¡Saludos a todo el mundo que haya decidido entrar a leer este fanfic!

Escribir una historia como esta, va a ser todo un reto para mi, puesto que nunca he hecho un fic Ginny-Draco.

¡Pero vamos, que a quien le guste esta parejita, que lo disfrute!Am y si eso…escribid algun review! Jeje a leer!!!

1.Alguien como yo

-yo nunca estuve de acuerdo en que tú fueras mi psicologa.-repuso el chico enfadado.

-Ni yo lo estuve cuando me encomendaron a mi paciente.-contestó ella cerrando bruscamente el maletín marrón lleno de papeles.

-mientes.-siseó el rubio cruzando el entrecejo.-se te da muy mal mentir.-sentenció calmando su gesto.- deseabas tanto volver a verme que aceptaste en cuanto te lo encargaron.

Ginny Weasley bufó resignada. Era imposible tratar con él. Desde que le habían propuesto a Draco Malfoy como paciente, supo que era una locura. Y sin embargo, ahí estaba. En su despacho. Echa una furia por un gélido rubio que hablaba con la misma monotonía que siempre. Que hablaba con su mismo cinismo. Que no ayudaba en nada con sus sarcasmos. Que siempre avecinaba una pelea. Y que siempre la conseguía.

Se mordió el labio renunciando a enfurecerse más. De hecho, ella era la médica. Ella era la que tenía que guardar la calma.

Y Merlin sabía que era buena en su trabajo. Que incluso el hombre con el mayor grado de locura no podía con ella. Pero Draco Malfoy era diferente. Draco Malfoy no estaba loco. Draco Malfoy era chirriante, ostentoso, impresentable. No había una palabra adecuada para él. Todos los adjetivos infernales que le venían en mente a la muchacha le valían para definirlo.

-¿y bien?-preguntó el chico con una media sonrisa.-¿continuamos?

Ginny cerró los ojos y volvió a abrir el maletín, preguntándose que demonios hacía en esa casa, con él. Una cosa era que le gustaran los retos. Otra muy distinta, arriesgarse a ser sentenciada como asesina. Porque si por ella fuera lo mataría. En ese momento. Congelando ese estupido amago de sonrisa.

-a ver Malfoy. Una vez aclarado el punto de que yo no te gusto y tú no me gustas, ¿Qué tal si me respondes a algunas preguntas?

-yo nunca he dicho que no me gustes.-contestó el chico entrecerrando los ojos.- he dicho que nunca estuve de acuerdo en tenerte como psicologa. De hecho.-continuó mientras bajaba la mirada desde los ojos furiosos de la chica hasta su escote bien acentuado por la camisa medio abierta.-no estas nada mal, Weasley. Ya lo sabes.

La chica se sonrojó levemente y se volvió a morder el labio nerviosa. ¿Qué hacia? ¿se levantaba y le estampaba una silla en la cabeza? ¿Así conseguiría aliviar esa fiera que parecía incitarle a que lo matara?

-tu padrino pidió a mi jefe expresamente que fuera yo quien te atendiera.-dijo contando mentalmente hasta diez al escuchar la risa estridente del rubio.-asi que eso es lo que voy a seguir haciendo.

Miró el reloj de pulsera. Doce minutos habían pasado ya desde que, supuestamente, tenían que haber comenzado su sesión.

-siempre perdemos el tiempo con tus tonterias.-dijo la chica sacando una pluma.-y ya es hora de comenzar.

-si estas aquí es por la decisión de Severus.-aseguró el chico serio de nuevo.-y una psicologa realmente no tiene más que escuchar. En este caso, como tu lo llamas, mis tonterías.

-Llevas recordándomelo toda la semana.-dijo la chica sonriendo cínicamente.-creo que me ha quedado suficientemente claro. Ahora, ¿podríamos seguir donde lo dejamos el último día?

-no me apetece hablar otra vez de cómo lo pase entre los mortifagos.-contestó arrastrando las palabras.-de oh Weasley! Que mal mal mal lo pase!-dijo burlonamente.

-idiota.-susurró la chica escribiendo en su papel "reticencia a la hora de hablar de su pasado"

-yo no soy reticente.-susurró una voz en sus oídos.-simplemente hoy no me apetece.

La pelirroja, algo sorprendida de encontrarse al chico tan cerca suyo, cerró deprisa la carpeta en la que el nombre de "draco Malfoy" se apreciaba en una cuidada caligrafía.

-¿quieres sentarte en tu sitio?-preguntó cabreada.-Demonios! Déjame hacer mi trabajo.

-hoy me apetece hacer otra cosa.-susurró sonriendo de medio lado.

-sorpréndeme.-susurró desganada.-¿Qué quiere hacer Draco Malfoy?-preguntó levantando las cejas teatralmente.

-ir a cenar con su psicologa.-respondió firmemente.

La respuesta pillo por sorpresa a la pelirroja, que se sonrojó violentamente. Un rebelde mechón rojo le cubrió la cara, y apartándoselo algo nerviosa, miro con desconfianza al chico, que le sonreía de la forma más sexy que ella había visto nunca en ningún chico.

-deja de bromear.-susurró ella evitando su mirada.

-no es broma-contestó el otro.-me apetece aprovecharme de ti.

Ginny se levantó con calma aparente. Recogió la carpeta y volvió a cerrar el maletín.

El sonido de los tacones de la chica resonó en los oídos del rubio. La pelirroja contoneaba sus caderas de manera demasiado sensual para el aguante del chico. Cuando puso más atención y enfocó su figura entera, pudo apreciar que ella estaba a punto de salir por la puerta.

Con rapidez se puso a su altura y sujeto fuertemente su brazo, haciendo volver a la chica, que le miraba de la manera más fría y más slytherin que ninguna otra chica le había mirado nunca.

-nadie me deja con la palabra en la boca.-susurró furioso el rubio.-y menos alguien como tu.

-¿alguien como yo?-preguntó la pelirroja con ironía.-fijate lo que alguien como yo puede o no puede hacer.

Y él tuvo que soltar su brazo cuando ella preguntó "¿me dejas?" de la manera más indiferente que cualquier chica que hubiera pasado por su casa se había atrevido a usar jamás.

Claro que todas las chicas que habían pasado por su casa, no habían estado en su despacho precisamente.

"Ese era el problema". Pensó sonriendo. Que Ginny Weasley pasaba demasiado tiempo en su despacho, cuando debería invitarle a recorrer la casa entera. En especial su habitación.

Con sutiliza sacó su teléfono móvil del bolsillo del pantalón.

-¿Chintya? –Preguntó a los tres segundos.- te invito a cenar. En mi casa. A las diez está bien.