Capitulo 1 – LA HUIDA
Esta historia comienza en Andunie, la primera gran ciudad del reino insular de Numenor, aquí vivía Amandil capitán de los fieles, nunca seducido por Sauron.
La primavera se mostraba en todo su esplendor, era un hermoso día, donde predominaba lo verde, la luz se filtraba por todos lados, era un paisaje divino.
Para Amandil recién comenzaba el día, su cara mostraba algo de preocupación, había tenido una premonicion, esta auguraba la desaparición de Numenor, mas encima, corrían rumores de que muchos coterreanos, se manifestaban hacia el lado oscuro, influenciados por Sauron, entonces tomo la decisión de mandar a sus hijos a otra tierra.
- Mensajero, mensajero - grito Amandil.
- Si mi señor, que se le ofrece, con tono agitado, contestó.
- Llévale este pergamino a Elendil, corre rápido, tráelo lo antes posible - dijo con vos autoritaria, mientras se lo entregaba en sus sudorosas manos.
- Donde se encuentra el señor Elendil – pregunto - con cara de preocupación.
- Lo ultimo que supe fue que se dirigía a donde su hijo Anarion, en Meneltarma.
- Emprendo viaje mi señor, ojalas regrese con buenas noticias - agarro su caballo y salio como una estrella fugaz.
El mensajero tomo la ruta recta a Meneltarma, cabalgo dos días sin conocer descanso, aunque sin saber de que se trataba, sabía que su misión era de suma importancia.
El sol recién aparecía en las altas cumbres de Meneltarma, Elendil, habia prometido llevar a sus nietos a conocer las tumbas de los reyes de Numenor,
De pronto a lo lejos Elendil diviso una nube de polvo que se movía rápidamente hacia ellos.
- Que será - con voz preocupada, dijo a sus nietos
- Me acercaré a ver de que se trata, ustedes espérenme acá - ordeno Elendil a sus descendientes.Tomo de las riendas fuertemente de su caballo y partió al encuentro.
- Quien eres? - pregunto Elendil, mientras sacaba su espada y la ponía apuntando al corazón del forastero.
- Soy un mensajero de su padre - contesto haciendo una venia.
- Que nuevas traes para mí - pregunto Elendil, mientras habría el lacre del pergamino.
El mensaje decía lo siguiente, Elendil, reune a tu familia y diríjanse lo más rápido que puedan al puerto de Nindamos, ahí los esperaré, saludos Amandil.
Después de haber leído una y otra vez el mensaje, a Elendil no se le ocurría por que tanta prisa.
- Te dijo algo más mi padre, notaste algo raro – pregunto Elendil.
- No mi señor, no tuve tiempo para pensar en nada, solo agarre mi caballo y salí a su encuentro.
- Vuelve mensajero y dile a mi padre que ahí estaremos – contestó, mientras tomaba rumbo donde sus nietos a contarles la nueva.
Mis queridos retoños, hasta aquí llego el viaje, tendremos que volver para emprender otro desafio, mucho mayor, a su debido tiempo les diré de que se trata - argumento Elendil a sus descendientes.
- Porque volvieron tan rápido, paso algo? - pregunto Anarion, algo preocupado.
- Un mensajero de tu abuelo trajo nuevas, hay que empacar e dirigirse al Puerto de Nindamos lo más rápido posible.
- Pasa algo grave padre - pregunto Anarion.
- Eso lo sabremos allá – respondió Elendil, con voz misteriosa.
- Hay que avisarle a Isildur.
- Tú preocúpate de eso, yo me encargare de llevar a tu familia y la mía al encuentro -
dijo Elendil.
- Creo que se donde puede estar – contesto Anarion, mientras se rascaba la cabeza.
- Ensíllame un caballo - ordeno a un sirviente
- Voy mi señor – respondio, mientras salía corriendo a buscar una montura.
Así transcurrió el tiempo,Elendil emprendió viaje con su sequito, tomando algunas precauciones ya que el viaje era largo; así mismo Anarion se dirigía al encuentro de su hermano arriba de su mejor montura.
De pronto cayo la noche, Anarion a galope veloz por unos senderos se acercaba a su posible destino.
- Veo una fogata a lo lejos - murmuro para adentro, bajo de su caballo y se aproximo deslizándose como una serpiente entre los matorrales; fijo su vista entre un arbusto y diviso un grupo de hombres comiendo alrededor de una fogata, estos cantaban y reían como niños.
- Quienes son? - pregunto Anarion a los forasteros, empuñando fuertemente su espada.
- Somos leales a Isildur - contestaron todos al mismo tiempo.
- No me reconocen…exclamo algo enojado
- Porque habríamos de conocerlo - contestaron algo sorprendidos
- Soy Anarion, hijo de Elendil, hermano de Isildur - argumento
El silencio se apodero de ellos, era como si se los hubiera tragado la tierra.
- Busco a mi Hermano - pregunto algo agitado.
- La última vez que lo vimos, se dirigía a Nindamos, nuestra misión es patrullar el norte de la isla.
- Les dijo por que se dirigía a Nindamos…pregunto Anarion
- No menciono nada, pero iba algo preocupado - pasa algo Señor Anarion – preguntaron.
- No se preocupen, sigan con su destino – contesto Anarion, mientras agarraba su corcel y se perdía en la oscura espesura.
Así transcurrió la noche, todos los grupos apuntaban a el puerto de Nindamos, el viaje fue arduo, sin parar, galopando entre senderos y matorrales, además el motor de la duda movía mas esta nueva aventura, solo faltaba saber cual era la nueva que tenia Amandil.
En Nindamos, las aves revoloteaban felices buscando alimento en sus aguas, era un día maravilloso, este pueblo de pescadores quedaba en la costa sur de Numenor, en la región Hyarnustar, entre las marismas en la desembocadura del Río Siril.
- Todavía no llegan – decía Amandil, mientras pensaba y se paseaba impacientemente, habrán recibido mi mensaje - seguía preguntándose para adentro.
De pronto a lo lejos diviso un grupo que se acercaba, ha paso lento, era Elendil y su caravana, esto lleno de alegría a Amandil, que corrió a su encuentro.
- Hola hijo – saludo Amandil con una gran sonrisa.
- Saludos padre – respondió Elendil, algo cansado por el largo viaje.
- Que paso con Anarion e Isildur, porque no vienen - pregunto algo preocupado Amandil.
- Anarion salio a buscar a su hermano, dijo que sabia donde estaba, no se mas – dijo Elendil.
- Esperaremos más tiempo, la idea es que estén todos para saber la nueva – contesto Amandil.
Así paso el día y ninguna noticia de Anarion e Isildur; por otro lado Amandil se estaba impacientando, había que tomar una decisión inmediatamente o sino podría ser muy tarde.
La caída de Numenor es inminente Elendil, por eso decidí juntarlos a todos acá en Nindamos y planear una huida a otros horizontes, aquí la oscuridad abunda, cada día Sauron toma más fuerza y simpatizantes, prefiero asegurar mi descendencia antes que perderlo todo – argumento Amandil.
- Estas seguro de lo que hablas - pregunto con cara de preocupación.
- Así es, no hay nada que se pueda hacer, huir aunque no sea nuestro lema, es la mejor decisión, talvez en otro lugar podremos seguir con nuestra cruzada y terminar al fin con el yugo de Sauron.
- Y tu padre, vendrás con nosotros – pregunto Elendil.
- Mírame, soy un anciano, no te preocupes por mí, ademas tu junto a tus herederos llevaran mi sangre a otros confines, eso me llenara de orgullo, pase lo que pase.
- Vamos a los botes – ordeno Amandil, emprendan viaje los que están aca, yo esperare a mis dos nietos.
- Yo te sigo – contesto Elendil.
Así Amandil guió a su hijo y su comitiva al lugar donde se encontraban los botes para emprender viaje; estos eran nueve, todos con remeros dispuestos a dar su vida por llegar a puerto, sanos y salvo; el tiempo era perfecto para cruzar el gran mar de Belegaer.
- Distribúyanse en cuatro embarcaciones, así le dejamos seis a Isildur, Anarion y su grupo - ordeno Elendil, con vos de capitán.
Así empezaron a subir uno a uno a los botes, iban los hijos de Anarion, la esposa de Elendil y Anarion, sirvientes, fieles a la causa, algunos objetos entre los cuales destacaban, manuscritos antiguos, las siete Palantiri y un vástago de Nimloth, el árbol blanco de Númenor.
- Están listos para emprender viaje - pregunto Amandil, algo agitado.
- Si padre, llego la hora de partir - contesto Elendil, serio.
Elendil miro a su padre y se fundió con el en un gran abrazo - y le dijo.
- Se que no te veré mas, pero el recuerdo de tantas batallas juntos me llena de alegría y esperanza, no te olvidare, has sido el padre que todo hijo sueña tener, luego se separo de el para subir a uno de los barcos y comenzar la aventura.
- Icen las velas, rumbo hacia el Este - grito a sus marineros.
Las velas de a poco se iban inflando por el viento, como si fueran mariposas en primavera, el mar estaba muy calmo, pero eso a Elendil no lo tenia tranquilo, sabia que mar adentro las cosas cambiarían.De esta manera, poco a poco fueron desapareciendo las naves de la vista de Nindamos, perdiendose en el horizonte.
- Ojalas lleguen a buen rumbo - pensó Amandil para adentro, algo preocupado por Anarion e Isildur, llegando a pensar que su demora podría deberse a Sauron el Oscuro, que los había influenciado.
- Vigía, vigía - grito Amandil con tono apresurado.
- A sus órdenes mi señor Amandil - respondió
- Avísame si llegan mis nietos, yo me iré a descansar, ha sido un largo día.
- Cualquier noticia, será el primero en saberlo – respondió el vigía.
