Los personajes de Naruto no me pertenecen. Son propiedad de Kishimoto. Yo solo los utilizo para escribir sobre ellos sin ánimo de lucro.
Bueno a muchas os parecerá una locura pero bueno, la verdad es que a mi es una pareja que realmente me agrada y me da mucho morbo, en el foro de MR tiene un hilo para ella y todo y diversas imágenes en la galería de Gaara, así que por favor no me digáis que es rara o que desagrada mucho jo T.T también avisar que no va a ser muy lujuriosa mas bien tierno o eso espero… pensé en ponerla en los chibi-shot pero… me ha gustado tanto que al final lo voy a dejar en un oneshot con final abierto, es decir que como lo escribo en el pc pues si tiene éxito o me leen unas diez personas pues me comprometo a mandarlos a Konoha y poner un montón de celos jeje y también un poco de sasunaru, jeje, es que no me quiero quedar sin verme a Kankuro celoso por Gaara, oh dios quedaría guapísimo XD, bueno vosotros diréis, darle una oportunidad por favor. Va para nyamo, la única chica que ha escrito un kankugaa y la que me ayudó a inspirarme, muchas gracias n.n, también para aidi-chan ya que con un poco de suerte la conoceré la semana que viene jeje.
HERMANO…
Capi 1: Sentir.
El consejo de Suna estaba reunido tratando un asunto más que escabroso, una de las ancianas algo alterada por la conversación plantó sus palmas en la mesa y se levantó bruscamente, su mirada estaba clavada en la serena postura de Gaara que escuchaba todo sin mediar palabra, sus ojos se mantenían cerrados y sus brazos y piernas cruzados.
-Usted es el Kazekage, nunca debió hacerlo, ¿qué se cree? Tendrá poder para manejar la aldea pero no para tratar así a sus ciudadanos-, reprochaba la mujer, apoyaba por el asentimiento de los demás presentes, menos de dos personas.
Temari agachó la cabeza, todo había sido por su culpa, ella sabía bien defenderse, pues ni un hombre había conseguido tomarla por sorpresa, su otöto no debía haberse metido en aquella pelea. Gaara no hablaba, seguía en la misma postura como si la cosa no fuera con él, quería todo menos discutir y sí, reconocía que se había pasado un poco con aquel chico, pero nada menos de lo que se merecía. Kankuro miraba la escena, llevaba una túnica simple, de color claro y atada en la cintura con un largo cordón, aquello le extrañaba, su hermano nunca había atacado a nadie y menos dejarlo en tal mal estado, por lo menos en el tiempo que se había reformado. Se rascó la cabeza castaña y decidió seguir escuchando lo ocurrido en silencio.
Al no obtener respuesta de ninguno, la anciana explotó sentándose de golpe en su asiento y buscando las palabras exactas para comentarle la decisión tomada por todos los miembros, excepto él y sus hermanos.
-Desde hoy deja sus obligaciones de kage, será un jounin más, puede marcharse mientras encontramos a alguien que acepte el cargo y sepa llevarlo mejor que usted-, cesó la mujer un poco asustada al final por la reacción del pelirrojo.
Este bajó la pierna y descruzó los brazos en un movimiento mas bien rudo, levantó la cabeza y los miró, frío e intimidante a cada uno de los allí presentes, después volvió a cerrar los ojos y se levantó sin decir palabra, andando hasta salir al balcón y saltar hasta el suelo con un gesto bastante elegante.
La rubia se alzó de repente agitando sus cuatro moñitos y encaró al consejo, sus ojos estaba furiosos, casi invadidos en lágrimas por la impotencia y culpabilidad por lo que había ocurrido con su otöto. Apretó el puño y brutalmente golpeó la mesa.
-Él actuó como cualquier hermano que encuentra a su onesan en peligro, si fuera sido alguna de vuestras hijas os hubierais quedado quietos mientras un hombre la tocaba e intentaba abusar de ella? No seguro, pero claro siempre la habéis tenido tomada con él, a pesar de que os haya salvado el culo millones de veces, hasta concertó por fin un pacto de Konoha y acabó con la rivalidad que siempre había, así se lo agradecéis? sois escoria!-, gruñó gravemente mientras salía de la estancia sin que nadie se atreviera a rechistarle.
Todo ojearon en la dirección donde el último de los hermanos estaba sentado y con expresión pensativa, parecía ser más tranquilo que los demás y no se tomaría las cosas tan a la tremenda. Se levantó igualmente y se dirigió con calma al consejo.
-Yo no os hablaré o me comportaré como ellos, primero he pensado todo lo ocurrido, desde que empezó hasta que finalizó de esta forma, y solo he llegado a una serena conclusión, mi hermano a tenido mucha culpa en esto y no lo niego-, explicó sin mirarles, centrando la vista en la luz cegadora que se colaba por el amplio balcón.
-Sabíamos que usted no era como los demás Kankuro-sama, por eso queríamos pedirle que aceptara el puesto de-, hablaba confiada la misma anciana de antes hasta que fue cortada por una severa mirada del castaño.
-No diga mas, la culpa la tuvo mi hermano por quedarse en una aldea que lo había utilizado como herramienta de guerra, lo habían intentado matar numerosas veces desde que era niño y encima después había dado su propia vida para salvarla, por haber cambiado y conseguido por sus meritos el puesto de Kazekage. Desde un primer momento solo lo habéis utilizado, lo nombrasteis kage para pactar una unión con Konoha, y ahora que la tenéis solo buscabais la mejor ocasión para deshaceros de él, dejándolo por supuesto como ninja para protegeros las espaldas-, les dio la espalda a todos, que mantenían los ojos y la boca bien abiertas, nunca hubieran pensado que sus verdaderos planes podrían ser descubiertos en tan poco tiempo y por aquella persona, -una cosa…-, se volvió y los observó con una pequeña sonrisa, -Gaara no ha hablado pero él lo sabe desde hace muchísimo tiempo, de todas formas se ha dejado utilizar por el bien de la aldea, pero yo no soy tan bueno…-, clavó su mirada directa a la verde de la mujer que ahora se convulsionaba nerviosa en su asiento, -si no le devolvéis el puesto a mi otöto me encargaré de romper el pacto con Konoha y las demás aldeas, aunque eso provoque entrar en guerra, es lo menos que os merecéis por la forma en que lo tratasteis-.
Uno de los ancianos que no había pronunciado palabra, se irguió un poco en su silla y carraspeó su garganta, había estado pensado algo por largo rato, buscando una buena razón con la que contraatacar a aquel muchacho que había echado por tierra todos sus planes.
-Te comportas de manera extraña, cuantas veces te has escondido detrás de mí porque le tenías miedo? Cuantas veces as dicho este monstruo no es mi hermano? Cuantas veces as llorado por no poder controlarlo y verlo a matar a miles de personas?-, el hombre dejó escapar una sonrisa prepotente al ver la expresión de desconcierto que mantenía el marionetista.
Se sorprendió ante el ataque directo de aquel hombre, y recordó todas las veces de las que le acusaba, si tenía mucha razón pero… cuantas veces había pensado lo contrario? Cuantas veces lo había protegido? Gaara se enfrentó a Akatsuki dando la cara por él y Suna, él mismo se enfrentó contra aquel miembro de Akatsuki sabiendo que podría morir con tal de ir en busca de su otöto, habían pasado muchas cosas y la sensación de verlo muerto en el suelo nunca desaparecerá de su pecho, nunca… y aunque él no hubiera sido el causante del cambio de su hermano no podía entristecer.
-Eso era antes… de que apareciera en nuestras vidas Uzumaki Naruto, recordad ese nombre, es él quien salvó esta aldea y no mi hermano en sí…-.
Al ver que no había provocado el efecto esperado el anciano arrugó el rostro y aun amenazados se quedaron solos en aquella estancia, habría otra salida que la que Kankuro les había indicado? Serían capaces de arriesgarse a concretar una guerra solo por no volverle a dar el cargo a aquel niño pelirrojo, cuando ahora siquiera tenía aquel demonio en su interior? Eran muchas cosas las que tenían que tratar tranquilamente.
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Kankuro estaba parado frente la casa donde ahora vivía Gaara, hacía un tiempo desde que Naruto se marchó por última vez, que había decidido irse solo a un departamento, era pequeño y curiosamente lo más grande era el dormitorio, ya que ahora sí que lo utilizaba y con muchísima frecuencia, disfrutaba de una siesta tanto como un niño de su helado. Suspiró he intentó convencerse a sí mismo que hacía bien en ir a verlo, subió las escaleras despacio casi temiendo que fuera escuchado por su hermano. La puerta estaba abierta, raro en él, y entró sigilosamente encontrando toda la estancia a oscuras, sin embargo el chakra de Gaara demostraba que estaba allí, en algún lado entre la penumbra.
Siguió ahora sin importarle que le oyera hasta entrar al salón, podía ver la pequeña silueta de su otöto en el sillón, encogido. También y para su tremendo asombro un pequeño sollozo que lo aterró, no… era imposible… Gaara llorando… se llevó una mano a la boca y la mordió intentando contener su coraje, él era el mayor, tenía que protegerlo y sin embargo ahí estaba, frente a él, llorando.
-Kankuro… vete…-, su voz sumamente grave hizo eco en la habitación, echando un poco hacia atrás al castaño de la impresión, aún de vez en cuando le venían los viejos temores, sobre todo cuando le hablaba tan secamente.
-No… puedo dejarte… en este estado-, se atrevió a decir, sentándose a su lado y en un gesto algo osado intentar tocarle las hebras rojizas.
Al sentir el mínimo tacto Gaara tembló y como si no se lo creyera observó con sus esmeraldas bien abiertas la cara apenada de aquel chico, su cuerpo se agitaba, estaba asustado, en su vida nadie le había acariciado y menos demostrado cariño, como que ahora él venía a darle aquellas sensaciones? Esa persona que aunque compartieran sangre siempre le había temido por tener un demonio en su interior? Pero… todas aquellas dudas se desvanecieron, cuando la mano abarcó su pálida mejilla, invadiéndola de una calidez desconocida pero tranquilizadora, en ese momento las lágrimas que le recorrían el rostro escasamente dejaron de fluir de sus ojos, sentía paz, mucha paz…
En un movimiento brusco Kankuro lo agarró de los hombros y lo acurrucó en su pecho, era lo único que podía ofrecerle a aquel niño en ese momento, a aquel hombre con corazón de niño que había y seguía sufriendo por la indeferencia de todas las personas a su alrededor. Y entonces fue cuando ocurrió, sintió como Gaara se aferraba con sus manos a su túnica y escondía la cabeza aún más en su regazo, dejando que todo el calor de su cuerpo, todos sus movimientos y sentimientos invadieran al castaño, desbordándolo de sensaciones que nunca había experimentado. Se dio cuenta… él nunca lo había visto como un hermano en sí… no era amor fraternal, era un sentimiento mas bien carnal… No pudo más que asustarse, como lo había atraído hasta sí ahora lo alejó, dejándolo a una distancia considerable mientras lo miraba con terror. Gaara lo observó primero con sorpresa para después agachar la vista y centrarla en sus manos que temblaban y jugaban entre ellas con nerviosismo. Su voz se empezó a escuchar triste y perturbada, un rechazo más no era gran cosa para él.
-Lo siento Kankuro, no debería haberte dejado que me abrazaras, de todas formas esto solo me ha hecho perder la última esperanza de que alguien me acepte-, ahora estaba mas tranquilo, su rostro se volvió de nuevo inexpresivo y se echó en el respaldo del sillón cerrando seguidamente los ojos, intentado serenarse a tal extremo de dejar de sentir cualquier clase de sensación.
Algo en el interior del marionetista le decía que no podía dejar las cosas así, que no debía irse sin explicarle lo que realmente le había pasado, pero no hubo esa reacción, sin más se levantó de su asiento y aprentando puños y dientes se alejó de él, dirigiéndose a la puerta de salida.
-No quería que esto ocurriera…-, fue lo único que dijo antes de disponerse a cruzar el umbral.
-Sabes…-, como por una gran presión el castaño frenó, -es extraño y a lo mejor te asustas pero… cuando me has acariciado me han dado ganas de más, pero no de forma fraternal, era otra tipo de sentimiento-, sin poderlo evitar Kankuro volvió a vibrar, su cuerpo se agitaba, cerró los ojos pues en realidad sí que quería escuchar aquello aunque su razón lo negara, -puede ser que no sepa diferenciarlo, ya que nadie me ha demostrado ningún tipo de cariño…-, y eso fue ya lo último que le bastó para darse la vuelta y observarlo, miradas fijas, la inseguridad en aquellos ojos verdes, que parecían temblar nerviosos, se veía tan hermoso… con aquel toque rosado de sus mejillas y el rostro intentado demostrar frialdad, pero que lo único que dejaba ver era la timidez de un niño no querido. Bajó la cara avergonzado, no sabía porque le había contado todas esas cosas a su hermano, que pensaría ahora de él?
El castaño aceptando ya la verdad se volvió a acercar a aquel chico que algo intranquilo lo observaba, se volvió a sentar en el mismo sitio que antes y aproximó su cara a la de Gaara. Este último no entendía que podía pretender su onisan, demo aun y así no lo retuvo, quería experimentar un poco más, solo un poco más de cariño. Notó algo en sus labios, cerró levemente sus ojos y sintió una calidez rozarlos, aprisionándolos dulcemente. Todo aquello era nuevo para él, lo más tierno que había degustado en su vida, también… el tacto de dedos inseguros acariciarle la mejilla, ascender por su pómulo hasta llegar a su frente y palpándole la sien izquierda, sintió como lo delineaba, aquel símbolo que había representado el único sentimiento de amor en su vida, y ahora él lo dibujaba con sus yemas provocando un tremendo cosquilleo que lo hacía derretir.
-Kan… kuro…-, susurró entrecortadamente, dejando ver aquel placer que le producía aquellas meras caricias.
Con la mayor de las delicadezas le recogió la última perla que, rebelde, escapaba de los lindos ojos aguamarina, ahora, despejados de aquellas ojeras, que, por fin dejaban demostrar la gran belleza que éstas ocultaban, los ojos más hermosos que aquel chico había visto nunca, brillantes y ahora llenos de inseguridad pero de deseo. Llevó el dedo que atrapó la gotita a sus labios y lo lamió tranquilamente, ante la atenta mirada del pelirrojo que no perdía detalle de la escena, después lo volvió a acercar a su mejilla, dejando que hiciera contraste la humedad de su piel con la calidez que envolvía la cara del menor. Este cerró los ojitos y suspiró, era una sensación extraña que provocó una sonrisita al castaño.
-¿Estás bien…?-, preguntó acercando su cara a la suya y abrazándolo, posando sus labios en el erizado cuello del kage, sin moverlos los dejó allí dejando que su suavidad fuera transmitida.
-S-si…-, afirmó encogiéndose un poco por el agradable cosquilleo.
Se sentía un poco mal, creía que se estaba aprovechando de la debilidad de su hermano en aquel concepto pero… no podía resistirse a tenerlo de esa forma entre sus brazos, notar como se agitaba y suspiraba cerca también de su cuello, esa sonrojes que acaparaba todo su rostro y lo embellecía extremadamente. De pronto se retiró y lo agarró bruscamente de la barbilla, alzándole la cara para observarlo fijamente. Las hebras rojizas se balancearon un poco y las brillantes esmeraldas le devolvieron la mirada, cada vez estaba más tranquilo y seguro de lo que hacía y sentía.
-¿Estás seguro que quieres seguir con esto…? Somos hermanos…-, preguntó con la faz mas segura que nunca había visto el pelirrojo en la cara de su onisan.
-¿También hombres no? Y eso que importa… para una vez que alguien me da cariño no se lo pienso negar, sea cual sea la situación-, la respuesta estaba más que clara, él lo deseaba igualmente y no sentía ningún escrúpulo para esa relación, aunque fuera una prohibida.
-Ok…-, le susurró picaron al oído, haciendo que de nuevo el menor se sonrojase, lo agarró de la mano y lo levantó en un impulso, dirigiéndolo a su habitación.
Entró a la estancia, era casi tan grande como la mitad del departamento, decorada en un tono marrón claro, estaba compuesta por pocos muebles, enfrente de la puerta hay un pequeño armario, a su izquierda justo la pared y a su derecha era bastante amplia, dejando en el centro bien ocupada una cama de matrimonio cerca de la ventana, donde podía apreciarse una admirable visión de la Luna que en esos momentos era llena e iluminaba la habitación sin tener que recurrir a la luz.
Kankuro quedó algo complejo ante tan maravillosa vista, ahora entendía porque amaba tanto Gaara su cuarto. En otro de sus arranques lo arrastró hasta la cama y lo dejó justo debajo del rayo de luz que emitía el enorme astro sobre ellos. El mayor tragó saliva, como podía ser alguien tan lindo y hermoso, quererlo de esa forma y no haberse dado cuenta hasta ese momento? El pelirrojo avergonzado retiró las manos que estaban posadas posesivamente en sus hombros y lo escrutó con la mirada.
-Vas a dejar de contemplarme así, como si fuera una doncella virgen o algo por el estilo?-, se ofendió volteando su cara hacia la ventana.
El castaño se rascó la nuca nervioso, pero si tenía razón, no podía dejar de admirarlo. Llevó una mano a la capa de Kage que aún llevaba puesta el pelirrojo y con una leve presión sobre su pecho lo tendió en la cama, de forma que el cuerpo del menor quedara transversal a ella. Sin miramiento alguno se sentó en su cadera y ascendió su túnica, dejando sus piernas al descubierto. Gaara lo miraba con los ojos bien abiertos, no quería perder ni uno de los movimientos que su oniisan ejecutaba para provocarlo. Agarraba la túnica levemente por el filo para alzarla sensualmente, dejando ahora también completa visión de su vientre, deslizándola despacio por su pecho hasta en un gesto algo más acelerado sacarla por su cabeza y lanzarla al suelo. Ahora lo único que interrumpía que sintiera su piel al completo eran esos pequeños bóxer que ocultaban su intimidad. El menor algo aturdido alzó una mano e intentó tocar parte de su piel que por último había dejado a la luz, pero la inseguridad le pudo rechazando el intento y bajando la mano que fue retenida por la de Kankuro. Este con tranquilidad la volvió a ascender hasta su pecho para que lo rozara, haciendo sonrojar de forma extrema a Gaara. Lo sintió suave, fuerte, la verdad que nunca había mirado a su hermano como ahora lo hacía, estaba bastante bien… tenía una piel morena agradable a la vista, delicada pero tensa, igual que todo su duro cuerpo, de pronto un calor no conocido por él le envolvió y notó como algo abajo le dolía. Se incorporó un poco y se observó, algo abultaba la capa que en esos momentos el castaño intentaba quitarle.
Este deslizaba sus dedos por el cuerpo pálido bajo él, casi creyendo que era de porcelana, con sumo cuidado le alzó la capa y la sacó por su cabeza revolviendo los mechones cobrizos que quedaron algo despeinados. Y fue cuando se dio cuenta, Gaara estaba tan empalmado como él, eso le hizo sentirse un poco mejor, ya que cada vez le parecía más una violación que una relación consentida, también pudo apreciar que pocas veces se había puesto a tono así que se dejó caer sobre él, provocando que ambos cuerpos quedaran juntos, presionándose y rozándose por todos lados, sucedió lo que esperaba.
-Ah… Kankuro… tengo bochorno…-, explicó con algo de frialdad pero envolviendo el cuerpo del mayor y descansando sus manos en su amplia espalda.
El mayor lo miró dejando que su nariz hiciera presión en la de Gaara, con las manos le abarcó el pelo enterrando sus dedos en él y masajeándolo mientras mezclaba sus labios, envolviéndole la boca e intentando introducir lentamente su lengua para no asustarlo. Podía sentir como su onisan introducía algo húmedo y caliente en su boca, la inspeccionaba de forma dulce pero buscaba desasosiego, jugueteando con la suya y entrelazándola, mientras que alborotaba su cabello y estiraba pasionalmente de él, estaba… estaba algo ansioso... tenía ganas de seguir con aquello pero no sabía como, tampoco se rebajaría a preguntarle y menos a pedirle más… solo le quedaba resistirlo hasta que su hermano se cansara y siguiera con lo demás. El castaño disfrutaba con la cara de angustia que tenía el menor, entonces… quería más… eh? Bajó una mano… suavemente, haciéndole cosquillas por la tripita hasta llegar al borde de la única prenda que estorbaba en su cuerpo, se coló en un movimiento ligero y rozó la puntita de su miembro, provocando una leve convulsión al cuerpo cristalino que empezaba a sudar.
-Ah…! no me toques ahí...-, ascendía su barbilla mientras se mordía el labio, que era esa extrema sensación de querer explotar? Se sentía desesperada pero tremendamente placentera.
-Shsss...-, colocó dulcemente un dedo en su labio para hacerlo callar, -déjamelo todo a mí… Gaara…-.
El pelirrojo se revolvió un poco sobre sí mismo, esa forma de decir su nombre, en un susurro envuelto de deseo, le provocó un calor sofocante, más que el que ya tenía. Notó como despacio le bajaba la prenda que ocultaba su intimidad y la deslizaba por sus piernas hasta sacarla y dejarla por allí tirada. La primera reacción de Gaara fue taparse con un gran sonrojo cubriendo totalmente sus mejillas, pero el castaño que se lo veía venir fue apartando las manos y colocándolas a cada lado de su cadera, bien sujetas por las suyas. Primero lo miró dejando que sus pupilas igualmente verdes se clavaran en las del menor, que aunque se mantenían fijas en él se notaban temblorosas y hasta se podría decir que deseosas de más. Después colocó sus labios frente a aquella erección virgen que aclamaba por la máxima atención posible, con la puntita de su lengua la rozó, dejando que su aliento hiciera el resto. El cuerpo del kage se convulsionó bruscamente sin conseguir movimiento ante el agarre que ejercía Kankuro en sus muñecas, se quedó de nuevo recostado en la cama, con la boca llena de suspiros y numerosas gotitas de sudor surcando en un camino de brillantez todo el pálido pecho.
-¿Te gusta…?-, preguntó socarrón mientras seguía suspirando en la puntita y la lamía mínimamente.
Notó como el menor no contestaba, tenía los ojos cerrados, las mejillas encendidas y los labios atrapados en una mordida de sus propios dientes, sus dedos agarraban las sábanas de una forma desesperada, intentando aguantar todo aquello, pero se le escapaba de las manos, tantas sensaciones de golpe no pudieran impedir que sus reflejos salieran a la luz y fue cuando el mayor escuchó unos golpecitos venir de la ventana, como si alguien lanzara varias piedras al cristal. No le prestó mucha atención y se introdujo de golpe la longitud en su boca, devorándola con experimentados movimientos, mientras lamía y mordía cada trozo de carne que le fuera sensitivo al pequeño. Un gran gemido escapó de sus labios, Gaara no podía más, hubiera dado lo que fuera porque aquello no acabara nunca, porque jamás dejara de envolver su intimidad de aquella forma tan fogosa y caliente. Su pecho se agitaba, y sus ojos borrosos se centraban en una cantidad de arena que sigilosamente entraba por la ventana, supuestamente movida por su subconsciente, pero a la cual no le prestó mucha atención. De pronto sintió una succión que lo subió al cielo, arrugó el rostro en una mueca placentera y se aferró con angustia a las hebras castañas que se agitaban al compás de aquella boca, sin saber muy bien el motivo, la arena golpeó a Kankuro quitándolo de encima y echándolo de la cama, haciéndolo chocar contra la pared contraria.
-Arg!-, se quejó al sentir una fuerte molestia en su espalda, aún podía degustar el sabor de su otöto en la boca, se relamió los labios y se tranquilizó, esperando a que se aclarara, ya que por lo que podía apreciar Gaara lo miraba desconcertado, un poco asustado por el fuerte golpe que le había dado, -no te preocupes…-, se palpó la parte superior de la cabeza, también se había dado ahí e hizo una mueca molesta, -peores palizas me han dado, jeje-, le sonrió.
La arena cayó de golpe al suelo, quedando esparcida por la habitación. Gaara se miró su erección que ahora recaía después de la explosión de placer y tocaba su misma semilla, como examinándola, buscando el porqué de esa esencia y el placer sentido. Miró a su hermano por un instante, después desvió la cabeza y ocultó su mirada con aquel lindo flequillo rojizo.
-Lo siento, al terminar reaccioné solo, no fue mi intención hacerte daño-, su voz era un hilito que resonaba en la amplia estancia fríamente.
-No importa, soy un tipo fuerte, un poco de arena no me hará daño-, rió bajo un toque de falsedad e intentar tranquilizarlo, no quería que se sintiera culpable por acudir a esa reacción desesperada, la culpa era suya por presionarlo, sabiendo todos los problemas que había tenido desde siempre.
Gaara se bajó de la cama sin ninguna expresión fija y con paso seguro se acercó hasta Kankuro, alargando su mano para ayudarle a levantarse, este tragó saliva al poder admirar directamente aquel hermoso cuerpo en movimiento, pero es que no se daba cuenta que él aún estaba con ganas de más? Alzó su mano para agarrar la contraria, aunque solo le dio tiempo de rozar un poco sus dedos.
Dos golpes en la puerta del cuarto se escucharon y una voz femenina muy conocida por ellos hizo acto de presencia. El castaño ensanchó los ojos y buscó un agujero donde meterse, el menor lo miró con algo de vergüenza ajena mientras unía las palmas de sus manos y después las centraba en la puerta, donde se formó un muro de tierra por el cual la rubia nunca podría pasar.
-Gaara… yo… lo siento… se que es muy tarde para molestar… solo… yo quería… disculparme… todo esto es por mi culpa, lo siento…-, Temari rozaba la madera sin atreverse a abrirla, mientras esperaba que alguna respuesta saliera de los inseguros labios de su hermano.
-Estoy durmiendo, Temari, por favor déjame, mañana hablamos…-, cortó rápidamente, observando a un Kankuro todo sonrojado y suspirando con cierto alivio.
-Ah… bueno…-, cuando parecía que se iba a marchar y sus pasos se alejaban, volvió de nuevo hacia la puerta, -oye… ¿sabes donde esta Kankuro…? Se ha enfrentado contra el consejo y están todos revolucionados, no quería dejarlo sólo, vaya que intentaran algo raro, pero no lo encuentro-, dijo bastante preocupada, la verdad que el mayor afán de Suna era quitarse a todos los enemigos según ellos que no acataban sus órdenes, y encima los ponían entre la espada y la pared, no tenían escrúpulos en acabar con alguien a sangre fría.
Gaara no pudo contestar por la sorpresa, se volteó y contempló a su onisan, esperando que él le aclarara porqué había echo algo tan imprudente. Este solo atinó a sonrojarse y agachar la cabeza, nunca le diría que todo era por él, por protegerlo, para darle lo que nunca había tenido, no, nunca le confesaría algo tan vergonzoso. Sin saber porqué, comenzó a vestirse, agarrando la túnica y deslizándola por su cuerpo, atándosela fuertemente a la cintura. Se atusó el pelo y se dirigió a la ventana mirando como era de alta para saltar. El pelirrojo seguía sin contestar a la rubia que se impacientaba por momentos, solo recorría cada movimiento de su hermano hasta que con un gesto de mano como única despedida, saltó por la cornisa cayendo ligeramente al suelo, donde se le escuchó correr. No pudo más que echarse en la pared y dejarse resbalar por ella, hasta quedar sentado en el suelo, agarró el bóxer que estaba por allí cerca y se lo colocó, deshaciendo el muro de arena y dejando que ésta se desgranizara en el suelo.
Temari escuchó el ruido alterándose y abriendo ahora la puerta sin dificultades, buscó a su hermano encontrándoselo en el suelo y la cara tapada con ambas manos. Se acercó temerosa, acuclillándose y despejándole una… hallando su cara inexpresiva mirándola fijamente.
-¿Gaara que te ocurre? ¿Qué haces aquí tirado?-, este no se movía y ella aún más nerviosa se ponía, -si es por lo de Kankuro no te preocupes, él sabe defenderse, vale? Además, mañana tenemos que volver al consejo, tienen una proposición para ti-, serenándose un poco, ayudó al pelirrojo a levantarse del suelo y lo sentó en la cama, tumbándolo, -venga duerme y hablamos mañana, de sobra sé que tú necesitas ahora descansar el doble que cualquier persona-, le dio un beso en la frente y alejándose se paró en el umbral de la puerta, -Buenas noches, Gaara…-, dijo antes de marcharse.
-Buenas noches, Temari…-, suspiró, miró la luna he intentó conciliar el sueño, intentando no pensar en nada de lo ocurrido ese día, muchas emociones juntas para él.
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Ains… intentaré actualizarlo todo lo rápido que pueda, aunque seguramente no me leerá casi nadie, no es una pareja muy común, aunque aviso que habrá un poco de narugaa, y un personaje inventado para Kankuro, pensaba en poner a Sakura pero como que no pegan XD también como pareja importante junto al kankugaa estará el sasunaru, con un sasu hiper mega súper celoso XD igual que Kankuro XD estoy emocionada jeje, este puede que lo haga antes porque claro solo me tengo que poner cuando esté aburrida en el pc, los demás los tengo en libreta y es normal que tarde en escribirlos y pasarlos aquí. Ahora estoy terminando el de guíame hacia la luz, puede que lo cuelgue el viernes, así que esperadme un poquito más.
Como último una cuestión, los tres hermanos de Suna tiene los ojos verdes no? Aunque Temari los tiene un poco mas oscuros, pero Kankuro y Gaara los tienen aguamarina, no? Yo creo que sí, a ver si vosotros me podéis quitar la duda. Gracias a quién me deje review, si es que dejan XD
