Capítulo 1
Arrenia suspiró al verse en el espejo, no era una mujer fea, sin embargo, no llegaba a ser tan bella como su hermana menor, Lady Marie, que se iba a casar hoy, con Lord Peridan, uno de los lores de Archenland.
Arrenia había vivido toda su vida junto con su padre y su hermana en Archenland. Su madre había muerto cuando su hermana había nacido, por lo que no era la mujer más femenina que te pudieras encontrar. Le gustaba pelear con espadas, y montar a caballo, por lo que muchas veces, su hermana la regañaba, ya que decía que esas no eran cosas que hiciera una verdadera dama, y peor aún una duquesa como ella.
Se observó atentamente, y vio su cabello castaño claro, sus ojos cafés, y sus facciones finas, que no llegaban a atraer a la mayoría de los hombres. Su figura era normal, delgada, pero sin mucho de lo que presumir.
"Hija, ¿ya estás lista?" esa voz la sacó de sus pensamientos, ese era su padre, el Duque Farian, fiel consejero del Rey Lune. "Tu hermana te está esperando, ya es hora."
No se había dado cuenta del tiempo, por lo que viéndose por última vez en el espejo, decidiendo que no iba a poder hacer nada más consigo misma, salió del cuarto, lista para la boda…
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La boda había sido relativamente normal, después de una pequeña misa en la que los ahora esposos se habían comprometido a amarse, respetarse, etc. Por toda la vida, había empezado la fiesta, en la que la corte de Archenland se divertía a lo grande, sin embargo, algo interrumpió esa celebración, ya que en ese momento, se oyeron las trompetas anunciando la llegada de otro país a Archenland.
Después de estar toda su vida en la corte, Arrenia ya estaba familiarizada con los toques de trompetas, y a pesar de que ese toque se acababa de implementar hace poco tiempo, reconoció que las trompetas anunciaban a Narnia.
Jamás había conocido a los monarcas personalmente, ya que las veces que ellos habían asistido de visita, ella se encontraba, desafortunadamente, fuera de la ciudad.
Vio que muchas de las damas se arreglaban el peinado y el vestido, sobre todo las que estaban en edad casadera, que parecían estar hiperventilándose. No entendió el porque, pero no tuvo mucho tiempo para pensar en eso, ya que un segundo después, uno de los guardias de Archenland entro gritando:
"Démosle la bienvenida a los reyes y reina de Narnia:" tras lo cual siguió:
"La Reina Lucy, la Valiente" entonces, entró una muchacha como de 16 años, con cabello castaño que le caía debajo de los hombros, y unos ojos cafés que brillaban alegres, observando a las personas reunidas en el salón. Tras sonreír a varias personas, se acercó al Rey Lune, y a los príncipes Cor y Corin, que la saludaron gustosamente.
"El Rey Edmund, el Justo" Ahora entró un muchacho bastante guapo, aparentaba unos 17 años, la misma edad que tenía Arrenia, con cabello negro y unos ojos cafés penetrantes, que observaron con atención a todas las personas; tras lo cual, una sonrisa apareció en su rostro, lo que hizo que muchas de las damas se abanicaran. El rey entonces se dirigió hacia el Rey Lune y los príncipes, junto con su hermana.
"Y el Sumo Monarca Peter el Magnífico" Al oír esto, varias muchachas se acercaron más a la puerta, logrando que Arrenia se desequilibrara, y estuviera a punto de caer al suelo, cerró los ojos, lista para el impacto, pero sintió que unos brazos detuvieron su caída, y una vez que abrió los ojos, se dio cuenta, con asombro, que el Rey Edmund la había ayudado.
Solo consiguió sonreír antes de voltear hacia la puerta, donde vio al famoso Sumo Monarca. Tenía unos 20 años, y era muy guapo, pero era todo lo contrario a su hermano. Tenía el cabello del color de la arena, con unos ojos azules tranquilos pero profundos. Entró con una gran sonrisa, y se dirigió hacia donde se encontraba su hermano.
Una vez llegando ahí, se volteó hacia los demás invitados, y dijo con una voz fuerte y clara como el mar:
"Queridos ciudadanos de Archenland, sentimos el haber llegado a interrumpir esta gran celebración, pero no podíamos dejar pasar una ocasión como está desapercibida. Venimos a desearle lo mejor a Lord Peridan y Lady Mary ¡Sigamos disfrutando de la fiesta!"
Tras esto, se volvió hacia su hermano, que aún tenía a Arrenia en brazos, y dijo:
"Vaya, Edmund, no te puedo dejar solo unos segundos, ve los desastres que causas. Siento las molestias, dama". El tono de su voz hizo que Arrenia se sonrojara.
"No empieces, Peter" le respondió el Rey Edmund. "Acabo de salvar una vida."
Esto hizo que Arrenia se sonrojara aún más, no podía creer que estuviera en medio de dos reyes sumamente atractivos.
"Rey Peter, me temó que su hermano tiene razón; de no ser por él, en este momento estaría en el piso." Dijo Arrenia, aún apenada.
"¿Lo ves, Peter? Soy un héroe. Sin embargo, dama, me temo que aun no tenemos el honor de conocerla…" dijo Edmund, jactándose de su 'gran hazaña'.
"Soy la Duquesa Arrenia, hija del Duque Farian, y hermana de Lady Mary, la novia." Dijo ella, mientras hacia una reverencia hacia cada rey.
Ellos se inclinaron respetuosamente, y el Rey Peter abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpido por una voz femenina que se acercó a ellos, gritando:
"Vamos, Peter, Edmund, no se piensan quedar ahí parados sin bailar ¿o sí?" Era la Reina Lucy, que estaba llena de energía, y con una sonrisa radiante en el rostro.
Los dos reyes sonrieron, y Edmund se hizo a un lado para mostrar a la Duquesa, que se hallaba escondida tras ellos dos.
"Lucy, te presentamos a la Duquesa Arrenia, de Archenland" dijo Peter, una vez que Lucy pudo verla. "Oportunamente salvada por nuestro hermano, es gracias a él que ahora la conocemos."
"Mucho, gusto, Duquesa" le dijo Lucy, mientras las dos hacían dignas reverencias.
"El gusto es todo mío, su majestad" respondió Arrenia.
"Bueno, ahora que todos nos conocemos, ¿podemos ir a bailar ahora si? Por favor…" dijo Lucy, mirando a sus hermanos con unos ojos tristes y suplicantes. Peter rió, y después extendió su mano hacia Arrenia.
"Duquesa, ¿me permite esta pieza?"
Arrenia se rió al ver la cara de sorprendida que hizo Lucy, antes de aceptar la mano del Rey Peter y dirigirse a la pista de baile.
Edmund intentó escabullirse, pero Lucy se dio cuenta de su sutil intento, y lo detuvo antes de que pudiera dar un paso más.
"¿A dónde crees que vas, Edmund? En vista de que Peter ya encontró otra compañera de baile, tú vas a bailar conmigo."
"Pero, Lucy, ya sabes que odió bailar, ¿Por qué me tienes que someter a tal tortura?" preguntó él, con una voz de desesperación.
"Bueno, en vista de que no quieres bailar conmigo" le respondió su hermana. "Iré a bailar con Lord Varian" No era ningún secreto que Lord Varian estaba prendado de la bella Reina Lucy. En el momento en el que su hermana dijo esto, Edmund reaccionó inmediatamente.
"Tú no vas a ir a bailar con él, está bien, bailemos" dijo tomándola de la mano, y dirigiéndose a la pista de baile, enfurruñado, sin darse cuenta de la sonrisa que se extendió en la cara de su hermana…
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Mientras tanto, Arrenia bailaba con el Sumo Monarca. Al principio simplemente se habían acomodado para encontrar una manera agradable de bailar, pero una vez que se acomodaron, se quedaron en silencio, moviéndose al compás de la música.
"Entonces, ¿Cómo te sientes con la boda de tu hermana?" le pregunto el Rey, con una cara perfectamente seria.
"Me siento muy contenta por ella, pero a la vez no puedo evitar sentir algo de lástima por mí misma. Ella es mi hermana menor, y logró casarse antes que yo." Empezó a soltar todos sus problemas en ese momento. "Y no puedo dejar de sentir que mi padre no se siente orgulloso de mí. Al fin y al cabo, es muy probable que yo jamás me case, no tengo todas las virtudes de mi hermana, no soy tan bella como ella. Y además, la mayoría de los hombres que conozco se desinteresan cuando se enteran que me gusta pelear con espadas y montar a caballo como pasatiempos, en lugar de estar en casa todo el día, cociendo, cocinando y todas esas cosas que debería de estar haciendo…"
En ese momento, se dio cuenta de que el Sumo Monarca solo la estaba viendo con una ceja levantada, y con una gran sonrisa en la cara. Ella se sonrojó, y se empezó a disculpar:
"Lo siento, no debí de decirle esas cosas, no es…" Pero ahora sí, el Rey la interrumpió:
"No te disculpes, y me gustaría que me dejaras de hablar de usted y que me dejaras de decir Majestad. Me llamó Peter, y me gusta que me digan de esa manera. ¿Está bien?"
"Pero…" empezó a protestar ella, pero un dedo en sus labios la detuvo, lo que hizo que sus ojos se ensancharan y asintió lentamente.
"Está bien… Peter" dijo ella, avergonzada. Vio que él sonreía y no pudo dejar de sentir que su corazón latía a mil por hora…
