Nada me pertenece. Todo es de JK Rowling

La llegada de Bellatrix

Sirius Black cambió de posición su cabeza en la almohada. Bueno, si realmente se podía llamar almohada a aquella masa ínfima de goma espuma con olor a putrefacto que la prisión de Azkaban proveía a sus internos como ropa de cama.

Extrañaba tanto su antigua cama, el mullido colchón sobre el que dormía hacía no tantas semanas. Recordaba su enorme habitación exquisitamente decorada, siempre con ropa tirada en el suelo y alguna conquista en su cama... ¿Realmente "dios" o algún ente superior lo odiaba tanto?

Escuchó el ruido de la lluvia crepitante contra la piedra gris y dura de Azkaban; el ruido de las olas al chocar contra la pared de la cárcel de Azkaban y el sonoro ruido de tacones en el pasillo, los consecuentes murmullos de los demás prisiones de la cárcel y una risa que le recordó a su infancia... una risa demente.

Sirius hizo un esfuerzo con las pocas energías que tenía gracias a la pésima alimentación de la prisión, y se colgó de los barrotes oxidados de la puerta de madera podrida y vio que Bellatrix Lestrange acababa de entrar a Azkaban.

Rápidamente comprendió que habían caído los últimos mortífagos realmente fieles a Voldemort, y sin ayuda externa; el mago tenebroso quizá nunca volvería.

También recordó el precio. James Potter tendido sobre la mullida alfombra de su living, con expresión de resignación en su rostro. El cuerpo duro y con rictus suplicante de Lily Potter, abrazada hasta su último momento al cuerpo de su hijo. Y Harry, el inocente bebé que no sabía nada de lo sucedido en la peor noche que jamás habría de vivir; pero sin embargo lloraba todos los días esperando encontrarse nuevamente con la piel cálida y conocida de su madre; no con la arrugada y mal oliente de Petunia Evans.

Volvió a mirar por los barrotes, y vio que los dementores se acercaban a la celda de enfrente suyo y sacaban el cadáver de un muchacho joven. Que le resultaba conocido de visto... Seguramente, alguno de los hijos de los amigos de sus padres.

Los dementores movieron sus manos y otro dementor avanzó por el pasillo, llevando a la altiva Bellatrix Lestrange. Pese a tener su misma sangre, más años y estar casada; no pudo dejar de pensar que lucía bien en el vestido de gala que usaba. También noto que su cabello estaba recogido de modo elegante; al parecer la habían atrapado en una recepción de sangre puras; como las que él solía ir antes de que sus padres lo desheredasen.

Sin paciencia, los dementores metieron a Bellatrix en la celda. La mujer no se quejó por el mal trato, sólo sonrió de modo altivo y se sentó en su cama, mirándola con asco.

Lo último que Sirius vio de Bellatrix antes de que se cerrase la puerta fue un elegante saludo de mano con un deliciosa sonrisa, dirigidas a él y que cuando se estiró un poco más en su cama, vio que no llevaba ropa interior debajo del vestido.

Nota de autora: Es mi primer fic de esta pareja, dejen saber que piensas, tengo planeada una segunda parte; sólo la publicaré si ustedes lo creen conveniente. Besos emeraude.lefey.