Disclaimer:Para mi total desgracia, ninguno de estos maravillosos personajes es mío. Si lo fueran, ninguno hubiera muerto y habría prohibido el que contrataran para las películas a gente que tan poco se les parece.
Genero:Romance/Humor. O al menos eso pretendía.
Rated:K con Sirius/Remus y James/Lily
Wet Bites
La visión se distorsionaba, las cigarras acompañaban las tardes, el calamar gigante tomaba el sol a orillas del lago… El verano se presentaba con bastante antelación en los terrenos de Hogwarts. Los alumnos, esperando sofocar el calor permanente, se refugiaban en las sombras de los árboles de los jardines, pues las piedras del castillo lo único que hacían era impedir cualquier corriente de aire.
En una de las zonas junto al lago (casualmente la orilla contraria a donde se encontraba el calamar) se acumulaba gran parte de la sección femenina estudiantil. La razón, una carrera a nado entre dos de los chicos más populares, por los que más de una y más de diez suspiraban. Junto a un par de árboles, dos grupos de personas parecían ignorar la entusiasmante competición. El primero estaba formado por cinco chicas, las cuales hacían sus deberes o contemplaban a cierto chico de ojos dorados mientras murmuraban y reían. En el segundo grupo estaban, además del ya mencionado muchacho de ojos dorados (el cual se sentía extrañamente observado mientras leía), una chica pelirroja que comentaba la anterior clase de Historia de la Magia con el último integrante de los Merodeadores.
Sirius le llevaba a James dos brazadas de ventaja cuando se proclamó campeón al salir del agua. La congregación de féminas se dividió en dos, para rodear cada una a si nadador favorito. Pero, a pesar de lo que pudiera pensar una tercera persona, ellos no estaban nada cómodos con la situación. Si hacía unos meses se hubieran puesto a alardear con su egocentrismo por las nubes, ahora lo único que querían era salir de la aglomeración. Ya no podían permitirse el lujo de ser el centro de atención de las chicas, y ligar cuanto pudiesen. Con la excusa de que iban a ponerse las túnicas pudieron escapar de sus admiradoras para refugiarse en sus respectivas parejas.
Prongs se acercó a su novia, que le tendía las gafas que había dejado cuando se fue a dar un baño. Ya ni tan siquiera podía ir a remojarse con su mejor amigo sin ser acosado. Volvemos a aclarar que hacía uso meses no habría pasado nada, pero el Cometa Lily había eclipsado su mente y tan solo quería estar con ella. Se sentó junto a la chica de ojos verdes, para abrazarla por la cintura y apoyar su cabeza en el hombro de la muchacha.
-Liiiiiiily –dijo en un profundo tono lastimero que se complementaba muy bien con el puchero que hacían sus labios-. Sirius me ha ganado –continuaba con aquel tono de niño pequeño desilusionado-. Lo que significa que he perdido… -Genial Prongs, descubriste América- y necesitaría mimitos –dijo, ahora cambiando su expresión a una de "no he roto un plato en mi vida".
-Eres un completo crío –suspiró esta. Al ver a su novio asentir dándole la razón, apenas pudo contener la risa-. ¡Y hasta lo admites! Con lo mucho que prometía Hughes cuando se me declaró, tan guapo, inteligente y responsable… Qué lastima que hacía unas horas ya había aceptado salir contigo -el gesto del chico se tornó a uno de fastidio. Lily le sacó la lengua, como burla-. ¡Eso te pasa por ligar con otras mujeres! No me metería contigo si no le siguieras el juego a todas esas… brujas.
-No me gustan tus bromas –contestó malhumorado.
-…Y créeme, te prefiero antes que a Hughes. Era tan perfecto que me recordaba a Remus… Para eso ya hubiera salido con él, que por algo es mi mejor amigo. Además, seguro que yo lo cuidaría mejor que su actual pareja –dijo en un tono más alto del necesario, captando así la atención no del castaño, el cual a pesar de estar oyendo todo prefería abstenerse (Lily siempre lo comparaba con todos los hombres que conocía, estaba muy orgullosa de su mejor amigo), sino del moreno al que acababan de mencionar.
-Métete en tus asuntos, Evans. Monny es MI novio. Si quieres hacer de dictadora, hazlo frente al tuyo, es decir, Prongs.
La relación entre estos dos de siempre había sido muy extraña. Si bien estaban todo el tiempo metiéndose el uno con el otro y discutiendo, cuando Sirius necesitaba del consejo de alguna mujer, especialmente en temas amorosos (donde estaba implicado cierto licántropo), a ella era a la primera a quien acudía. Por su parte, Lily le debía a ese cabezota presuntuoso el estar ahora con el buscador. Ambos se debían mutuamente el estar ocupados sentimentalmente.
-Yo solo te digo que deberías hacerle más caso. Podría venir cualquier chica, seducirlo y llevárselo… así que vigílale bien. Consejo de amiga suya que soy –dijo como experta en el tema. Sirius la miró con una mezcla de odio y reproche. Después de romper el contacto visual azul-verde con un elegante gesto de cabeza, se puso la túnica (aún estando mojado) y fue junto al objeto de su afecto, que seguía inmerso en su lectura. Con cuidado de no mojarlo, apartó el libro de su dueño y se sentó, recargando el peso en sus rodillas, sobre el licántropo.
-Hola Moony. He ganado a Prongs –dijo con orgullo. La cara de incomprensión del otro le dijo que no se había dado cuenta de nada-. Muy bonito, dejas a tu puesto novio a merced de las arpías que intentan meterlo en sus camas. ¡Deberías estar celoso!
-Deja ya el drama, Padfoot. Recuérdame que no vuelva a dejarte leer novelas muggles. Y no, no estoy celoso, tu ya lo eres por los dos –terminó con una sonrisa.
-¿Qué quieres decir con eso, lobito? –Su modo dramático seguía encendido y ahora pasaba a ser el malvado y celoso esposo de una telenovela sudamericana- ¿Insinúas que soy tan celoso que a ti no te hace falta serlo?
-Mmm… sí, básicamente. Veo que me entendiste –seguía sin perder la sonrisa. La verdad era que muchas veces estaba celoso del moreno, pero se controlaba. Porque conocía sus propios instintos licántropos y la mujer causante de los celos podía salir mal parada. Una ráfaga de aire caliente les hizo despertar de su ensoñación amorosa. Por primera vez, el animago se fijó en los pequeños rastros que las gotas de sudor dejaban en la piel del hombre lobo.
-¿Tienes calor? –la respuesta fue una mirada de "¿Tú estás tonto?" Made In Lupin- Deberías ir a darte un baño –el moreno evitó descaradamente la expresión de "No se nadar, y lo sabes" dándole un leve beso en los labios-. Venga Moony… Un bañito conmigo, ¿si?
-Sirius, sabes que no me gusta el agua… Mejor me quedo aquí en la sombra. No eres capaz de estar quieto 10 minutos seguidos, ¿no? –dijo con paciencia.
-Estando tú a mi lado, es imposible –el efecto fue inminente, el chico de ojos dorados se sonrojó y se quedó momentáneamente sin palabras-. No sé por qué le odias tanto al agua, ni que fueras un gato. Sabes que puedo llevarte a la fuerza.
-No, no soy un gato, sino un lobo. Y te morderé como intentes obligarme a algo –maldijo esas palabras mentalmente. Él, con su siempre impecable vocabulario y oraciones incapaces de contrarrestar, acababa de decir la frase que firmaría su contrato con Satán, es decir, Sirius. La razón, que a sabiendas de que ese no era su inicial significado, se había tomado la libertad de interpretar la frase como una "insinuación". Mostrándolo en una ecuación: Sirius + Remus + insinuación …malo.
-Muy bien, lobito. Acepto tu reto –y antes de que se pudiera hacer nada para impedirlo, le había cogido en brazos y, tras volver a posar sus labios sobre los del otro, salió disparado en dirección al agua.
Peter oía como el grito de "¡¡¡SIRIUS BLACK!" decrecía hasta silenciarse con un cómico sonido de dos cuerpos sumergirse en el agua. Nunca habría imaginado que el rompecorazones de su amigo "asentara la cabeza". Y menos aún, con Remus Lupin. Bueno, tal vez eso se lo oliera y hubiese intentado ignorarlo, pero seguía viendo esa relación muy extraña. Lo principal, es cómo el licántropo era capaz de aguantar a la arrogancia y presunción personificadas. Si aguantaba con él mucho tiempo, tendrían que canonizarle. San Remus, patrón de la infinita paciencia.
Cuando miró a su lado vio algo más empalagoso aún que los arrumacos entre Sirius y Remus: arrumacos entre Lily y James. La chica se dedicaba a susurrarle palabras que sería mejor no repetir en alto a su novio, quien le hacía círculos en la espalda mientras reía por lo bajo. Un poco más y pasaría a ser una rata diabética. Decidió ir a dar una vuelta, perderse entre los pocos alumnos con quienes tenía suficiente confianza como para intercambiar más de un "buenos días". Todo con tal de no seguir presenciando semejante muestra de romance barato.
En el lago, cierto lobo se debatía por escapar de los fuertes brazos de su secuestrador. Habrían estado en igualdad de condiciones (bueno, a tanto no, pero tampoco habría una diferencia tan grande) si hubieran estado en tierra en vez de rodeados de una inconsistente masa de agua. Pero no se soltaría tan fácilmente, el animago lo sujetaba como si fuera un bebé, impidiendo con facilidad que se zafara de su abrazo.
-Sirius, por favor… suéltame –una maligna sonrisa se presentó en los labios de Sirius. El castaño, como si le hubiera leído la mente, cambió su gesto a una de terror-. ¡Ni se te ocurra, Sirius Black!
Pero era demasiado tarde, dejó de sentir soporte bajo su espalda. Haciendo gala de sus reflejos, se abrazó al cuello del moreno para no caer al agua. Por la ley de la gravedad, su cuerpo cayó y obligó al de Sirius a hacerlo con él. Ambos acabaron mojados hasta el cuello, y el animago sujetaba a su novio por la cintura para que no volviera a caer.
-Creo que me debes un mordisco, Moony –dijo sonriente. A si vez, apretaba más el abrazo para que la distancia entre ambos fuera mínima. Tenía que tener cuidado, Remus no daba pie y si se hundía, estaba asegurado su cabreo permanente durante un mes.
Lupin sabía por qué estaba haciendo eso, Sirius se sentía culpable cada vez que las chicas se le acercaban. Llevaba en la sangre Black ese campo de atracción a las mujeres, Remus lo entendía y no podía reprocharle nada. Pero no tenía otra manera de demostrarle que no estaba celoso, Sirius hacía una montaña con un grano de arena y si no le demostraban las cosas con seguro, no se las creía. Por eso el hombre lobo siempre acababa cediendo a sus peticiones. También, para qué engañarnos, le gustaba sentirse importante en la vida de Sirius.
-Eres un caprichoso –Black se limitó a poner la mejor cara de "soy un niño bueno" con un toque de "ablanda-corazones de licántropo", que tan bien sabía hacer-. Un caprichoso, consentido y mimado –acentuó tanto la sonrisa que tan sólo parecía faltarle la aureola. Remus suspiró, rendido-. Y lo peor es que el que mas te encapricha, consiente y mima soy yo. Te estoy malcriando…
-Pero a mi no me importa –afirmó Sirius, intentando permanecer con la cara de buen chico a pesar de saber que tenía esa batalla ganada-. No me importa lo más mínimo. Me gusta que me malacostumbres.
-Siempre pasa lo mismo… no se cómo lo consigues, Padfoot –murmuró, para después acercarse a su cuello. Lo que primero fue un leve mordisco junto a la clavícula, pasó a ser una demostración de lo que sentía, con labios, dientes y lengua. Cuando al fin se separó dejó una marca que tardaría mucho tiempo en desaparecer. A Remus también le gustaba sentir que Sirius le pertenecía, y que él era el único capaz de tocarlo de esa forma.
-Es un don natural. Como el que tú tienes para hacer que no me importe lo más mínimo el que estemos besándonos en mitad del lago, donde cualquiera puede vernos –el otro pensaba contestar algo estilo "no nos estamos besando", pero para cuando intentó abrir la boca, esta se vio invadida por la del chico de ojos grises, quien parecía devolverle el favor y la pasión que el castaño ponía en sus "caprichos".
Desde la orilla, tres de las cinco chicas que formaban el primer grupo antes mencionado se encontraban muy entretenidas observando la escena. Sus ojos brillaban de emoción, les rodeaba una extraña aura dulzona y empalagosa y, según ellas, esos dos chicos besándose era la escena más maravillosa capaz de imaginar (por una mente pura, me refiero, lo cual no era el caso de las dichas chicas). Era, junto con la otra pareja oficial de los Merodeadores, la principal razón por la que siempre iban a ese lugar por las tardes, poniendo a sus otras dos amigas como excusa que el lago calmaba las temperaturas.
Desde su posición, ya perfectamente estudiada y personalizada, podían observar los dos puntos clave: el árbol y el lago. Centradas ahora en la escena sobre el agua, pudieron ver cómo, tras una posible petición-súplica del de ojos dorados, Sirius llevó a Remus hasta la orilla. Allí salió y se adelantó un par de metros, para girarse a hablar a su pareja (quien parecía bastante interesado en la túnica del otro). Las chicas habrían dado un brazo por tener una cámara de fotos en aquel momento.
-Padfoot, ¿por qué no sales?
El llamado estaba como hipnotizado, fijándose no exactamente en la cara del chico. El licántropo se miró a si mismo, para comprobar si tenía algo raro, dándose cuenta de que la túnica estaba empapada. Una túnica de verano, con la tela tan fina que podías contarte las costillas a través de ella. Túnica que parecía adquirir una extraña propiedad de adherencia, quedando completamente pegada al cuerpo de su dueño.
Remus sonrió. Sí, había tan solo una cosa que superaba al sentirse importante en Sirius y que este le perteneciera. Y eso era, sin lugar a dudas, el sentirse deseado. Tendió una mano en dirección al muchacho que aún se encontraba en posición de estar a punto de salir.
-Sirius, las túnicas están muy mojadas –comenzó en ese tono de perfecta inocencia con toques de ingenuidad que tan bien sabía fingir. Eso acompañado con una sonrisa de sumisión y candidez a la que nadie, ni tan siquiera Voldemort, podría resistirse-, creo que deberíamos ir a cambiarnos, ¿no? Podemos resfriarnos.
El animago unió conceptos. Remus, de una forma especialmente adorable, le estaba pidiendo que fueran juntos a cambiarse las túnicas. Además, sólo había dos ocasiones en las que Moony le llamaba por su nombre: cuando estaba enojado y cuando tenía pensado algo definible como "privado". Salió del agua y aceptó la mano del otro, para después salir con una inusual rapidez en dirección al castillo.
-Digo que les pilla McGonagall en los pasillos y les echa la bronca por lo que pasó esta mañana en Encantamientos –dijo una de las chicas del grupo, nada más perdieron el contacto visual con la pareja-. Eso, o Filch los perseguirá hasta que se les quiten las ganas de ir tomados de la mano por sus "relucientes pasillos ensuciados por una panda de mocosos" –la chica, de pelo rizado y gafas, puso una bolsa de grageas en el círculo imaginario que formaba con sus otras dos amigas. Las que no estaban enteradas de la relación de los Gryffindor, echaban una partida de ajedrez mágico, ajenas a la situación.
-Yo digo que intentarán buscar algún aula vacía o que subirán a la sala común, pero les interrumpirán antes de que pasen a nada importante –una chica de ojos claros, de un color a definir entre azul y verde, puso una caja de ranas de chocolate junto a la bolsa que había sido puesta con anterioridad.
-Qué pocas esperanzas ponéis en nuestros chicos –dijo la última, chica con rasgos más infantiles que las anteriores pero una mirada madura y escrutadora. El pelo lo llevaba sujeto en un moño bastante irregular-. Apuesto a que van a su habitación y… lo hacen –como para firmar el pacto, dejó sobre el césped dos barras de chocolate belga.
-Estás apuntando muy alto… y… debes estar muy segura de que vas a ganar como para apostar chocolate belga. No piensas hacer nada extraño, ¿verdad? –miró a la chica de ojos claros, quien a su vez miraba a la chica del moño como intentando leerle el pensamiento.
-Sabes que no tardarán en volver los otros a sus habitaciones y que… -de pronto se dio cuenta de lo que iba a hacer su amiga, abriendo desmesuradamente los ojos. La primera, que no entendía nada, se limitó a esperar a que esta acabara la frase, sabía que solo una persona era capaz de saber lo que pensaba la de mirada madura- ¡No serás capaz!
Justo después de dedicarle a las otras una sonrisa inocente se levantó, aprovechando que Lily había separado sus labios de los de James un momento, y se agachó junto a la pelirroja. Se conocían de haber compartido clases de Herbología y Transformaciones desde que entraron en el colegio.
-Hola Lily. Buenas, Potter. Oye, ¿podrías hacerme un favor? Verás, Black y Lupin acaban de subir a la habitación y no estaría mal que les dejarais un ratito de intimidad, ya sabes. Y si podrías, a parte de ocupar a tu novio, impedir que Pettegrew vaya por allí, ¿vale?
-Pero bueno, ahora qué vas, ¿de casamentera? –Preguntó la muchacha divertida- ¿O es que hiciste otra apuesta con tus hermanas?
-Te dije que deberías haberte apuntado a Adivinación en vez de a Runas, Lil –dijo como respuesta-. Hazme el favorcito, ¿vale? ¡Te debo un trabajo de Transformaciones! –y volvió al árbol con sus amigas, donde estas murmuraban cosas como "tramposa", "estafadora" y "fullera".
-¿Qué pasa, Remus? ¿Al final te resfriaste? –murmuró divertido.
-Deben estar hablando de nosotros…
Notas de la autora
Después de darme un atracón de fic Sirius/Remus, se me antojó escribir unos cuantos shots que voy a ir subiendo aquí. No les digo que vayan a ser buenos, ni especialmente interesantes, pero ya que los leen, los reviews se aprecian.
Este fic lo comencé después de un examen de química, lo seguí tras uno de matemáticas y al final lo he acabado en los intermedios de Aquí No Hay Quien Viva :P En un principio pensaba poner a las chicas cotillas sin descripción y tan solo con la apuesta, pero en matemáticas me fijé en que daba la casualidad de que había dicho 3, y que podría darte mi "toque AR" al fic poniéndonos a nosotras. Desde luego a mi no me dejarían quedarme con todo lo que se apostó, ni hubiera puesto en una porra mi querido chocolate belga, pero tenía que incluirnos. Las aludidas supongo que se darán cuenta de que son ellas.
