Te mataré!

Hola! Hace tiempo no me inspiraba en una historia de Saint Seiya. Esto es algo así como una continuación de una historia llamada "El tiempo no lo cura todo", donde Shun tenía un comportamiento algo... pervertido. Todos tienen más de treinta años cronológicos, pero a veces parece que no superan los quince años mentales. Hombres tenían que ser.

-¡Te mataré! - gritó la mujer antes de abalanzarse sobre Shun.

Tenía una máscara, por consiguiente, era una amazona.

Sin embargo, no lograban identificarla.

Hyoga y Shiryu agarraron por las axilas al desvanecido Shun, mientras Ikki se colocaba delante de la amazona para detenerla y permitir a los otros escapar.

-Pero ¿qué amazona quiere matar a Shun? - preguntó Shiryu.

-Mejor pregúntate qué amazona NO QUIERE matar a Shun – respondió Hyoga con tono cansado, mientras llevaban a Shun a rastras sobre vómitos de borracho y chicles pegoteados (y otras cosas pegoteadas; estaban en el callejón de atrás de un bar y esos lugares no son muy limpios)

Cuando llegaron a la limosina, Shun despertó y lo primero que hizo, automáticamente, fue atusarse el pelo y luego buscar su billetera.

-¿Otro ataque? - preguntó con tono indiferente, tratando de limpiarse un poco la camisa.

-Sí, y ahora aparte del ataque de narcolepsia, te atacó una amazona. Esto está muy raro, Shun; creo que deberíamos investigarlo – dijo Hyoga, mirándolo severamente.

-No, no es necesario – respondió Shun, en un tono falsamente tranquilo – creo que las medicinas que me recetó el doctor acabarán con la narcolepsia.

-¿Cuántas veces hay que repetírtelo? - dijo Shiryu, impaciente – Es una MALDICIÓN. Las MALDICIONES no se curan con medicamentos.

-Ni siquiera estamos seguros de que sea una maldición – repuso Shun, limpiándose los pantalones.

-Claro... llegó a la Mansión un mensaje que decía: "Shun Andrómeda está maldito con el sueño hasta...". Y desde ese entonces comenzaste con ataques de narcolepsia. ¿Y aún no crees que sea una maldición? - dijo Hyoga.

-Puede que sólo haya sido una casualidad – se defendió Shun.

En eso llegó Ikki y se subió a la limosina.

-¡Parte, Hyoga, parte! - gritó Ikki, desaforado.

Hyoga se pasó al asiento delantero y se fueron del lugar, mientras una desmelenada amazona los perseguía.

-Nunca pensé que vería al todopoderoso Fénix huyendo de una mujer... - comenzó a decir Hyoga, pero se calló al sentir un golpe en la nuca.

-Huí para protegerla de sí misma. Esa sí que está loca. Las anteriores se alejaban con un amenaza, una fría mirada o al mostrarles los dientes. Esta no, esta parece una fiera y está dispuesta a matarte, Shun. Dinos de una maldita vez, ¿qué demonios les hiciste a las amazonas?

-Mejor dicho, qué demonios no les hice – respondió Shun distraídamente. Se ganó un golpe en la nuca por parte de Ikki.

-No es una forma educada de hablar de las damas – masculló Ikki, mientras Shun se sobaba la cabeza.

-Debes admitir que el asunto ya no es gracioso, Shun – dijo Shiryu -. Hace un mes, cuando empezó todo, era chistoso. Te dormías en los discursos de Saori, en los bailes, en las reuniones, y roncabas como gato, y rechinabas los dientes de una forma muy graciosa. Grabamos varios videos tuyos con los ronquidos, con la cara pintada...

-¿Recuerdan ese en que estaba con el dedo en la nariz? - agregó Hyoga, risueño.

-Sí, y ese donde le pusimos orejas de gato, luego orejas de conejo, de oso...

-Y no te olvides ese en el que se le caía la baba – dijo Ikki.

-Bueno, sí – aceptó Shiryu -, a lo que voy es que era muy conveniente para nosotros que te quedaras dormido en cualquier momento, pero cuando comenzaron los ataques de las amazonas la semana pasada ya no fue tan divertido como antes.

-Algún día te van a pillar solito, hermano, y no sé qué te van a hacer – repuso Ikki.

-Nada que no me hayan hecho antes – dijo Shun con un guiño. Ikki levantó los ojos al cielo, buscando paciencia, pero no la encontró y agarró a su hermanito por el cuello.

-¿No te das cuenta de que te pueden matar, pervertido? ¡Anda, de una buena vez dime lo que les hiciste a las amazonas para dejarlas así de furiosas!

-No vale la pena alterarse, Ikki – dijo Shiryu con voz cansina – ya se durmió de nuevo.

Ahora se dormía más seguido que antes, pensó Shiryu preocupado.

Shun, recostado en el asiento fingiéndose dormido, pensaba que la narcolepsia era una enfermedad (o maldición) muy conveniente, y por ahora no pensaba sanarse de ella.

Todo había comenzado un mes atrás.

Era la fiesta de cumpleaños del hijo mayor de Miho y Jabú. Habían arrendado un servicio de catering para tan magno evento, contratado un DJ y hasta tenían juegos de agua en el jardín de orfanato. Saori se había puesto con los gastos, pues era la madrina del niño.

Shun estaba entreteniendo a los niños más pequeños. Tenía un talento especial para eso, pues tomaba a los niños en serio, se ponía a su altura, les contestaba usando su misma lógica infantil y jamás les hablaba como si hubiesen dicho alguna tontería. En conclusión, los pequeños lo adoraban. Además, nunca les hablaba con voz "chiquitita", lo que le daba puntos extra.

En ese momento les estaba contando un cuento de terror. Siempre contaba cuentos de terror. Decía que los cuentos de hadas habían pasado de moda. Ikki, que estaba sentado lo bastante cerca para escuchar, esperaba que la macabra historia no dejara traumados a los inocentes niños.

-Y en ese momento... - dijo Shun – la joven vio a la anciana que sostenía...

-¡Una cabeza!

-¡Un brazo ensangrentado!

-¡Las tripas de su novio!

Ikki pensó que los niños ya no eran como antes.

En ese momento, una bomba de humo exploto en el lugar. Un incendio comenzó en la entrada, cuando todos trataban de huir. Los niños, que jamás se habían enfrentado a algo así, comenzaron a gritar descontroladamente. Hyoga congeló el fuego y Shiryu despejó el humo. Sacaron a los chicos e impidieron que Miho llamara a la policía.

-¡Pero si eso fue un atentado terrorista! - decía Miho, desesperada.

-Puede ser – dijo Jabú – pero esos asuntos los arreglamos a nuestra manera.

Shun, Shiryu, Ikki, Hyoga y Jabú entraron de nuevo a la sala. Todo se veía normal, menos un cartel que alguien parecía haber escrito a toda prisa. No se entendía la letra.

Sacaron el cartel y se lo pasaron a Saori que no lo entendió. Luego Miho, luego Eri que era famosa por descifrar toda clase de letras, y ninguna lo entendió.

-Llevémoslo a la mansión – dijo Saori.

La fiesta siguió sin los Santos, que se fueron con Saori. Una vez allí escanearon la nota y trataron de descifrarla sin éxito.

En eso, otra bomba de humo explotó. Shiryu la despejó tan rápido, que alcanzaron a ver a una grácil criatura enmascarada que huía por una ventana.

Y un nuevo cartel que estaba en la pared:

"Shun Andrómeda está maldito con el sueño hasta..."

El resto estaba quemado por culpa de Ikki, que había dirigido un ataque a la figura enmascarada.

Abajo había un papel que decía en letra cursiva, muy bonita: "Disculpen por la mala letra del cartel anterior. Xoxo"

(Ikki insistía en que tenían que averiguar cuál amazona respondía al nombre de Xoxo; le habían explicado quinientas veces que era una fórmula de despedida, pero él no se convencía)

-Vaya, Shun, estás maldito – se burló Hyoga, sin creer realmente en lo que decía el cartel.

-Debe haber sido una de tus locas admiradoras – dijo Shiryu.

-Este tipo debería dedicarse a ser sólo estrella de cine – murmuró Jabú.

-Shun, no te preocupes, esto debe ser una broma – comenzó a decir Saori, cuando Shun se desplomó cuan largo era sobre la alfombra y comenzó a roncar.

Trataron de despertarlo colgándolo de los pies, haciéndole cosquillas, gritándole, pero nada resultó. Shun simplemente se despertó solito, ocho minutos después de haber caído.

-¿Qué hago en el suelo? - preguntó.

Ese fue el primero de muchos ataques de narcolepsia que lo agarraban en cualquier lugar: el cine, un centro de eventos, el supermercado, la calle, la cama... Era en ese sitio donde más le molestaba, pero como duraba poco cada ataque de narcolepsia, bastaba con explicarle a la chica en cuestión lo que sucedía, y ella no se hacía problema.

Así que Shun se acostumbró poco a poco a su problema.

Los otros estaban más preocupados por Shun. Trataron de averiguar quién había lanzado la maldición, pero nadie parecía saber gran cosa. Incluso acudieron a los servicios de una vidente, que aseguró que Shun era la reencarnación de Elvis Presley y que la maldición no se acabaría hasta que se vistiera como El Rey del Rock y se mudara a Las Vegas.

La maldición era molesta, pero no peligrosa. Todo consistía en estar todo el tiempo al lado de Shun (bueno, no todo el tiempo, en verdad) y asegurarse de que no le pasara nada mientras estuviese dormido. Eso sí, se entretenían bastante cuando estaba dormido, grabándolo en situaciones ridículas y subiéndolo a Internet.

Como Shiryu, Hyoga e Ikki no tenían trabajo estable, se dedicaron a cuidar a Shun. Él encontraba la situación de lo más divertida, y decía que tenía guardaespaldas. Jabú, al enterarse de lo que pasaba, los llamó "La bella durmiente y las tres haditas".

Se ganó un ojo morado por ese comentario. El problema es que el apodo les gustó a todos, es especial a Shun, que se reía mucho con la situación.

-Claro, tú no eres el que tiene que estar cuidando de que no caigas encima de alguien – le reclamaba Hyoga.

El verdadero problema fue cuando las amazonas comenzaron su ataque. La primera vez fue en una conferencia de prensa de Shun por su nuevo perfume (Bello durmiente). Una amazona rubia le lanzó un latigazo, agarrándolo del cuello. Hyoga lo sujetó de los pies para que no se lo llevara y Shiryu cortó el látigo. Ikki tomó a la amazona por el cuello y le preguntó:

-¿Tú eres Xoxo?

La amazona lo golpeó en sus partes nobles y huyó. Shun se acercó a ayudar a su hermanito, pero la narcolepsia lo venció y cayó dormido en el pecho de una reportera.

-Ahora además debemos defenderlo de las amazonas – se quejó Hyoga - ¿Por qué querrán matarlo?

-Son ellas las que le enviaron la maldición – dijo Shiryu, pensativo – La pregunta es, ¿por qué quieren dormirlo, si basta con que lo maten?

-Tenemos que averiguar quién es Xoxo. Ella seguramente planeó todo esto – aseguró Ikki.

-Por enésima vez, Ikki, ese no es un nombre, es una fórmula de despedida usada por mujeres – dijo Saori, cansada.

Ikki masculló algo por lo bajo sobre la terquedad de las mujeres y en especial de las diosas. Saori decidió que esa noche Ikki dormiría en un sofá.

-No veo dónde está el problema – dijo Shun – después de todo, no me pasó nada.

Los otros se lo quedaron mirando.

-¡Tienes narcolepsia, trataron de ahorcarte, estás en peligro permanente!, ¿Y dices que no te pasó nada? - exclamó Hyoga.

-Sigo acá, enterito – repuso Shun – y esta noche tengo una cita con esa reportera. Se me hace tarde.

Y sin esperar respuesta, se fue. Ellos lo siguieron, como siempre, para cuidarlo.

Shiryu, Hyoga, Saori e Ikki se desesperaban ante el poco interés de Shun en solucionar el asunto. Cada vez que conseguían hablar con alguna de las amazonas que accedían a encontrarse con ellos, Shun jamás estaba disponible.

-Parece que no quisieras arreglar tu problema – decía Hyoga.

-Es que he llegado a acostumbrarme. Todos tenemos un problema al que enfrentarnos, creo que yo era demasiado perfecto – decía Shun aparentando humildad.

Los ataques de narcolepsia se hacían más frecuentes, al igual que los ataques de amazonas. June, Shaina y Marin aseguraban no saber nada del asunto. Los remedios recetados por los doctores de la fundación no hacían efecto alguno. Y Shun seguía tan feliz como unas pascuas.

La tarde siguiente al ataque más reciente Shun se encontraba en la casa de Shunrei, cuidando a sus hijos. Ella había salido a una cita con Shiryu. Las hijas de Shunrei, Mei y Chang, rogaron y rogaron hasta que convencieron a la "bella durmiente" y al "hada Hyoga" para que se dejaran peinar. Ikki se dispuso a buscar algo de comer en la cocina, cuando notó que Chen, el hijo menor de Shunrei, lo miraba con algo de temor.

-Oye, soy feo pero no muerdo – bromeó Ikki. El chico negó con la cabeza.

-No es eso – dijo Chen – es que tengo algo que decirte, pero mis hermanas se van a enojar si te lo digo.

Ikki no tenía las dotes de Shun para tratar a los niños, así que fue muy torpe lo que hizo: palmoteó la cabeza de Chen y le dijo con voz aguda: "Lile al tío Ikki lo que quiellas, campeón"

Chen lo miró con desprecio, le sacó la lengua y le dijo:

-Te iba a hablar de Xoxo, pero no vale la pena. No vas a creerme.

Continuará...

Nota de la autora:¿Qué les habrá hecho Shun a las amazonas? (O qué no les hizo... jejeje...)

¿Qué debe hacer para terminar con su maldición?

¿Quién es Xoxo?

Todo esto en... los otros tres capítulos. Me gusta hacer historias de cuatro capítulos, es como una fijación con el cuatro. ¿Soy muy cuadrada?

Bueno, espero que les haya gustado aunque sea un poquiiiiito esta loca historia. Y anímense a dejar un comentario, díganme qué opinan!

Gracias por leer.