Llueve
Por Al
Como desde hace tiempo, en los días de abril, llueve. Las distancias se vuelven insuperables y los días interminables. ¿Dónde quedó ese amor tan eterno y a la vez tan… efímero? ¿Dónde quedaron esos ojos amatistas y aquella mirada dorada?
—Y sin embargo… llueve.
Su mirada se enfoca en el cenicero que vomita colillas ese día. Un hábito bastante malo que, en algún momento lo aprendió de alguien. Sin embargo, por extraño que parezca, no recuerda el quién, el cuándo ni el dónde; como si aquel hecho se hubiese desvanecido como pasos en la arena.
Se introduce en el baño y aquel espejo le regresa una mirada amatista más madura, pero menos brillante. Sonríe. Después deja de hacerlo. Al parecer nota el gesto falso y ¿triste?
El teléfono suen en ese momento, interrumpiendo la ducha que estaba por darse.
—Aquí Shindo— Sin duda su voz suena más varonil.
—Qué bueno que te encuentro, Shuichi. Me preocupé por que no asististe al trabajo, por un momento pensé que habías tenido una recaída— Del otro lado del auricular la voz de Hiro se escucha aliviada.
—¿Recaída?—
—Ah...—Exclama al darse ver que ha hablado de más—¿En serio dije eso? , qué tonto– Una risa nerviosa.
—Estás muy raro últimamente, Hiro. Estoy bien, solamente me sentía algo cansado— Una sonrisa sincera se posa en sus labios; es agradable que se preocupen por él. Le gustaría saber que no es la primera vez.
—Qué alivio. Espero verte mañana en el trabajo, sino, K nos matara a todos.
—Ahí estaré, descuida. Hasta mañana— Sin esperar respuesta del otro lado cuelga y se sienta en el sofá. Inconscientemente prende otro cigarrillo que no tarda en quedar con las demás colillas.
Y de pronto, un dolor repentino invade su cabeza, así como imágenes confusas y recuerdos que no reconoce como suyos. ¿Acaso nuevamente ha olvidado algo importante?, ¿otra vez?, ¿qué le sucede?
Se levanta del sillón y camina con pasos desiguales hacia el ventanal del departamento mientras sostiene la cabeza con ambas manos. Una vez ahí, el reflejo del vidrio le regresa, no su imagen, sino la de un completo extraño con una penetrante mirada dorada. Tan grabada en su mente y al mismo tiempo tan olvidada; una mirada que le causa dolor, angustia. Y pánico.
Rompe el cristal con el puño tratando de terminar aquella ilusión, mas es demasiado tarde. No importa el dolor, no importa la sangre, ya que algo más ocupa sus pensamientos.
"Yuki Eiri"
No quería recordarlo, pero ahora que es consiente de su existencia una vez más, no desea olvidarlo; pero seguramente lo hará, porque tanto sufrimiento no merece ser recordado, porque su mente prefiere vivir en la ignorancia, porque su corazón ya no puede más, por que su alma está agotada. Recordarlo se ha vuelto algo imposible
Mira al cielo hermoso y despejado de esa noche de abril.
—Y sin embargo… llueve.
