CAPITULO 1: LLEGÓ LA MUERTE

La batalla rugía en los oídos de Anakin Skywalker, los droides no dejaban de venir y sus soldados eran muy pocos para contenerlos, por ello su espada no paraba de destruir los droides cubriendo todo el flanco derecho de aquel infernal pasillo. A su lado se encontraba su padawan Ahsoka Tano rechazando los disparos de blaster con su espada laser y dejando tras de si una estela verde. La batalla iba bien sobrevivían pero en ese momento no bastaba con sobrevivir debían conseguir la victoria.

-Vamos, chulita. Tenemos que poner las cargas en el núcleo de esta estación de combate.

-Pero, maestro, no paran de venir chatarras, si nos vamos pondremos en peligro a Rex y los demás.

-¿Quién dijo que los vamos a abandonar?

Acto seguido con su brillante espada láser en la mano Anakin Skywalker empezó a cortar la dura pared del pasillo que se había convertido en un brutal campo de batalla, ignorando los enjambres de combatientes que se sumaban a la lucha.

-Cúbreme

-No hace falta que lo digas, Skyway.

En pocos segundos un agujero en la pared estaba abierto, era una pequeña salida de aquel caos mecánico y bien recibida por los exhaustos soldados casi sin munición.

-Venga, todos dentro-ordenó Skywalker.

Todos obedecieron y entraron con diligencia y docilidad por último Anakin y Ahsoka los siguieron, ya dentro de otra sala distinta que parecía ser una sala de conferencias debido a la gran mesa que se hallaba en el centro de la sala y el sistema de comunicaciones altamente sofisticado, por suerte para los republicanos se hallaba vacía.

-Ayúdame, chulita -bramó Skywalker

-Ahora mismo, maestro.

Los dos juntos, maestro y aprendiz, se unieron con la Fuerza y ejercieron su poder sobre la gran mesa central, la levantaron y la pusieron frente a la pared en forma de barricada para impedir el paso de los hojalatas.

-Bien, contamos con poco tiempo así que terminaré de comentaros el plan.

-Sí, ya ¿qué plan?- susurró con sarcasmo Rex a su compañero de la izquierda.

-Nos dividiremos en dos grupos: Ahsoka y yo formamos uno, y Rex, Harlight, Stiwod, Janttas y Yentil forman el otro grupo. Rex, tu grupo tiene que intentar volver a la superficie del planeta, mientras nosotros dos volamos por los aires este lugar. Procurad que os sigan unos cuantos droides, o Ahsoka y yo lo tendremos difícil.

-Por supuesto, general Skywalker, confíe en nosotros.-respondió con seguridad Rex

Los combatientes se dividieron según dictó Skywalker, Rex y el resto de los clones se dirigieron a la salida de esa gigantesca estación. Por su parte, Anakin y Ahsoka viajaban en dirección al núcleo. Maestro y padawan habían establecido un fuerte vínculo durante las últimas traslaciones, una relación paternal, Ahsoka veía a Anakin como el padre que nunca tuvo y Anakin ve a Ahsoka como la hija que un día tendrá. Según ellos, la Fuerza les había unido y por ello tenían una fe ciega el uno con el otro, a veces más que en sí mismos.

La misión que les habían mandado era una misión normal, otra del montón que se suman en sus amplios historiales, sin embargo, el destino tenía otros planes para que fuera recordada por mucho tiempo.

Ahsoka abría el paso destruyendo la escasa resistencia que se interponía en su camino "El plan de mi maestro funciona" reflexionó "Los chatarras han seguido a los clones y no a nosotros". Anakin también se dio cuenta de ello y pensó que la victoria estaba ya garantizada… pobre Skywalker.

Era otro pasillo más que terminaba en un pequeño centro de mando, lo único que tenía de especial era que en ese centro de mando había un ascensor que les llevaba al núcleo de energía de la estación pero nada más.

Ahsoka entró primero en la sala y su maestro la seguía de cerca cuando entre ellos se interpuso un escudo de rayos, un campo de fuerza que no podía ser atravesado, solo podía ser desconectado, dado que la sala de control estaba justo delante de Ahsoka no era sino un problema menor.

Entonces lo vio. Anakin lo vio y su sangre se le heló en las venas y un temible escalofrío le recorrió el cuerpo. El caballero Jedi no temía a nada ni a nadie pero una situación como ésta, sacada de una macabra pesadilla, le inundaba de pavor no por su seguridad sino por la de su padawan.

Medía más de dos metros de altura, con unas fuertes piernas robóticas que terminaban en grandes pies y unos brazos metálicos igualmente poderosos. La blanca figura se hallaba allí esperando en la sala de control, sus ojos eran de un color amarillo intenso. Parecía un droide pero no lo era, ningún droide podía emanar tanta arrogancia, poder u orgullo como el asesino de jedis, el renegado de Kaleesh, la mascota del Conde Dooku, como…el General Grievous.

¿Cómo no te diste cuenta, Anakin? ¿Acaso no veías que era una trampa orquestada por el general? ¿Estabas tan ansioso de degustar la victoria, de salir de la batalla y ver a tu amada que tu juicio se cegó? En este momento no tienes respuestas a estas preguntas que te torturarán por mucho tiempo. No, lo único que puedes hacer es mirar completamente impotente.

Ahsoka tampoco estaba preparada, tampoco lo vio, pero allí estaba una joven padawan delante del mayor asesino de jedis de su tiempo y no podía escapar. Con el coraje que siempre te ha marcado atacas contra su enemigo. Grievous tan solo tenía una espada láser en la mano de color azul, tenías posibilidades, ya habías escapado antes de él y lo volverías a hacer.

Sin embargo, el poderoso general bloqueó el ataque con gran facilidad, con la mano que tenía libre Grievous agarró a la joven Ahsoka y la tiró contra la pared. Qué placer tan inigualable escuchar como el débil cuerpo choca, el combate solo ha durado dos segundos y tu rival ha caído ya, otra espada para tu colección ¿verdad, General? Error.

El golpe te ha dolido, te encuentras confusa frente a gran cantidad de imágenes borrosas, pero solo una de ellas quiere matarte y casi por instinto saltas impulsándote con la Fuerza, no sabes por qué, no puedes ver a tu enemigo, sin embargo, lo haces. Cuando aterrizas en el suelo de nuevo y vuelves a adoptar tu posición de combate, recuperas la vista, entonces ya sabes el por qué. El General se lanzaba a por ti y lo único que ha conseguido es destrozar media pared.

-¿Qué sucede, General, quizás quieras ayudarnos a "inhabilitar" este sitio si es así haces un buen trabajo?- Eso es, bromea, date fuerzas para la lucha, cubre toda tu inseguridad con las palabras que solo enfurecen a tu enemigo, no te servirá para nada.

Tus sentidos metálicos han captado bien las palabras y aunque la mayor parte de tu cuerpo es de metal una furia muy humana te inunda, general. Te das la vuelta y la ves delante de ti, dispuesta a pelear, con arrogancia pero sin miedo. Jamás cumplirás tus sueños, Grievous, jamás verás a un Jedi suplicar por su vida. Pero de esperanzas también se vive.

-Ríndete, mocosa. No tienes nada que hacer. Yo me he enfrentado a los mejores, Windu, Kenobi, Shaak Ti, Teska…y casi los he derrotado. ¿De verdad crees que una niña puede detener mi marcha?-Sabes que tiene razón Ahsoka, pero la rendición no es una opción a tener en cuenta.

-Si quieres acabar con la pelea puedes rendirte tú ¿No crees, General?-Tu ira se acrecienta, una niña, una estúpida y simple niña se atreve a retar al guerrero más poderoso de todos los tiempos, jamás. No hay más treguas ni juegos debe morir de una forma terrible y despiadada, así te respetaran y te tratarán como mereces. Te tratarán como un Dios.

Con esa última frase conoces que has alcanzado un nuevo mínimo, pero no importa, sientes la rabia de Grievous, una rabia que le hará descuidado y te permitirá seguir viva cinco minutos más. Entonces, el general separatista arremete contra ti y bloqueas su ataque como puedes pero no atacas, no te deja que ataques pero esquivas y bloqueas, esquivas y bloqueas esperando que baje la guardia unos segundos pero el tiempo no va a tu favor sino en tu contra.

Te hallas atrapado detrás de un campo de fuerza mientras tu padawan se juega la vida pero lo soportas, no tienes más remedio o lo soportabas cuando veías el combate pero ahora no puedes verlos, no sabes si tu padawan está muerta o no. La idea de su muerte te reconcome ¿verdad, Anakin? Tu arrogancia se ha convertido en impotencia y tu impotencia se vuelve ira, ten cuidado Skywalker la ira es un camino hacia el Lado Oscuro. Sin embargo, no piensas en eso y te dejas controlar por tus emociones, enciendes tu espada y golpeas el campo de fuerza, golpeas el escudo que te impide ayudar a tu aprendiz ¿para qué? No puedes atravesarlo y lo sabes o por lo menos tu cabeza lo sabe pero obedeces al corazón ¿verdad? En el alma existe todo lo noble que tienen los seres vivos pero hay una parte no tan buena. ¿La notas, Anakin, la sientes de nuevo?

No puedes apenas mantenerte en pie, has resistido todo lo que has podido pero tienes el gran semidroide delante de ti, le has esquivado bien, has peleado bien, pero no basta. A continuación, él ataca y tú te agachas. La espada del general falla, pero has pagado un alto precio…tu espada láser. No podías sostenerla y se ha escapado de tu mano por el rotundo golpe del General. Tus cinco minutos han pasado.

Sublime, precioso ni en tus más locos sueños lo esperabas. Un Jedi indefenso sin armas y demasiado cansado para usar la Fuerza, aún así sigue sin rendirse. La niña se levanta, le cuesta pero se levanta, no puede hacer nada, General. No puede hacer nada y saboreas este delicado momento, cada sensación, las pisadas de su carrera, su intento de esquivarte en vano, su aliento en tu cara cuando la agarraste por el cuello y la subiste a la altura de tus ojos, su hedor lleno de miedo cuando empezaste a apretar tus fuertes manos sobre ella y por fin el sonido de su cuello al romperse. Ahsoka Tano ha muerto.

Ya no oyes nada, caballero Jedi, nada. Antes no veías y ahora ya no oyes. El sonido de espadas blandiendo en el aire, la maquinaria destrozada, era como si el tiempo se hubiera detenido pero conoces la verdad, el tiempo no se ha parado sino la batalla se ha terminado y te encuentras expectante por saber quien es el ganador. Entonces aparece, tu peor pesadilla, tu mayor derrota. El gran líder del ejército droide sujetando a Ahsoka Tano con su mano derecha y ella no se mueve, es incapaz de moverse. Una parte de ti ya lo sabía pero estaba siendo engañada por otra parte: una gran mentira que nos cogemos a ella en los momentos más desesperados. Esperanza. Sin embargo ese velo ha sido desgarrado con la más horrible de las visiones. La ira estalla.

-¡Maldito seas, General!-maldices con lágrimas en los ojos-Juro por toda la existencia del universo que morirás por mi mano, no habrá planeta en el que te escondas ni sistema al que no pueda llegar. Dedicaré mi vida a perseguirte.

-Ahórrate las amenazas, Jedi. No te temo. Sin embargo, disfruto con tu ira y yo no suelo disfrutar con nada.

En ese momento, Grievous, enciendes tu espada. Es el momento de terminar con tu gran victoria.

Lo único que te separa de tu enemigo es un escudo de rayos, un simple escudo de rayos pero ves la espada en su mano y sientes que tendrás tu venganza. Te equivocas. El general ha cometido su última aberración delante de ti ha descuartizado el cadáver de Ahsoka, sin que hayas podido hacer nada.

-¿Quieres justicia, Jedi, o venganza? Mira como estoy a pocos centímetros de ti y es como si estuviera a miles de años luz. Ansías destruirme ¿verdad? Bien. Te reto a encontrarme, General Skywalker. Por tu venganza y por mi liberación del yugo al que me he sometido voluntariamente: la destrucción de toda la Orden Jedi. Acércate a mí y hallarás una muerte terrible.

-Pagarás por esto-lo susurras porque apenas puedes hablar, tu llanto no te deja. Lo observas, ves como se va y solo te deja la ira abrasadora que te ahoga en cuerpo y alma.

La base ya no te sirve Grievous así que irónicamente la programas para su destrucción inmediata, pero antes desconectas todos los escudos, un regalo para un enemigo indigno. Sin más, tomas tu caza que siempre tienes cerca de ti y escapas, no huyes sino escapas con una gran victoria sobre tus hombros. Has matado a una niña, una gran victoria para el guerrero más poderoso de todos los tiempos ¿verdad, General?

Los escudos han caído y la base anuncia su destrucción inmediata, reúnes los restos de tu aprendiz y te dispones a escapar. Sin olvidar en ningún momento tu voto de venganza pero para cumplirla antes hay que vivir. Corres, corres por los innumerables pasillos a la velocidad del rayo y con los restos de Ahsoka en una bolsa improvisada de tela. Hasta que llegas a la superficie y la estación subterránea queda inhabilitada para siempre.

Buscas a tus soldados y los ves a los cinco vivos pero atrincherados frente a una docena de droides, impulsado por la ira atacas en un combate de doce contra uno. ¿Quién se atrevería a cuestionar el resultado? Los clones salen de su escondite y tú das las órdenes:

-Volvemos al templo Jedi. Vamos.

-Pero, General ¿Dónde está la comandante Tano?-preguntó Rex

-En mi espalda-Afirmó con frialdad Anakin. Rex entonces se dio cuenta de que había llorado.

-Lo siento mucho, general.

Fueron las últimas palabras que oyes, Anakin. En la nave ya se dispusieron rumbo al templo Jedi. Había que incinerar a Ahsoka y después seguirías el dictado de su corazón que te clamaba venganza. ¿Sientes esa parte de nuevo, Anakin, esa parte de tu alma que escuchaste un día en Tatooine y cometiste una masacre? Por desgracia, sabes que sí.