Reeditado el 10 de enero de 2015.
N/A: Code Lyoko es propiedad de MoonScoop y France 3, yo solo lo utilizo para divertirme :3
Agobio
El sol brillaba de una manera intensa en la bonita ciudad del amor. El vaivén de la gente y el bullicio de los coches hacían de ese jueves un día cualquiera.
Un joven de rebeldes cabellos marrones y bonitos ojos caramelo se disponía entrar en el pequeño dojo donde trabajaba desde hacía ya 4 años.
—¡Llegas pronto! —Exclamó el hombre regordete de mediana edad. Estaba sentado en su viejo escritorio y bebía despreocupado una humeante taza de café negro mientras sostenía el nuevo tomo de su revista de karate favorita.
—Sí, quería calentar un poco antes de mi primera clase —respondió mientras se desprendía del anorak y colgaba la bufanda en el perchero de roble situado junto a la entrada.
—¿Cómo está Alex? —El hombre no apartó los ojos de la revista.
—Bien. Le acabo de dejar en la guardería, así Yumi estará más tranquila. Últimamente está insoportable —se dejó caer sobre la silla en frente de su jefe —. Alex, no Yumi. —Aclaró.
—Eso es que va a dejar de ser el rey de la casa y quiere que le presten más atención.—Dio otro sorbo—. Ya no queda nada, ¿eh?
—Sí —dijo sin mucho ánimo, cogiendo la cafetera y sirviéndose el líquido amargo en una taza que rezaba: I love me —regalo de Odd de las últimas navidades.
—¿Qué pasa? Ahora es tarde para arrepentirse, macho. No haberte divertido tanto hace nueve meses.
—No, no me arrepiento —se sonrojó levemente por el comentario—. Lo que pasa es que ... —Bebió pensativo y añadió—: Ahora son tres y si con Alex era difícil tener un momento a solas, imagínate con dos más. Y si vuelve a tener la depresión post-parto...
—Tranquilo. Tu no dejes de ser cariñoso con ella, hazle regalos. Recuerdo que mi mujer cogió la depresión con el cuarto. Me despertaba por la noche y la veía sentada con un cuchillo, mirándome con cojos de psicópata mientras amamantaba a mi hijo —le recorrió un escalofrío—. Uf ... fueron los peores meses de mi vida. Estuve cerca de ser castra …
La melodía de un móvil interrumpió el monólogo del uno de los primeros hitsde los Subsonics, el grupo favorito de Ulrich. Ahora, más de diez años después de la fiebre por ellos, ya habían pasado de moda y los jóvenes los consideraban anticuados, como solía pasar con casi todas las modas.
—Perdona —dejó la taza en la mesa y contestó—. ¿Sí?
A través del aparato se escucharon varios gritos desesperados seguidos por golpes secos y quejidos. Miró extrañado el número reconociendo el nombre de su mejor amigo.
—¿Odd? —Preguntó. Se tapó el oído izquierdo para intentar escucha algo mejor, pero nada. Había mucho escándalo.
Luego más golpes secos y lo que parecían grititos de niña, pudo escuchar una temblorosa voz al otro lado del auricular.
—Ul-Ulrich tío, t-te voy a decir algo, pero tranquilízate, no te pongas ne-nervioso, ni te alteres, ni te desmayes, ni te ...
—¡Si me dices eso sí que me voy a poner nervioso! ¡¿Qué ha pasado?! —Se le comenzó a acelerar el pulso, las piernas le temblaban y estaba comenzando a sudar, pese al frío. Si su amigo estaba tan alterado, algo malo debía de haber sucedido.
—Es Yumi ... ¡Yumi ... !
—¡¿Qué es lo que le ha pasado a Yumi?! —Sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. ¿Y si a Yumi le había pasado algo malo? ¿Se habría caido por las escaleras? Pensándolo bien, no le hubiese extrañado; con esa su gigantesca barriga suya le costaba andar y ver los posibles obstáculos.
—Yumi ... me está pegando...
— ...
— ...
—¡Idiota! ¡Me has asustado! —Sitió que la sangre volvía a circular por su cuerpo y que su corazón volvía a latir con normalidad. Odd era imbécil.
—Perdona, pero la verdadera razón de la llamada es que se ha puesto de parto, estamos yendo al hospital —soltó como quien le dice la hora a un desconocido que se acerca a preguntar.
—¡¿Y lo dices tan tranquilo?! ¡Haberlo dicho antes, pedazo de idiota! —Colgó bruscamente y guardó el móvil en el bolsillo derecho de su pantalón.
—¿Ha pasado algo malo? —Le preguntó su jefe el al ver como volvía a ponerse el anorak y, como podía, la bufanda y los guantes, dispuesto a salir.
—Yumi se ha puesto de parto. Mis amigos la están llevando al hospital. Me tengo que ir ... ¿Te importa?
—Claro que no, vete. Yumi te necesita a su lado.
—Sí, para desahogarse pegádome e insultándome. —Acabó de ponerse la bufanda, por supuesto del revés casi ahorcándose, y salió como un cohete del dojo.
—¡Ulrich! —Le gritaron desde la puerta del local. Se giró y vio a su jefe agitar un objeto que no lograba reconocer—. ¡Las llaves!
El castaño volvió por las mismas, medio derrapando, al darse cuenta de que para ir al hospital, tenía que coger el coche, y para coger el coche le hacían falta las llaves.
—¡Gracias! —Sonrió tembloroso, cogiéndolas al vuelo—. ¡Vamos a tener gemelas! —Exclamó emocionado.
—¡Suerte y saludos a Ishiyama! —Chilló con su voz grave antes de que el mercedes negro arrancara rumbo al hospital.
Nervioso era poco. Le temblaban hasta las orejas. ¿Por qué? No tenía que ponerse tal histérico, era el segundo embarazo de la japonesa, no era la primera vez que se enfrentaba a algo así. Aunque, seguramente era el hecho de que fuesen dos criaturas las que iban a llegar al mundo en lugar de sólo una; su vida iba a cambiar de nuevo, tal y cómo lo hizo cuando nació su primogénito. Los años venideros, a pesar de todo, prometían muchas aventuras y sobre todo, mucha felicidad. Y con ese agradable pensamiento, se dirigió a la autovía. Si quería llegar pronto, era el camino más rápido.
.
—¡Samantha, date prisa! —La japonesa, sentada en los asientos traseros, intentaba aguantar los dolores y no agobiarse demasiado.
—Sí, sí, ¡voy lo más rápido que puedo! —La morena, embarazada de cinco meses, no quitaba la mirada de la carretera. Bueno, sí, en una ocasión la desvió un momento para ver los extraños movimientos que hacía su marido, sentado junto a la futura madre—. Odd, deja de grabar, ¡vas a poner más nerviosa a Yumi!
—¡¿Y perderme todo esto?! —Dijo como si esa no fuese una opción planteable. No apartó el lente de su objetivo—. ¡Este vídeo vale millones! Me siento uno de esos exploradores que graban a los leones. —Desde que habían salido de casa de Yumi, Odd iba grabando todos los dolores de su amiga, de todos los ángulos habidos y por haber. Se sentía poderoso con su nueva cámara violeta metalizada de última generación.
—¡Idiota! —Otro gran golpe fue a parar a la cara del rubio, el cual se llevó la mano a la zona adolorida. Eso sí, sin apartar la cámara.
—Lo dicho, parece que estoy grabando a una leona hambrienta... ¡¿Y ahora por qué me pegas?! —Chilló adolorido—. ¡Me la vas a romper, y es muy cara!
—¡Me pones de los nervios, Odd! ¡O dejas de grabar o tú y tu cámara vais a ir por la ventana! —Yumi le miró amenazante.
—¡No! —Odd acarició su aparatito—. Venga Yumi, cuando veamos esto dentro de unos años será divertido. ¡Ya veo hasta el título! ¡La malhumorada japonesa de parto maltrata al esbelto y atractivo joven aspirante a director de cine! —Hizo incapié con movimiento teatral de brazos incluido en lo último.
La japonesa cansada de escucharle, le lanzó otro manotazo. Odd, cual ninja, lo esquivó y maniobró de forma cómica para evitar que los siguientes golpes le alcanzasen, intentado que su preciada cámara no tocase el suelo.
—¡Que me la des! … ¡Aaaaay! —Gritó furiosa entre jadeos y contracciones. Yumi habría jurado que los niños saldrían en cualquier momento y ahí mismo sólo para quitarle el dichoso aparato a Odd y tirarlo por la ventana.
—¡Yumi, sigue sigue! "¡La escandalosa futura madre de gemelos ataca sin piedad al apuesto joven!"
—¡Odd Della Robbia, que me des la maldita cámara! —Extendió la mano, pero al sentir otra contracción, la volvió a poner sobre su abultadísimo vientre—. Uff … ¡entre tú, cámara, los dolores, me voy a volver loca!
—¡¿Más?! —Dijo mientras reía. Recibió otra bofetada.
—¡Queréis parar! —Samantha, desde los asientos delanteros, iba con los nervios a flor de piel. Los gritos y la tensión que le provocaba conducir rápido pero con precaución estaban haciendo que la criatura que tenía en el vientre le aporrease con insistencia. En ese coche todos estaban completamente locos—. ¡Odd, deja de chinchar y Yumi, tranquilízate! —Sentía que iba a perder la cabeza en cualquier momento. Entre su bebé y los dos "adultos" que se pegaban y gritaban como dos niños pequeños no había quién condujese.
—Sí, señora —Odd cerró la boca, pero continuó grabando. De momento y por su vida, era mejor callar.
—Perdona Sam … ¡Ah! —Yumi se retorció de dolor. Ella tampoco era que estuviese en una mejor situación—. Pero por favor, ¡písale!
—Sí, sí, ya estamos, tranquila. —Aparcó de una manera estrepitosa, derrapando frente al hospital y salió lo más rápido que pudo—. ¡Ayuda! ¡Mi amiga está de parto!
Sam giró la cabeza para dirigirse a la japonesa pensando que Odd la estuviese ayudado a salir, pero todo lo contrario, su querido marido la seguía grabando mientras habría muy lentamente la puerta, para según él, darle más dramatismo a la situación.
—¡Odd! —Fue hasta él y le dio un golpe en la nuca—. ¡Yumi tiene toda la razón de pegarte! ¡Deja esa cámara y ayúdala a salir!
—Y aquí amigos, vemos a mi querida mujercita gritando al joven y apuesto director de cine por no ayudar a la histérica embarazada a bajar. Aviso a nuestros queridos espectadores: las mujeres, y más embarazadas, se vuelven bastante histé ….
No pudo seguir ya que Sam le quitó la cámara como una madre le quita a su malcriado hijo un juguete.
—¡Venga ya, Sam! ¡Devuélvemela!
—¡No, ayuda a Yumi! —Le respondió levantando la cámara lo más alto que podía y moviéndose para evitar que su marido la cogiese. Ser unos centímetros más alta que él tenía sus ventajas.
—¡Pero tengo que grabarlo todo!
—¡Pero primero ayúdala! ¡Por un momento que no grabes no va a pasar nada!
—¡Imposible! ¡Tengo que grabarlo todo TODO!
Mientras el matrimonio peleaba, Yumi bajó sola y con ayuda de los enfermeros, subió a la camilla y se la llevaron. Ninguno de las dos personas allí presentes se dieron cuenta.
—¡Pareces un niño!
—¡Y tu una vieja!
—¡Mejor que ser un crío infantil y caprichoso!
—¡Admite que has tenido mucha suerte al casarte con alguien como yo!
—¡Pues parece que en vez de casarme, adopté un niño!
—¡Pues si mal no te recuerdo, el aquí "niño" —Odd movió los dedos con ironía—, te ha dejado embarazada DOS VECES! JÁ —recalcó con el pecho hinchado.
—¡Los milagros existen!
—¡Entonces por eso me casé contigo!
—¡Idiota!
—¡Loca!
Mientras Odd y Samantha se atacaban, Ulrich ya había aparcado —si a dejar el coche en doble plaza y semi torcido se le llamaba aparcar—, y en ese momento se acercaba corriendo hacia el "feliz" matrimonio.
—¡Eh! —Los dos voltearon a ver quién les había gritado y vieron al alemán a medio vestir, con la bufanda colgando y un solo guante.
—¡Ulrich! —Exclamaron al unísono.
—¿Qué haces aquí, tío? —La morena y el castaño le miraron de mala manera, ¿era tonto, o qué?
—Omitamos esa pregunta —dijo Sam. Ulrich estuvo de acuerdo.
—¡¿Se puede saber por qué discutís?! —Miró a su alrederor—. ¡¿Y Yumi?!
—Es este imbécil que me saca de quicio.
—Esta loca que no me deja grabar.
—¡¿Y Yumi?! —Repitió para que le respondiesen. Los problemas del matrimonio Della Robbia – Knight no le importaban mucho en ese momento.
—En el coche, Ul, en el coche —Odd se acercó hasta dónde había dejado a la japonesa antes de que su dulce mujer le arrebatase su preciado tesoro—. ¡Yumi! Sal para que tu marido no nos mate … ¿Yumi? —Metió la cabeza en el coche—. No está.
—¡Eso se ve a simple vista, la puerta está abierta y por eso te estoy preguntando, idiota!
—¡Eh, eh, sin faltar!
—Ya se la habrán llevado ¡Si no fuese por este idiota, sabríamos dónde está! —Dijo la morena mirándole de forma recriminatoria.
—¡No se os puede dejar solos! ¡Los dos sois unos críos!
Ulrich entró irritado al hospital, dejando solos a la embarazada y al "futuro director de cine"
—Tiene razón, nos comportamos como niños —razonó Sam un poco avergonzada.
—Habla por ti.
—Odd, de verdad me desesperas. ¡Aparca bien el coche y date prisa en entrar! —Le gritó lanzándole las llaves que el rubio cogió al vuelo.
—¡Vale, pero luego me devuelves la cámara!
—¡Uff, que agobio de hombre! —Dijo mientras entró al edificio a la vez que Odd se llevaba el vehículo de la entrada.
Continuará
¡Holaa!
Pues nada, al fin me he atrevido a subir algo de todo lo que tengo. La verdad es que me daba un poco de corte y vergüenza (quizás es absurdo) publicarlo.
Creo que a Odd lo he puesto un poco pesado, pero es como me lo imaginaba, no solo en el parto de Yumi, también en el de Aelita y Sam. ¿Cómo consigue que le dejen entrar? Solo él lo sabe jajaja.
Espero que os guste y sea bien recibido. Será un poco largo, pero intentaré recortar lo máximo posible pero sin quitar emoción, para no hacerlo tan pesado .
Muchas gracias por haber llegado hasta aquí. ¡No olvides dejar un comentario!
Un saludo.
IndiaRose3
