¡Cuánto tiempo sin verlos!
Sé que he estado desaparecido, y que debo actualizaciones de las historias en las que estaba trabajando; créanme, me encargare de eso en cuanto me sea posible.
Sin embargo ahora quiero mostrarles algo diferente: una historia que básicamente había anunciado hace ya un tiempo en mi DeviantArt, al final este pequeño deseo pudo conmigo, y he decidido comenzarla.
Sera mi primer AU moderno del ZeLink, el cual espero que disfruten tanto como yo lo hare escribiéndolo.
Aunque Link y Zelda estarán basados en sus apariencias de OoT, mi versión favorita de ambos, eso no significa que los personajes estarán limitados a esa versión, como podrán apreciar a lo largo de la historia.
Sin más que decir, les presento mi nuevo proyecto de fanfiction.
La ciudad de Hyrule, prospera y bella, se dice que en el pasado fue un poderoso reino de leyenda, en donde se produjeron muchas leyendas, con héroes, princesas y villanos; aun cuando con el tiempo el estilo de vida fue cambiando, y la monarquía de la familia real fue removida, su historia sigue siendo muy respetada aun en la actualidad, y por más increíbles que sean las historias que se dicen de estas tierras, hay muchos que son fieles creyentes de que muchos de esos eventos en realidad pasaron, algunos hasta les preocupa que algo así pueda llegar a repetirse en una época cercana, cuando nadie sabría dónde encontrar al héroe o a la princesa.
Pero hay otros a los que esos no les preocupa en lo más mínimo, y prefieren seguir con su vida al ritmo que se les ponga en el camino.
—Te digo, compañero, esta próxima obra cinematográfica del "Héroe del Tiempo" despierta el interés de muchas personas, ¡se espera que sea todo un éxito!
Como es el ejemplo de esta casa, en los tranquilos suburbios. Mirando el televisor desde la mesa de su comedor, se encuentra una mujer adulta de larga cabellera rubia, unos profundos ojos azules, y unas largas y puntiagudas orejas que señalaban su linaje como Hylian; su formal atuendo denotaba un puesto serio, unas zapatillas de tacón negro, al igual que su falda de vestir, usando una camisa purpura abotonada de manga larga.
Mientras observa el programa en la televisión, la mujer en cuestión bebía un suave sorbo de una taza de café, soltando un suspiro una vez que lo aleja de sus labios, para colocar la taza sobre la mesa.
—Vaya que están causando un revuelo por esa próxima película, se están haciendo las expectativas muy altas —dice la rubia antes de beber otro sorbo de su café, mirando luego el reloj de su pared, dejando tranquilamente la taza de nuevo en la mesa—, bueno, no tengo tiempo de estarme preocupando por eso; se ésta haciendo tarde, y no quiero llegar impuntual a mi primer día de trabajo.
Tomando la taza, ahora vacía, se la llevaría al fregadero, encargándose de lavarla para ponerla de nuevo en su lugar después de secarla, usando luego una pequeña toalla para también secarse sus manos. Habiéndose encargado de ello, recorrería el comedor para llegar a un corredor que la llevaría hasta la recamara, en donde tomaría el saco de vestir negro que colgaba del perchero de la pared, removiéndolo de su gancho para así ponérselo suavemente, acomodándolo al sujetarlo a la altura del pecho, antes de abrochar los dos botones al nivel del vientre.
Mientras hacía eso, la mujer saldría de su habitación, tranquila de que no se tropezaría con nada, porque no había nada con que tropezarse. Siendo una persona bastante organizada, raramente deja cosas que puedan interrumpir su paso a mitad del camino, a menos que realmente tenga cosas más importantes de las que preocuparse que mantener ordenado su entorno.
Tomando su bolso y su maletín, apagaría la televisión usando el control remoto y se dirigiría hacia la puerta de salida luego de ponerlo en su lugar, deteniéndose unos momentos en esta, antes de regresarse hacia un mueble de madera, en donde había varias fotos, pero ella vería una en particular.
—Ya me voy… ¡Deséame suerte, por favor!
Su mirada se mantendría unos momentos más en esa foto, en la que se ve a ella misma, pero claramente más joven, en cuclillas, mientras abraza cariñosamente a un niño rubio desde atrás, ambos sonriendo con mucha felicidad mientras miran a la cámara. Es una foto que nunca ha fallado en traerle una sonrisa a la mujer, aunque también un destello de tristeza.
Sin decir una palabra más, esta vez sí se iría a la puerta, saliendo de la casa para poder cerrarla desde afuera, no olvidándose de usar su llave para ponerle el seguro, para nada queriendo arriesgarse de ser una víctima de un robo. Dejando esos pensamientos de lados, se dirige hacia su vehículo, un sencillo pero eficiente auto.
Abriendo la puerta del piloto, dejaría sus cosas en el asiento del copiloto antes de acomodarse en su lugar, cerrando la puerta y poniéndose el cinturón de seguridad, encendiendo después el motor del auto, donde se quedaría quieta unos instantes, para tomar un respiro.
El nombre de esta mujer es Zelda Harkinian, y ahora mismo ésta por ir a su primer día de trabajo como maestra en una escuela preparatoria, y no puede evitar sentirse un poco nerviosa al respecto, imaginándose muchos escenarios posibles en su labor como profesora de jóvenes adolescentes, algunos bastante aceptables, otros no del todo agradables.
Zelda se daría un par de bofetadas en ambas mejillas, espabilándose, poniendo una mirada decidida en su rostro.
—¡Tranquilízate, mujer! ¡Vas a hacerlo bien!
Con estas palabras, la rubia empezaría a andar el auto, dispuesta a enfrentarse al mundo adulto, aunque fuera educando a un montón de jóvenes.
En otro punto de la ciudad, estarían varios jóvenes avanzando por las aceras, todos en una misma dirección; el uniforme de camisa de botones blanca y los pantalones y faldas grises los señalaría fácilmente como estudiantes, que se preparan para un nuevo ciclo escolar, siendo el inicio de cursos.
Aunque no todos vayan con entusiasmo a su destino.
Soltando un gran bostezo, distraídamente poniendo su mano derecha delante de su boca para cubrirla, un muchacho de larga cabellera rubia, con varios mechones cayéndole por los lados, y el resto atado en la nuca en una coleta, además de las largas orejas hylianas, sería uno de los que caminaba entre varios de los demás estudiantes, cargando su maletín sobre el hombro izquierdo, con una expresión en el rostro que claramente indicaba que no hacia tanto que había salido de la cama, y que preferiría seguir ahí.
Avanzando de forma muy tranquila, sentiría de pronto una palmada en la espalda, pero eso no parecía sorprenderlo en lo absoluto, además de que no fue del todo fuerte como para sacarlo de balance, por lo que el joven solo observaría hacia su lado derecho, mirando al culpable de ese impacto, otro muchacho de alborotada cabellera rubia, portando una amplia sonrisa que se resaltaba con su alegre mirada.
—¡Veo que estas con muchas energías esta mañana! ¿Eh, Link? —pregunta el risueño chico a su compañero—Enserio, nunca me dejo de sorprender de lo perezoso que a veces pareces, ¡a pesar del desempeño que muestras en muchas cosas!
Bajando su mano derecha para descubrir su boca, el nombrado Link se le quedaría viendo unos instantes antes de decidir responderle.
—Soy una persona que aprecia mucho sus horas de sueño, es algo que simplemente no puedo evitar, Fado.
Soltando una risa por su respuesta, Fado le daría otra ligera palmada en la espalda, antes de simplemente seguir caminando al ritmo de Link, quien solo sonreía con suavidad ante la actitud de su amigo.
—¡Buenos días, Link!
Aunque el saludo fue para uno, los dos muchachos mirarían en dirección de la voz, que les pasaba por un lado y luego se adelantaba, siendo una muchacha pelirroja de cabello largo, quien miraba ligeramente hacia atrás mientras saludaba con la mano, antes de volver a prestar atención hacia adelante para no chocar con nadie en el camino. Link, por su parte, había dejado la mano derecha guardada en el bolsillo; dicha respuesta, o ausencia de esta, haría que su acompañante lo mirara con una ligera sonrisa de incomodidad.
—Realmente creo que deberías ser un poco más considerado con las chicas que muestran un interés en ti…
—¿Eh? ¿A qué te refieres? —pregunta Link, observando confuso a Fado—¿Las chicas que muestran interés en mí?
Fado se daría una suave palmada en la cara, al parecer encontrando difícil de creer, aunque ya haya pasado en ocasiones anteriores, la poca atención o importancia que le daba su amigo al interés que despertaba en el sexo opuesto.
—No me digas que enserio ¿no notas el interés que Malon tiene en ti? —cuestiona Fado, retirando la mano de su cara para ver a Link de nuevo—Y no solo Malon, sé que ha habido otras chicas a las que has ignorado en su claro interés, o que has rechazado sin ningún tipo de duda.
—Porque no me interesan —responde el hyliano sin dudarlo, mirándolo con el ceño ligeramente fruncido—. Creo habértelo dicho antes, simplemente no me interesan esas chicas, no estoy obligado a que así sea, ¿o sí?
—Pues…no —diría el otro muchacho, sabiendo que él tenía razón—, pero, ¿no has pensado nunca en darles una oportunidad? Es que, se me hace muy extraño que en todo el tiempo que te conozco, jamás te haya conocido una novia, o incluso que hayas ido a alguna cita, considerando la popularidad que tienes.
—Tampoco es para tanto —Link agitaría despreocupadamente su mano derecha, dándole poca importancia a lo que Fado le dijo—. Son solo imaginaciones tuyas, te apuesto a que si vas por ahí preguntando si me conocen, el 90% de la escuela te dirá que no tiene ni idea de quien estás hablando.
Eso sacaría una risa del joven de alborotada cabellera rubia.
—Bueno, bueno, tal vez es cierto que no eres el rompecorazones número uno de la escuela —dice Fado luego de calmar su risa, mirándole de nuevo mientras sonríe—pero ¿el 90%? Hasta tú tienes que admitir que eres más reconocido que eso.
Pero el hyliano negaría con la cabeza, agitando suavemente su largo cabello en el proceso, mientras observa la entrada de la escuela, y a una gran cantidad de estudiantes adentrarse a esa área.
—Créeme, decir que 10% de este grupo de gente sabe quién soy, ya me parece exagerarlo bastante.
Su compañero soltaría un falso suspiro de rendición, siendo ahora él el que niega con su cabeza.
— De acuerdo, pero insisto en que me gustaría conocer que tienes una vida amorosa por lo menos —diría aquello mientras le pasa el brazo izquierdo por los hombros a Link, con el puño cerrado, atrayéndolo en lo que llamarían un "abrazo de hermanos"—¡es nuestro último año de preparatoria, no puedes salir de aquí de esa manera!
Link, por su parte, no podría evitar fruncir el entrecejo, un tanto fastidiado por las acciones y las palabras de su amigo.
—Y ¿desde cuándo es que tú tienes que saber respecto a mi vida amorosa? —pregunta Link mientras se libera del agarre de Fado, moviendo un poco el cuello para quitarse la incomodidad que esté le provocó—Y ya te lo he dicho, no creo salir con nadie, simplemente no quiero, yo…
Una imagen se cruzaría por la mente de Link, silenciando sus palabras y dejándolo en un pequeño trance; una muchacha de cabello dorado que le sonreía con mucha dulzura, inclinándose delante de él, antes de ponerse en cuclillas, extendiendo una mano hacia su rostro, antes de acercar el de ella.
—¿Tú, qué? —la voz de Fado sacaría a Link de su ensoñación, parpadeando reiteradamente antes de ver a su amigo, quien lo observaba con mucha curiosidad y algo de intriga.
Agitando su cabeza para salir de ese aturdimiento, el hyliano le respondería.
—Nada, no es nada, olvídalo —queriendo olvidarlo él también, Link aceleraría el paso hacia el gran edificio de la escuela—. Anda, ¡hay que llegar rápido al salón!
—¡H-hey! ¡Link! —sorprendido por el cambio en él, Fado igualmente acelera sus pasos para así tratar de alcanzarlo—¡No te vayas así! ¡No puedes dejarme con la duda…!
—Realmente le agradezco mucho esta oportunidad, señor Light —diría Zelda mientras carga contra su pecho una folder con los documentos necesarios para sus clases—. Le aseguró que no se arrepentirá de haberme dado el puesto.
La mujer se encontraba ahora mismo en la sala de maestros, en donde estaba hablando con un hombre de edad avanzada, robusto y de estatura promedio, un grueso bigote blanco se extendía desde arriba de su boca hasta llegar a sus patillas, extendiéndose el cabello hasta su nuca, pero con una clara calvicie en su cráneo. Se trataba de Rauru Light, el director de la escuela.
—¡No tienes que agradecer, muchacha! ¡Tus recomendaciones son impecables! ¡Realmente espero grandes cosas de ti!
Zelda estaba sonriendo, algo apenada por las cosas que el hombre está diciéndole, pero feliz por lo mismo, sabiendo que todos sus esfuerzos estaban dando frutos al fin.
—Así sé que no me fui de casa por nada, aunque haya sido muy doloroso ello…era algo que tenía que hacer.
Sacando esos pensamientos de su mente, la rubia asentiría con su cabeza ante lo que le estaban diciendo, queriendo prestar toda su atención a esa información.
—Algunos chicos pueden ser realmente difíciles, quizás lo serán un poco más al ver a una maestra tan joven —estaba diciendo Rauru, sentado detrás de su escritorio—, pero estoy seguro de que podrás manejarlos, ¿no es verdad?
Aunque tenía sus pequeñas dudas, la expresión de Zelda denotaba seguridad, al igual que la forma en que movió de manera afirmativa su cabeza.
—No se preocupe, yo me encargare de que esos chicos aprendan como debe ser.
Asintiendo con aprobación, el señor se pondría de pie, extendiendo su brazo derecho hacia Zelda, con la mano puesta para estrechar la de ella, cosa que la joven mujer no dudaría en hacer, sosteniendo sus documentos en el brazo izquierdo para así estrechar la mano de su ahora superior.
—Me alegra oír eso, señorita Zelda Harkinian. Le doy oficialmente la bienvenida a nuestra escuela.
—De nuevo, muchísimas gracias, señor Light.
Después de un suave apretón de manos, Zelda guardaría los documentos en su maletín, colgándose el bolso al hombro izquierdo, y tomando el maletín con la mano derecha. Haría luego una suave inclinación con su cabeza ante Rauru, a modo de despedida.
—Con su permiso, me retiro para comenzar el día.
Recibiendo otro movimiento afirmativo con la cabeza, la joven se retiraría del lugar, dejando escapar el aire que ni ella sabía que estaba reteniendo en los pulmones, al parecer igualmente nerviosa de haberse presentado ante el director a pesar de ya tener el trabajo y estar en su primer día.
Con la fase uno superada, Zelda ahora debe afrontar la fase dos, el poder realizar sus clases correspondientes durante el día…esperaba que los grupos que le tocaban no fueran a resultar algo imposible de manejar.
—¡Link! ¡LINK!
Escuchando los gritos de su amigo y compañero tan cerca de los oídos, el rubio levantaría la cabeza de entre sus brazos, habiendo reposado contra la mesa de su asiento, observando a Fado con los ojos entrecerrados, fastidiado.
—¿Dónde es el incendio, Fado? ¿Qué sucede que te tiene tan alertado?
—¡Está aquí! ¡Está aquí! —diría el otro muchacho con emoción, ignorando la clara molestia de su amigo por interrumpirlo en su descanso después de la segunda clase del día—¡Por fin está aquí!
Link empujaría el rostro de Fado con su mano izquierda, alejándolo de su espacio personal, soltándolo poco después de ese cometido.
—¿Quieres calmarte y decirme qué o quién está aquí?
—¡Mi mayor sueño de la vida escolar! —responde Fado como si Link supiera exactamente de que estaba hablando—¡He oído que por fin ha llegado el día!
Pero Link seguía sin tener idea de que rayos estaba pasando, por lo que buscaría en su memoria alguna conversación, o algún indicio que le dijera a que podría estarse refiriendo su amigo.
—Ok, me rindo —dice luego de un rato de estar pensando en la respuesta, sin llegar a ninguna conclusión—¿Cuál es ese "mayor sueño de la vida escolar" del que hablas?
Fado pondría la mano izquierda contra su pecho, en un gesto dramático, como si la pregunta de Link le hubiera tomado por sorpresa y lo hubiera impactado de sobremanera
—Link, ¿Cómo es posible que mi mejor amigo no sepa mi más grande sueño de mis años de estudiante?
—¡Déjate de tonterías y explícame de una vez!
—¡De acuerdo! ¡Prepárate! —Fado se sentaría en el asiento que está delante del de Link, pero con el pecho contra el respaldo, descansando los brazos en el pequeño escritorio de su amigo—Al parecer algunos chicos de otros grupos están hablando muy animadamente sobre… —se acercaría un poco más a Link, como si lo que fuera a decirle fuera totalmente confidencial, incluso hablando en voz baja—… sobre la belleza que es la nueva maestra de historia.
Link se quedaría en silencio ante la información, observando a su compañero, con sus ojos entrecerrados, antes de soltar un pesado suspiro de fastidio.
—¿Enserio, Fado? ¿Por eso era tanto escándalo?
Los ojos del risueño chico se abrirían de manera notable ante la falta de emoción de su amigo por la impactante noticia.
—¿A qué te refieres? ¡Pero si es algo muy importante! —dice el muchacho mientras se pone de pie, al parecer tomándose muy enserio el tema—¡¿No sabes que es el sueño de todo chico el tener una joven y preciosa maestra impartiéndole clases?!
El hyliano, por otro lado, seguía mostrándose desinteresado, además de fastidiado, por la importancia que le daba a los rumores de esa aparente nueva maestra.
—Perdona, pero yo no recuerdo nunca haber tenido un sueño así.
—Pero es que tú eres raro —responde Fado al instante con total convicción, causando un tic en el ojo derecho de Link—, aun así, estoy seguro de que cuando veas a esta preciosa maestra, ¡hasta tu quedaras fascinado con ella!
—¿Oh? ¿Acaso tú ya la has visto? —pregunta Link mientras le mira con su ceja izquierda alzada.
Eso silenciaría a Fado por unos momentos, quien desvía la mirada para no toparse con la de Link.
—No la has visto… ¿verdad?
—P-pues…no, realmente no la he visto aún —se rascaría la mejilla mientras le responde eso, aun manteniendo sus ojos en cualquier dirección que no fuera el hyliano.
—Entonces ¿cómo estás tan seguro de que es tan hermosa como dicen? ¿o de que es el cumplimiento de ese sueño tuyo?
—¡Oh, vamos, Link! ¡Tantos alumnos no pueden estar equivocados! —volvería a mostrarse seguro, ahora sí viendo de nuevo a su amigo—¡Ya lo veras! ¡La veremos en esta próxima clase, y veras que si es toda una belleza!
Link solo podría suspirar ante el entusiasmo de su amigo, negando con su cabeza mientras sonríe con suavidad; a pesar de lo fastidioso que pueda ser el tema, no puede negar que le divierte un poco la manera en que Fado se comporta ante las situaciones.
—Creo que has estado leyendo demasiado manga, Fado.
—¡Nunca se lee demasiado manga!
La respuesta inmediata solo haría que Link se riera ligeramente, antes de escuchar el timbre escolar que anunciaba el comienzo de la siguiente clase, observando el hylian el como la sonrisa de su amigo se extiende notablemente.
—¡Es hora, Link! —y sin más que decir, Fado se va a su asiento, hasta adelante, seguramente para poder ver de cerca a la nueva maestra.
Solo y tranquilo una vez más, Link de nuevo descansaría su cabeza entre sus brazos encima de su mesa, cerrando sus ojos, solo queriendo descansar, sin preocuparse por la nueva maestra.
Podía escuchar la ligeramente alborotada conversación que se estaba generando dentro de su siguiente aula, siendo bastante claro que estaban hablando de ella, al parecer habiendo escuchado de su llegada de los otros grupos a los que ya les impartió clases en las horas pasadas.
El haber captado su atención, y logrado desarrollar dichas clases sin mucho inconveniente, habían calmado los nervios de Zelda, pero seguía estando incomoda porque varios de los estudiantes parecían más interesados en verla que en escucharla, y no faltaron las molestas preguntas de su vida personal, a las cuales no dudo en poner freno, aunque sin querer llegar a parecer una mujer muy cerrada o estricta de tal forma que pudiera provocar que alguno de los alumnos quisiera mostrarse rebelde solo por pelear con una dura autoridad.
Sabía que no iba a ser fácil, especialmente por su edad, y también la edad de los estudiantes a los que iba a enseñar, pero debía admitir que todo eso de "La nueva maestra es un bombón" está pasando de algo incómodo, a algo molesto.
Tomando un suave respiro, la profesora abriría la puerta del aula, efectivamente silenciando a los estudiantes mientras se adentraba al salón, cerrando la puerta detrás de si, y acercándose al escritorio, donde dejaría sus cosas tranquilamente, ignorando la mirada de sorpresa de algunos de sus alumnos, especialmente la mirada de emoción, como si se hubiera realizado su más grande sueño, que tenía un muchacho rubio de cabello un tanto alborotado hacia un lado.
Observando al resto de sus estudiantes, Zelda notaría a algunos más por una u otra razón en particular, como a una chica pelirroja que la miraba con cierta inseguridad, parecía que su presencia generaba cierto conflicto en la muchacha; otros chicos eran a los que la mujer ya se había acostumbrado en lo que va del día, que miraban con mucho descaro sus piernas cubiertas por unas medias oscuras; algunas otras chicas la miraban con indiferencia, como si no fuera diferente a cualquier otro maestro; estaba ya algo agradecida por ese tipo de reacciones, la hacían sentir como si estuvieran acostumbrados a ella y pudiera avanzar con naturalidad.
También había algunos que ni siquiera la estaban mirando, como aquel chico de largo cabello rubio, la manera en que sus mechones caían hacia adelante le impedían ver su rostro, pero la forma en que se peinaba, además del pequeño par de aretes en forma de aros azules que tenía en sus largas orejas, le hicieron suponer a Zelda que ese podría ser el clásico delincuente o rebelde de la clase; aunque las creencias de la ciudad, basadas en las descripciones de la mayoría de los héroes de leyenda, hacían que no hubiera ningún tipo de norma contra los aretes en un hombre.
Aun así…había algo extraña y casi dolorosamente familiar en ese muchacho del que solo podía ver la cabeza.
Ignorando esa sensación, para así poder comenzar con su tercera clase del día, Zelda juntaría sus palmas, y sonreiría amistosamente a su nuevo grupo.
—¡Muy buenos días, chicos! Es probable que ya hayan escuchado de mí por sus compañeros de otros grupos, pero aun así, me presentare —mientras va hablando, estaría mirando de un punto a otro a los alumnos, queriendo saber si estaban poniéndole atención; las reacciones eran más o menos las mismas que cuando llego, por lo que seguiría—. Mi nombre es Zelda Harkinian, y soy su nueva maestra de historia.
Esta vez sí vería un cambio entre su clase, proviniendo justamente del muchacho rubio del que había supuesto se trataba del rebelde del salon; pudo notar la manera en que los hombros de este se tensaban, y los movimientos que estaba haciendo con su mano izquierda en una hoja de cuaderno se detenían, pero no haría ni diría nada, por lo que Zelda no podría cuestionarle su reacción, y decidiría continuar con su introducción.
—Espero que podamos llevarnos muy bien este año, hare todo lo posible por enseñarles todo lo que sea necesario aprender, y cualquier tipo de duda que tengan, no duden en preguntarla.
Ante esa oferta, varias manos masculinas se alzarían, pero anticipándose a qué tipo de preguntas iban a hacerle, la maestra no tardaría en aclarar.
—Que sea respecto a la clase, por favor.
Como supuso, prácticamente todas las manos bajarían, por lo que no podría evitar dejar salir un suave suspiro, antes de girar alrededor de su escritorio para sentarse en su silla, tomando el folder que le correspondía a ese grupo.
—Antes de comenzar, quisiera pasar la lista de asistencia —tomando dicho documento, y un bolígrafo, Zelda empezaría.
Uno tras otro, anunciaban su presencia conforme los iban nombrando, para gusto de la profesora de que no hubiera, hasta el momento, algún alumno faltando…aunque claro, siendo el primer día, era prácticamente imposible que eso fuera a pasar.
—Korok, Fado —llamaría Zelda al próximo en la lista, solo para ver como el ilusionado muchacho de cabello alborotado levantaba su mano muy a lo alto, como si rogara porque lo viera.
—¡Presente, profesora!
Asintiendo con la cabeza, con una sonrisa un tanto forzada por la actitud del chico, marcaría su asistencia, antes de pasar a la persona que sigue.
—Lait, Malon —después de decir el nombre, vería a la chica pelirroja levantar suavemente su mano, aunque no diría nada; igual sería suficiente para que la rubia le pusiera su asistencia.
La maestra seguiría con su lista, buscando memorizar las caras de cada uno, y relacionarlas con los nombres que estaba diciendo, para así poder reconocer mejor a este grupo, como lo hizo con los anteriores.
—Ordona, Ilia —buscaría con la mirada a la persona que respondiera a ese nombre, encontrándose con una de las chicas que la había mirado con indiferencia al llegar, una muchacha de pálido cabello corto rubio, de ojos verdes, que, al igual que Malon, solo levantaría la mano para denotar su presencia, por lo que Zelda la anotaría—Recke, Li…
El nombre se quedaría atorado en la garganta de la profesora, quedándose silenciada varios instantes, antes de alzar lentamente la mirada…solo para ver a aquel muchacho rubio de larga cabellera, alzando ligeramente su mano izquierda, teniendo en su rostro una expresión de sorpresa, aunque la suya parece haber disminuido un poco, probablemente la tenía desde que lo vio tensarse al escuchar su nombre.
Link Recke…
El pequeño Link…no podía ser posible, el destino no podía ponerla en esta situación que parecía salida de alguna novela de esas que lee en su tiempo libre…
Pero la expresión del muchacho le indicaba que era verdad; que ahora era la profesora de historia…del pequeño niño que tanto quiso, y al que tuvo que dejar atrás para poder obtener la educación que le permitió llegar a la profesión que tiene ahora.
Zelda no pudo hacer más que susurrar el nombre del alumno en su lista.
—Link…
Y en respuesta, aquel joven respondería, observándole fijamente a sus ojos azules, con los suyos propios de una tonalidad similar.
—Presente…profesora Zelda.
¡Con esto concluye el capítulo inicial de esta historia!
No estoy seguro de que tan extensa va a quedar, dependerá de cuál resulta el avance más apropiado para el relato.
La primicia de la historia ya debe estar bastante clara, además de haber sido establecida en mí DA hace tiempo. Quiero ver qué puedo hacer yo con una trama con esta temática.
Cualquier duda, queja o comentario, siéntanse libres de dejarlo, y les responderé a la brevedad posible.
¡Hasta la próxima!
