Disclaimer: Candy Candy y sus personajes pertenecen a Mizuki e Igarashi respectivamente. La canción original, "Penélope" pertenece a Joan Manuel Serrat y la interpreta Diego Torres, yo Wendy Grandchester, la he adaptado a los personajes Patty & Stear matizada con aspectos de la historia original y mi propia imaginación con el fin de entretener y no de lucrar.


La amante fiel

Por: Wendy Grandchester


El amor la había hecho florecer. Era hermosa su alegría, la eterna expresión soñadora. Él también tenía esa sonrisa a flor de piel, adorablemente torpe, adorablemente encantador. Ella era dulzura, libros, melodía tímida. En el mundo no se había visto pareja más tierna que ellos.

—¿Me veo bien, abuela?— Giró la falda vaporosa de su vestido.

—Te ves hermosa, niña mía. Toma esto, es para ti.— Le extendió su regalo.

—¡Oh! Es hermoso, abuela. ¡Y combina con mi vestido! Gracias.— Abrazó con adoración a la ancianita.

—¡Apúrate! No dejes pasar el tren.

Patricia,

con su bolso de piel marrón

sus zapatitos de tacón

y su vestido de domingo

Patricia,

se sienta en un banco en el andén

y espera a que pase el primer tren

meneando el abanico

Dicen en el pueblo que un caminante paró

su reloj una tarde de primavera

Ahí en la estación ella lo esperaba cada domingo, agitaba la mano, pero él podía distinguirla entre la multitud.

—¡Stear!

—¡Patty!— La abrazó y la hizo despegar del suelo en sus brazos por unos segundos.

Hacía calor aquella primavera, iban como de costumbre en esas tardes dominicales a tomar una limonada en la cafetería.

—¿Qué tanto me ves?— Preguntó con las mejillas rojitas mientras sorbía de su limonada.

—Que eres hermosa. Quisiera llevarme tus ojos para no perderme nunca.— Acarició su mano sobre la mesa.

—Stear... por favor, no te vayas, no tienes por qué...

—Debo hacerlo, Patty. Es lo que mi corazón me dicta.

—Alistair, el corazón también se equivoca.— Dijo con sus ojazos de avellana entristecidos.

—No se equivocó contigo.— Besó su mano y con los ojos cerrados siguió acariciándosela con sus labios un rato.

—Prométeme que regresarás.— Suplicó llorando.

Adiós, amor mío, no me llores, volveré

antes de que de los sauces caigan las hojas

piensa en mí, volveré por ti

El tren partió, partió con su amor, partió su corazón. El tiempo no perdonó.

—Patty, yo creo que...

—¡No! Él no murió, Candy... sólo, sólo está perdido, pero aparecerá...

¡Pobre infeliz!

Se paró tu reloj infantil

una tarde plomiza de abril

cuando se fue tu amante

—¡Vamos, Cornwell! ¡Escóndete!

Dio un salto para atrincherarse donde pudiera, el mundo estaba vestido de guerra, ancianos y vientres vestían de luto. Él llevaba muchas heridas de guerra, uno que otro fuego lo alcanzaba siempre, dejando alguna huella. La cordura era un privilegio.

—Vamos, Patty, la obra empieza en unas horas, debemos apurarnos...— Le decía Annie.

—Yo no puedo ir.

—¿Cómo que no? Patty, se Trata de Terry, no querrás hacerle un desaire.

—Lo siento, Candy, tengo que ir a recibir a Stear.— Respondió con una sonrisa brillante que entristeció la expresión de sus amigos.

Se marchitó

en tu huerto hasta la última flor

no hay un sauce en la calle mayor

para Patricia

Patricia,

tristeza a fuerza de esperar

sus ojos parecen brillar

si un tren silba a lo lejos

Patricia

unos tras otro los ve pasar

ve sus caras, los oye hablar

para ella son muñecos

Los años habían raído su vestido de domingo, el sufrimiento había hecho estragos en su cordura, pero en el corazón, allí su amor seguía intacto, le seguía esperando.

Dicen en el pueblo que el caminante volvió,

la encontró en su banco de pino verde

la llamó: Patricia, mi amante fiel, mi paz,

deja ya de tejer sueños en tu mente,

mírame, soy tu amor, regresé

Su sonrisa guardaba añoranza e ilusión, mas su cara tenía cicatrices de guerra, sus manos habían sufrido también, traía el sabor del combate, olía a fuego, a lucha, a cansancio, sólo el rostro soñador de ella hizo que esas heridas de guerra desaparecieran un instante, que rejuveneciera. Pero ella...

Le sonrió

con los ojos llenitos de ayer

no era así su cara ni su piel

"tú no eres quien yo espero"

Y se quedó

con su bolso de piel marrón

sus zapatitos de tacón

sentada en la estación


¡Hola!

A mí personalmente esta canción triste me encanta y por alguna razón me inspiró esta pareja, pues no solo Candy y Terry tuvieron un triste final, también ellos. Les dejé este pequeño obsequio mientras trabajo en el marathon de Inocente.

Un beso y hasta pronto,

Wendy