I - El Heredero


— Trunks, despierta. Trunks, ya vamos a llegar — dijo un joven sacudiendo a otro que dormía plácidamente en una nave espacial.

El espectáculo era impresionante a bordo del enorme vehículo: un planeta brillaba en un color rojo intenso en medio del oscuro universo, el cual era adornado con miles de estrellas que no se podía distinguir si eran cercanas o muy lejanas.

La nave, que había despegado de la tierra hacía cinco días, estaba apunto de aterrizar en la superficie de Vegetasei, el planeta de los saiyajin. A bordo del transporte viajaban varias personas. El más importante de ellos era el príncipe Vegeta, heredero al trono de su planeta y quien, después de cumplir una misión y conquistar 16 mundos para el Emperador Freezer, había pasado a la tierra por sus hijos, los que tuvo con una terrícola llamada Bulma.

Los retoños del príncipe también viajaban en la nave: Trunks, un joven de 24 años y Bra, una hermosa princesa de 19. Ellos visitaban de vez en cuando el planeta donde nació su padre y en el que además, tenían una posición privilegiada como miembros de la familia real. Sin embargo, ya tenía más de seis años que no pisaban Vegetasei y sus abuelos, los reyes Vegeta y Onion, habían solicitado su presencia para hablar de asuntos muy importantes acerca de la Corona. Para ser sinceros, este tema era de poco — y casi nulo interés— para la mayoría de los tripulantes de la nave.

También viajaba con ellos un joven llamado Goten, el mejor amigo de Trunks y su inseparable confidente. Quizá los días en este extraño planeta serían más tolerables para el heredero si su amigo estaba con él. Al contrario, su hermana Bra estaría más que feliz en ese lugar, pues la acompañaba su inseparable amiga, Marron, hija de dos amigos de su madre en la Tierra.

— ¡Vamos Trunks, despierta! — gritó Goten moviendo con más fuerza a su amigo.

Después de un par de minutos, el joven de cabello lila abrió los ojos y después de bostezar por varios segundos, se dirigió a la sala de mando para prepararse de cara al aterrizaje. Su padre, su fiel soldado, Nappa, y su hermana, ya estaban sentados y con el cinturón de seguridad puesto.

— Vaya, qué cara de muerto — bromeó Bra al ver entrar a su hermano junto con Goten. A su lado, Marron le sonreía a ambos emocionada por la aventura que estaba por comenzar.

— Mientras no esté en presencia de mis abuelos no tengo que fingir que esto me parece genial — respondió el muchacho sin entusiasmo.

— Deberías mejorar tu actitud — soltó Vegeta— me dará vergüenza que vean que un hijo mío tiene tan poco espíritu como tú.

En su mente, Trunks le respondió a su padre que no, no era falta de espíritu. Simplemente, él deseaba vivir como quisiera y no tener que depender de una línea de sucesión para hacer con su vida lo que se le pegara en gana.

El joven se sentó y se abrochó el cinturón de seguridad mientras frente a él aparecía majestuoso el Vegetasei, el planeta que el destino le marcaba que un día —no muy lejano— tendría que gobernar.


Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando Raditz pasó a la granja que proveía de alimentos y materias primas a Yasai, la capital del planeta.

El guerrero, uno de los más fuertes de ese mundo, tenía varios días libres, luego de una larga misión en la que él y su escuadrón — de élite, por cierto — conquistaron más de 16 planetas para Freezer, el líder de la Organización Interplanetaria de Comercio y para quién trabajaban los saiyajin.

Estas "vacaciones" pintaban para ser muy extensas, pues estaría un largo tiempo en Vegetasei a causa de la visita de varios personajes ilustres que estaban a punto de llegar. Por eso Raditz aprovechó aquella tarde para ir a la granja por provisiones para su casa, y ahorrarle un poco de trabajo a Gine, su madre, quien era una de las encargadas de la producción de la carne.

— ¿Qué es lo que me tengo que llevar? — preguntó el guerrero reportándose con su madre.

— Dame un segundo, hijo. Debo terminar unas cosas y te atiendo enseguida — contestó la mujer de unos 65 años, y que conservaba la juventud propia de los saiyajin, la cual magnificaba con un carácter amable y solidario. Sin embargo, Raditz era orgulloso y prepotente, más parecido a su padre, quien en esos momentos estaba en una misión, conquistando planetas en algún lugar de la galaxia.

— No tengo tiempo, Gine. Ya te dije que en cualquier momento me van a llamar de la Casa Real para escoltar a la familia del rey — soltó desairado Raditz.

— ¿Cuándo llegan? — preguntó la mujer.

— Se supone al anochecer.

— ¿Y quiénes vienen? — volvió a cuestionar Gine.

— El príncipe Vegeta y sus hijos. El rey ya quiere retirarse y que él gobierne — explicó Raditz.

— He escuchado que al príncipe Vegeta no le interesa la corona. Además, vive en un planeta lejano donde se casó con una mujer de allá. Sus hijos son sólo mitad saiyajin. No creo que a la reina Onion le guste eso — contó Gine de lo que se oía por las calles.

— A ti no te corresponde estar diciendo esas cosas, sabes que al rey no le gusta que hablen de su familia. Mejor apresúrate a darme lo que debo llevar a casa — argumentó su hijo, dando por terminada la discusión.

Gine no hizo un comentario más sobre el caso. Raditz tenía razón, hablar de la familia real no era bueno, sobre todo si a ella no le constaban estas aseveraciones que se regaban como polvo por el planeta: que el rey Vegeta ya estaba viejo, que el príncipe se había casado con una mujer de un planeta lejano (¡despreciando a las mujeres de su raza!), que sus hijos no eran guerreros, y quién sabe cuántas cosas más...

— ¡Hola, Gine! — una voz femenina sacó a la mujer de sus pensamientos.

Ella y Raditz voltearon a ver a la recién llegada. Era una chiquilla, de 18 años aproximadamente, de cabello negro a la altura de los hombros, piel pálida y ojos muy oscuros, muy oscuro, como la mayoría de las mujeres del planeta. Sí, era bonita, como todas las niñas de su edad.

— ¡Hola, Kalette! ¡Qué bueno que viniste! Eres de las últimas en llegar por su ración de carne, pero aún hay, así que no te preocupes — respondió Gine.

La jovencita sonrió contenta por el regalo. No, no era una obra de caridad de los gobernantes del planeta. Al contrario, esa carne estaba a punto de caducar y para que no se perdiera, se regalaba entre los trabajadores que generalmente, eran personas muy pobres. Kalette tomó la bolsa de carne, agradeció a Gine y se dio la vuelta, para volver a su trabajo en la zona de hortalizas.

— Ey tú — gritó Raditz haciendo que la chiquilla se detuviera.

Kalette volteó y no contestó. Estaba tan metida en su mundo que ni siquiera había notado la presencia del guerrero. Pero ahora sí lo observó: alto, muy fuerte y con el uniforme de los miembros del escuadrón de élite. Debía ser alguien importante y al sentir la mirada del hombre, deseó con todas sus fuerzas que no se interesara en ella.

— Sólo quería verte bien. Ya te puedes ir — indicó Raditz sonriendo maliciosamente — No está mal — susurró después para sí, pero Gine lo escuchó.

— Raditz, es una niña... — intervino la mujer, mientras Kalette se esfumaba a toda prisa.

El guerrero recogió todos los víveres que debía llevar a casa y salió del lugar no sin antes ir en búsqueda de la jovencita que recién había conocido. Sí, era guapa y sobre todo, era joven. Algo que a sus cincuenta y tantos años no le caería nada mal. Esa piel pálida y fresca le habían llamado la atención. Además él era un guerrero de élite, y ella una simple campesina o lo que era casi lo mismo, nada. No debía ser empresa complicada el tenerla.

— Endo, necesito encontrar a alguien — expresó Raditz llegando a la zona de hortalizas.

Endo era el supervisor de esa sección, había sido guerrero antes, pero nunca destacó, así que mejor pasó a la parte logística de Vegetasei. Conocía a Raditz desde la infancia, cuando entrenaron juntos para convertirse en guerreros.

— ¿A quién?

— A una chiquilla llamada Kalette.

Endo miró a Raditz sorprendido. Así que él también había sucumbido ante los salvajes encantos de aquella jovencita. Claro que la conocía, Kalette, la nieta de Paseri, un anciano exitoso como guerrero en sus años mozos, pero ahora muy enfermo. Una niña muy bonita, pero también muy, agresiva y con poca educación, toda un animalito salvaje, pensaba. Él también había intentado acercarse a la muchachita sin éxito. Ella ya sabía para qué la buscaban la mayoría de los hombres.

El supervisor llevó a Raditz a donde estaba Kalette, que en esos momentos llevaba su cesto lleno de las papas que ya estaban surgiendo de la tierra.

La muchachita se dio cuenta que alguien había llegado y sintió un golpe en el pecho cuando vio a Endo y al guerrero de élite que recién había conocido. ¿Otra vez tendría que lidiar con los caprichos de esos hombres?

— Ahí está, Kalette, la salvajita — indicó Endo sarcástico.

Ella miraba a ambos muy seriamente, pero Raditz no perdía su sonrisa maliciosa. La niña se paró derecha ante ellos, y el hombre se dedicó a darle una vuelta mientras la observaba.

— ¿Edad? — preguntó Raditz, como si estuviera en un cuartel militar.

— 18 — contestó Kalette sin ganas y visiblemente incómoda — Oiga, ¿usted quien es? ¿Para qué me busca? — preguntó la chiquilla.

— ¿De verdad quieres saber? — cuestionó Raditz mordiéndose el labio y acercándose a ella. La jovencita dio un paso hacia atrás. "Creo que en realidad no quiero saber", pensó. Entonces, el scouter del guerrero emitió una señal.

— Aquí, Raditz — dijo de mala gana — ¿Qué dices Nappa? Voy enseguida — añadió el hombre cambiando su tono enseguida. Cuando terminó la conexión, miró a la chiquilla y sin decir palabra, se fue volando mientras soltaba una de sus carcajadas escandalosas.


El sonido de fanfarrias anunció la llegada de la familia real. En el hangar oficial, aterrizó una nave procedente de la Tierra. Los guerreros de élite de la Guardia Real del rey Vegeta hicieron un pasillo para escoltar a los recién llegados que fueron recibidos por el príncipe Tarble, cuarto en la línea de sucesión, y quien vivía con sus padres, el rey y la reina Onion en el Palacio Real.

Con una enorme sonrisa, el príncipe recibió a su hermano y a sus sobrinos. Vegeta no fue efusivo con él, pero Trunks y Bra sí. Encontraban en su tío una calidez que deseaban que su padre también tuviera. Los jóvenes herederos presentaron a Goten y a Marron ante él, pues era la primera vez que ellos los acompañaban al planeta.

— ¡Es un placer recibirlos en su hogar, Vegetasei! En nombre del rey Vegeta y la reina Onion, les doy la bienvenida — expresó contento Tarble en voz alta.

Todo el séquito de delegados de la Casa Real aplaudieron después de estas palabras y siguieron a los invitados rumbo al lugar donde se hospedarían, el Palacio Yasai, morada de la realeza saiyajin.

Dentro del vehículo que llevaba a los recién llegados, Tarble intentaba entablar una plática amena con su hermano.

— Pensamos que tu esposa estaría aquí, ¿no pudo venir? — cuestionó el anfitrión.

— No, no pudo venir — respondió Vegeta molesto — Ella es una mujer muy ocupada y no puede dejar la Tierra con tanta facilidad.

El heredero no iba a decir que a Bulma no le emocionaba en lo más mínimo viajar a Vegetasei. "¿Para qué? Si tu madre no puede verme porque no soy una saiyajin", le respondió cuando él le hizo la invitación. Vegeta sólo chasqueó antes de aturdirse más con la siguiente pregunta de su hermano.

— ¿Y qué va a pasar cuando seas rey?

— ¿Mi padre sigue con esa estúpida idea? — preguntó Vegeta aún más harto.

— Sí. Nuestro padre ya desea retirarse de la vida pública y quiere que tú heredes el trono — respondió Tarble.

— Él ya sabe que jamás me ha interesado ser rey y no entiendo por qué no te elige a ti — Tarble bajó el rostro tras las palabras de Vegeta — A mí sólo me interesa seguir luchando, peleando y no estar sentado haciendo nada en un trono de oro. Tú tienes más vocación de ello, deberías ser rey.

— Nuestro padre sabe que mis poderes no se comparan con los tuyos y que el planeta necesita un líder fuerte, un líder como tú — añadió el menor de los hermanos.

— Ni tú ni yo seremos reyes, tengo a la persona indicada para tomar ese cargo — soltó el príncipe mientras miraba a sus hijos de reojo con una sonrisa maliciosa.


¡Hola a todos! Primero que nada, si llegaron hasta acá significa que leyeron todo, ¡muchas gracias! Les comparto mi nueva historia, la cual, espero, los pueda atrapar.

UBICACIÓN ESPACIAL/TEMPORAL

Como habrán notado, tomo elementos básicos de Dragon Ball, aunque con un poco de tiempo/espacio modificado. Esta historia transcurre en un ambiente alternativo en el que el planeta Vegeta no ha sido destruido por Freezer, pero Vegeta sí conoce a Gokú y a los saiyajin de la Tierra. Es pareja de Bulma y tiene a Trunks y a Marron. Las edades también se modifican un poco, pero lo iré explicando a lo largo de la historia.

OC

Las personas que me han leído ya saben quién es Kalette. Los que no, explico rápidamente, es un OC que "inventé" cuando era niña, allá por 2002. Decidí comenzar a escribir un fanfic sobre ella en el mundo de Dragon Ball en 2006 y lo terminé hace un par de semanas. Sí, creo que tardé un poco. Este personaje aparece en las historias "In The Shadows" y "Luz de Día", por si a alguien le interesa leerlos. Pueden encontrarlos en mi perfil.

ORIGEN DE LA IDEA

La verdad es que la idea me surgió basada en la historia original de la cubana Inés Rodena, "La Indomable". Esto, porque al estar viendo una adaptación de tantas que hay en televisión, se me ocurrió hacer un fanfic con una idea similar, y llevar el drama y el romance al mundo saiyajin. Sé que se ha escrito mucho de este tipo, y en gran manera, pero ojalá esta historia les guste.

Cualquier otra duda, estoy a sus órdenes para responder. Generalmente dejo la respuesta a las reviews al final del siguiente capítulo, así que estaré leyendo sus comentarios, sugerencias y claro, también críticas. Un saludo a todos y nos vemos en el próximo capítulo.