Flint escupió el sospechoso líquido rojo que estaba bebiendo y tosió varias veces.
—¿Que QUÉ?
—Ajá… eso dijeron los de la televisora —corroboró el Productor.
—¿Esos tipos están locos, o qué? —se indignó el Director—. ¡A nadie le importa que en Vladivostok hayan censurado Yoblade! .¡No volveremos a grabar todo!
—¡A mí no me digan nada! —se defendió el Productor—. ¡Yo sólo comunico lo que me ordenaron!
—… sabes que acostumbramos matar a los portadores de malas noticias —soltó Flint.
—… de hecho, no —la corrigió el Director tras un silencio algo incómodo entre los tres—. Pero es buen momento para empezar.
—¡Bueno pues! .¡Dejen de estar quejándose y pónganse a trabajar!
—¿Con qué recursos? —soltó el Director.
El Productor sacó un fajo relativamente grueso de esos papeles misteriosos que rara vez se veían en las instalaciones de Chafamex Productions y que la gente normal llamaba "dinero".
—Es un adelanto. La gente de Vladivostok quiere ver la serie completa para enterarse de la historia real, y están dispuestos a pagar lo que sea.
—… Y a estas, .¿dónde queda Vladivostok? —quiso saber la guionista.
—Ni idea —el Productor se encogió de hombros.
—· / —·— / ·—
—Agh, Vladivostokianos del mal —gruñó Flint por lo bajo—. ¡Arderán en el infierno!
—¿Ya está todo listo? —quiso saber el Productor.
—Casi… los actores todavía no salen de maquillaje —informó el Director, impaciente—. ¡Cámara cuatro, retroceda cinco metros! —gritó—… ah, .¿por qué a mí?
—¡Problemas, señores! —informó Jenny de súbito después de hablar con un mensajero—. ¡No tenemos Narrador!
—¡Pues me importa un cuerno, narra tú! —explotó el Director, al borde de un colapso, para alejarse de allí hecho una furia.
—… ¿crees que sus instintos asesinos estén a punto de surgir? —comentó Jenny con el Productor, con una mirada extraña.
—Yo no sé, pero mejor estar lejos de él por ahora.
Cuando el Director volvió, simplemente tomó su megáfono y se sentó. Unos instantes después entraron los actores.
—¡Bien, hagamos esto igual que la vez pasada! —indicó el Director—. ¡Luces, cámara, CIERREN LA MALDITA BOCA TODOS…! .¡Acción!
DISCLAIMER: Nada de lo que voy a escribir me pertenece, salvo la locura.
(INTRO)
Poco
tiempo hay para dominar
la Cámara de Diputados que
no
hacen nada para volver
en seis años otra vez…
¡ES YOBLADE¡YOBLADE!
(FILL IN)
Hazlos
votar siempre de ese modo
y así "hoy, hoy, hoy"
deberás gritar
nuestro partido siempre ganará
no
lo puedes evitar…
¡ES
YOBLADE!
¡YOBLADE!
(FILL IN)
¡ES
YOBLADE!
¡ES YOBLADE!
¡YOBLADE!
¡Vota
ya!
El
matamoscas (The blade raider)
Onde conocemos al indejo de
Tyson y otros indejos
En algún lugar inexistente de Japón cuyo nombre no se ha reinventado, un individuo extraño y aparentemente estúpido de tez morena y cabello y ojos de un color que podríamos denominar como negroazulmoradoverdoso que se viste no del nabo, sino pésimamente mal, despertaba apurado —como es de costumbre en los primeros capítulos de una inmensa cantidad de animes. Este ente que finge ser un humano se llama Tyson. Pero para que no le den ganas de morder orejas ni nada así, también se le denominará Kori, Yemita o Bachoco. Así pues, Bachoco salió corriendo, y el muy desconsiderado dejó plantado a su pobre y achacoso abuelo, quien en vano trata de enseñarle kendo, artes marciales, y otras disciplinas que reducirían su volumen —principalmente el abdominal— considerablemente. Vivía con su abuelo porque su familia era disfuncional, por si no lo había dicho. De hecho, toda su vida su familia será disfuncional, es algo que está impreso en el código genético. Y el colmo es que si dejó plantado a su venerable abuelo fue porque tenía un encuentro de yoblade. ¿Qué chingallos es un yoblade? Pues un simple yoyo, pero con los …eeeeh… lados, supongo… idénticos a un beyblade visto desde arriba. El propósito del juego es golpear con tu yoblade el yoblade del contrincante, y lograr que SU yoblade se enrede, o simplemente no gire. Fin. No tiene ciencia, pero si me preguntan, es más "deporte" que el beyblade, en el cual sólo jalas la guía del lanzador y le gritas al trompo. Pero me estoy yendo por la tangente. El tal Kori iba corre, corre, corre por el bulevar, corre, corre, corre sin mirar atrás… y otros dos tipos igual de buenos para nada lo interceptaron, retándolo a un encuentro de yoblade.
Para buena o mala suerte de quien sea, Bachoco TAMBIÉN los dejó plantados, porque ya tenía OTRO encuentro de yoblade, cosa que ya había dicho. El par de inútiles se asombraron al oír el nombre del retador de Yemita, porque considerando que el pobre e inocente Bachoco es apenas un amateur, el otro tipo probablemente le ganará.
En fin, Tyson estaba retrasado, en todos los sentidos de la palabra. Cuando por fin llegó a su destino, se encontró con que su contrincante, llamado Andrew o algo así (de cualquier forma, su nombre no importa. Sólo aparece en unas cuantas escenas de unos pocos capítulos intrascendentales) estaba indeciblemente ocupado en una labor que requería de una cantidad inmensa de concentración, precisión, talento y disposición para el trabajo duro. Sí… se estaba rascando el ombligo (insértese redoble de batería). Bueno, en honor a la verdad, no es cierto eso. ¡Ah, mísera de mí! .¿Por qué he de padecer esta cruenta mitomanía? No, lo que Andrew estaba haciendo era "yobatallar" con otro sujeto que trataba de parecer pirata, pero que no llegaba ni a ser el limpia-cubiertas de una chalupa en un río seco. Este "pirata" se llamaba Carlos, o al menos eso afirmaba. Tras un inútil y ridículo intento de imitación de ataque por parte de Andrew, éste último quedó enredado con su yoblade, cayendo de una forma bastante cómica, estrepitosa y dolorosa.
El individuo que decía llamarse Carlos empezó a reír malvadamente.
—¡Gané, ahora me quedaré con sus yoblades! —exclamó, para seguir riendo malvadamente.
—Oh, y ahora, .¿quien podrá defendernos? —clamó Andrew.
—¡YO! —saltó Tyson, en el sentido estricto de la palabra.
—¡El chapulín colorado! —lo confundieron todos, menos Carlos.
—¡Bola de tarados! —explotó el limpia-cubiertas de chalupas en ríos secos—. ¡Ése no es el chapulín colorado!
—¡No contaban con mi astucia! —prosiguió Tyson, de cualquier manera.
—Escucha —comenzó Carlos a zarandear a Bachoco—. TÚ - NO - ERES - EL - CHAPULÍN - COLORADO, .¿captas?
—¿En serio? —se decepcionaron todos a su alrededor.
—Oh, qué mal —Tyson agachó la cabeza— … y ahora¿quién podrá defendernos?
—¡YO! —saltó el Chapulín Colorado.
—Tyson, .¿qué no comprendes que no eres el chapulín colorado? —soltó Andrew, aburrido de tan obtusa, lerda y mostrenca situación.
—Perdón —se excusó Bachoco, sinceramente arrepentido.
—Se aprovechan de mi nobleza… —se indignó el Chapulín Colorado, y se fue.
—Sí, sí, como sea, me largo con todos los yoblades de esta bola de tontos —anunció Carlos para sí, harto.
—Ni hablar, viejo —lo detuvo Tyson, quien ya se había tardado en decir una estupidez—, no si yo puedo evitarlo.
Entonces, un tipo chaparro, sin ojos, con pelo castaño, unos lentes en la cabeza, y también con un pésimo gusto para vestir se interpuso entre Tyson y Carlos. Se llama Kenny (un nombre algo gay, si me preguntan).
—¿Terminaste, misteriosa voz que surge del aire?
Eeeh… sí, supongo…
—Ok —asintió el tal Kenny y carraspeó—. ¡DETÉNGANSE!
—¿Y tú quién eres? —quiso saber Tyson
—¿NO OÍSTE NADA DE LO QUE LA VOZ EXTRAÑA DIJO?
… ya no se gana respeto como narrador, no sir.
—Por aquí me llaman el jefe —informó Kenny—, y sé todo lo que hay que saber sobre yoblades.
… sí, como no. ¿Alguien le cree?
—¡Es verdad! —aseguró "el jefe" con vehemencia.
—A ver, .¿quién fue el primer yoluchador? —preguntó Andrew, que seguía en el piso.
—Eeeeh….
—¿De qué está hecha la cuerda del yoblade? —quiso saber Tyson, quien intuía que la composición incluía algo de spaghetti.
—Pues…
… ¿hace cuánto que se fue Carlos?
—¿Qué? .¿Se fue Carlos? —soltó Kenny, incrédulo.
Yo misma me preguntaría si tal aseveración no fue cuestión de mi mitomanía, de no ser porque estoy plenamente convencida de que el sujeto hizo mutis unos treinta segundos después de que le ordenaron detenerse… y me pregunto también, .¿por qué es que sólo los tontos contestan una pregunta con otra pregunta?
—¿En serio? —se asombró Tyson. Por la barba de Neptuno, ya se había tardado.
—¿Qué no me van a ayudar a desenrollarme? —espetó Andrew, harto por fin de su situación.
—¿Estás enrollado? —inquirió Bachoco, cada vez más maravillado por los prodigios extraños que acontecían a su alrededor. Así que él y Kenny intentaron ayudar a Andrew. Pésimamente mal, si me preguntan, porque acabaron enredados también. ¿Cómo es que un yoblade puede tener tanta cuerda, pregúntome yo? Son misterios extraños de este milenio subnormal.
—¿Y tú no vas a hacer nada? —reclamó Kenny al cielo del que provenía la voz mística que molestamente narraba todo lo que acontecía con sus existencias. Tal vez ignora que si se le pone al tiro a las voces místicas molestas que vienen del cielo, las voces le arrancarán las vísceras.
En fin, simplemente diré que mágicamente se desenredaron y por arte de magia llegaron a un parque. Por arte de magia también, todos están sentados en una resbaladilla, con Kenny al frente. Esto fue mágico porque no creería que el pobre aguantara el peso de Tyson, pero en fin. El "jefe" les mostraba un video de la batalla de hace media hora en su Game Boy Advance SP®.
—¿Ves? —comenzó Kenny con su explicación físico-cuántica—. Te ganó porque su yoblade es más pesado, y al estrellarse con el tuyo generó un efecto de rebote que hizo que tu blade se enrollara alrededor de ti.
—¿Neta? —soltó Andrew, sarcástico—. Mira que si no me dices, ni cuenta.
—¿Y cómo podré ganarle? —quiso saber Tyson.
—Tendrás que hacer que tu yoblade gire cuatro veces más rápido —informó Kenny aleatoriamente. La verdad, no tenía ni idea.
—Pan comido —aseguró Bachoco.
Súbitamente, una duda existencialista acribilló a Kenny.
—… ¿por qué querrá Carlos tantos yoblades?
—Tengo entendido que es parte del cartel del grinch, la pandilla más peligrosa de esta cuadra —informó Andrew—. Dicen que están en busca del yoblade perfecto.
—¡Pues los haré polvo! —exclamó Yemita, con esa seguridad con la que sólo puede hablar quien desconoce la gravedad de un problema.
—Hacer que un yoblade gire cuatro veces más rápido no es fácil. ¿Verdad, Dizzy?
—No soy Dizzi —soltó una voz femenina desde el interior de su GBASP®—, .¿cuántas veces tengo que decírtelo?
—Perdón —disculpose Kenny.
Para acabar más rápido, baste decir que todos volvieron a sus casas, y Tyson le puso una cuerda del doble del tamaño a su yoblade, pero no sirvió mucho. Luego lo combinó con un lanzamiento tipo salto de ballet… y eso sí sirvió. Lo que no dije (oh, infausta omisión mía) es que Carlos y Tyson habían acordado otro reto… ahora que, si no lo dije, es que no pasó, pero como acabo de decir que pasó, pues pasó. Mística metafísica cuántica es esta. También cabe aclarar que la voz que salió del GBASP® de Kenny es de una pequeña dama llamada Marta. Al día siguiente, Tyson llegó tarde a su encuentro con Carlos, tal vez porque no tenía noción de él, tal vez porque siempre llega tarde a todas partes, pero lo que importa es que llegó. Hizo su locura del salto de ballet, y su yoblade dio en la cuerda del de Carlos, por lo que éste último dejó de girar y perdió. Fin. Carlos regresó todos los yoblades que había robado, y se sintió muuuy mal. Y después se sentirá peor.
—¡Sííííí, gané! —celebraba Yemita, el muy maldito suertudo—. ¡Soy el mejor!
—¡Increíble, Tyson! —lo felicitó Andrew con suma sinceridad—. ¡Cualquiera creería que tienes cerebro!
—No podría haberlo hecho sin el jefe —reconoció Tyson, señalando un hecho asquerosamente obvio.
—¿Envidia o coraje? —volvió a retar el infame sujetillo sin ojos al cielo del que surgía la voz mística. Esto es demasiado atrevimiento, yes sir, y no puede ser tolerado así como así, no sir. Así que un rayo lo convirtió en nerd frito.
Y entonces, maravilla de maravillas, apareció un bombón con pelo azul y una bufanda ondeando al viento… no, no es que sea un malvavisco mutante. Cuando digo bombón quiero decir que es un ser que no está bueno, sino buenísimo. El caso es que ese cuerazo saltó y quedó enfrente de Carlos, quien mostró algo de… pánico… en su mirada.
—¡Tú!… yo… —él, ella, nosotros, vosotros, ustedes, ellos… date prisa—. Lo siento… no vuelve a pasar.
—Cállate —le espetó atinadamente el individuo de la bufanda, dándole un puñetazo en el estómago.
—Oye —lo interpeló Tyson, molesto—, .¿quién te crees que eres para venir aquí así como así?
El individuo suspiró, harto de la vida desde el primer instante.
—¿Acaso hay alguna ley que me obligue a responderle? —clamó al cielo. Y, la verdad sea dicha, no la hay. Y aunque la hubiera, esta criaturilla no tendría que obedecerla. Así que, con la buena disposición del cielo, Yemita también se vio fulminado por una centella, faltaba más. Tanta irreverencia merece un castigo peor, claro está.
Así que ese delicioso sujeto con la bufanda, que tiene cara de llamarse Kai, amarró a Carlos con su yoblade (de Carlos) y se lo llevó arrastrando. Tal vez le pagaran bien en el puesto de tacos por él.
Y Fin.
