Cap. 1- LA NOCHE ANTERIOR
Como todos los sábados, Seung Jo se despertaba temprano.
Antes de salir de la cama, se tomaba el tiempo para mirar a su alrededor; quería asegurar de que todo estuviera ahí, empezando por las fotos de su boda que adornaban la habitación, luego los regalos que, a lo largo de un año, se habían acumulado, y finalmente dejaba lo mejor.
Oh Ha Ni dormía como una niña pequeña a su lado, y para Baek Seung Jo no había absolutamente nada más maravilloso que eso.
Pero se dio cuenta en cuanto vio aquella vista hermosa frente a él, que no estaban en su cómodo y pequeño mundo.
Entonces recordó dónde estaban, y todo lo que había pasado la noche anterior. Y sonrió, mientras miraba a su esposa.
Se tomó su tiempo para aspirar su aroma, mirándola detenidamente. Seguía sin poder creerlo.
Su esposa se quejaba todo el tiempo de que él era un insensible, de que no le prestaba atención y de que, a pesar de llevar un año casados, no la valoraba como se lo merecía, pero la pequeña Oh Ha Ni no sabía que, detrás de todas esas burlas y peleas que tenían, el genio Baek Seung Jo amaba intensamente a esa mujer y que, estaba cien por ciento seguro, no podría vivir sin ella.
-Te amo, Ha Ni- susurró como todas las mañana antes de salir de la cama.
Aún no salía el sol, de hecho eran casi las seis de la mañana y todo seguía oscuro. Sabía que no tenía que despertarse temprano, que ese día no iba a trabajar en las mañanas al igual que su esposa, pero no podía quedarse en casa.
Se fue al baño y se tomó su tiempo para sí mismo.
Ese sábado era el día siguiente del cumpleaños número vientiuno de su amaba esposa. La noche anterior, muy a pesar de los inconvenientes que tuvieron con una mujer embarazada, estuvieron justo a tiempo para celebrarlo muy al estilo "Señores Baek".
Y mientras el agua caliente caía por su cuerpo, recordó la noche anterior:
-Cántame "feliz cumpleaños"- le pedía ella mientras iban de regreso a la casa. Seung Jo sonrió.
-Feliz cumpleaños, amaba esposita. Feliz cumpleaños a ti… - dijo y ella soltó una risita, ese tipo de risas que su esposo tanto amaba.
-¿Regresaremos a casa? Ya quiero ver a papá.
-Me parece que no iremos a casa, Ha Ni- le dijo él sonriendo.
-¿Por qué? ¿Ha surgido algo de nuevo? ¿Está todo bien?
-Sí, tranquila amaba esposita- dijo él mientras orillaba el carro cerca de un lujoso hotel a las afueras de Parang. Sonrió.
-¿Qué es esto, Seung Jo?- preguntó su esposa mientras él se bajaba a abrirle la puerta.
-Tenemos una reservación aquí. Solo espero no la hayan cancelado- dijo él tomando la mano de su esposa. El valet tomó las llaves del auto de los señores Baek y ellos entraron.
Ha Ni estaba estupefacta: la decoración del hotel era preciosa. Todo luminosa, con un enorme candelabro brillante y cegador, paneles cristalinos, un ascensor metálico, una fuente cerca de una sala de estancia donde parecían haber personas conversando casualmente; al fondo de escuchaba una ligera música de jazz y unas puertas se abrieron, dejando ver a una pareja que, dulcemente, se tomaba de las manos y caminaron a los ascensores.
Seung Jo y su esposa se miraron.
-¿Y bien? ¿Qué te parece?- preguntó él sonriendo. Ha Ni tragó saliva.
-E-es demasiado, Seung Jo.- dijo ella- Debe ser muy costoso esto…
-Lo que menos importa es el costo. Anda- dijo él mientras la tomaba de la mano.
-¿A dónde vamos?- preguntó tímidamente. El joven doctor sonrió.
-¿Tímida, señora Baek?- le preguntó mientras se acercaban a la recepcionista, quien al verlo esbozó una enorme sonrisa que, obviamente, a la joven enfermera no le agradó.
-¡Bienvenido y buenas noches!- dijo ella alegremente- ¿En qué puedo ayudarle, señor?- dijo pícaramente sonriendo de una manera atrevida, una que a la señora Baek no le gustó.
-Buenas noches, tengo una reservación a nombre del señor Baek- dijo él, la chica sonrió y buscó en la lista.
-Ciertamente, señor… Baek Seung Jo, usted tiene una reservación… - luego, a regañadientes postró su fiera mirada en la pequeña Ha Ni.
-Deseo la llave- dijo él sacando su identificación, la chica la tomó y luego le entregó una llave muy bonita del color de las olas. Ha Ni la miró.
-Es la primera vez que veo una llave como ésta, Seung Jo- dijo ella tomando su mano.
-Tiene una "hermosa vista a la luz de la luna"- se burló él, acción que provocó que Ha Ni le sacara la lengua. El señor Baek la tomó del mentón y la acercó a su boca lentamente.
-Guarde esa lengua para más tarde, señora Baek- dijo seductoramente- La necesitaremos- y acto seguido la besó.
De todas las cosas que hacían juntos, nada le gustaba más a Ha Ni que su esposo la besara. Siempre se perdía entre sus labios y sabía que, si seguían besándose, las cosas acabarían en excelentes maneras.
Pero un carraspeó los sacó de su burbuja.
-Seung Jo recordó entonces que no estaban solos, y que ese no era el lugar apropiado para besarse. Se disculpó con la mirada y se dirigieron al ascensor, pero la música llamó la atención de la señora Baek.
-Seung Jo… - le dijo en voz baja mientras esperaban a que el ascensor abriera sus puertas.
-¿Qué ocurre?
-¿No te gustaría bailar antes de subir…?
-¿Cómo?
-Sí- y apuntó a la puerta donde tres personas iban entrando. Seung Jo sonrió.
-¿Quieres ir a beber un trago, bailar y luego subimos?- ella asintió- De acuerdo, pero deberías ponerte ese vestido que te compré, así te sentirás más cómoda- le dijo él. Así que Ha Ni corrió al baño mientras su querido esposo la esperaba en la puerta. Se preguntó dónde guardarían la ropa que llevaba, pero sólo sonrió. Más tarde se ocuparían de ello.
Minutos más tarde, Ha Ni salió del baño usando el hermoso vestido de estampado que su amado esposo le había comprado y éste, la verla usando aquella pieza ceñida a su cuerpo y con varios dedos arriba de la rodilla, lo único que provocó fue que se volviera completamente loco.
-¿Y bien? ¿Cómo me veo?- le preguntó al enfermera totalmente apenada.
-Ladrona de alientos- susurró su esposo, provocando una sonrisa tímida en su esposa, luego la tomó de la cintura y la acercó a él- Sigo pensando que deberíamos ir directamente a la habitación y arrancarte ese tan hermoso vestido que te compré- y luego la besó- La chica de la tienda tenía razón: pareces toda una hermosa diosa- le susurró en los labios, besándola.
-Señor Baek, ¿podemos ir a bailar primero y después procedemos a la habitación?- le dijo ella separándose, pero él negó y la metió al baño de hombres.
Comenzó a besarla pasionalmente, mordiendo fuertemente sus labios y metiendo su mano debajo del hermoso vestido.
Ha Ni entonces gimió en su boca y aquello solo despertó la parte más oculta de las terminaciones nerviosas de su esposo y no se pudo contener.
Enredó sus manos en el cuello de su esposo y éste la levantó, metiéndola a uno de los cubículos vacíos. Ni siquiera les importó si había personas mirando, o si alguien estaba ahí dentro: se bajó el pantalón con una rapidez que su esposa conocía muy bien, sin dejar de besarla, luego metió dos dedos para comprobar si ya estaba lista, y claro que lo estaba.
-Siempre lista- dijo él mordiendo sus labios. Y luego, entró dentro su ella.
De todas las cosas que Seung Jo amaba de hacer con su esposa, estar dentro de su esposa era de sus favoritas. Amaba tanto ese lugar, tan pacífico y acogedor, se sentía poderoso y único, porque al ser una persona que siempre deseaba ser el número uno, saber que había sido el primero y el único en la vida de su mujer era lo mejor que le había pasado.
Y Ha Ni, como siempre, se perdió en el proceso.
Se dejaba poseer como solo él sabía hacerlo y como estaba segura nadie más podría lograrlo; su esposo le hervía la sangre y la volvía completamente loca.
Se sujetó de sus hombros y echó la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por ese mar de emociones que la embargaban. Y se volvió aún más loca cuando su marido la sujetó con una sola mano y con la otra masajeó sus pechos por encima del vestido.
-S-Seung Jo… para… - dijo ella conteniendo la voz.
-Nunca. No quiero.- le dijo él, porque sabía que su esposa casi llevaba al clímax.
Y así fue. Ha Ni llegó al cielo y soltó un gemido poderoso, salvaje y cargado de placer, un gemido que volvió loco a su marido y que sólo consiguió que él también la alcanzara.
Y así se quedaron los dos, fundidos el uno con el otro, sintiendo sus corazones latir con fuerza y perdiéndose mientras intentaban regular sus alocadas respiraciones.
-Fui al cielo… y volví- dijo Seung Jo hundiendo su rostro en el pecho de su mujer, y ella sonrió de vuelta besando la coronilla de su marido.
-Fuimos.
Toc, toc, se escuchó detrás de la puerta… y ambos se miraron.
