burlan.

Si Armin estuviera conmigo sabría qué hacer, sabría cómo callarlos.

—El sujeto en cuestión presenta una leve insuficiencia mental, desde mi punto de vista es solo una crisis que lo ataca en pequeñas ocasiones —dije en voz alta eludiendo las frías miradas de todos— los asesinatos que cometió más allá de buscar la perfección eran una simple forma de perder el tiempo

—Síndrome de Frégoli —interrumpió Connie— según mis investigaciones, Smith mató a esas personas por temor a ser asesinado.

—Denegado —Sasha se interpuso— Smith tenia baja autoestima, lo que con leva a convulsiones nocturnas y desdobles de personalidad.

—Si eso fuera cierto, desde el punto de vista médico Smith seria bizco y la mitad de su cuerpo estaría paralizada a causa de las convulsiones —le digo, el solo hecho de pensar en eso me asquea— es incorrecto. El señor Smith es más bien guapo —Nanaba se ríe desde su escritorio— tiene un gran carisma y creo que lo único que le hace falta es algo que le baje la autoestima. Es demasiado egocéntrico.

—Hizo su trabajo Jaeger —me felicita Nanaba— tienes ochenta

—¿que? ¿¡solo ochenta!? —reclamo alarmándome dramáticamente— ¿soporte sus constantes juegos de palabras para que me den solo ochenta?.

—Tuviste ventaja Eren —la rubia se levanta guardando el desastre de trabajos y su lapicera en el bolso— lo viste en persona y eso te da mucha ventaja. Concluyó la clase. Pueden irse.

Mikasa, una prima cercana, trata de animarme invitándome a comer a un restaurante francés.

Con el estómago lleno haciendo la digestión y la música clásica volví a sumergirme en los recuerdos, como una foca se zambulle en su mar, recordé las decoraciones de navidad cuando papá sacaba del depósito el árbol gigante de navidad y los empleados y yo lo armábamos por casi dos días.

En cambio ahora es muy diferente, Nil siempre censura mis acciones. Aunque al final siempre desiste al ver como los enfermos que le hacen la vida imposible se muestran completamente sumisos al verme llegar.

Como bien dicen. Los demonios pequeños pueden reconocer a su rey.

Ƹ̴Ӂ̴Ʒ

...

...

Papá me contrato como enfermero en noviembre, junto con Mikasa. Con el dinero ganado podríamos viajar a Alemania en las vacaciones.

Siempre teníamos un taser 5x26 de 1.200 volteos, tranquilizantes, calmantes, analgésicos, dulces e inyectables. En resumen, nuestras batas médicas siempre tenían los bolsillos repletos por si nos hacían falta.

A ella siempre le hacían falta.

En especial con la chica que solía pararse frente a mi oficina para hablar con mi puerta, la mande a internar lejos casi en el otro extremo pero seguía volviendo una y otra vez. Entonces sacamos la puerta para dejarla en su celda, desde entonces nunca sale de ahí.

La nombre Isabel porque es como una mascota tierna, papá la trajo de Londres en uno de sus viajes y me la regaló en mi cumpleaños número doce.

—Es hora de cenar —Annie aparece repentinamente a mis espaldas cuando conversaba con la pelirroja— estamos esperando.

—Buenas noches Isabel —le doy un beso en la frente y la arropo con los cobertores limpios, ella se queda mirándome como si me faltara decir algo mas— buenas noches puerta —concluyó ganándome una sonrisa de parte de Issie.

—La consientes mucho —avisa Annie cuando estamos caminando por los pasillos y todos los pacientes problemáticos ingresan a sus habitaciones al verme

—Es como mi hermana menor —le contestó

—¿Por eso no te acuestas con ella?

Sus palabras me dejan frio.

—Las relaciones entre paciente-empleado están prohibidas Annie —gruño— no voy a tolerarlo.

El comedor de enfermos y el nuestro, esta apartado. Cuando llegamos Hitch, la ayudante de Nil, me pide que silencie a algunos pacientes que todavía rondan por ahí y no quieren comer.

Apenas pongo un pie dentro del comedor 2, guardan silencio respetuosamente.

—Es de mala educación hablar mientras comen —les digo y ellos se quedan mudos.

—¿Cómo lo haces? —me pregunta Mikasa al verme entrar triunfante a nuestro comedor

—¿Hacer qué?

—Eso. Hacer que te respeten

—La gente respeta a sus gobernantes, los ángeles respetan a dios, los demonios respetan al diablo —recibí mi porción de cena de manos de Mikasa— ya saben —les dije— ese tipo de cosas.

Ella iba a decirme algo más pero la televisión pegada a la pared mostró una noticia de último momento donde salía mi padre.

"Luego del juicio estaré muy orgulloso de poder preservar su vida en mi institución"

Se lo veía cansado y algo molesto por la cantidad de reporteros que no lo dejaban pasar.

"¿Por qué quiere a ese sujeto?" "¿Qué hará con él?" "¿cree que merece la condena a muerte?"

Sigo comiendo sin darle importancia. A diferencia de los demás que están expectantes a sus palabras a mí no me interesa en lo más mínimo. Debo comer para guardar energías, cuando papá se decide integrar a alguien a su colección privada eso escatima un esfuerzo doble de mi parte.

"Lo integrare sanamente a Zerberus, sé que es el lugar más seguro para alguien tan peligroso como él"

Son las siete de la noche y el patio iluminado por faroles ayuda a los enfermeros a conducir a los últimos pacientes a sus habitaciones.

Hace frio y un ligero estremecimiento recorre mi piel.

"¿Cómo piensa integrarlo si la corte decidió enviarlo directamente a sus instalaciones?"

La sopa caliente ha desaparecido de mi plato y atravieso la carne asada para llevarla a mi boca y darle una mordida en completo silencio. Mis perfectos dientes se han hincado en ese trozo jugoso y siento la mirada de Mikasa acosándome sin pudor alguno.

"¿q-que?"

—Señor Mike —llama Bertholdt dejando a un lado su vaso de jugo— unas luces se acercan por el camino.

Mike Zacarius es el jefe de enfermeros. No habla, no conversa, solo se para junto a ti para olfatearte. Pero esta completamente sano, no sufre ningún deterioro mental ni nada.

"¿No lo sabía?" la reportera sigue acosando a papá con sus preguntas "en este momento el asesino en serie Ackerman debe de estar llegando a sus instalaciones, en Zerberus"

—Ackerman —digo— Mikasa, ¿lo escuchaste? Tiene tu apellido.

—Ahora no Eren —reclama Annie y levantó la vista de mi plato para responderle.

Todos están pegados a la gran ventana que da al patio viendo como la luz de varios coches se aproxima hacia nosotros.

Es el camión negro de la policía militar, Nil corre a recibirlo con alegría, seguramente está pensando que ha venido para llevárselo de nuevo a la central.

Lo vemos mover sus piernas alocadamente como si se tratara de un náufrago encerrado en una isla por dos meses y ese camión fuera una embarcación salvadora.

Todos estamos expectantes.

Nadie respira.

Nadie se mueve siquiera. Excepto por Nil que hace señales al coche para que se estacione con cuidado.

Los pacientes dejan de comer y algunos que cenaron en sus celdas sacan la cabeza por las ventanas para ver que rayos es ese deslumbramiento de autos y policías. Incluso la cabellera rubia de Erwin flota unos instantes a través de la ventana enrejada de su piso.

Mi instinto me guía para pensar que esta no es una visita común, si fuera así no hubieran venido con una treintena de soldados armados y varios coches de policía.

El camión negro se detuvo entre la fuente de los pájaros y Nil, quince guardias se apostaron a los costados cuando otro abrió la puerta y una especie de caja transportadora fue bajada por dos policías nerviosos.

Quienquiera que fuera el nuevo miembro de nuestra pacifica casa estaba alborotando mi paciencia.

—¿Dónde está el director? —me pregunta un oficial alto y gordo apenas me ve salir al patio

—Mi padre está de viaje, yo me ocupare de sus asuntos

—Eres un crio niño —se burla— vamos, tráeme a alguien mayor.

—Tengo veintiún años y no tengo tiempo señor —le respondo mordazmente— ¿Qué es eso que traen? ¿pizza?

Reiner sonríe haciendo su aparición a mi derecha y Mikasa a mi izquierda.

—Bien, bien. Como sea —el tipo aparece apurado— le traigo al ejemplar 000, la corte de la ciudad y los más altos mandos me indicaron enviarlo aquí hasta el día de su sentencia definitiva cuando podamos rastrear a todas las victimas posibles.

—Está en una caja —le digo— deben sacarlo, tenemos reglas señor.

—Es peligroso.

—¿Usted aguantaría estar en una caja? —mi lógica no tiene sentido para él— una caja —le repito otra vez haciendo un gesto cuadrado con las manos.

—Ábranla —ordena el oficial haciéndose a un lado para hablar con Nil que se ve desesperado por contarle todo lo que vio en su estancia.

Trasladan la caja hasta ponerla delante de nosotros, es grande y no me gusta su apariencia. Ordeno a Mike que retire a los pacientes y los lleve a dormir, Berth se encargara de buscarle una habitación a todos esos soldados hasta que papá llegue de su viaje y necesito de Mikasa para que me ayude a trasladar a 000 al sótano.

La caja se abre ruidosamente dejando caer su parte superior a un lado del pasto.

Es un hombre de pelo negro y piel porcelanada, cinco centímetros más bajo que yo, tiene unos ojos afilados de color gris azulado que destellan peligrosamente al verme. Su aspecto varonil y asesino hace que una ligera chispa se encienda dentro de mi cuerpo.

Como un choque eléctrico.

Entonces me doy cuenta de la camisa de fuerza que lleva puesta, diez veces más asegurada que la de Armin.

Mis ojos se encuentran con los suyos, él levanta una ceja a modo de sorpresa y varios guardias hacen lo mismo cuando me ven. Mikasa se golpea la frente y Reiner decide alejarse dos pasos.

—¡Qué carajo estás haciendo! —grita un enfermero que nunca había visto

—Tratando de quitarle ese bozal —le indico señalando la especie de cosa que cubre su barbilla hasta más arriba de la nariz

— No niño, Levi tiene sus propios doctores —me fijo en la mujer de cabello corto y los dos sujetos altos que visten de blanco— suéltalo —el enfermero me da un manotazo en las manos y se muerde la lengua accidentalmente.

Eso no me quita la emoción del momento, les indico con la mirada a nuestros guardias que lo alejen de mí y hago otra señal para que el oficial dueño de todo ese circo entre a las celdas junto con la preciada carga. Caminamos por pasillos admirablemente desolados hasta llegar a "esa" puerta.

—Este es el trató —le informo al oficial— esta es la sección más segura que tenemos, esta es la sección que solo UNA persona administra y esa persona soy yo —me quitó la llavecita del cuello para mostrársela— los supuestos doctores de Levi —incluso su nombre es sexy, no lo puedo creer— pueden quedarse trabajando con otros pacientes, yo me hare cargo de este. Si se niegan entonces serán despedidos y de todas formas, me hare cargo del paciente.

El oficial alto y gordo comienza a sudar copiosamente sin saber qué hacer.

Muevo la cabeza negativamente insertando la llave en la cerradura vieja, desde ahí yo mismo me encargo del transporte de Levi porque está en una especie de carrito como los que llevan en los aeropuertos para transportar maletas.

Para sorpresa suya no ingresamos directamente al sótano, esa puerta era solo un camuflaje, la verdadera esta aquí y tengo que ser cuidadoso antes de dejarlo en una esquina y agacharme delante del aparato cuadrado que escanea mi ojo derecho.

Si alguien quiere escapar primero tendrá que arrancármelo de cuajo y créanme que no estoy dispuesto a perderlo.

Bienvenido señor Jaeger

Avisa la voz mecánica de la computadora y la puerta se desliza hacia abajo.

Creo que es mi turno.

—Bienvenido Liebling —me doy la vuelta abrazando el cuerpo de ese sujeto llamado 000 o "Levi" como le dijo el estúpido que golpeo mis manos— aquí abajo hay once celdas —mis labios están chocando contra la superficie lisa del bozal café— la tuya es la del fondo, cuida muy bien de tu habitación, es especial

Cuando siento mis pantalones ajustados en la entrepierna me doy cuenta que acabo de incumplir más de veinte reglas de Zerberus. Aun así continuo explorando la camisa de fuerza y todo lo que se esconde dentro de ella.

Levi no se inquieta, solo me mira con sus ojos grises preguntándome un "porque debería cuidar la puta celda mocoso"

—Era de mi madre —le susurro al oído para luego sonreír de forma enferma— ¿te gusta morder? Es mentira ¿verdad? Tu no sufres un trastorno paranoide, de lo contrario tus pupilas se dilatarían como las de un enamorado —estoy reprimiendo mis impulsos más oscuros para no quedar mal en nuestra primera vez— ¿crees en el amor a primera vista?

Sus ojos me miran con una furia y una ira ciega. También un poquito de asco.

—Bienvenido al infierno Liebling —vuelvo a decirle dándole un erótico beso cerca de la mejilla— prometo que nunca saldrás de aquí.

Tengo un secreto.

Papá colecciona enfermedades mentales, asesinos seriales, paranoicos dementes.

Tengo dos secretos.

Mate a una persona.

Esa noche volvía de la universidad, Mikasa estaba en casa de Reiner junto con los muchachos y un grupo de extraños me atacó en un callejón.

Él tenía los ojos de color miel. Tenía el pelo castaño ceniza, tenía un cuchillo contra mi cuello.

Me bajo los pantalones violándome sin contemplaciones y golpeando mi cara contra la sucia pared con sabor a musgos frescos. No me queje en ningún momento, cuando sentí como su miembro palpitaba a punto de terminar le ordene que no lo hiciera dentro.

No dejaría que nadie lo haga, no dejaría que nadie eyaculara dentro. Aun si ese extraño estaba robándome la virginidad quería reservar al menos esa ocasión para alguien más especial.

El ojimiel se burló de mi orden, embistió varias veces más y lo hizo con tanta fuerza que sentí como me desgarraba por dentro hasta llenarme por completo.

Se lo advertí.

No todos los estudiantes que caminan a la medianoche y tienen pinta de ángeles son buena gente.

Lo último que recuerdo es haberlo tendido en el suelo con mis manos alrededor de su cuello cortándole la respiración hasta ver como sus facciones se volvían azules por el esfuerzo de meter aire dentro de sus pulmones.

Recogí mi ropa interior y los pantalones del suelo. Recogí mis papeles y el cuchillo hecho trizas para guardarlos dentro del bolso.

Farlan, Farlan Church. Así se llamaba, me pidió que gritara su nombre pero yo no estaba disfrutando eso. Me dijo que todos los que eran como yo merecían ser violados de esa forma.

Al final terminó muerto en ese callejón y sus amigos escaparon al ver al monstruo de ojos verdes mirándolo condenatoriamente.

Tuve un ligero dolor de espalda por tres días, aun recordaba el sabor podrido de la sucia pared y los ojos de aquel tipo minutos antes de que se apagaran para siempre.

No todas las personas buenas son buenas.

No todas las personas malas son malas.

Papá es un coleccionista. Viaja por todas partes del mundo en busca de "eso" que coronara su vasta colección.

Sin darse cuenta de que ya lo tiene, sin darse cuenta que yo...de que yo soy uno de ellos.

PROXIMO CAPITULO

Fuerza de atracción

"Las metáforas son peligrosas. Con las metáforas no se juega. El amor puede nacer de una metáfora."


Sé que fue un comienzo algo largo, en el próximo capítulo se viene el lemon bien lemoso.

Muchas gracias a todas las que dedicaron un pedazo de su tiempo a leer esto. Prometo no defraudarlas.

Liebling significa "querido" o "cariño" el alemán.