N/a: Todos los personajes del fic son propiedad de Masami Kurumada.
Capitulo 1 Prologo
Prados Celestes siempre había sido una de esas zonas en donde cualquier visitante se quedaba asombrado por la belleza y dedicación que la gente ponía en el cuidado de sus casas, las cuales tenían siempre un aspecto impecable y pulcro, constantemente mostraban un jardín impecable, sin mencionar que sus vecinos eran muy amables y dispuestos a ayudar.
En la calle principal, (Más específicamente hablando, la calle Magnolia) se encontraba una casa muy particular, quizás no porque tuviera una puerta grande o quizás porque sus ventanas fueran más amplias que las del resto, pero la verdad que lo que más resaltaba de aquella casa eran los coches que tenían sus propietarios en el garaje.
De noche, los peatones que no eran de los alrededores se quedaban anonadados con aquellos monstruos, que bien podían costarle el salario de una vida a quien quisiera comprarlos.
La mayor parte del tiempo, los dueños pasaban sus días libres adentro de su casa o de vez en cuando salían a hablar con sus vecinos, los cuales tenían una percepción muy lejana de ellos, pues normalmente salían los fines de semana a destinos desconocidos.
Al adentrarse al recibidor de aquella casa, se podía apreciar una maravillosa sala de estar a la izquierda, con un televisor mas grande de lo que alguien pudiera soñar cualquier persona corriente, a la derecha se hallaba un salón con una gran chimenea y varios muebles preciosos.
Caminando un poco hacia la izquierda uno entraba a un comedor muy elegante, en donde había una gran mesas de caoba y sillas tapizadas de manera oriental, y al final siguiendo derecho, se entraba a la cocina de aquella casa, que mas bien parecía una de algún restaurante famoso debido a lo equipada que estaba.
En una de las esquinas se encontraba una chica de cabellos morados, la cual vestía un delantal blanco y un vestido morado de confección moderna, la cual se encontraba preparando la cena para ella y su esposo con total dedicación en su rostro, ya que no era para menos una de las personas más reconocidas en el vecindario por su excelente gusto culinario.
Mientras picaba las zanahorias, la chica dirigió su mirada hacia los portarretratos que se encontraban sobre una de las encimeras de la cocina, al verlos con detalle, la joven suspiró un poco al notar la imagen que uno de estos mostraba, la cual era la de un gran grupo feliz en donde estaban ella y su esposo abrazados y rodeados al mismo tiempo de todos sus amigos.
Dejo por un momento la comida y se dirigió a tomar la fotografía con sus manos; húmedas por el agua y algo arrugadas, pero aun así hermosas ante los ojos de cualquiera, cuando por la tuvo a su alcance, suspiró al recordar cuando fue tomada esta y los buenos tiempos que sobrellevaron después de ese evento.
Ya habían pasado varios años desde su última batalla en contra de los dioses, en la cual se decidió el destino de la humanidad, en la cual nuestra amiga decidió vivir como una simple humana al lado de su caballero del alma, a cambio de que sus amigos prometieron no volver a usar sus poderes de nuevo, a la vez que los dioses prometieron no causar más daño, para así poder llevar una vida normal y plena.
La chica sonrió un poco al ver a las mujeres de la foto y pensó en sus "cuñadas" por así decirlo y de lo felices que se encontraban en la misma fotografía. Todos sus amigos habían establecido su vida en sus respectivos lugares, con sus parejas correspondientes y llevado una vida sin batallas, ni temores en la vida, lo cual hacia muy dichosa, la existencia de cada uno de ellos.
Media hora después
La joven esperó que la pasta que había hecho terminara de coserse, por lo que se dedicó a colocar la mesa para ella y su marido, quien ya debía de estar regresando del Hospital de la fundación Kido, mientras colocaba el último de los platos, la chica observó su casa con un poco de nostalgia en su mirada.
Aun costaba creer que ahora ella y su esposo vivieran en un vecindario privado y común en las afueras de Tokio, desde hace más de un año y medio, lejos de los lujos de la Mansión Kido y felizmente casados, pero aun así, ella no se quejaba para nada, ya que eso era lo que ella siempre había soñado en secreto: una vida.
El teléfono de la casa sonó y la sacó de sus pensamientos, por lo que se apresuró a contestarlo rápidamente, cuando escuchó quien era, se sorprendió un poco al escuchar la voz de sus compañeros de batalla en el auricular, pero después sonrió complacida de notar que era él:
— Hola… ¿Saori? —preguntó aquella voz masculina con tono suave pero varonil.
Saori sonrió al ver que su buen amigo la había llamado, ya que a veces era muy difícil mantener una comunicación estable con todos ellos, ahora que cada quien tenía su vida hecha.
— ¡Hola Shun! —respondió la ojiazul con entusiasmo en su voz.
— ¿Cómo estás? —contestó el joven con alegría al notar el tono despreocupado de su amiga.
— Muy bien gracias ¿Cómo estas tu? —dijo ella interesada.
— Bien gracias, te llamaba para preguntarte si ya conseguiste todo lo que te pedí hace unas semanas —comentó el chico con tono amable.
— Si claro —respondió sacando el teléfono inalámbrico de su basa y yendo después a apagar la cocina, mientras colocaba el altavoz del teléfono para poder mover sus manos—. Todo está en orden y puedes adquirirla cuando quieras al precio que te dijeron —replicó la chica con un tono de voz más alto y serio.
Se oyó un suspiro desde el teléfono, cosa que Saori interpreto como un alivio, por parte de Shun.
— Muchas gracias Saori —agradeció Shun muy contento — Me alegra haber acudido a ti.
— De nada… pero ¿No se te olvidó decirle a June? ¿Verdad?, no creo que le haga mucha gracia que se entere por alguien que no seas tú —indicó ella con tono feliz, mientras servía la comida en los platos que había sacado hace rato.
— De hecho… se lo voy a decir todo hoy… —confesó el peliverde con algo de pena en su voz.
— ¿En serio? ¿No se lo has dicho ya? —preguntó algo extrañada mientras comenzaba a servir la ensalada.
— Es que… hoy es… ejem… nuestro aniversario… —respondió el chico con vergüenza en su voz—. Y… quería que fuera una sorpresa… y algo especial para los dos.
— ¡Ay qué lindo! —Admitió Saori muy contenta ante esa afirmación—. ¡Felicitaciones! Espero que al final le guste la noticia.
— Yo también, y muchas gracias de nuevo por el favor Saori —indicó Shun con un poco mas de alegría en su voz.
— De nada, nos vemos pronto —se despidió la chica mientras colgaba.
DIN DON
En ese preciso instante sonó la puerta de la casa, indicando la llegada de su marido a su hogar, por lo que Saori terminó de colocar lo que quedaba de la mesa con rapidez, pues su esposo entraría en cualquier momento.
Efectivamente, su marido entró a la casa arrojando su chaqueta de trabajo al sofá, y luego se dirigió al comedor con una expresión de hambre y cansancio en el rostro. Luego de entrar a la estancia, miró alrededor y enfocó su vista en el rostro de su esposa y cambio su expresión a una sonrisa cálida, llena de amor y cariño, que hasta al más frío se habría derretido ante ella.
Él procedió a cortar la distancia entre ellos y a darle un beso muy apasionado poco después, que le llenó de nuevo todo los sentidos, tal y como era siempre que pasaba cada vez que la besaba desde los últimos años.
— ¿Cómo estás Seiya? —Preguntó ella luego de recuperar el aliento.
Seiya sonrió con un poco de sorna en su mirada y demostrando un brillo particular en sus ojos.
— Hambriento —contestó él con buen ánimo.
— Te hice tu pasta favorita —comentó ella en su oído.
— Mmm… tengo hambre de otra cosa… —susurró él en su oído con seducción mientras la apretujaba con fuerza para que notara su excitación y provocando un gemido por parte de ella.
— Primero vamos a comer ¿De acuerdo? —propuso ella algo sonrojada y con un hilo de voz.
— De acuerdo —suspiró él un poco molesto de que le bajaran los humos.
Luego de sentarse a cenar con su esposa, Seiya pudo sentir como la presión de hace un rato (por culpa del trabajo), desaparecía con rapidez, como siempre sucedía, cada vez que hablaba con ella u olía los manjares que ella le preparaba con cariño.
— ¿Cómo te fue hoy en tu trabajo? —preguntó Saori con una sonrisa y rompiendo el silencio que los invadía cuando empezaron a comer.
— Fue agobiante —admitió el joven con tranquilidad y suspirando un poco de cansancio—. No sé cómo puede caber tanta gente en un hospital tan pequeño, por suerte ya tendré mis vacaciones pronto y podre mandar al infierno a todo el mundo.
Saori rió por lo bajo ante el comentario de su esposo.
— Solo es cuestión de práctica, aparte de que creo que tú manejas mejor tu trabajo, que yo —comentó ella tomando un sorbo de agua fría.
— Aun no puedo creer que ya llevo casi dos años en el cargo —murmuró él por lo bajo y con mirada pensativa mientras enrollaba un bocado de pasta.
— Pero tú fuiste el que quería trabajar allí cariño —terció Saori sonriendo con amabilidad.
Seiya bufó por lo bajo ante el tono casa sarcástico de su esposa, al decirle esto.
— Si —admitió el con tono divertido en su voz—. Y no me arrepiento de nada, pero supongo que no está de más quejarse un rato —añadió él con orgullo.
— Si, yo tampoco me arrepiento —comentó ella con seguridad.
Ambos se miraron intensamente durante un rato, pero después cayeron en conciencia de que se estaba haciendo tarde y que si querían después pasar al dormitorio, debían recoger los platos sucios.
Después de hacer lo respectivo, la pareja procedió a lavar la losa en conjunto, ella enjuagando y el secando la vajilla.
— Por cierto… —comentó Seiya mientras secaba los platos—. ¿Con quién hablabas cuando llegue? —intentó saber el moreno.
Saori se sorprendió un poco ante el comentario.
— ¿Me escuchaste? —preguntó Saori extrañada mientras lavaba los vasos que habían usado.
Seiya se sonrojó un poco al notar la mirada de su esposa.
— No, es solo que me pareció escuchar una conversación cuando estaba entrando ¿Era Shun, verdad? —susurró él con pena en su voz.
— Pues sí, estaba hablando con Shun acerca de lo que decidió, recuerdas lo que hablamos hace unos días ¿Verdad? —explicó ella mientras cerraba el chorro de agua.
— Oh, espero que June acepte su decisión —comentó Seiya con tranquilidad mientras se secaba las manos.
— ¿Tú crees que Ikki sepa? —preguntó ella guardando los platos con calma.
— No lo sé, pero al final yo se que él aceptara, de una u otra forma siempre termina aceptando —afirmó Seiya ayudándola.
Luego de algunos minutos que se hicieron interminables, la pareja terminó con las labores domesticas, para luego pasar a su habitación y realizar sus respectivas rutinas de aseo, ya limpios y aseados se miraron uno al oro de nuevo, sintiendo aquella fuerza magnética que los unía otra vez.
— Bueno… supongo que es hora de dormir —dijo Saori sonriendo con picardía, cosa rara en ella.
A Seiya le brillaron los ojos de sorpresa, y con toda la caballerosidad del mundo, cargó a su esposa mientras la besaba sin control alguno, ya en la cama, ambos compartieron el lecho como siempre lo hacían desde hace ya algún tiempo, y fue durante un momento en el coito en el que ambos dijeron con voz jadeante:
— Te amo.
Sellando así la promesa que ambos se hicieron años atrás y que todavía mantenían intacta, pues el pasar de tiempo no borraría aquel sentimiento tan profundo que tanto les había costado conseguir.
N/a: Pues qué bien, aquí esta otro fic, espero que les guste esta historia, ya que es una que surgió luego de despertarme. También les digo, que no se preocupen por las demás historias, ya que también las continuaré.
Es un poco difícil para mí seguir el paso, pero siento que esta historia nació de mi alma, y cuando siento algo no puedo evitar expresarlo, es por eso que puedan disfrutar de este viaje conmigo, pues siento que esta historia da para largo.
