Aquí estoy nuevamente después de un largo periodo de tiempo. Me habia jurado a mí misma que no empezaría esta historia hasta no haber terminado con las otras dos que tengo pendientes, pero al final no pude resistir la tentación y acabé sentada frente a mi ordenador y tecleando como una posesa.

Si quisiera deciros, que este fic me lo voy a tomar con tranquilidad. ¿Qué quiero decir con eso?..Pues que las actualizaciones pueden tardar un poco de una a otra. De todas formas, intentaré no demorarme demasiado, pero las circunstancias mandan y la falta de tiempo libre últimamente, por desgracia, es una constante en mi vida.

Otra cosa que comentar es que probablemente en breve empiece a editar mis fics. Los he vuelto a leer después de tanto tiempo y me he horrorizado de ver la cantidad de fallos que tienen y que por pereza, principalmente no corregí en su momento. Así que ahora me gustaría empezar a hacerlo cambiando algunas cosas y añadiendo quizás algo más.

Respecto a este fic, os diré que será largo, extenso y con lemon. (Obvio…Ya que la neurona hentai, como la llama mi amiga AkaneKagome, que todos tenemos en mi caso se fortalece día a día… ¡Por Dios!)

Bueno, finalmente aquí os lo dejo. Espero que lo disfrutéis, y como siempre digo, para bien o para mal no me dejéis sin vuestros comentarios.

Un besazo, Fern25

LOS PERSONAJES DE RANMA NO ME PERTENECEN

Capitulo 1

Por el desolado y níveo paraje solo se atisbaba el desdibujado contorno de cuatro formas que a duras penas avanzaban sobre la yerma y blanca extensión. Esforzándose hasta el límite de sus fuerzas, paso a paso caminaban penosamente intentando llegar a su ansiado destino.

El adolescente de negra cabellera abría la marcha seguido por los tres hombres que bien apertrechados, seguían sus pasos guiándose por el hondo surco que sus pisadas iban dejando en la blanda nieve. La monotonía del desértico paisaje a veces era rota por las escarpadas pendientes y los afilados picos de las montañas que se alzaban intimidantes en la lejanía. Después de un día y medio de marcha, las fuerzas escaseaban y el hambre, el frío y el cansancio, hacia mella en todos ellos.

El mas corpulento de los tres hombres se acercó al muchacho que habiendo detenido su marcha, atisbaba hacia delante.

- ¿Cuánto queda…chico? …- preguntó jadeante al llegar junto al joven.

- No mucho…Un par de horas quizás.

- ¿Estas seguro?..- intervino otro de los hombres soltando en el suelo la pesada mochila que llevaba colgando. – Eso mismo dijiste hace ya un buen rato...

El chico no contestó, sino que se limitó a señalar hacia el frente donde se podía divisar una pequeña columna de humo que salía de detrás de un alejado montículo.

- Justo allí… ¡miren! – añadió. Las miradas de los tres individuos se dirigieron hacia el lugar señalado y sonrieron entre ellos sin disimular su alivio. Con renovadas fuerzas volvieron a colocarse sus pesadas mochilas sobre sus espaldas para reanudar la marcha siguiendo al joven moreno que avanzaba presuroso y que ya les llevaba varios metros de delantera.

Tras poco más de una hora en la cual habían descendido por una empinada y peligrosa pendiente, la visión de un pequeño grupúsculo de construcciones de madera apareció ante ellos. El hombre que iba justo detrás del joven guía apartó su mirada de la oscura coleta que se balanceaba sobre la espalda del chico para buscar entre las edificaciones la única que a ellos les interesaba. La verdad es que no era difícil adivinar cual era.

Apenas cuatro casuchas de madera destartaladas constituían el pequeño asentamiento y solo una era lo suficientemente grande y estaba en relativo buen estado como para ser el albergue que estaban buscando.

Cinco minutos después, entraban en el poco iluminado lugar mientras sus ojos se acostumbraban a la semi oscuridad que reinaba en el interior.

El chico se quedó lo más cerca de la puerta posible, sentado en una pequeña banqueta viendo como sus tres clientes se acomodaban en una desvencijada mesa próxima al mostrador. Al instante, el tabernero, un hombre obeso y sudoroso les puso unos vasos y una jarra de vino frente a ellos que estos se apresuraron a degustar.

Poco después un cuarto hombre se acercó a la mesa y se sentó con ellos compartiendo la bebida y la conversación. El chico en el momento en que lo vio le reconoció de inmediato haciéndole sentir un repentino escalofrió que le recorrió su espalda. El individuo era un conocido miembro de la mafia china. Un tipo peligroso y de aspecto enjuto que llevaba la muerte impresa en sus fríos ojos.

En ese momento recordó las palabras de su madre recomendándole que no aceptara ese trabajo. No le habia gustado el aspecto de sus tres clientes cuando aparecieron días atrás por su cabaña pidiendo los servicios de un guía. Nada mas verlos supo que no eran trigo limpio, pero el crudo invierno anterior se habia cobrado la vida de su padre y los llantos de sus tres hermanos pequeños pidiendo comida se escuchaban con mayor fuerza que los llamados de su propia conciencia.

Mientras los veía discutir agradeció que su trabajo hubiera terminado. Solo le quedaba cobrar por sus servicios y se iría de allí cuanto antes. Aquel lugar le repugnaba y le ponía los vellos de punta. Era un antro famoso por la gentuza que lo solía frecuentar, al que habia ido solo en un par de ocasiones en su vida y solamente porque no habia tenido mas remedio, como en aquella ocasión.

En silencio se dedicó a observar la taberna y a quienes allí se encontraban, teniendo especial cuidado en evitar cruzar la mirada con nadie, pues con el tipo de clientes que tenia aquel tugurio, era fácil que cualquiera pudiese sentirse ofendido y buscara una razón para arrastrarle a una de las frecuentes peleas que allí se originaban. Su mirada recorrió la estancia atentamente. Era una sala amplia y cochambrosa. La mugre se amontonaba por las esquinas donde restos de comida podrida y suciedad, compartían espacio con roedores y otros especimenes desconocidos. La humareda proveniente de la amplia chimenea que habia al fondo del salón, enrarecía el ambiente dándole un aspecto cargado y casi tétrico. Varias mesas se esparcían por aquí y por allá donde los parroquianos se agrupaban emborrachándose o jugando a las cartas.

Unas risas atrajeron su atención. En una mesa del rincón, un par de ajadas prostitutas compartían sus vasos con algunos tramperos, que tras haber amontonado descuidadamente sus piezas cobradas, algunas aun sangrientas sobre la mesa, se entretenían manoseando a las dos mujeres. Mientras, en otra mesa, un borracho vencido ya por el alcohol dormitaba sobre sus propios vómitos ajenos a un sucio jovenzuelo que sin ningún escrúpulo le vaciaba hábilmente los bolsillos.

Incómodo, se revolvió en su asiento deseando desaparecer de allí lo antes posible. De manera fugaz echó un vistazo a sus tres clientes que seguían conversando con el mafioso. Este les habia entregado un fajo enorme de billetes y ellos a cambio le acercaron una bolsa de terciopelo negro de cuyo interior sacaron una preciosa estatuilla de oro. El chico abrió los ojos como platos cuando reconoció la pieza. Pertenecía al templo que habia en el monasterio donde se habían alojado unos días atrás. Aquel lugar, pensó con tristeza, donde los amables monjes les habían dado hospedaje sin pedir nada a cambio.

Con un sentimiento de repugnancia alojado en su garganta, el jovenzuelo se giró para no seguir viendo la escena, dejando que sus ojos recorrieran la otra parte de la sala que no habia visto con anterioridad. En su observación se topó con una peculiar silueta que captó inmediatamente su atención. En la esquina opuesta a donde se encontraba, habia una solitaria mesa con un único hombre sentada en ella. Encapuchado y cubierto con una mugrosa y ajada capa, constituía una misteriosa figura que parecia ajena al bullicio que reinaba en el local. Sus manos embutidas dentro de unos guantes de piel cortados a la altura de los nudillos, dejaban al descubierto unos dedos largos y fuertes que aferraban una taza de algún liquido humeante que el chico supuso que debería ser té. Recostado sobre la pared de forma indolente, parecia estudiar al personal mientras estiraba sus largas y cruzadas piernas, calzadas con unas viejas botas que sin duda habían conocido muchos caminos y tiempos mejores.

De forma pausada iba dando pequeños sorbos de su bebida, al parecer disfrutando de su sabor. Su rostro no era visible ya que la oscura capucha lo tapaba oportunamente casi en su totalidad, por lo que no podía aventurar su edad, pero algo en su fuerte y alta figura le indicaba que podría ser joven. Imaginó que debería ser un cazador. Un furtivo, probablemente, dedujo viendo el mango del cuchillo de monte que asomaba por una de sus botas.

Mientras el joven guía se dedicaba a curiosear el panorama, en la mesa los cuatro hombres parecia haber llegado a un acuerdo.

- Habéis hecho un buen trabajo. Mi jefe estará muy satisfecho…- comentó el representante de la mafia volviendo a meter la estatuilla en su embalaje.

- Mas satisfecho estamos nosotros…- rió uno de los hombres apurando de un sorbo su bebida viendo entusiasmado a sus otros dos compañeros que terminaban de contar el dinero.

- Supongo que habréis acabado con todos los testigos... ¿no?

La pregunta provocó la hilaridad de los tres hombres, pero viendo el gesto serio del otro, uno de ellos se apresuró a contestar.

- Por supuesto. No ha quedado absolutamente nadie.

- ¿Si?..Pues a mi no me lo parece…

La mirada del hombre se volvió hacia el chico que ausente miraba hacia otro lado de la taberna.

- ¿Te refieres a ese ratoncillo?...- El mas corpulento de todos, se limpió la bebida que chorreaba por la barba con el dorso de su mano. – No tiene de qué preocuparse. Nunca dejamos ningún cabo suelto.

- Eso espero…por vuestro propio bien.

La velada amenaza no pasó desapercibida para los tres hombres que en silencio intercambiaron una cómplice mirada. El joven guía mientras tanto, ajeno al negro futuro que se cernía sobre él, suspiraba contando las horas que le quedaban para volver a la seguridad de su cálido hogar junto a su madre y a sus hermanos.

…//…

Zapateando con furia intentaba entrar en calor pero la tarde que empezaba a caer traía consigo una importante bajada de temperatura, haciendo cada vez más difícil la tarea. Impaciente esperaba a los tres hombres mientras soplaba sobre sus entumecidos dedos para evitar que estos se congelaran. Mirando hacia atrás observó la pequeña columna de humo que indicaba la posición de la cabaña de la cual a instancias de los tres hombres, se habían alejado algo más de un centenar de metros.

Cuando estos llegaron a su altura, le obligaron a dar unos cuantos pasos mas hasta quedar ocultos de la vista detrás de unos cuantos montículos nevados de algo mas de unos tres metros de altura que rodeaban una pequeña explanada que se formaba en su interior. El joven algo preocupado, los miraba de hito en hito.

- ¿Por qué me habéis traído hasta aquí?..

El que al parecer era el líder, sonrió perversamente y se aproximó hasta poner una pesada mano sobre el hombro del joven.

- Tenemos que pagarte, chico...o ¿Es que no quieres cobrar?...

- Cl...claro… ¿Pero porque no lo habéis hecho en la posada?

- Bueno…- intervino otro de ellos acercándose por la espalda. – Es peligroso hacerlo allí. Nunca se sabe quien puede estar observando...

El joven guía estaba cada vez más nervioso. Aquella situación no le daba buena espina. Con un ágil movimiento se apartó de los hombres poniendo una prudencial distancia entre ellos.

- Bien…pues da...dadme lo que me debéis y dejadme ir ya…- añadió sin poder evitar que la voz le temblara un poco. - Yo ya cumplí con lo que habíamos pactado…

- Cierto…- intervino entonces el mas corpulento de todos. – y lo hiciste muy bien…así que ahora te vamos a dar lo que te mereces por tan buen servicio…

Al decir las últimas palabras, el hombre extrajo un cuchillo de grandes dimensiones de su cinturón mientras su boca se abría en una siniestra sonrisa. Los otros dos hombres se limitaban a observar sin intervenir. Sabían que su compañero era quien mas disfrutaba con esa clase de situaciones y ninguno podría privarle de ese placer. Nada como asesinar a alguien indefenso para que este casi delirara de gusto.

El chico inmediatamente se giró dispuesto a salir corriendo, pero los otros dos le cortaron la retirada. Desesperado buscó algo con lo que poder defenderse aun a sabiendas de que él poco o nada podría hacer contra aquellos tres. Aferrando con fuerza la fina vara de madera que usaba como bastón para andar por la nieve, lo puso delante a modo de defensa mientras cristalinas y frías gotas resbalaban por su rostro, sin darse cuenta de que eran sus propias lágrimas. La imagen de su madre y de sus tres hermanitos fue lo último que recreó su mente, antes de ver como aquel gigantesco individuo se lanzaba como una fiera sobre él.

Instintivamente cerró sus ojos a la espera de sentir el violento embate, pero este nunca llegó, por el contrario escuchó un sonido sordo seguido de una algarabía de sorpresa. Abrió lentamente los ojos para ver a los tres hombres de pie frente a él mirando sorprendidos hacia el suelo, donde un cuerpo inerte yacía tendido como si hubiera caído del cielo. Uno de ellos lo giró con el pie, dejando ver entonces su identidad. Todos lanzaron una exclamación de sorpresa. El esbirro de la mafia, al parecer con el cuello roto, los miraba con sus ojos muertos y vacíos como una clara advertencia. Repentinamente asustados, se olvidaron del chico al que momentos antes habían intentado asesinar, el cual aprovechó la circunstancia y se alejó para ocultarse detrás de un pequeño risco. Desde su escondite observó como los tres hombres se colocaban en posición de defensa, espalda contra espalda mientras sacaban sus armas y atisbaban los alrededores buscando el posible o los posibles agresores.

Retando a gritos al invisible enemigo, se sobresaltaron notoriamente cuando una figura apareció frente a ellos saltando desde la parte superior del montículo que el chico tenia detrás.

El joven moreno se quedó con la boca abierta cuando vio al nuevo intruso. Era el furtivo, o al menos el que pensaba que era un furtivo. Reconoció las botas y la raída capa marrón que le cubría, aunque esta vez no iba cubierto por la capucha. Pero aun así no pudo ver su cara, ya que este le daba completamente la espalda.

Lo estudió atentamente mientras iba acercándose a los tres hombres. Tal y como supuso era alto y parecia bastante fuerte también, ya que sus hombros se aventuraban anchos debajo de esa capa. Sus andares eran resueltos y emanaba una seguridad propia de quien se sabe invencible. Sus cabellos negros como la noche, caían sueltos por su espalda hasta casi la altura de los omóplatos.

Tragó saliva cuando le vio sacar de debajo de su capa una katana de reluciente filo y que hizo bailar en unas hábiles fintas, aunque esto no pareció intimidar a los tres hombres, ya que en un rápido movimiento se abalanzaron furiosamente sobre él. Inmediatamente se organizó un violento revuelo. Sonido de metales entrechocando, golpes e incluso un disparo, resonó en el lugar, haciendo que el chico asustado se agazapase aun mas y cubriese la cabeza con sus brazos a modo de protección. Poco después el silencio retornó y lentamente volvió asomarse para poder ver. Lo único que quedaba eran tres cuerpos más amontonados sobre la nieve, que poco a poco iba tiñéndose de color carmesí, a medida que la sangre vertida iba empapando la blanca superficie. El joven temblando de pies a cabeza y con los ojos como platos vio como el hombre de la capa que nuevamente se habia cubierto con la capucha, se acercaba hasta él y le tendía amablemente la mano. Aceptando su ayuda, se incorporó y con los castaños ojos aun mas abiertos, contempló el enorme fajo de billetes que le ponía en la mano.

- Con esto tendrás más que suficiente para no tener que trabajar más para tipejos como esos.

Con la boca abierta, el joven asintió en silencio.

- Bien…ahora creo que deberías regresar con tu familia. – comentó mientras se agachaba y empezaba a registrar al hombre que habia matado primero. Buscando en su macuto encontró lo que buscaba. La estatuilla de oro que sacó de su funda.

- Hummm…Yo me haré cargo de esto… - dijo metiéndola en su propia mochila. – Luego sin volverse añadió. - Creo que deberías irte ya…no tardará en oscurecer y seria conveniente que estuvieras lejos de aquí cuando llegue la noche. Este lugar no es seguro para alguien como tú.

El chico rápidamente guardó el dinero en su bolsillo y emprendió la marcha, pero cuando habia dado unos pasos, se giró y fijó su mirada castaña en su improvisado salvador.

- Gracias…muchas gracias… por todo…

El joven de la capa se incorporó y finalmente pudo verle el rostro. Como habia imaginado era un hombre joven, con el mentón oscurecido por una barba de varios días. Una leve y triste sonrisa de dientes blancos iluminaba su cara, pero nada le sorprendió tanto como sus ojos. De un azul grisáceo como el cielo oscurecido durante la tormenta y que brillaban con una luz tan luminosa como el filo de su espada. Hermosos, pero rebosantes de una profunda melancolía que pudo percibir cuando se clavaron en los suyos de color chocolate.

- De nada... chico. De nada…

…//…

Nerima. Cinco años antes…

Con paso tambaleante la pequeña figura se abría camino entre la gente que la miraba asombrada. Bufando por lo bajo iba maldiciendo coloridamente contra alguien en concreto que era la causante de su estado actual. Con un gesto de enojo, evitó al pervertido numero catorce con el que se habia cruzado y que solícitamente se habia ofrecido a ayudarla, pero la voluptuosa pelirroja lo último que quería era sentir las sudosas manos de cualquier asqueroso sobando partes de ella que a nadie permitiría tocar.

Apoyándose contra la pared, se dejó resbalar hasta quedar sentada con la espalda sobre el muro y con las rodillas flexionadas.

- ¡Esa bruta!..¡Esa cabezota y terca!..Siempre lo mismo. Nunca me deja decir nada….Enseguida saca sus conclusiones y lo único que hace es pagarla conmigo... ¡idiota! - murmuraba mas para si misma que para el resto de curiosos que la observaban al pasar.

Arrancó entonces un trozo de la manga de su destrozada y roja camisa para colocársela sobre la frente donde un chichón de tamaño considerable no dejaba de crecer.

- ¡Auch...! – exclamó con dolor, para luego seguir con su airada retahíla. - Y encima se cabrea y se ofende cuando es a mí a quien me da la paliza de mi vida. – se quejó mientras apretaba el trozo de tela con fuerza contra su cabeza.

Mientras tanto, en el dojo Tendo, Kasumi se cruzaba con su hermana pequeña que hecha una verdadera furia traspasaba el umbral dando un portazo que casi saca la puerta de sus goznes.

- ¿Akane...?

La pequeña de los Tendo ni siquiera contestó. Como una bala subió hasta su cuarto donde se encerró ante la atenta mirada de su otra hermana con la que también se habia cruzado al subir las escaleras.

Nabiki descendió hasta la planta baja donde su hermana mayor con gesto perplejo la veía bajar, preguntándose que habría pasado.

- Parece que no estamos de muy buen humor hoy... ¿no?

- Eso parece...- asintió la mayor. - ¿Crees que Akane habrá discutido con Ranma Kun?

Nabiki dejó escapar una carcajada ante la preocupada cara de Kasumi.

- ¿Discutir? Si no me equivoco y viendo como ha llegado Akane, me imagino que nuestro cuñadito estará hecho puré de Saotome tirado por cualquier esquina.

- ¡Oh vaya!...¿Que crees que habrá pasado?...¡con lo bien que parecia que se llevaban últimamente…

La mediana de los Tendo se giró pensativa hacia la escalera buscando la puerta de la habitación de su hermana pequeña, pero esta permanecía cerrada a cal y canto. La verdad es que a ella también le extrañaba. Era cierto que desde la boda fallida hacia ya algo más de tres meses, la parejita habia empezado a llevarse bastante mejor.

Por lo visto, los jóvenes habían aparcado sus diferencias y la relación entre ellos, para el asombro de todos, era bastante… "cordial", por llamarla de alguna manera. Ella misma habia realizado grandes esfuerzos, sobre todo económicos, para averiguar hasta donde habia llegado esa mejoría, pero para su desgracia, los jóvenes habían desbaratado todas sus intentos de vigilancia y no habia logrado sacar nada en claro. Aunque no se habia dado por vencida… ¡Eso jamás! Nabiki Tendo nunca se echaba para atrás. Habia jurado averiguarlo y lo conseguiría, aunque ahora parecia que las cosas habían vuelto a su anterior estado. Seguro que alguna de sus antiguas prometidas habia aparecido otra vez o bien Ranma dijo alguna nueva gilipollez de las habituales, haciendo enfurecer a su hermana pequeña.

En fin, ya lo averiguaría. En esta ocasión, su método de espionaje era infalible y más tarde o más temprano daría sus frutos.

…///…

Akane tumbada sobre su cama, se desahogaba aporreando su almohada donde imaginariamente estaba la cabeza de su estúpido prometido. Si pudiera lo patearía hasta dejarlo hecho una papilla a sus pies. Aunque, realmente casi era como lo habia dejado. Su fiel mazo habia hecho su aparición en el justo momento y habia realizado su trabajo a la perfección. Probablemente habría llegado volando a Yokohama.

Algo mas calmada, se limpió las lágrimas que caían por su cara y se levantó para sentarse en su escritorio. Abrió el cajón y sacó una pequeña caja con un pequeño candado. Después llevó su mano hacia su cuello para buscar bajo su camisa una cadena de plata que se quitó de un tirón. De ella colgaba una llave, la misma que abría la caja, donde reposaba a salvo de miradas curiosas, su más preciado tesoro. Su diario.

En silencio lo abrió y comenzó a releerlo. Su búsqueda se centró en las ultimas anotaciones que habia estado haciendo desde hacia poco mas de un mes. Mientras sus ojos se deslizaban por las páginas escritas, empezó a llorar nuevamente en silencio, hasta que de manera derrotada, se inclinó y dejando caer su cabeza sobre sus brazos, estalló en sonoros sollozos.

…//…

Unos ojos azules contemplaban la escena desde la ventana. Su corazón se encogía viendo como la chica se convulsionaba por el llanto y el enfado con el que habia llegado y pensaba reclamarle, se esfumó como por encanto.

Apenas unos quince minutos antes, habia llegado a la casa y tras esquivar a todo el personal, se duchó con rapidez, se curó como pudo las heridas para dirigirse después a hablar con la bruta marimacho de su prometida.

Sabía que estaba en su cuarto encerrada, así que optó por entrar por la ventana como acostumbraba, pero lo que vio fue lo contrario a lo que esperaba. Se habia preparado para tener que entablar una lucha titánica con una furiosa joven, pero se encontró con la imagen de una triste y llorosa Akane que le desarmó por completo.

Suavemente golpeó el cristal para llamar la atención de ella y que le diera permiso para entrar, pero esta se enderezó rápidamente y tensando la espalda como si fuera el palo de una escoba, se levantó tras limpiarse furiosamente los ojos y sin miramientos apretó el puño con el que le dio un certero golpe que lo envió volando derechito al jardín, para después cerrar la ventana y correr con furia las cortinas.

- ¿Qué esperabas?.. Se preguntó a si mismo el joven sobándose la cabeza. El que a veces llore como una chica, no quiere decir que deje ser la Akane de siempre…

Poniéndose de pie de un salto, trepó al árbol que crecía cercano a la casa y desde cuya rama tenia acceso rápido a la habitación de ella. Cuando estuvo frente a su ventana, la llamó mientras golpeaba nuevamente el cristal. La chica hizo caso omiso, y el joven volvió a insistir.

- Akane…Abre de una puñetera vez…Si no lo haces me veré obligado a romperla.

- ¡Atrévete y verás…gilipollas!...

El ruido de cristales rotos fue inmediatamente seguido del crujir de la madera, cuando el joven se adentró de una patada en el interior del cuarto. Akane con los ojos enrojecidos pero brillando con furia lo miraba aun sorprendida de que hubiera sido capaz de hacerlo.

- ¡Eres imbecil o que te pasa!...¡Acabas de romper la ventana…subnormal!

El chico sacudiéndose los trocitos de cristal que se adherían a su ropa, ni siquiera contestó al insulto. Cuando terminó, simplemente se acercó en dos zancadas y agarró a la sorprendida joven por los hombros.

- Quiero que me escuches de una jodida vez…y quiero que lo hagas sin rechistar y dejándome terminar de hablar.

Con un rudo movimiento la joven se zafó del agarre y retrocedió un par de pasos.

- Me importa una mierda lo que quieras decirme. – le replicó con acritud. - No quiero escuchar ni una más tus mentiras. No voy a permitir que me vuelvas a engañar…

- Yo no te he engañado… ¡nunca!

- ¡Si…si que lo has hecho!

- Por favor Akane, creo que no lo entiendes. Déjame explicarte...- volvió a insistir el joven acortando nuevamente la distancia entre ellos. La miraba con una desesperada súplica en sus ojos, pero la morena se aferraba a la pizca de orgullo que creía que era lo único que ya le quedaba y no pensaba ceder ante él.

- Explicarme… ¿qué?... ¿Por qué me has mentido continuamente?... ¿Por qué no te has dignado a decirme en ningún momento la verdad?..

- Te he dicho que ..¡Yo no te he engañado!... ¡Joder!

Desesperado se mesaba los cabellos como queriendo arrancarlos. Akane era tremendamente cabezota y por más que se esforzaba, no sabía como poder llegar a entenderse con ella.

- ¡NO!... ¡claro que no me has mentido! ¡Lo único que has hecho es ocultarme la verdad!...Supongo que te lo habrás pasado en grande riéndote de mi ¿cierto?…

Cansada Akane se sentó en la cama con la cabeza baja mirando al suelo. Después de todo lo que habia ocurrido entre ellos, lo que habían compartido, no podía ni quería imaginar vivir esta situación. Habia sido una ingenua, se dijo interiormente. Él nunca iba a cambiar. Nuevamente traicioneras lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Pero entonces una mano grande y callosa las secó con ternura.

- Quería decírtelo Akane, de verdad. Pero me daba miedo, no sabía como te lo ibas a tomar.

Ranma arrodillado frente a ella la miraba con unos ojos llenos de… ¿cariño quizás? pensó la joven. Pero inmediatamente rechazó la idea. Ranma no la quería. En realidad, jamás la habia querido. Desgraciadamente se habia dado cuenta demasiado tarde. Con tristeza levantó la mirada para enfrentar la azulada de él.

- ¿Y prefieres entonces que me entere por ella?

El chico solo cabeceó como negativa y Akane exhaló un profundo suspiro. Después de un tenso silencio, la joven volvió a preguntar.

- ¿Cuándo…cuando te vas?..

- Dentro de tres días...

- Ya veo… ¿y cuándo me lo ibas a decir...Ranma?... ¿Cuando tuvierais vuestro primer hijo…quizás?

El joven esbozó una pequeña sonrisa.

- ¿De donde sacas esa ideas, Akane?... ¿Es que nunca dejaras de ser tan celosa?..

- ¿Celosa? ¿Piensas que estoy así por un ataque de celos infundados?... – respondió con furia poniéndose nuevamente en pie.

- ¡Idiota! ¿Qué crees que puedo pensar si me entero de que te vas con Shampoo a china? ¿Qué te vas con ella a vivir a la aldea de las amazonas?

- Las cosas no son del todo así…

- ¿Ah no?...Pues eso es lo que ella dice…y tú no lo has desmentido en ningún momento.

- Eso es lo que quería explicarte, pero tú no me dejaste…- contestó el chico incorporándose y acercándose por detrás. – En lugar de eso me arriaste un mazazo de los tuyos y me enviaste a volar como siempre por el firmamento.

- Es lo que te mereces…

- Hummm…es posible que en alguna ocasión…me lo haya buscado. - ronroneó el chico mientras deslizaba sus brazos por la cintura de la joven abrazándola desde atrás. – Pero no esta vez…peque. – terminó diciendo junto a su oreja para un instante después besar con dulzura el cuello de la joven. Con una inmensa sonrisa disfrutó del pequeño gemido que escapó de los labios de Akane. Aun seguía teniendo ese pequeño poder sobre ella, pensó con orgullo, claro que tenia que reconocer que ella a su vez también lo tenía sobre él, y con más fuerza…quizás.

La chica se volvió en sus brazos y enlazó los suyos propios en el fuerte cuello de Ranma.

- Entonces…dímelo, Ranma. Dime que no te vas. Demuéstrame que puedo confiar en ti.

El aludido puso sus manos sobre la delicada cintura femenina acercándola a él.

- Es cierto que voy a ir a China con Shampoo, Akane…- empezó a decir, pero viendo como ella empezaba a rebullirse para soltarse, afianzó su agarre impidiéndole moverse. - ¡Peroo!..- dijo entonces como si le hablase a un niño. – No me voy para casarme con ella ni nada por el estilo. Creo haber sido lo bastante claro como para hacerte entender que para mí no hay nadie más que tú.

La chica elevó su mirada castaña hacia los azules ojos de su amado.

- Pues... ¿Para qué vas entonces?..¿Qué se te ha perdido allí?

- La cura de mi maldición...

- ¡Puaf!..- Exclamó la joven apartándose suavemente de él. – Si que eres ingenuo Ranma. No me digas que ya te han liado con eso otra vez…

- Esta vez es distinto Akane.- replicó el ojiazul con entusiasmo. - Hay un entrenamiento especial que te permite llegar a controlar la maldición. Cologne asegura...

- ¡Ranma! Cologne dirá lo que sea para favorecer que acabes con su nieta… ¿Es que no lo ves?..Inventará cualquier historia para liarte y conseguir que hagas lo que ellas quieran.

El artista marcial se sentó sobre la cama de la chica y alargando la mano la agarró de la muñeca para hacerla sentarse junto a él.

- No. He hablado con el doctor Tofu y me ha confirmado que él también oyó hablar de eso. Es una técnica milenaria utilizada por los monjes del Himalaya y la abuela de Shampoo ha averiguado cual es.

- No se, Ranma. No me fío ni un pelo. Ya sabes como son estas dos. Seguro que lo único que quieren es llevarte a su territorio y allí intentar someterte a sus leyes.

Ranma tomó las pequeñas manos de la chica entre las suyas y las apretó con fuerza.

- No van a poder, ni creo que lo intenten. Realmente pienso que están interesadas en acabar con la maldición que padecemos. De hecho vamos a ir todos, salvo mi padre que dijo desde un principio que no. También vienen Mouse y Ryoga, si la carta que le envié le llega a tiempo claro.

- ¿Ryoga?... ¿Que pinta él allí si solo es para los malditos de Jusenko?

El pelinegro palideció de golpe. Habia cometido un pequeño desliz al nombrar al chico cerdo, pero ahora no era el momento de contar a su violenta prometida la verdad. Su integridad correría un serio peligro.

- Bu...bueno…pues veras…como va a ser un entrenamiento muy duro…pues yo…pensé…que a él le gustaría entrenar también…Sip...eso es.

La chica sonrió con dulzura y se inclinó para besar la mejilla de su prometido.

- Me encanta ver lo buen amigo que puedes llegar a ser. En el fondo yo se que aprecias sinceramente a Ryoga.

- Si claro, como no…El hecho de que pueda dejar de convertirse en tu mascota y ya no comparta mas tu cama es motivo mas que suficiente como para llevarlo hasta Pernambuco si hiciera falta.- pensó el joven.

Sus ojos entonces volvieron hacia Akane que se le habia quedado mirando al verle tan pensativo. Sin darle tiempo a preguntar el chico se inclinó y colocando una mano tras su nuca y otra sobre su cintura, la obligo suavemente a inclinarse hacia atrás y quedar tendida sobre su cama con él encima. Con desesperante lentitud empezó a delinear su boca con la lengua en un provocador juego que la hizo suspirar, pero la chica alzando su mano para enredarla en su negra trenza y poder así atraerlo hasta ella, dio por finalizado el juego al unir sus labios en un tierno beso.

Nabiki Tendo sentada sobre su cama y con su portátil en su regazo, habia seguido el desarrollo de toda la escena que había compartido la pareja con los ojos como platos. Así que Ranma se iba a China ¿eh?...Por esa razón se habia pillado Akane ese cabreo monumental. Al parecer los dos jóvenes, durante los últimos meses, habían llegado a ser bastante más que amigos.

Encantada ante su descubrimiento, se frotó las manos con satisfacción. Esta noticia le iba a traer pingues beneficios. De pronto la imagen de la pantalla empezó a volverse algo más íntima y la castaña con una sonrisa maliciosa, apagó el aparato. Ella podía no tener escrúpulos a la hora de chantajear a quien fuese para conseguir beneficios económicos, pero el amor era algo muy respetable.

Fin del capítulo.