Disclaimers: Final Fantasy no me pertenece, así como sus personajes, algo que sus fans probablemente agradecerán aunque no lo sepan. Sólo Lilith, las hijas de Cid, Alfonsino, Lucas y las cucarachas de Nibelheim son míos.

Advertencias: Primero de todo, esto es una parodia, así que pido que nadie se ofenda por las diferencias claras, el OOC cruel y totalmente intencionado y las exageraciones.

MUY IMPORTANTE: Este fic —cómodamente dividido en escenas bien diferenciadas, para tener dónde parar, porque a ver quién es el guapo que se lo lee de una— es una secuela de mi fic Final Fantasy IIIX. No recomiendo que nadie continúe leyendo esto si no ha leído previamente Final Fantasy IIIX, básicamente porque hay muchas cosas que no se entenderían.

Ahora sí, para los que han leído FFIIIX: Evidentemente, no todos los sucesos vaticinados para los personajes en el epílogo se han cumplido ya. Por ejemplo, Tseng sigue siendo Shion y Redypuchi "huérfano" y soltero xD

Aclaraciones de la estructura:

—Bla bla bla —o— Diálogo.

«Bla bla bla» —o— Pensamientos.

Bla bla bla —o—Palabras dichas con remarcada ironía y Jenova.

Final Fantasy IIIX La Horda de Mocosos

por Ayumi Warui

Hola, soy Marlene Wallace y voy a hacer de narradora temporal para situar a la gente. No sé en qué año estamos ni me importa, pero sí puedo decir que hace ya dos desde que el estúpido de Cloud lanzó sobre el Planeta la invocación asesina Meteorito y, más adelante, papá y unos cuantos amigos, siguiendo el plan del mismo estúpido Cloud y con la inestimable colaboración sorpresa de una cucaracha de Nibelheim, lograron quitarnos de encima esa cosa roja que nos iba a matar. Eso sí, Midgar desapareció del mapa, pero Shinrra ya se ha ocupado de reconstruirla, aunque un pelín diferente a antes. El porqué el Séptimo Cielo al final se ha quedado en Edge es un misterio para mí, pero sospecho que es porque ni Tifa ni Cloud se atreven a sacar el tema del traslado al nuevo Midgar por si eso afecta en algo a su extraña relación. Esos dos ponen de los nervios a cualquiera. Pero, bueno, no me voy a quejar, con ellos puedo hacer lo que quiero y no hay nada que alegre más a una niña que eso.

Pero me estoy desviando del tema. El caso es que Meteorito cayó del cielo —no me preguntéis por qué, pero creo que tiene que ver con problemas de personalidad de Cloud, contaminación Mako y ciertas mentirijillas que le contó Jenova—, fue desviado lejos de nosotros y todo volvió a la paz. Apareció una extraña enfermedad, Geostigma, a causa de los residuos tóxicos que Shinra lanzaba, en tiempos del padre de Rufus, al agua corriente de los suburbios de Midgar. Aunque eso a mí no me afecta, papá prohibió a todos los de Avalancha beber, fregar o ducharse con agua del grifo porque estaba seguro de que Shinra la envenenaba para matarnos. Así que al final sus paranoias, además de casi arruinarnos por tener que comprar tanta agua embotellada, nos salvaron a papá, a Tifa, a Cloud y a mí. Eso sí, Denzel, un chaval algo rarito que Cloud adoptó cuando éste intentó robarle el PHS, sí está infectado. ¡Le han salido unos ronchones oscuros que dan un repelús que no veas! Y no es el único, la mayoría de habitantes de los suburbios del antiguo Midgar están infectados. Misteriosamente, Aerith y Elmyra, no. Aunque, con ese color azul que tiene la madre de Aerith, yo no estaría tan segura.

¡Oh, por los Creadores! Casi olvido mencionar que la fuente de energía del pasado, el Mako, creado a partir de la Corriente Vital del Planeta, ya no existe. Papá puede estar contento. ¿Que por qué fuente de energía se ha cambiado? Ni idea, pero es más barata que antes, así que me alegro. Tampoco queda materia, bueno, la Materia Negra que tiene Yuffie —¡como para olvidarla, si nos la enseña cada vez que nos reunimos!—, se ve que les dio demasiado mal rollo usarla para el plan para salvar al mundo de Meteorito. Así que se acabó la magia, nunca más podré quitarme el sueño con la magia Esuna, sniff.

¡Oh!, Tifa me llama para que la ayude a colocar el desayuno en la mesa. Parece que se acabó mi minuto de gloria como narradora. ¡Qué se le va a hacer!

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Cueva del Norte, cerca del Cráter

Un helicóptero de Shinrra sobrevolaba el cráter que daba acceso a la Cueva del Norte, escenario que había visto el reencuentro entre padre e hijo de Vincent y Sephiroth, la eliminación de la cúpula directiva de Shinra por la Super Nova y la invocación de Meteorito a manos de Cloud con la inestimable colaboración del cuerpo de Jenova, que aún hoy seguía allí abajo, en algún lado.

Los dos ocupantes del helicóptero vestían con traje chaqueta negro y gafas de sol, aunque uno lo llevase todo perfectamente colocado y el otro desgarbado, con la chaqueta desabrochada, la camisa por fuera del pantalón y las gafas a modo de diadema. El más informal de los dos era un joven pelirrojo, con aire de macarra, que tamborileaba los dedos mientras mascaba chicle. Su compañero, un hombre calvo y serio, leía una revista a través de las lentes oscuras.

Munch, munch... —mascaba Reno instantes antes de encender el transmisor con el que podía comunicarse con sus compañeros, los que habían bajado al interior del cráter—. Hey, chicas, ¿algo nuevo que contar?

—"Sniff sniff..." —oyó que lloriqueaba alguien al otro lado.

—"¡Reno, eres un animal! —exclamó Elena—. ¡¿Cómo se te ocurre llamarnos "chicas"?! ¡¿No ves que hieres los sentimientos de Shion?!".

Reno juraría que los sollozos de Tseng se habían intensificado al oír la defensa de su novia, pero pasó de comentar nada al respecto. Tseng estaría en uno de esos días, pensó. En cambio, dijo:

—Jo, es que aún me cuesta creerlo. ¡Transformado en tía! ¡Qué pasada! Si a mí me llegan a hacer eso, mato al médico y quemo el hospital entero.

—Fue un accidente —señaló Rude.

—Ya, pero ¡qué fuerte! Oye, Tseng, ¿qué se siente al ya no tener eso? ¿Y al tener lo otro?

—"¡Reno! —chilló Elena, casi dejando a los dos pasajeros del helicóptero sordos—. ¡Deja de meter el dedo en la llaga! ¡¿Y qué haces tú, si se puede saber, en esta misión?! ¡¿Tú no habías dejado los Griegos para hacerte vendedor de no se qué cosas del monasterio de Barret?!".

—Sí —afirmó sin reparos—. Pero, admitidlo, sin mí la película perdería todo el interés. Soy, sin duda, el más guapo y carismático de los personajes; por eso me he colado. ¿O creéis que alguien está mirando la peli para ver al inútil de Cloud o al presi?

—... —respondió Rude.

—"¡Serás fantasma! ¡Si tanto quieres chupar cámara, baja aquí, a ayudar!".

—"Si a nosotros no nos enfocan... por suerte" —se dijo Tseng, alias Shion.

—Justo estaba preguntándome... —continuó el pelirrojo a la suya—, ¿para qué diantres os han mandado bajar a ese agujero? No me digáis que Vincent ha decidido usaros de cazafantasmas para que saquéis los espíritus de Heidegger y Scarlett...

—No es orden de Valentine —informó Rude.

—"Ni de Yuffie" —matizó Elena. Todos sabían que más de una orden de las que les llegaba venía sin duda de la ninja, como aquella de usar a sus hombres para ayudar en la limpieza general del parque de Wutai.

—"Sephiroth nos ha ordenado recuperar el cuerpo de Jenova —señaló Shion, recuperando su aplomo y profesionalidad. Que una cosa era perder la hombría y otra el espíritu de Turco... bueno, de Griego—. Teme que, de quedarse aquí abajo, algún inconsciente pueda entrar en contacto con él y armar un desastre. Por no hablar de que Jenova (cabeza) lleva ya unos meses dándole la lata para que lo vengamos a buscar".

—Pff, qué rollo —opinó el pelirrojo—. Que os sea leve. —Olvidándose de sus dos compañeros no presentes, se giró hacia Rude mientras sacaba una foto sólo él sabe de dónde—. ¡Mira, Rude, qué foto más genial he conseguido! ¡Me costó horrores pillarlo, pero al fin tengo un retrato de Barret en la hora de las abluciones! ¡Cómo está de...!

—"¡YEEEEEEKKK!" —chillaron Elena y Shion, casi matando a los otros dos de un infarto.

—¡Hey, no interrumpáis mi momento de regocijo!

—Elena, Shion —llamó Rude, ignorando a su compañero, de lo cual se había convertido en un experto con el tiempo—, ¿qué sucede ahí abajo?

—"...".

—¿Elena? ¿Shion?

—"...".

—No responden —expuso lo evidente.

—Se los habrá merendado un tomberi —restó importancia Reno.

—Tendremos que ir a ayudarlos...

—¡¿Estás de broma?! Yo paso de bajar. ¿Y si volvemos a Midgar a pedir refuerzos o algo?

—¿Y por qué no pedirlos desde aquí?

—Porque en menos de veinte minutos empieza la telenovela que veo, y no voy a perderme el principio por culpa de que unos monstruos hayan decidido destripar a mis compañeros precisamente ahora.

—... —Rude no tenía argumentos contra aquello.

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Área de Kalm

—Arf... arf... arf... —jadeaba del cansancio un joven rubio con peinado puntiagudo, media gabardina sobre la ropa y unas gafas de motorista. Pedaleaba con energía, pese a su obvio agotamiento, para hacer avanzar la bicicleta en la que viajaba, dirección a Midgar.

«Aerith es el demonio —pensaba el rubio, sin detenerse—. Mira que hacerme semejante encarguito justo cuando acababa de desmontárseme la moto de nuevo... ¿Y para qué querrá ella que lleve un ramo de flores al lago de la Capital Olvidada? ¡Total, solo porque murió allí! Yo creo que lo ha hecho para vengarse de mí, seguro —se dijo, con acierto—. ¡Una semana entera de viaje! Ya casi ni me siento las piernas. —Y eso era cierto, las tenía entumecidas y dudaba poder ponerse recto cuando le tocara levantarse de la bici—. Pero cualquiera le dice que no, es capaz de matarme... ¡Uff! Y encima me va a tocar esperar para cobrar por el envío a que vuelva de sus vacaciones en Costa del Sol con Sephiroth. ¡Menuda vidorra que se da! Y eso que el protagonista soy yo...».

De pronto, las tripas de Cloud emitieron un lastimero sonido, recordándole que no habían recibido su tributo en varias horas.

«Sigh, me muero de hambre... ¡Vamos, Cloud, ánimo, un poco más! ¡Que tú pudiste estar en SOLDIER! Además, en casa me espera la mujer más hermosa y dulce del Planeta, que seguro que se apiadará de mí y me dará de comer. Porque... Tifa no habrá trasladado el Séptimo Cielo a Midgar durante esta semana, ¿verdad? —le entró la duda. Cuando construyeron el bar en Edge fue porque los suburbios del Sector 7 aún no estaban reconstruidos, pero la idea era dejar el establecimiento donde estaba el local original antes de que cierta placa metálica lo aplastase—. Nah, imposible, ella me lo habría consultado».

Sin embargo, una pequeña sombra de duda —la que habían sembrado los periodistas de la prensa rosa, que le repetían que Tifa se cansaría de tenerlo de mantenido en casa y que algún día le daría la patada— hizo que Cloud soltase con una mano el manillar y sacara el PHS del bolsillo.

«¡#&ç#&! ¡Tengo un montón de mensajes en el buzón de voz! —vio nada más iluminar la pantalla—. Claro, he olvidado consultarlo en toda la semana... Jo, a ver si me acuerdo de pedirle a Tifa que me vuelva a poner el sonido en el PHS, que no cojo ni una llamada desde que le pedí a Marlene que lo silenciase en Navidades, para que Aerith no me sacase los ojos por despertar a Lilith. Si al menos me hubiera dejado el modo vibración, me enteraría de cuando llaman. Y es tan difícil manejar estos trastos que ni de casualidad encuentro la opción yo solo. Al final van a pensarse que les estoy haciendo el vacío o algo».

Por suerte para él, al menos sabía cómo se escuchaban los mensajes, así que marcó el número y se puso el PHS en la oreja para ver qué le habían dejado grabado.

'El buzón de voz de TelefoShinrra lo informa de que tiene 8 mensajes —empezó a hablar una voz femenina carente de sentimientos y de prisa alguna, sin duda una grabación—. Mensaje número 1 ¡PIIII!'.

—"Hola, Cloud, soy Tifa. Cuando has salido a hacer tus encargos estaba tan liada que he olvidado preguntarte cuándo regresabas. ¿Vendrás a cenar? Llámame cuando oigas esto".

«¡#&ç#&! ¡Olvidé decirle que me iba al quinto pino! Estará mosqueadísima cuando vuelva...», se dijo Cloud.

'Mensaje número 2 ¡PIIII!'.

—"Hola, Cloud, soy Tifa otra vez. ¿No oíste el mensaje? Bueno, no importa. He congelado tu cena, está en el segundo cajón del refrigerador. Pero, por favor, dime si vienes a comer hoy, ¿vale? Sé que estás muy ocupado con el trabajo, pero Denzel no hace nada más que preguntar por ti. Cuídate, ¿vale?".

«¡Ostras! ¡Que le prometí a Denzel que volveríamos a montar la moto entre los dos! Me retirará la palabra por un mes por no cumplir mi promesa».

'Mensaje número 3 ¡PIIII!'.

—"¡Hey, pelopincho, soy Barret! Me he escapado un poco del grupo cuando hemos salido al pueblo a repartir ropita entre los pobres y te llamo desde un bar. ¡No veas cómo echo de menos el Séptimo Cielo y los combinados que hace Tifa! ¡Sólo a mí se me ocurre hacer esa #&ç#&!¬+# apuesta! ¡Upps! ¡El jefazo del monasterio me ha visto por la ventana! ¡Ya te molestaré otro día y a ver si esa vez me coges, pedazo de #&ç+#!".

«A veces me pregunto si no le caeré bien y todo a Barret...».

'Mensaje número 4 ¡PIIII!'.

—"Hola, Cloud, soy Tifa... Estoy empezando a preocuparme. ¿Por qué no coges el PHS? Espero que no te lo hayas dejado perdido por alguna parte... Llámame cuando puedas, ¿vale?".

«¡Lo siento! ¡Lo siento, Tifa!».

'Mensaje número 5 ¡PIIII!'.

—"¡Ey, Cloud, soy Yuffie! Tú hacías encarguitos de mensajería o algo así, ¿no? ¿Me traerías un set especial de abrillantar que venden en Junon? Es que ya no me reflejo como antes en mi Materia Negra. Vin dice que es obsesión mía, pero creo que ha perdido brillo. Tráelo, ¿eh? ¡Te daré propina!".

«Y luego me robarás la cartera, que te conozco».

'Mensaje número 6 ¡PIIII!'

—"Cloud... Soy Tifa. Cloud, si he hecho algo que te ha molestado, dímelo, pero no desaparezcas de esta manera, negándote hasta a contestarme cuando te llamo. Denzel hace guardia todos los días en la puerta a ver si regresas, te añora muchísimo. Marlene dice que seguro que te has ido con una mujer, pero eso es imposible... ¿verdad? Porque tú nos lo dirías... ¿cierto? Esta es tu casa, Cloud, espero que lo sepas. Al menos llámanos para que sepamos que estás bien, por favor".

«¡No, Tifa, no te creas lo que dice Marlene! ¡Seguro que esa idea se la ha metido en la cabeza Reeve para que me eches de casa!».

'Mensaje número 7 ¡PIIII!'

—"¡Hola, Cloud, soy Nanaki!... Redypuchi —había añadido a regañadientes, probablemente sabiendo que si no el rubio no sabría quién era—. Te llamaba para recordarte que pasado mañana tengo un concierto en Kalm, por si querías pasar a verme. Ya he llamado al resto también, pero sólo Tifa, Reeve y Zack tenían tiempo libre. ¡Cuando llegues avisa y te daré una entrada! Por cierto, ¿te has peleado con Tifa? Parecía preocupada".

«¡El concierto de Redypuchi! ¡Si lleva recordándonoslo dos meses, ¿cómo se me ha olvidado?! Bueno... tengo la excusa del trabajito para Aerith».

'Mensaje número 8 ¡PIIII!'

—"¡Hola, Cloud, soy Tifa! Como ya no podía más de la preocupación, llamé a Aerith por si podía ayudarme a buscarte preguntando al Planeta, y me contó lo del envío a la Capital Olvidada. ¡Por eso tardabas tanto en volver! ¡Pero deberías habérmelo dicho antes de salir! Te habría preparado unos tuppers para el viaje, que seguro que te estás malalimentando; pero como eres así de despistado te lo perdono. Eso sí, avísame cuando vayas a llegar, así te saco del congelador alguna de las comidas que he almacenado, que ya no me cabe nada. Lo que no entiendo es por qué no contestas al PHS... seguro que lo tienes en la mochila y no lo oyes. En fin, vuelve pronto, que te echamos mucho de menos. ¡Cuídate mucho!".

'No tiene más mensajes de voz.'

«Tengo que llamarla para decirle que llego hoy y disculparme —pensó el rubio apartando el aparato de su oreja, dispuesto a teclear de memoria el número. Sin embargo, no había introducido ni dos dígitos cuando el aparato dio unos pitidos agónicos y se apagó—. ¡Maldición! ¡Me he quedado sin batería! Tendré que darme prisa... Aunque mejor paso primero por la iglesia de Midgar a vendarme el mordisco de cría de dragón que tengo en el brazo, que si Tifa ve todos esos dientes tan bien dibujados va a preocuparse... Además, conviene que vea cómo van las flores, que si se mueren me quedo sin sobresueldo».

Mientras Cloud guardaba el PHS y volvía a pedalear con todas sus fuerzas, tres motos negras e idénticas se detuvieron encima de una loma, no muy lejos de allí. Sus pilotos eran tres tipos de cabellos plateados y ojos claros los cuales, aparte de eso y de ir casi uniformados con trajes ajustados de cuero negro, poco más tenían en común. Uno era estilizado y tremendamente afeminado, con el pelo largo y liso. A su izquierda estaba el jefe, más bajo y un pelín menos amanerado, que lucía un corte de pelo por los hombros que le tapaba media cara la mitad del tiempo. Por último el tercer desconocido era el más diferente del grupo, más grande, más musculoso, con el pelo corto y echado hacia atrás y unas horrendas patillas. Los tres miraban en dirección a Midgar.

—Oye, Kadaj —empezó a hablar el del pelo largo, dirigiéndose al jefe—, ¿allí es donde vive nuestro hermano?

—Según la prensa rosa, vive en la otra ciudad, la de las afueras, pero pasa mucho tiempo ahí —le respondió.

—¿Y crees que nos organizará una fiesta de bienvenida con confeti y tarta? —insistió, ilusionado con la idea.

—Lo dudo mucho...

—Buu... ¡No es justo!

—No llores, Yazoo —intervino el de las patillas.

—Pero mamá estará con él, ¿no? —insistió Yazoo.

—Pues ni idea —contestó Kadaj. No se sabe si la desgarradora duda o el tono de pasotismo con el que lo dijo fue lo que provocó que el que hasta el momento había parecido el más macho de los tres empezara a hacer pucheros y lloriquear.

—No llores, Loz —dijo Yazoo con saña, feliz de poder devolverle el comentario de antes.

—Pero... pero...

«Dios y se supone que yo soy el menor... —pensaba Kadaj, con una mueca—. Incluso para ser los malos que los Creadores se han sacado de la manga para llenarse los bolsillos con una película, somos demasiado patéticos...».

Kadaj apartó la mirada para no tener que ver a sus lamentables compañeros y fue entonces que entre el pelo que le tapaba media cara distinguió a lo lejos a Cloud avanzando en su bicicleta.

—¡Hey! ¡Ahí está nuestro hermano!

—¡Yuppy! —corearon los otros dos.

—Id a preguntarle por madre —les ordenó—. Yo me quedaré aquí a admirar el paisaje.

—¡Vamooooos~! —exclamaron, felices, arrancando las motos y saliendo en persecución del rubio.

Cloud, ajeno a todo, seguía su camino tranquilamente hasta que el ruido de los motores de las dos motos llamaron su atención. Los miró de reojo pero no les dio mayor importancia. Al menos fue así hasta que mágicamente hicieron aparecer de la nada a unos cuantos monstruos con aspecto de lobos negros que empezaron a seguir a Cloud con intenciones poco amistosas.

—¡¿De dónde han salido esas cosas?! —exclamó Cloud, que aún no se acostumbraba a que, al estar en una película y ya no en un RPG, se habían acabado las civilizadas batallas aleatorias por turnos y en cualquier momento podía saltarle encima un monstruo sin avisar distorsionando la imagen y haciendo sonar de fondo las primeras notas del tema musical de combate—. ¡Quita! ¡Quita, chucho! —exigió mientras hacía movimientos con un brazo para espantarlo. Sin embargo, cuando uno de los lobos intentó arrancárselo de un mordisco, Cloud decidió que debía sacar el arma. Sin detenerse, usó una mano para desatar de la cesta de la bici su ¿espada?, gran obra magna que perpetró con la inestimable ayuda de Denzel, usando innumerables trozos desiguales de chatarra como material principal, soldados de forma precaria, atornillados en más de un punto y con cinta adhesiva para afianzar el resto. Que utilizase aquello en vez de una espada de verdad se debía a dos poderosas razones: la primera era que Aerith le había reclamado meses atrás que devolviese a Shinrra el Arma Final que Sephiroth regaló al protagonista antes del combate contra Bonifacioel y la segunda era que, como no tenía bastante dinero como para comprar la nueva en la armería, tuvo que improvisarse una hasta ahorrar lo suficiente—. ¡Preparaos para sentir el filo de mi espada, monstruos! —fanfarroneó agitando la gran ¿espada? y dando de pura casualidad a un par de las criaturas. Sin embargo, los enérgicos espadazos y el impacto contra las bestias provocaron que se desenganchase el trozo de la punta y se perdiera por el camino—. ¡Maldición! ¡Ya ha vuelto a aflojarse el tornillo! ¡Debí hacer caso a Denzel y poner un poco de pegamento en esa zona! ¡Da igual, aún corta! —se decidió, siguiendo con sus espadazos de autodefensa, lo cual dificultaba mantener la estabilidad sobre la bici.

En aquel momento, las motos de Yazoo y Loz se colocaron una a cada lado del rubio y bajaron la velocidad para no pasarlo de largo.

—¿Dónde está mamá? —exigió saber Loz, acercándose peligrosamente a Cloud.

—¡¿Y a mí qué me cuentas?! —replicó poco antes de tener que doblarse como un contorsionista para esquivar un golpe de puño americano que le lanzó Loz con muy mala leche—. ¡Yo qué sé dónde está tu madre! ¡¿Acaso tengo pinta de secuestrar viejas?!

Cloud aún estaba intentando no perder la estabilidad de la bicicleta cuando, al volverse hacia el otro lado, se encontró de cara con las balas que le disparaba Yazoo con su sable pistola. Por suerte para él, como todo malo que se precie, la puntería del tipo dejaba mucho que desear y pese a tenerlo a menos de cuatro palmos ni un tiro dio en el blanco.

—¡Hey! ¡Que haces saltar la pintura de la bici y no es mía!

—La estás escondiendo tú, ¿verdad, hermano? —acusó Yazoo.

—¡¿Hermano?! ¡Me estáis confundiendo con otro, yo soy hijo único!

—¡No nos mientas! ¡Sabemos que eres nuestro hermano! ¡Igual que lo es Sephiroth!

—¡¿A vosotros se os ha caído un tornillo?! —gritó Cloud con voz ahogada, tanto pedaleo pasaba su factura—. ¡¿Cómo ibais a ser hermanos de Sephiroth?! ¡Por mucho que os tintéis el pelo de plateado, no le llegáis ni a la suela de la bota! ¡Además, su padre pasó 30 años durmiendo desde poco antes de que él naciera y su madre está congelada casi desde que él nació! ¡Es imposible que tengáis vínculos de sangre!

—¡Waaaah! ¡Nuestro hermano no nos quiereeee! —lloriqueó Loz.

—¡Hala, has hecho llorar a Loz! —recriminó Yazoo—. ¡Eso no se hace, hermano mentiroso! —acusó instantes antes de, como represalia, empezar de nuevo a dispararle con el sable pistola.

Cloud por suerte tuvo los reflejos suficientes para poner la ¿espada? por medio para que las balas rebotaran contra el metal, pero no tuvo ni un segundo para alegrarse por su hazaña, acosado como estaba por los perros negros y los dos tipos aquellos, a los que les había dado por cruzar las motos en su camino con la intención de desestabilizarlo.

Mientras todo eso pasaba, Kadaj, en lo alto de la loma, hablaba por PHS:

—¡¿Acaso nos ha engañado ese periodista de la prensa rosa?! ¡Nos aseguró que madre... digo, Jenova estaba allí!

—'Lo siento mucho, señor —contestaba la voz de la secretaria—. Pero en el edificio central de Shinrra hace días que no recibimos a la señora Jenova, más o menos desde que el Presidente salió de viaje con su esposa. Supongo que si desea encontrarla deberá ir a buscar a la mansión del Presidente. Según oí comentar en el baño a unas compañeras, Alfonsino, el secretario personal del Presidente, acude constantemente allí y, dada la ausencia del Presidente, supongo que será para asegurarse de que Jenova está en su sitio.'

—Ah, gracias. ¿Me podrías dar la dirección?

—'Claro. Tome nota.'

Mientras Kadaj apuntaba lo que la indiscreta secretaria le decía, Cloud seguía haciendo malabarismos con la bici y su extraña arma para defenderse de las bestias, los puñetazos que le lanzaba Loz y los disparos de Yazoo. Pese a su maestría con aquel rudimentario vehículo —adquirido mediante experiencias tan poco gratificantes como tener que huir de manadas de molboles por los acantilados de Iciclos en un encargo que le pidió Herminio que le llevara al Glaciar—, no fue suficiente para evitar que lo sorprendiera Yazoo al colocarse contradirección, avanzando directamente hacia él en una maniobra aparentemente suicida. A Cloud no le dio tiempo de girar para esquivarlo, y ya estaba imaginando las lesiones que le ocasionaría el impacto cuando el tipo afeminado, en una pirueta imposible con su moto incluida que lo dejó bocabajo en el aire, saltó por encima del protagonista justo antes de que se estrellaran y aún tuvo tiempo de dispararle. Por suerte para Cloud, todo daño que recibió fue un rasguño a la altura de la ceja cuando la bala impactó contra sus gafas de motorista, haciéndolas saltar por los aires.

—¡Hey, maldito #¬&·&! —gritó indignado—. ¡Esas gafas eran un regalo y una de mis pocas posesiones!

Aprovechando la desconcentración que tan dolorosa pérdida había provocado en Cloud, los lobos negros, todos a una, se abalanzaron sobre él. Sin embargo, cuando ya se estaban relamiendo y acabándose de anudar las servilletas al cuello para no mancharse el pelaje con la sangre de su merienda, se convirtieron en humo por culpa de la muda orden del desaprensivo de Kadaj, que los había hecho desaparecer por simple capricho. Cloud aún tenía cara de tonto por la sorpresa cuando Loz y Yazoo se retiraron sin avisar para volver junto a su jefe, imaginando que si había quitado a los chuchos era porque se había acabado la hora del recreo.

El rubio se giró a verlos marchar, imprudencia que provocó que la rueda de su bici pisara un desnivel y así un simple canto rodado lograse lo que no habían podido la manada de monstruos y los dos tipos teñidos: lanzar al protagonista de bruces al suelo. Desde debajo de la bici, Cloud distinguió a lo lejos a Kadaj, en la loma, poco antes de que se largara con sus compañeros, desapareciendo de escena.

—Pero... ¿quiénes eran esos tres frikis?... —se preguntó Cloud, dolorido, ya sin muchas esperanzas de poder llegar a casa a la hora de comer.

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Edge, Séptimo Cielo

—¡Tifaaaaa! —gritó a pleno pulmón, desde uno de los taburetes que había ante la barra de la zona bar del Séptimo Cielo, Marlene, una adorable niña de ocho años y pelo castaño que, tras dejárselo crecer durante dos años, ya no llevaba cortado a melena sino atado en una trenza con un lazo en imitación del estilo de Aerith, con la secreta esperanza de que le trajera suerte y consiguiese tener tanto éxito en la vida como la cetra. No es que alzara la voz por vicio, es que sabía que si no lo hacía era poco probable que se la oyera en el piso de arriba—. ¡Ha venido a verte tu pretendiente el de la perillaaaa!

—¡¿Eh?! ¿De qué hablas? —se oyó responder con sorpresa a la mujer, escaleras arriba.

Al poco se distinguieron unos pasos que se aproximaban hasta que por la puerta de la zona trasera del bar apareció una joven morena de ojos marrón rojizo que sostenía en brazos una preciosa niña de un año con rizos castaños y enormes ojos verdes. Tifa vestía un extraño conjunto negro de camiseta sin mangas y pantalones cortos —exactamente el mismo que llevaba cuando había ¿salvado? el mundo dos años atrás— que hacía que sus admiradores maldijeran a Yuffie por robarle su ultraminifalda y camiseta ajustada blanca y venderlas de segunda mano. Las únicas diferencias en Tifa respecto años atrás eran que se había cortado el pelo a la altura de media espalda y ya no anudaba el final con un lazo, probablemente cansada de que la gente la relacionara con Garnet de Alexandria, la hija de una prima segunda de Elmyra; y que, misteriosamente, aunque Tifa vestía igual, en la película parecía haberse reducido diez tallas de sujetador, aunque eso no evitaba que siguiera teniendo un pecho por encima de la media.

—¡Ah, hola, Reeve! —saludó con una amplia sonrisa al reconocer al antiguo espía de Shinra que se ocultaba del peligro tras el peluche Cait Sith que manejaba a remoto, actual trabajador de Shinrra y, aunque ella lo ignorara, uno de sus más fieles admiradores—. Lo siento, pero hoy no abro el Séptimo Cielo.

—Ya he leído en el cartel de la puerta que lleva cerrado desde ayer por la mañana —indicó. Por más que lo desease, su trabajo no le permitía dejarse caer por allí todos los días, así que ese cartel había sido la primera noticia que recibía—. ¿Cómo es eso? ¿Es que al fin vas a trasladar el bar a Midgar? O... ¡no será que Cloud te ha causado algún problema, ¿verdad?!

—¡No, no! —se apresuró a negar. Era costumbre que siempre que alguno de sus amigos decía algo parecido, Cloud acabase recibiendo palos—. Es que he tenido que hacer de canguro de Lilith y es imposible ocuparse de un bebé tan inquieto y del bar a la vez, incluso con la inestimable ayuda de Marlene —señaló haciendo un guiño a la hija de Barret. Lilith, por su lado, practicó su carita más inocente.

—La verdad es que estaba preguntándome qué hacías tú con Lilith... —admitió Reeve—. Creía que Sephiroth y Aerith la habían dejado a cargo de Elmyra antes de irse al viaje.

—Sí... Lo que sucede es que ayer era el aniversario de Zack y Elmyra, así que Zack me suplicó si podía encargarme de la nena por un día para que ellos pudieran tener una romántica celebración.

—Entiendo que quisieran celebrarlo, pero con lo ocupada que estás tú no tienes tiempo que perder haciendo de canguro. ¿No habría sido mejor que...? —empezó, pero calló al instante al notar clavada en él la mirada de los ojos intensa y antinaturalmente verdes de Lilith, herencia clara de su padre. Reeve juraría que el bebé lo estaba retando a acabar la frase, prometiéndole intensos dolores si osaba hacerlo—. ¡Ejem! Quiero decir, ¡debes de estar encantada de haber podido pasar tanto tiempo con una niña tan encantadora!

—La verdad es que es un sol, ¿a que sí? —preguntó frotando la mejilla contra la de la niña, que pareció encantada con el gesto en vez de oponerse como habría hecho con casi cualquier otro que osara rozarla sin permiso. No en vano Tifa era su tía favorita, con la que se mostraba como una santa, no sabían bien si porque Tifa le consentía todo lo que quería o simplemente porque imitaba la actitud de Aerith.

—Sí, un sol...

—Pero desgraciadamente no puedo tener el Séptimo Cielo cerrado más tiempo. De hecho, justo me marchaba ahora a llevarla de vuelta a la casita de Elmyra, para poder abrir para la hora de comer. Lo que pasa es que no encuentro a Denzel y no me gustaría que volviera y se encontrara la casa vacía... —lamentó. Reeve se tensó, pero no por lo que Tifa decía sino porque Lilith había empezado a jugar distraídamente a dar golpecitos al pendiente de la mujer y él temía sinceramente por la oreja de su amada. No en vano había aprendido, con la inestimable colaboración de Cloud, el mismo día que conoció a la hija de Aerith, que no convenía acercarle una parte de tu cuerpo que deseases mantener intacta. Ajena al estrés que vivía Reeve, Tifa seguía con sus preocupaciones—: Se marchó sin dar explicaciones, durante el desayuno, y no ha vuelto para almorzar... Sé que sabe cuidarse solo, pero me preocupa que lo asalten los paparazzi o se le ocurra ir a Midgar y lo ataque un monstruo.

—Seguro que ha ido a la iglesia a buscar a Cloud —intervino Marlene—. O a buscar chatarra para modificar su espada. La moto ya la acabó de arreglar ayer.

—Si quieres lo buscamos juntos. ¡Removeré cielo y tierra hasta encontrarlo! —se ofreció Reeve al instante, aunque a él el niño le importaba un comino.

—¡Muchas gracias! Pues podemos irnos ahora mismo. Es muy posible que esté en la iglesia como dice Marlene, no perdemos nada por mirarlo y la entrada a los suburbios del sector 5 queda a medio camino hacia la casa de Elmyra.

—¡Ya tengo las cosas de Lilith! —señaló Marlene mostrando una pequeña mochila.

—¡En marcha, entonces!

—¿Vas a llevar a la niña en brazos todo el camino? —se sorprendió Reeve al ver que Tifa se dirigía a la salida sin buscar ningún carrito ni nada para transportar a la pequeña.

—Sí, no hay problema. Zack se olvidó de traernos el carrito, pero soy fuerte, así que no se me cansan los brazos por tan poco peso.

—Sí, sí —intervino Marlene—. Además, si intentas cogerla tú se enfadará y te dejará el ojo morado como le hizo a papá cuando lo intentó en Navidades.

—Es que Lilith tiene mucho carácter, como sus papás —la defendió Tifa—. Y no controla su fuerza.

—Esperemos que su carácter se parezca más a uno que a la otra —opinó Reeve que, aunque consideraba digno de temer a Sephiroth, no tenía duda alguna sobre cuál de los dos era peor—. Sea como sea, no es buena idea que siempre la lleves a cuestas. Si la malcrías... —empezó lo que iba a ser un sermón sobre educación infantil y acabó tan pronto como Reeve creyó ver un brillo asesino en los ojitos de la niña. Mejor no arriesgarse a que fuera capaz de hacer magia sin materias, se dijo—. ¡Pero bueno, por un día no pasa nada!

Cuando, dirección a la salida, Tifa pasó por el lado de Marlene, Lilith estiró su manita hacia la hija de Barret y ordenó sin ceremonias:

—¡Dame!

—¿Eh? —emitieron todos, prestando atención a la niña que, ante la falta de presteza en cumplir su deseo, hinchó los mofletes y entrecerró los ojos, indignada, antes de repetir su orden, esta vez moviendo más el brazo, con impaciencia:

—¡Dame! ¡Dame!

—Debe querer su juguete —aventuró Tifa, acostumbrada a descifrar los deseos de la niña siempre que Aerith la traía de visita. Porque, aunque la pequeña era muy lista y había aprendido ya gran variedad de palabras, no era muy dada a hacer gala de ello. Los más benévolos pensaban que era por timidez, pero los más realistas lo atribuían al orgullo o la pereza. Aerith, la que mejor la comprendía, sabía que a su niña no le gustaba tener que pedir nada por una razón muy simple y que compartía: porque si había que pedir algo es que no habían cumplido todos sus caprichos por propia iniciativa.

Marlene se limitó a abrir la mochila y sacar de ella un objeto que hizo palidecer a Reeve.

—E–eso... ¿es un juguete? —inquirió al ver aquella réplica de guadaña en miniatura, hecha del tamaño ideal para que Lilith la pudiera esgrimir a su gusto—. ¡¿No es peligroso?!

—Tranquilo, la hoja es de gomaespuma, totalmente inofensiva —aseguró Tifa, olvidando el pequeño detalle de que el mango era de plástico duro y compacto.

—¿No es un juguete un poco raro? —sugirió el hombre, mirando con aprensión cómo la niña reía encantada agitándolo en el aire con inquietante maestría.

—Ya —admitió Tifa—. Es que un día, medio en broma, a Zack se le ocurrió hacer a la nena una prueba que hacen en XOLDIER para ver cuál es el arma ideal para cada uno, y le salió que las espadas largas y las guadañas. Y como espadas largas ya usa su papá, Aerith dijo que era más original que utilizase la otra —sonrió encantada, olvidando que hablaban de inducir a usar un arma en el futuro a una niña de un añito. Tal vez se debiera a que ella misma ya partía ladrillos con las manos desnudas antes de cumplir los cinco.

—Ah... qué bien...

—La verdad es que Lilith prefiere la guadaña de adamantita que le regaló Jenova por su cumpleaños, pero Sephiroth cree que no es prudente dejar a la niña armas de verdad hasta que tenga al menos cinco o seis años —comentó mientras, con la mano libre, cerraba la puerta del local.

La sonrisa falsa que Reeve lucía para tapar su opinión real sobre las barbaridades que oía se vio alterada cuando empezó a sonar el PHS del hombre, que se apresuró a contestar, tras un gesto de disculpa a Tifa y un susurrado "es del trabajo":

—¿Sí?

—'Tenemos un problema' —oyó que le decía la serena voz de Rude.

—¿Y me llamáis a mí? —se sorprendió. Hasta ahora jamás le había pasado, él no era precisamente un hombre que dirigiese soldados sino más bien el que se dormía sobre su escritorio babeando los balances de costes.

—'Es que no logramos contactar ni con Valentine, ni con Fair, ni con Kisaragi y, con la ausencia del Presidente, tú eres el siguiente de la lista'.

—¿Es muy grande el problema? —preguntó intuyendo que su maravilloso plan de pasear por las llanuras llenas de monstruos y los suburbios de Midgar junto a su amada se vería frustrado.

—'Hemos perdido contacto con Shion y Elena a media misión... y ha llamado alguien a la empresa preguntando por Jenova'.

Definitivamente, eso sonaba preocupante. Sobre todo lo segundo.

—Vale, voy para allá... —suspiró.

—'Te recogemos con el helicóptero' —dijo antes de cortar.

—Esto, Tifa, lo siento, verás... —empezó a decir nada más apagar el PHS, pero sus explicaciones quedaron apagadas por el sonido de un helicóptero sobre sus cabezas, y eso que instantes antes no sonaba nada.

«Sólo son rápidos cuando quieren», pensó con rencor, recordando la primera (y última) vez que se le ocurrió salir de la oficina para cumplir con su trabajo, cuando lo tuvieron diez horas esperando a que lo recogiesen en una zona inhóspita, a la intemperie, azotado por el viento helado y rodeado de tipos con mala pinta que le echaban miraditas.

Una red interrumpió sus pensamientos cuando le cayó de lleno en la cabeza y lo apresó con ferocidad, algo que Reeve interpretó como un ataque de Rude al notar la presencia de Tifa. No tuvo ni tiempo de quejarse, pues nada más ser apresado el helicóptero empezó a largarse a la máxima velocidad que podía adquirir, pilotado por un impaciente Reno.

—¡Tifaaaaaaaa! —chillaba el secuestrado mientras se alejaba.

—¡Adiós! —se despedía ella, con una sonrisa—. Dile adiós a tío Reeve, Lilith —le propuso.

—Adiós~ —repitió la niña, encantada de perderlo de vista, mientras agitaba su manita en un gesto encantador que arrancaba suspiros a los transeúntes que veían la tierna escena.

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Zona nueva de Midgar, Mansión de Sephiroth y Aerith

En medio del gigantesco cuarto recreativo que habían construido para entretener a Jenova y así alejarla de la tentación de organizar masacres para combatir el aburrimiento, estaban la cabeza mutante y rubia, sosteniendo en sus tentáculos un rifle de juguete, y un joven y sonriente muchacho armado de modo parecido, ambos disparando de modo ficticio a un enorme monitor de plasma que mostraba la evolución de la partida a aquel juego de matar zombis. Alfonsino tenía que admitir que era muy divertido hacer de niñera de la madre de su jefe, aunque emoción en quién ganaría nunca había, pues Jenova perdía de calle al disparar siempre a los civiles en primer lugar, aunque restasen puntos.

¡Jijijijiji! ¡Muere! ¡Muere! ¡Jijijiji! —reía encantada Jenova—. ¡Toma ésta!

—¡Ah! —exclamó Alfonsino al ver que a su jugador le caía la granada que había tirado el de Jenova y lo dejaba frito—. ¡Me ha dado a mí!

¡Jijijiji! Daños colaterales por fuego amigo —canturreó—. Haberlo esquivado, que estás dormido. ¡Jijijiji!

—¡Uff! Tengo los hombros cargados... ¿Y si jugamos un poco a algo más tranquilo, como el parchís?

¡Yo quiero cantar! ¡Quiero cantar! ¡Jijijiji!

—Vaaaaale —suspiró Alfonsino. Jenova era cruel, sabía perfectamente que el muchacho era un desastre y siempre sacaba la puntuación más baja en el juego de karaoke y aún así siempre lo hacía cantar durante horas las canciones que más odiaba.

En ese momento un pitido del PHS de Alfonsino llamó su atención.

—Vaya poniendo el juego usted, señora, tengo que leer el mensaje que he recibido por si es del trabajo —indicó mientras desbloqueaba el aparato. Miró el remitente y no pudo evitar ampliar su habitual sonrisa—. ¿Otra vez ha cogido Llanta el PHS de Cid? —adivinó abriendo el mensaje, que decía: "piensas n mi? io n ti muxo :3 yanta, tu sposa"—. Qué graciosa es la niña...

El momento tierno fue interrumpido por el ruido de la puerta al abrirse de par en par y dejar paso a Kadaj, el jefe de los tres malos de la película.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo has entrado?! —quiso saber Alfonsino, más anonadado que otra cosa. La mansión estaba llena de sistemas de seguridad punteros y esa habitación en particular, al estar Jenova dentro, precisaba de reconocimiento de retina para ser abierta.

—¿Importa? —replicó Kadaj.

—Te diría que sí, para saber de qué quejarme a la empresa de seguridad, pero como seguro que me dices que se ha abierto todo solo en un misterioso fallo técnico provocado por el argumento de la película te ahorraré el trabajo de explicarlo —ofreció Alfonsino, siempre solícito—. ¿Y qué te trae por aquí?

—Vengo a por madre —indicó señalando a la cabeza mutante que en aquel momento conectaba los micros en la consola, como si no los oyera.

—Veo difícil que sea tu madre... ¿Seguro que no te confundes?

—Si intentas impedir mi reunión destinada con madre y nuestros planes para conquistar el mundo y ofrecérselo a ella tendré que matarte —amenazó mostrando su arma, una larga espada con dos hojas paralelas.

—Vale, vale, no nos pongamos nerviosos —pidió, ligeramente intranquilo. Normalmente había muchas amenazas a su alrededor, pero no se las dirigían a él—. Seguro que podemos hablar esto civilizadamente y llegar a un acuerdo. Yo haré una llamada al Presidente Gran Sephiroth y podrás comentarlo con él si quieres. Él te advertirá de lo verdaderamente peligrosa que es Jenova y...

Su discurso se interrumpió cuando fue brutalmente golpeado en la cabeza por detrás con un arma contundente (un mando de xbox). Alfonsino no tuvo tiempo ni de saber qué le había pasado antes de caer al suelo inconsciente, revelando así a Kadaj la identidad de su agresora: Jenova.

¡Jijijiji! ¡Vamos a ser malos, tralará! ¡Vamos a ser malos, tralará! ¡Jijijiji!

—¡Oh, madre, sabía que aprobarías nuestros planes! —se emocionó Kadaj—. ¡Ahora sólo tenemos que reunir un ejército con el que conquistar el mundo para ti!

¡Jijijiji! ¡Sangre, sangre! ¡Jijijiji! ¡Será mi venganza por olvidarse de mí cuando nació Lilith, con lo que podría haberme divertido yo en el hospital! ¡Y esa venganza será terrible! ¡Jijijiji!

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Suburbios de Midgar, Iglesia del Sector 5

Tifa abrió con una mano la pesada puerta de la iglesia, permitiendo así el paso al interior a Marlene. Pese a que casi todo lo que había habido en los suburbios se había reconstruido de modo exacto a como fue antes del inicio del juego, con la iglesia Aerith decidió hacer una excepción: en vez de recuperar el techo dejó que allí hubiera un enorme boquete que superaba con creces el que hizo Cloud con su caída. Un alma cándida habría pensado que era para que entrase mejor el sol y así crecieran más felices las flores que había ante el púlpito, pero los que la conocían bien sabían que era porque la cetra no quería que si Cloud decidía caer de nuevo sobre la iglesia el tejado lo librase de su fatal destino. Ni siquiera recordarle a la mujer que ya no había nivel superior desde el que caer la hizo cambiar de idea, se ve que temía que el rubio se las apañase para aterrizar allí de nuevo y deseaba que esa vez sí fuese la última. Aparte de aquello, los bancos estaban más desordenados, pero eso ya era obra de Cloud, que decía que así parecía más grande el sitio.

—Parece que Denzel tampoco está aquí... —comentó Marlene mientras rebuscaba bajo los bancos.

—Sí, eso parece... —le dio la razón Tifa mientras caminaba hacia el montón de flores amarillas que misteriosamente crecían allí en medio y ahora suponían el sobresueldo de Cloud. Cuando alcanzó el macizo, reparó en que había trastos de Cloud que evidenciaban que había pasado algún rato por allí, como bolsas de patatas fritas vacías o una revista de chicas ligeras de ropa, pero lo que realmente llamó su atención fue un botiquín de primeros auxilios y vendas sucias y usadas.

«¿Y esas vendas? —se extrañó—. Si siempre que se cae de la moto o se corta un dedo con un papel estudiando para el examen de XOLDIER viene para que yo lo cure e incluso me pide que le dé un besito en la herida para que pase el dolor antes... ¿Podría ser que me intente ocultar alguna herida más grave? —se preguntó con una sagacidad completamente anormal en ella—. ¡O tal vez es que ha contraído Geostigma! —se alarmó en una muestra de paranoia más propia de Tifa—. ¡Oh, no, Cloud está gravemente enfermo de una horrible enfermedad mortal y cuya cura se desconoce y por eso no quiere que me entere! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué él?! ¡¿No tenían suficiente los Creadores amenazándonos con arrebatarnos a Denzel?! ¡No lo entiendo, si Barret no nos dejaba ni oler el agua corriente a los de Avalancha!».

—Tifa, ¿por qué lloras? —se extrañó Marlene mientras Lilith empezaba a hacer pucheros, no por contagio sino porque no podía soportar que alguien recibiese más atención que ella.

—No es nada, es que me ha entrado una motita de polvo en el ojo —restó importancia, con lagrimones cayéndole por las mejillas—. Todo va a salir bien, no pasa nada... No os preocupéis por mí... ¡WAAAAAH!

—Madre mía, se le ha caído el tornillo que le quedaba... —se dijo Marlene mientras veía a la morena llorar, rota, abrazándose a Lilith, que se esforzaba por berrear más alto que Tifa para no ser menos que ella.

De pronto unos llantos graves y desesperados se unieron a la competición de plañideras y Marlene, sobresaltada, se giró a buscar el origen que no era otro sino un hombre bien crecidito de pelo corto y plateado y patillas horteras, es decir, Loz, uno de los tres lunáticos que habían atacado a Cloud con la excusa de que eran los malos de la peli.

—¡¿Y tú quién eres?! —saltó la niña—. ¡¿Cómo te atreves a entrar sin avisar aquí, a estas ruinas de iglesia, propiedad de nadie?! ¡Sin duda debes de ser un enemigo! —concluyó. No podía ser de otro modo, no lo conocía de nada y ya había demasiados personajes buenos para que se inventaran otro para una peli de apenas dos horas.

—Busco a mamá —dijo entre pucheros.

—Ooooh, pobrecito —se compadeció Tifa, dejando de lado su propia tragedia imaginaria (y no tanto, que Denzel sí estaba enfermo) para ofrecer apoyo desinteresado a aquel desconocido armado con unos puños americanos eléctricos. Lilith también había dejado de llorar automáticamente, le gustaba estar mona cuando la conocía la gente y, al contrario que Tifa que tenía los ojos rojos y la nariz congestionada por la llantina, ella, gracias a su extraordinaria naturaleza, estaba perfecta y lista para una sesión de fotos—. ¿Quieres que te ayudemos a encontrarla? ¿Cómo es?

—Kadaj nos dijo que es rubia, con dientes afilados y tentáculos —explicó, esperanzado.

—Pues... la verdad es que me suena mucho, pero ahora no caigo...

—¡Pero, bueno, Tifa! —exclamó Marlene, indignada—. ¡¿Es que no te vas a pelear con él?!

—¡¿Qué?! —se sorprendió—. ¿Por qué debería hacerlo?

—¡Para defendernos a Lilith y a mí!

—¡¿De qué?! Si el pobre sólo busca a su madre...

—¿Y qué más da que no tengas la más mínima evidencia de que es una amenaza? ¡Los fans están esperando ver escenas de acción con los nuevos gráficos y tienes la responsabilidad de dárselas!

—Pero yo no quiero darle una paliza porque sí... —se quejó.

Loz se había acercado un poco para coger el pañuelo que Tifa le ofrecía en silencio mientras debatía con Marlene pero se detuvo antes de llegar cuando un hedor mareante lo obligó a taparse la nariz.

—¡Ugh! ¡Apedzta! —se quejó, mirando con resentimiento las flores.

—¿Eh? Oh, debes decirlo por los calcetines sucios de Cloud —supuso Tifa señalando un montón de ropa para lavar que Cloud había amontonado con sus trastos.

—O tal vez es por la rata muerta en medio estado de descomposición que hay bajo aquel banco —propuso Marlene, que antes la había descubierto y analizado para confirmar que no fuese Denzel disfrazado.

Ninguna de las dos sospechó del contenido del pañal de Lilith; quienes la conocían sabían que, por algún misterio asociado a su origen cetra potenciado por las células de Jenova heredadas de su padre, sus deposiciones olían a azahar salpicado de rocío en un amanecer de primavera. Aerith incluso, en su infinita codicia, se había planteado comercializarlas, embolsadas, como ambientadores naturales.

—¡Peleemos! —soltó de pronto Loz, poniéndose en postura de guardia.

—¡¿Qué?! ¡No es mi culpa que huela mal! —se quejó Tifa.

—Una fuerza imparable e ineludible me obliga a atacarte aunque hayas sido la persona más amable que jamás conoceré y estés dispuesta a ayudarme —reveló el tipo, con lagrimones, dejando al descubierto con su afirmación la mano negra de los Creadores de la película.

—¡Te lo dije! —celebró Marlene—. ¡Dame! —ordenó arrebatándole de las manos a la pequeña—. Que tienes que pelear sin ayuda de la fuerza extraordinaria de Lilith, si no es trampas. —Sus palabras llegaron justo a tiempo de halagar a la niña lo suficiente para que decidiera no tomar represalias por arrancarla de los brazos de su tía favorita y cogerla sin su permiso—. Yo me esconderé para que no nos salpique la sangre —decidió, contenta, y se apartó unos pocos pasos.

—Bueeeeeno, si no hay más remedio... —suspiró Tifa, poniéndose los guantes para no estropearse la manicura. Luego esperó el barrido de la zona de combate y que empezaran a subir las barras de acción y aparecer los menús, olvidando que ya no estaba en un videojuego, por lo que de pronto se lo vio encima sin esperarlo—. ¡Aaahh! —chilló sobresaltada, recibiéndolo con un puñetazo en toda la jeta que le hizo saltar varios dientes y salir disparado en dirección contraria, rompiendo una hilera completa de bancos y haciendo un boquete en la pared en su camino hasta el exterior de la iglesia—. ¡Huy! ¿He ganado? —se preguntó. Sin la música de fin de combate y el impulso antinatural de hacer la pose correspondiente ya nunca tenía claro cuándo había acabado la pelea.

—¡Hala! ¡Qué bruta! —reprochó Marlene—. ¡Deberías haberlo hecho durar para lucirte! ¡Ahora todos se han perdido la escenificación de tus límites en los nuevos gráficos!

—Ha sido sin querer... —se defendió, con un puchero—. ¿Ahora también tengo que saquearlo para quedarme con sus cosas o en las películas no dejan hacerlo? —se preguntó.

—No creo que llevase nada de interés en ese traje tan ajustado.

—Bueno, pues como Denzel no está aquí, supongo que tendremos que seguir buscando mientras vamos hacia la casa de Elmy¡argh! —exclamó cuando, de pronto, le cayó en la cabeza un enorme trozo de escombro del techo agujereado, dejándola fuera de combate encima del macizo de flores. Todo muy bonito y doloroso.

—He... ganado... he... ganado... —celebraba Loz, que entraba arrastrándose a la iglesia.

—¡Eso no vale! —se indignó Marlene mientras Lilith seguía agitando su guadaña de juguete mientras reía musicalmente, divertida por los descalabros que habían sufrido el desconocido y Tifa.

—Ahora tendrás... que venir conmigo...

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

—Yo qué sé... Suena lógico... soy el malo... Se me acaba de ocurrir...

—¿Y si no quiero acompañarte? —se rebeló. Pasaba de perderse la clase de polldance que tenía por la tarde sólo porque quisieran secuestrarla.

—La peli cambiará de escena... y cuando vuelvas a salir... te tendremos capturada...

—Prefería el videojuego —murmuró con rabia. Allí habría sido fácil pasarle por la cara a Tifa una cola de fénix para que despertara y pudiese volver a patearlo.

—Como todos... los fans de la saga... pero os aguantáis... ¡Mua... ha... ha... ha...!

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Edge, a un tiro de piedra del Séptimo Cielo

En un callejón sucio y oscuro, como le correspondía a unos suburbios, estaba sentado un chaval de diez años y cabellos castaños bastante mono de cara, algo que disimulaba bastante bien con su continuo gesto huraño. El niño estaba sumergido en sus más profundos y oscuros pensamientos que, curiosamente, nada tenían que ver con la terrible enfermedad mortal y sin cura conocida que había contraído a causa de la contaminación del agua, Geostigma, y que le había obsequiado con unas manchas negras nada estéticas:

«Aunque Tifa insiste en que se ha ido a hacer un trabajo muy largo, no me creo que Cloud se haya marchado a trabajar sin decírmelo. ¡Él jamás me traicionaría de ese modo tan propio de los adultos! —se dijo Denzel, olvidando que se suponía que el rubio lo era, aunque jamás se comportase como tal—. Seguro que Marlene tiene razón y Cloud en realidad se ha ido con un pendón desorejado —pensó, usando el término que Aerith siempre usaba para definir a cualquier hembra de cualquier raza o especie que se acercase a menos de 10 km de su marido a excepción de las niñas menores de diez años, Elmyra, Tifa, Shera, Elena, Shion y Jenova. De Yuffie aún no se acababa de fiar, su manía de recalcar lo guapo que era cuando presumía de hijastro la escamaba—. Y todo por culpa de Tifa, que no para de coquetear con descaro con esos dos tipos de Shinrra que vienen a babear mirando sus enormes tetas —se dijo, resentido con la chica por no sucumbir a los infinitos encantos de su ídolo, Cloud, al que dudaba que mereciera (ni ella ni ninguna otra), y después darle juntos un hermanito al que torturar cuando se aburriera—. Y eso igual se lo podía perdonar algún día si me suplicaba mucho, ¡pero lo de esta mañana ya ha sido el colmo! ¡¿Cómo puede Tifa haberle dado a Marlene el beso de los buenos días antes que a mí, que soy su hijo adoptivo oficial?! —se preguntó muerto de celos, y que él fuese a rechazar el gesto de cariño, como siempre, porque era un rancio, no era excusa—. ¡Y porque Lilith se despierta más tarde, que si no también me pasa por delante! ¡Menuda adulta desalmada! ¡Ella y también Cloud, por abandonarme para irse con una pendona de esas! ¡Los adultos siempre hacen igual, traicionando a los pobres niños y sus sentimientos! ¡Primero te recogen de la calle, te dan un hogar, te cuidan, te alimentan, te adoptan, te dan cariño, te leen cuentos por las noches, pasan noches en vela al lado de tu cama cuando te sientes mal y luego son incapaces de entender y anticipar todos los caprichos y tonterías que se nos ocurren!».

—Hey, tú, chaval de ceño fruncido —le habló una niña de una edad parecida a la de él. Sólo por eso la había escuchado sin fulminarla con la mirada como hacía con cualquiera de más de catorce años—. También tienes Geostigma, ¿verdad? —Esperó una confirmación que no llegó—. Pues no tiene nada que ver, pero ahí al lado hay un tipo amanerado de aspecto muy sospechoso con una furgoneta que está repartiendo caramelos a los niños y los invita a dar un paseo con él en su furgo. ¿Te apuntas?

Denzel se hizo una imagen mental de la escena, aunque en vez de plasmar en ella a Yazoo como realmente era lo colocaba con un oso marrón de sonrisa inquietante. Seguir a la niña le parecía la peor idea del mundo, y eso que Tifa nunca se había parado a aconsejarle que no se fuese con desconocidos o cogiese lo que le ofrecieran porque era demasiado cándida como para imaginar que alguien pudiese tener malas intenciones al hacerlo. Eso le dio qué pensar... Si se iba con aquel oso sospechoso en su furgoneta y le pasaba algo terrible, cuando Tifa y Cloud se enterasen se sentirían superculpables por no haberlo cuidado mejor y muy desgraciados al darse cuenta entonces de su verdadero valor...

—¡Vale, me apunto!

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Suburbios de Midgar, Iglesia del Sector 5

Después de aparcar la bici en la puerta y lograr erguirse tras pasar días enteros con el culo pegado al sillín, Cloud entró a la iglesia sin que lo sorprendiese encontrar la puerta abierta. Lo que sí que le extrañó un poco fue el boquete que había en la pared, cerca de la puerta, como si algo hubiese salido a gran velocidad por allí, pero tampoco le dio gran importancia. ¿Qué era un boquete más o uno menos? Se congelaría igual los gélidos días en los que el viento, la lluvia y el granizo lo azotaran mientras él sostenía como bien podía y sin ayuda un plástico sobre el macizo para impedir que su fuente de ingresos extra recibiera cualquier daño. Ya podrían haber puesto un techo a la iglesia cuando la reconstruyeron, pensó sin saber la cruel (para él) realidad que se ocultaba tras aquel capricho de Aerith.

Caminaba felizmente, silbando su canción favorita mientras pensaba en los tuppers que Tifa le había guardado en el congelador y lo esperaban en casita cuando acabase de regar las flores y vendarse los mordiscos de monstruo, cuando de pronto detuvo su caminar chulesco en seco. Allí, en medio de su preciado —y ahora un poco pisoteado— macizo de ingresos extra, distinguió a la preciosa y frágil —al menos en apariencia— muchacha que protagonizaba sus más hermosos sueños —ninguno de ellos apto para menores—, tumbada, inconsciente, rodeada de flores en un conmovedor y bello cuadro. Se diría que dormía placidamente si no fuera por la sangre que le caía por la frente, desde una herida abierta en la cabeza, y que ya había empezado a hacer charquito.

Una persona normal habría llamado a la ambulancia, habría intentado frenar un poco la hemorragia moviéndola lo mínimo, si no tenía PHS se hubiera arriesgado a cargar con ella y llevarla corriendo al único hospital de Midgar... Pero Cloud nunca fue una persona normal.

—¡NOOOOOO! —aulló, presa del dolor, dejándose caer de rodillas junto a la mujer, todo mientras se llevaba ambas manos a la cabeza y alzaba la mirada al cielo que se veía perfectamente por el boquete del techo—. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué ella?! ¡¿Por qué me haces esto, Planeta?! ¡Yo te salvé de la destrucción! —le recordó, olvidando el pequeño detalle de que era él también quien la había iniciado al darle la Materia Negra a Jenova—. ¡¿Por qué me la arrebatas también a ella?! ¡¿No tuviste suficiente con mi madre, cuando nací?! ¡¿Tampoco cuando te llevaste a mi mascota, Cloaqui, la rata de alcantarilla que adopté cuando, limpiando las cloacas del pueblo, la encontré?! ¡¿Ni siquiera cuando me arrebataste a mi padre–madre en aquel terrible incendio hace siete años?!... ¡¿Qué te he hecho yo para que me castigues de esta manera?! ¡¿Y qué te ha hecho ella?! ¡Tifa! ¡Mi Tifa! ¡La mejor mujer del mundo! ¡La más buena, la más pura, la más hermosa! ¡¿Qué será de mí ahora?! ¡¿Qué será de mi vida?! ¡Sin su sonrisa, la luz del sol ya no calentará, las estrellas no brillarán, la brisa del viento no se molestará en soplar! ¡Los mares se secarán, el tiempo se detendrá!... ¡Porque ella lo es todo! ¡Tifa, el gran y único amor de mi vid...!

—Clo... Cloud... —oyó de pronto la débil voz de la muchacha, que con tanto grito había empezado a volver en sí.

—¡Qui–quiero decir que eres una gran amiga y te tengo mucho cariño amistoso, de amigo! —se corrigió atropelladamente, mientras secaba con rapidez con la media gabardina las lágrimas de su rostro, aterrado porque Tifa pudiese descubrir sus sentimientos reales y pisotearlos con un educado y sentido rechazo.

—Oh... —musitó, decepcionada, pues era la única frase que había llegado a su cerebro intacta y, al verlo con los ojos brillantes, por un instante había creído que tal vez, solo tal vez, él también sintiese algo más que simple amistad por ella. Estaba claro que se había equivocado, como tan sutilmente Cloud le remarcaba.

—¡¿Qué te ha pasado?! ¡¿Quién te ha hecho esto?!

—Pues... —intentó recordarlo, pero no tenía ni idea de qué la había tumbado. De pronto, al rememorar, otra idea la hizo saltar hasta quedar sentada—. ¡Marlene! ¡Lilith! ¡Argh! —añadió cuando el dolor de cabeza la castigó por el brusco movimiento.

—¿De qué hablas?...

—¡Ese tipo extraño se las ha llevado secuestradas! —supo por exigencias del guión.

—¿Qué un hombre ha secuestrado a Marlene... ¡¿y a Lilith?! —chilló, entrando en pánico, con un alarido tan agudo y cargado de terror lacerante y racional, muy racional teniendo en cuenta las implicaciones, que hizo vibrar las cristaleras de la iglesia de modo que perdieron la capa milenaria de polvo que tan esmeradamente habían recreado durante la reconstrucción—. ¡¿Dónde?! ¡¿Cuándo?! ¡¿Cómo?! ¡¿Por qué?! ¡¿Quién?! ¡Aaargh! —aulló, esta vez al unísono con Tifa, cuando otras dos tejas con cemento desprendidas del techo cayeron y aterrizaron estratégicamente en las cabezas de los protagonistas, que cayeron fulminados.

La cámara aprovechó para hacer un precioso plano giratorio desde arriba de la hermosa estampa de los dos tumbados uno junto al otro en aquel manto de flores que cada vez eran menos amarillas por culpa de los salpicones de sangre.

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Misterioso campo de flores

En un momento Cloud estaba chillando preguntas a Tifa y al instante siguiente se encontró de pie en medio de un hermoso campo de flores blancas y amarillas que no parecía tener fin en ninguna de las cuatro direcciones.

«¿Me habré muerto del disgusto y habré regresado con el Planeta y será esto lo que se ve al hacerlo?», se planteó él ante el inexplicable suceso.

Aún estaba desconcertado cuando de pronto sintió que un escalofrío enviado por su instinto le recorría la espalda de arriba abajo y ponía en alerta sus sentidos ante una inminente amenaza. ¿Qué podría ser tan terrible para que el cuerpo le temblara como una hoja al viento?, se preguntó... hasta que de pronto sintió que una mano femenina se posaba gentilmente en su brazo, el que no cubría la media gabardina, y le clavaba sin piedad las uñas.

—Cloooooouuuud... —oyó a su espalda la voz gélida, y llena de promesas de agonía infinita, de una mujer que a veces, en sus momentos más lúcidos, deseaba no haber conocido nunca. La sangre se le heló en las venas y fue incapaz de moverse, girarse para ver su segura mirada asesina o salir corriendo en dirección contraria—. ¡Pagarás muy caro haber permitido que se lleven a mi princesita! —amenazó Aerith, la única capaz de clavarle las uñas y darle la espalda al mismo tiempo para que la fotografía quedara hermosa y poética: espalda contra espalda, su silueta recortada por la luz, el plano convenientemente realizado para que no se descubriese su rostro, como si su traje rosa lleno de remiendos, sus horripilantes y sobredimensionadas botas marrones y esos bucles castaños que se hacía delante de las orejas todas las mañanas no fueran suficientes para descubrir su identidad.

—¡No es culpa mía! —se defendió, aterrado, todavía incapaz de moverse para huir—. ¡Ni siquiera estaba en la ciudad por culpa de tu encargo!

—¡Excusas! —chilló, haciéndole tragar saliva—. ¡Tú eres el protagonista y deberías haberlo impedido! ¡Prepárate para morir!

Aquellas palabras eran lo que necesitaba para salir de la parálisis y echar a correr por el campo de flores sin mirar atrás para poder contemplar la destrucción que la cetra dejaba a su paso en un intento de alcanzarlo. Pero Cloud había aprendido a correr muy rápido huyendo durante su niñez de los niños del pueblo cuando le lanzaban piedras y eso de momento lo estaba salvando hasta que, de pronto, apareció a pocos pasos frente a él una grande y poderosa figura masculina vestida de negro que por poco no se lleva por delante... o eso habría pasado si no se hubiera estrellado contra una pared invisible cuando iba a hacerlo y caído al suelo de culo.

—Se... ¡Sephiroth! —reconoció Cloud al sereno hombre de cabellos largos y plateados que lo miraba con infinita frialdad con aquellos rasgados y anormales ojos verde brillante—. ¡Ayúdame! ¡Por favor, convence a Aerith para que me escuche un momento...!

—¿Ayudarte?... —repitió con supremo desprecio mientras lentamente paseaba por delante del rubio la larga hoja de su espada, Masamune—. ¿A ti... que has permitido que alguien ponga sus sucias garras sobre ni niña?...

—No... yo... —Empezó a retroceder por el suelo, sentado, mientras Sephiroth avanzaba hasta que, de pronto, tropezó con unas botas. El corazón le dio un vuelco, alzó la mirada con pavor y allí encontró otros ojos verdes, menos sobrenaturales pero infinitamente más aterradores—. ¡NOOOOOOOO!

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Zona misteriosa en las afueras de Midgar, Casita de Elmyra y Zack

—¡NOOOOOOOO! —chilló Cloud, con lágrimas en los ojos, en el mismo momento en que su mente, antes de entrar en colapso total, lo sacó de su pesadilla.

—¡La leche! —exclamó, con una mano en el pecho, Zack, un apuesto joven moreno con un peinado sospechosamente parecido al de cierto ninja Uchiha—. ¡Cloud, tío, ¿ese es modo de despertarse?! ¡Casi me da un ataque!

—¿Z–Zack?... —logró reconocer, entre las lágrimas, los ojos vivaces de su mejor amigo.

—Sí, soy yo. ¿Se puede saber qué te pasa?

—Zack... Ha sido todo una pesadilla... Un sueño terrible, pero un sueño... —se dijo, sintiendo que un profundo alivio lo embargaba.

—Desde luego, ese trozo de techo te ha golpeado bien fuerte en la cabeza. Aunque lo de Tifa es peor que, como le han llovido dos, aún no se ha despertado —indicó, señalando la cama de la habitación de invitados de la casita, donde Tifa reposaba plácidamente. Fue entonces cuando Cloud reparó que él estaba tirado en una alfombra. Se sentía un poco desubicado, pero el sonido de las patitas de las ratas que correteaban por la habitación de al lado, la de Aerith, que Elmyra se había negado a desmantelar por si algún día a su hiji le apetecía ir a dormir con ellos, lo situó.

—¿Qué hacemos en la casa de Elmyra?

—Y la mía —le recordó Zack

En ese momento oyeron un triple alarido de terror en el piso inferior.

—Parece que tenemos visita —comentó con tranquilidad Zack. Por alguna razón que a él se le escapaba, todos los que eran recibidos por su sonriente esposa soltaban un grito de espanto al verla—. Seguramente otros pesados vendiendo seguros. —Luego, devolviendo la atención a su rubio amigo, continuó como si nada—: ¿En serio no te acuerdas de lo que os ha pasado? Como Tifa tardaba mucho en traernos a Lilith, decidí ir a ver si la había entretenido alguno de los cientos de vagabundos de la zona y os encontré a los dos tirados en el suelo de la iglesia con una brecha en la cabeza. Bueno, Tifa tenía dos. Pero no sufras, la magia de los saltos temporales os ha dejado como nuevos. Debe de ser el equivalente en la película a dormir en una posada era en el juego... —filosofó.

—¿E–en la iglesia?... —preguntó, palideciendo—. No puede ser que no sea un sueño... que sea real que fui... y encontré a Tifa preciosa, ahí tirada medio muerta... y que ella me dijo... que... que...

—¿Que te iba a caer un cacho de techo a la cabeza? ¿Que estabais pisando las flores? ¿Que te olía el aliento? —probó a adivinar Zack.

—¡Han secuestrado a Lilith!... y a Marlene.

—¡¿QUÉ?! —gritó, pálido como sólo alguien que conocía la ira de Aerith y Sephiroth podía llegar a estarlo—. ¡¿Estás seguro de lo que estás diciendo?!

—¡Me lo dijo ella! —indicó Cloud, señalando a la joven durmiente.

—¡TIFA! —chilló en su oído Zack mientras la zarandeaba con violencia—. ¡Despierta!

—¡¿Eh?! ¡¿Qué?! —emitió, mareada por tanto movimiento.

—¡Tifa! ¡¿Es cierto que se han llevado a Lilith?!

—¡Oh, sí! —recordó de pronto, preocupada. Por suerte para ella, Zack había dejado de zarandearla, no fuera que se mordiera la lengua al contestar—. ¡Vino un chico muy raro con el pelo plateado buscando a su madre y de pronto dijo que tenía que pegarme con él! Lo derroté, creo, ya sabéis, sin la música de fin de combate y la pantalla de experiencia... lo que decía, vencí y de pronto algo me golpeó.

—Entonces no viste cómo se las llevaba, ¿no? —se esperanzó Zack—. ¡Mira que sois cenizos! Aparece un tipo hostil buscando pelea, quedas inconsciente y al despertar han desaparecido las niñas y tú ya sacas conclusiones precipitadas... ¡Un momento! ¡Lilith está en paradero desconocido!

—¡Chicos! —exclamó Reeve, apareciendo súbitamente por la puerta junto a Rude y Reno. De pronto eran tantos en la minúscula habitación que casi no cabían—. ¡Tengo malas noticias! ¡Han pasado dos cosas terribles!

—¡Tonterías! —desdeñó Cloud—. ¡Lilith ha desaparecido!

—¡Lilith ha desaparecido! —repitió Reeve dos octavas por encima de lo recomendable para cualquier oído humano—. ¡Tienes razón! ¡¿Qué más da lo otro?!

—Bueno... Igual deberías decirlo de todos modos —opinó Tifa—. Que no sea tan importante como lo de Lilith no hace que no sea importante también...

—Hemos perdido el contacto con Elena y Shion en el Cráter del Norte mientras buscaban el cuerpo de Jenova —explicó Rude, siempre solícito con Tifa.

—Y también han encontrado a Alfonsino en un charco de sangre en la mansión del presi y ni rastro de la cabeza de Jenova —añadió Reno, mascando chicle—. ¿Creéis que si le contamos lo que ha pasado a Barret escapará del monasterio para venir? —se interesó.

—Seguro, Marlene también ha desaparecido —respondió Tifa.

—Genial —celebró—. Me piro a hackear los datos personales de la población para conseguir el teléfono nuevo del monasterio y llamarlo —informó antes de marcharse, sin darles tiempo a responder, mientras se le oía decir para sí conforme se alejaba—: ¿Por qué lo cambiarán tan de continuo? Si, total, sólo llamo para saludar a Barret una vez cada media hora...

—La verdad es que lo de Jenova tampoco tiene buen aspecto —tuvo que admitir Zack.

—¡Da igual! ¡La prioridad uno es Lilith! —decidió Cloud—. ¡Buscad en tierra, mar y aire, donde sea necesario, pero encontradla!

—¡Pondré a todos mis XOLDIER a ello! —decidió Zack.

—¡Yo movilizaré a los Griegos! —añadió Reeve.

—Seph y Aerith regresan mañana por la mañana de sus vacaciones —advirtió Zack—. Como no hayamos arreglado esto antes de que lleguen, lo de Meteorito nos parecerá un chiste comparado con lo que le pasará al Planeta cuando estos dos desaten su furia conjunta.

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Zona nueva de Midgar, Edificio central de Shinrra

Reeve había convocado un gabinete de crisis para tratar el tema de la desaparición de Lilith —y de rebote el del secuestro de Marlene y todos los niños y jóvenes con Geostigma del Planeta— y la fuga voluntaria de Jenova —así habían demostrado las cámaras de seguridad— con un tipo raro que afirmaba ser hijo suyo. A la reunión habían sido convocados Tifa y Cloud además de la élite de Shinrra a excepción de Vincent, aún imposible de localizar, el Presidente (evidentemente) y los Griegos desaparecidos. Por tanto, además de la pareja de protagonistas y Reeve, estaban: Zack, general de XOLDIER; el Griego, Rude; el jefe del Departamento de Informática, Lucas y el secretario del Presidente, Alfonsino. Reno, aunque ya no pertenecía a Shinrra, se había apuntado para merendar gratis y no perderse una.

—Por si hay algún despistado —inició Reeve, que por algo había organizado él la reunión y pagado la merienda tras perder contra el resto a piedra, papel o tijera—, los temas a tratar son: primero y más importante, cómo localizar y recuperar antes de mañana por la mañana a Lilith, y al resto si nos viene de paso, y segundo, cómo localizar y traer de regreso por los medios que sean necesarios a Jenova, también antes de mañana por la mañana. Si nos sobra tiempo, iremos a ver qué ha pasado con Tseng y Elena en el Cráter, más que nada porque hay que recuperar el cuerpo de Jenova antes de que acabe el mes para así cumplir con el plazo que prometimos al Presidente antes de que se marchara de viaje.

—Siempre prometiendo plazos antes de investigar su viabilidad... —se quejó amargamente Lucas, por lo bajini, antes de dar un trago a su zumo de tomate.

—¿Qué sabemos exactamente? —se interesó Zack, masticando con fruición un bocata de calamares a la romana.

—En el caso de Jenova todo está muy claro gracias a las grabaciones de las cámaras de seguridad de la mansión del Presidente —respondió Lucas, quien había tenido la nada envidiable tarea de revisar todas las imágenes hasta reconstruir los hechos—. El tipo de pelo plateado, que no sabemos si lo peina así para no ser reconocido por los reconocedores faciales que instalamos y cotejan los rostros con la base de datos de la población del Planeta que tiene Shinrra pero el caso es que lo consiguió, entró tranquilamente por la puerta principal y fue directo a la sala de Jenova gracias a un inexplicable fallo general de la seguridad y un inaudito conocimiento del interior de la mansión. Una vez allí, amenazó a Alfonsino, aquí presente —señaló al pobre joven quien, gracias a la magia de los cambios de escena, milagrosamente ya no tenía ni rastro del ataque brutal que había sufrido—, y lo distrajo lo suficiente para que Jenova lo noquease por la espalda con un mando de la xbox. Luego se marcharon juntos por donde había entrado, no sin antes dejar todo el suelo perdido de ácido.

—Suerte que pensé en sugerir al Presidente que usase materiales resistentes a la corrosión para las estructuras de la mansión... —se dijo Alfonsino, removiendo su café con leche.

—Según lo que hablaron el tipo y Jenova en la grabación, el objetivo es conquistar el mundo para entregárselo a ella —añadió Lucas.

—Ese plan me suena... —se dijo Cloud untando nocilla en pan.

—Es lo mismo que Sephiroth decía que quería hacer antes de recapacitar tras la muerte de Aerith —señaló Tifa mientras removía con la pajita su batido de fresa. Todavía nadie del grupo sabía que aquello había sido un plan ideado por la cetra, y Zack, el único que conocía este secreto, no lo diría ni bajo tortura, que es exactamente lo que lo esperaba si se iba de la lengua.

—Tampoco suena tan grave —opinó Zack—. ¿Y qué sabemos de Lilith y el resto de mocosos?

—A los niños, numerosos testigos los vieron subiéndose a una furgoneta conducida por un tipo que, oh casualidad, también tenía el pelo plateado, aunque al parecer no era el mismo que fue a casa del Presidente —explicó Reeve.

—El hombre con el que me peleé en la iglesia cuando estaba con Marlene y Lilith, antes de quedar inconsciente, también tenía el pelo plateado —recordó Tifa.

—Serán de alguna secta de canosos o algo —resolvió Cloud, sin atar cabos y percatarse de que eran los tres locos que lo habían atacado cuando iba en bici.

—Esperemos que no pretendan teñir a los secuestrados, porque como le cambien el color de pelo a Lilith, Aerith nos mata, Sephiroth nos resucita y luego nos vuelve a matar —advirtió Zack. Nadie le llevó la contraria, los creían capaces. Sí, a Sephiroth de resucitar a los muertos, también.

—¿Entonces la mocosa del presi y los mocosos de la furgo están juntos? —supuso Reno con un cubata en la mano. Ese era su concepto de merienda.

—Sí —asintió esta vez Lucas—. Los testigos nos proporcionaron la matrícula de la furgo y, en este ratito que he tenido mientras veníais a la reunión desde la casa de Elmyra, he desarrollado un programa que conecta con los satélites que la antigua Shinra puso en órbita para espiar a las chicas en las playas nudistas y con ellos y un reconocedor de caracteres por foto que he implementado mientras se encendía el ordenador de la sala de reuniones, he rastreando todas las matrículas de todos los vehículos del mundo, que por suerte son muy pocos los que no son de nuestra propiedad, y así he podido localizar la furgoneta aparcada en este punto —explicó mientras tecleaba para dar lugar a un mapa 3D con un punto parpadeante.

—¿Eso no es... esto...? —empezó Cloud, que hasta entonces nunca había visto un mapamundi—. ¡Ah, ya sé! ¡Es Costa del Sol!

—Cofcof, lacapitalolvidada, cofcof —le chivó Tifa por lo bajo.

—¿Te has resfriado, Tifa? —se preocupó él—. Toma un caramelito de menta. Sólo lleva trece meses en mi bolsillo y es nuevo.

—Esto... gracias... —musitó aceptando el dulce que pese al papel que lo cubría estaba pringoso por las tardes veraniegas que había pasado en el pantalón.

—Como todos menos Cloud sabréis, eso es La Capital Olvidada.

—¡¿Qué?! —se sorprendió el rubio—. ¡Eso es imposible! ¡No pueden haber llegado tan rápido! ¡Está en la otra punta del mundo!

—Y hace falta conseguir un barco privado para ir a ese continente, porque los barcos de Junon y Costa del Sol no van —añadió Tifa, recordando que ellos, hacía dos años, habían necesitado usar una lancha que un amable ciudadano le había regalado cuando ella se lo pidió haciendo uso de su arma más mortífera: esa mirada.

—Detalles sin importancia —decidió Zack—. ¿Y estáis seguros de que Lilith está allí también? —pasó a lo realmente importante.

—Sí —asintió Lucas—. Gracias al chip con GPS que Aerith me mandó sabiamente ocultar en los pendientes de su hija, convencida de que era tan mona que cualquier día podían querer llevársela como así ha sido, hemos podido confirmar su localización exacta en ese mismo lugar.

—¿Y por qué iban a querer ir a un sitio como ese? —se extrañó Zack.

—Eso —asintió Cloud—. Si ni siquiera hay cuartos de baño o cocinas en las casas. Ni tiendas. Ni wifi...

—A saber. —Reeve se encogió de hombros.

—Si sabéis dónde están, ¿por qué no habéis ido ya en vez de hacer esta reunión absurda? —preguntó Reno rellenándose el vaso.

—¿Por la comida? —sugirió Cloud, que no tenía ni idea.

—No —sentenció Rude, que al parecer seguía vivo y despierto, algo que sus gafas impedían saber a ciencia cierta la mayoría del tiempo.

—Fue para tener algo que hacer mientras los técnicos ponen a punto la moto de Cloud para que vaya él a rescatarlos.

—¡¿Qué?! ¡¿Yo, solo?! —se quejó.

—Eres el protagonista, así que apechuga.

—¡Pero ¿por qué no venís todos?!

—Porque alguien tiene que preparar el plan de evacuación de la ciudad por si le han hecho algún rasguño a la niña —indicó Reeve—. Además, una fuerza ineludible e insuperable, es decir, el capricho de los Creadores de la película, me impide mandarte más refuerzos que una única persona. Elige bien.

Cloud miró al resto. Tenía muy claro que sus únicas posibilidades eran Zack y Tifa. Zack se apuntaba a un bombardeo, así que podía contar con que quería ir. En cuanto a Tifa... La imagen que había encontrado en la iglesia volvió a su mente provocándole un nudo en la garganta, olvidando lo evidente —que Tifa no había muerto— y también que en realidad los tipos que buscaban no habían tenido mucho que ver con el lamentable estado en que la había descubierto.

—Tifa... Igual deberías quedarte por si, de casualidad, Denzel no se hubiera ido en la furgo y regresara a casa —se acogió.

—Supongo que tienes razón, pero... —empezó, con lagrimitas en los ojos—. No lo dirás porque no quieres que vaya contigo para que no descubra que tienes Geostigma, ¿verdad?

—¡¿Qué?! —exclamaron todos, mirando al rubio, y éste mirando a Tifa, atónito.

—¡Cloud, tío, ¿tienes una enfermedad mortal incurable y no se lo dices a tu mejor amigo?! —se quejó Zack.

—¡Yo no tengo Geostigma! ¡Barret no nos dejaba usar el agua corriente y durante mi época en Shinrra no pisé los suburbios! ¡El único agua corriente con la que tuve que enfrentarme fue la de dudosa procedencia que usa Elmyra para los té y ya sabes que, por alguna extraña razón, no estaba infectada!

—Entonces... —retomó Tifa—. ¿Por qué había tantos vendajes sucios y negros en la iglesia entre tus cosas?

—¡Son de cuando me curo los mordiscos de los monstruos que me muerden en mis viajes! Pensé que si veías una fila de dientes de dragón y una marca de tentáculo de molbol te preocuparías... Y negros no me extraña que hayan acabado con la de roña que hay en la iglesia.

—Oh... —pronunció Tifa, aliviada pero un poco avergonzada—. Entonces me parece bien, esperaré en Edge a que vuelvas.

—Entonces voy yo, ¿no? —supuso Zack—. ¡Guay! Me encanta ir en moto.

—¿Pero cómo vamos a ir a la Capital Olvidada en moto antes de mañana?

—No sufras —indicó Lucas—. La magia de la película hará que llegues en menos de una hora, como han hecho ellos, como si estuviera al lado de Midgar en lugar de en otro continente, al que sólo se puede llegar en embarcación privada porque los barcos de Junon y Costa del Sol no van, en la otra punta del Planeta.

—¡Guay! —repitió Zack—. ¿Cuándo salimos?

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Capital Olvidada

Marlene hacía rato que esperaba aburrida a ver si la rescataban a tiempo para poder ver el programa del late night, ya que se había perdido sin remedio la clase de polldance. En principio pensaba que la llevarían a algún sótano en alguna casucha en las llanuras de las cercanías de la granja de los chocobos, pero no había tenido esa suerte, no. Había tenido que ir a parar a la otra punta del mundo a escuchar las conversaciones de tarados de ese tipo que la había secuestrado y su amiguito el del pelo en la cara. Al principio se había entretenido jugando con Lilith con el sonajero, pero cuando la niña había noqueado con él accidentalmente a Loz, Kadaj había confiscado el juguete. La pequeña había hecho un puchero acompañado de una mirada asesina, pero Jenova la había distraído enseñándole cómo fundía árboles con sus babas ácidas. En eso seguía la cabeza rubia mientras Lilith, sentada en el suelo, aplaudía y reía musicalmente.

—Ahora que hemos recuperado a mamá, ¿qué nos queda por hacer? —se preguntó Loz.

—Pues... Conquistar el mundo para ella, claro —respondió Kadaj.

—¿Cómo?

La mirada de los dos se dirigió a la cabeza que, al sentirse observada, les prestó atención.

—¿Cómo conquistamos el mundo, Madre?

¡Jijijiji! ¡Recuperemos mi cuerpo! ¡Y con él conseguiremos el poder para dominar el universo! ¡Jijiji! —inventó.

—¿Dónde está? —insistió Kadaj.

Dicen que en el Cráter, ¡pero yo no me lo creo! ¡Seguro que lo esconden en Midgar... o en Edge! ¡Jijijiji! ¡Seguro que lo metieron en esa horrible estatua de Aerith que hicieron para conmemorar que supuestamente ella casi sola salvó al mundo de Meteorito! ¡Jijijiji! —propuso, regocijándose ante la idea de romper aquella obra magna en la que la cetra había invertido tanto dinero. Dudaba que su cuerpo estuviera allí, pero como excusa era tan buena como cualquier otra.

—¿Y lo de los niños que nos has pedido que secuestráramos? —se extrañó Kadaj.

¡Jijijiji! Eso es una sorpresa. Tú haz lo que yo te diga y ya verás qué divertido. ¡Jijijiji!

Marlene tenía un mal presentimiento. Y, lo peor de todo, tenía ganas de ir al baño y no había ni un maldito váter en toda la ciudad. Conociendo el caso de Lilith, que sólo era medio cetra, Marlene empezaba a sospechar que los cetras puros debían de cagar flores.

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Bosque Dormido ahora despierto

Zack y Cloud avanzaban por el bosque subidos en la moto del rubio.

—¿Para qué nos enfocan ahora si no tenemos nada interesante que decirnos? —se preguntó Cloud.

—Supongo que para poder cambiar de escenario más cómodamente a los personajes de la escena anterior. ¡A saber! A mí aún me confunde esto de que no haya cambios de pantalla sino continuos saltos en el tiempo.

—Es verdad. Yo me pierdo un montón en casa al no poder mapearla en pantallas.

—Entiendo a qué te refieres. A mí se me hace muy raro que no se ponga todo negro cuando subo o bajo las escaleras de la casa que comparto con Elmyra. Aunque no tanto como no poder ver el interior de todas las habitaciones desde arriba aunque la puerta esté cerrada.

—Sí... Es muy extraño.

—Mucho.

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Lago favorito de Aerith, Capital Olvidada

Jenova había indicado a los tres locos que reunieran al grupo de mocosos con Geostigma en el lago para darles un discurso inspirador que los haría entender que su causa era la más noble y debían unirse a ellos. Aunque Kadaj no entendía para qué podían necesitar a un montón de críos, no osó llevarle la contraria. Total, tal vez los quisiera usar de carnaza.

Y así, todos los chavales menos Marlene, a la que habían olvidado y permanecía sentada en una piedra más aburrida que una ostra, y Lilith, que seguía junto a Jenova, se habían alineado frente al lago. En el lado opuesto del agua permanecían plantados Kadaj y sus dos compinches, uno a cada lado y un paso por detrás de él. Jenova se había instalado cerca y, con disimulo, aunque no el suficiente como para que Marlene no se percatara, echó en las aguas el contenido fluorescente de un matraz que sólo ella sabía de dónde había sacado. Al hacerlo el agua hasta entonces transparente se puso a refulgir de un color plateado la mar de sospechoso, pero nadie pareció darle importancia.

—Ejem, ejem —se aclaró la voz Kadaj—. He recibido un poder especial de Madre —empezó a declamar con ambos brazos alzados y la mirada clavada en el cielo oscuro, dejando pillados a los chavales, que no tenían ni idea de qué hablaba. Ellos habían ido allí con la promesa de que después del paseo en furgo les regalarían helados—. ¡El poder de pelear contra un planeta que atormenta a sus habitantes! ¡Y vosotros también lo tenéis por gracia divina y deseo de Madre! ¡Pero al Planeta no le gusta nada y por eso os ha hecho enfermar!

—¿No era Shinra, con los vertidos tóxicos en el agua de los suburbios, quien nos había hecho esto? —preguntó un chaval despistado y lo suficientemente aburrido como para escuchar a Kadaj.

—¡Da igual quién lo haya hecho! —replicó Kadaj, mandándole una mala mirada—. ¡Yo os curaré!

—¿Eres médico? —añadió esta vez una niña.

—Yo hace semanas que no paro de tirarme pedos, ¿me puedes recetar algo? —pidió otro chaval y, con cara de asco y un "¡aj!" general, los demás se apartaron un paso de él.

—¡A mí me duele un diente! —añadió otro.

—Mi madre dice que los médicos son todos unos matasanos y que sólo me pueden curar las plantitas y las energías de los curanderos —apuntó otra mocosa.

—¡A callar todos! —chilló Kadaj, hiperventilando. Sólo hacía medio minuto que había tenido su primer contacto directo con un niño y ya deseaba erradicarlos de la faz del Planeta—. Haced lo mismo que yo voy a hacer —siguió con las instrucciones que Jenova le había dado de antemano.

Tras estas palabras, caminó con parsimonia hasta meterse en la orilla del lago, que cualquiera diría que tenía debajo unas escaleras porque a cada paso que había dado se había hundido diez centímetros, hasta que el agua plateada le llegó por la cintura. Como nota aparte, acumulaba tanta roña en la ropa por el viaje que el agua de su alrededor adquirió un poco apetecible tono negruzco. Como si eso le diera igual, que no se lo daba pero él tenía que obedecer estrictamente las indicaciones de Madre, cogió en sus manos, puestas en forma de cuenco ante él, parte de esta agua negra y luego, aguantando las arcadas anticipadas, se bebió su contenido.

Los chavales, pensando que era alguna clase de juego raro y que si no lo hacían no habría helados, empezaron a meterse en el lago que, por suerte, por su lado era menos profundo.

Denzel, con cara de asco, es decir, la habitual, pensó:

«Alucina si se cree que voy a beber agua roñosa en la que se acaban de meter, con ropa y botas, este grupo de mendigos que hace meses que no se duchan...».

Pero entonces le llegó la voz de Marlene, a la que por cierto no había visto deslumbrado por la luminiscencia antinatural de la construcción en forma de caracola que estaba junto a la niña:

—¡No bebas, Denzel! ¡Jenova ha metido qué se yo en el agua!

«¡¿El agua está envenenada?! —entendió él—. Un momento... Yo quería preocupar a Tifa y Cloud... Por mucho asco que me dé, tendré que beber», decidió, y se puso a ello. Suerte que la película ignoraba el hecho de que la Capital Olvidada estaba a tiro de piedra del Área de Iciclos y, por tanto, debería hacer un frío acojonante que no invitase a darse bañitos en los lagos.

Todos bebieron con fruición y cuando habían acabado su cuenquito de agua, alzaron la mirada desenfocada hacia el frente y dijeron al unísono:

—Cereeeebros... cereeeebrooooss...

—¡¿Qué ç#&!¬+#?! —exclamó Kadaj, dando un paso atrás mientras los niños empezaban a avanzar con pasos torpes y lentos hacia él mientras alzaban ambos brazos ante ellos como si ya pudieran alcanzarlo. No llegaron muy lejos, pues pronto encontraron la sima que había oculta en el lago y donde en el pasado se sumergió Aerith kilómetros de profundidad por cortesía de Cloud y Yuffie.

¡Jijijiji! —se tronchaba Jenova mientras los mocosos hundidos intentaban salir a flote—. ¡Qué divertido! ¡Es mejor de lo que esperaba! ¡Jijijiji!

—¡¿Qué les ha pasado?! —exigió saber Kadaj, ya fuera del agua y junto a ella y Marlene. Loz lloraba de miedo y Yazoo por contagio.

¡Ni idea! ¡Yo sólo he echado al lago una cosa que robé del laboratorio de Hojo en el Edificio Shinra cuando escapé de él hace dos años. ¡Jijiji! ¡Ahora podremos hacer nuestra propia Apocalipsis zombi! ¡Jijiji!

—¡¿Y yo qué?! —se alarmó—. ¡También he bebido!

¡Jijiji! Pero no te ha pasado nada —señaló lo evidente con voz falsamente inocente—. Será porque eres rarito. ¡Jijiji!

—Ah... —creyó entender—. Sabías que yo sería inmune.

En realidad, no. ¡Pero iba a ser divertido ver qué te pasaba! ¡Jijijiji! —se regocijó, haciendo preguntarse a Kadaj seriamente qué hacía él allí con aquel grupo de lunáticos.

—¡Da igual! —se dijo. Los Creadores no pensaban permitir que absurdas dudas creadas por algo tan nimio como casi ser envenenado y zombificado por ella hicieran tambalearse la injustificada devoción de Kadaj hacia Jenova—. ¡Aprovecharemos nuestra nueva horda de mocosos para recuperar tu cuerpo, Madre! ¡Jajajaja!

— Zombiii zombiii —canturreaba Lilith, feliz, mientras Kadaj y Jenova reían y los niños que habían llegado hasta ellos mordisqueaban a Loz y Yazoo.

Marlene, aprovechando el desmadre, hizo un mutis por el foro, escapándose al bosque con intención de buscar ayuda. Por un instante se planteó intentar llevarse a Lilith con ella, pero el tentáculo corrosivo de Jenova, firmemente rodeando la cintura de la niñita, la disuadió.

«Espero que encontremos la cura antes de que a Denzel se le caiga la piel a cachos», deseó, internándose en la espesura de los raquíticos y blancos fluorescentes árboles sin hojas de aquella región abandonada y llena de monstruos sanguinarios.

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

Cerca de la Capital Olvidada

Cloud y Zack seguían avanzando con la moto por aquel bosque reseco de troncos brillantes mientras, para matar el tiempo, jugaban al veo veo.

—Veo veo —empezó Zack con voz cantarina.

—¿Qué ves?

—Una cosita.

—¿Qué cosita es?

—Empieza por la letra... ¡L!

—¡Luna! —sugirió Cloud.

—¡Fallaste!

—¡El lodo del suelo!

—¡Tampoco!

—La luz antinatural de los troncos. Las legañas del sueño que arrastras. Las luciérnagas. ¡Un lamparón en mi media gabardina!

—Nada de eso.

—Vale, me rindo. ¿Qué es?

—¡Una lluvia de balas! —anunció feliz instantes antes de que Cloud tuviera que hacer maniobras suicidas para esquivar un montón de balas que, a lo lejos, les lanzaban Yazoo y Loz, uno a cada lado de Kadaj y con Jenova, que sostenía a Lilith en sus tentáculos, a un par de pasos por detrás.

Cloud hacía eses, para esquivar, mientras abría un nuevo compartimiento de la moto en el que había guardado su ¿espada? y la de Zack, aunque eran más grandes que la moto en la que supuestamente estaban. Kadaj, mientras ellos se armaban, chasqueó los dedos varias veces y de los árboles donde instantes antes no había nada calló una lluvia de mocosos. Para no atropellarlos, más que nada porque Denzel estaba en primera fila, Cloud dio un giro poco hábil que los lanzó a los dos por los aires y a la moto, dando vueltas, directa contra un árbol. Zack, tras unas ágiles y gráciles piruetas, aterrizó en el suelo suavemente, pero cuando alzó la mirada y la espada esperando encontrar a sus enemigos sólo vio aire, pues todos, ignorándolo, se habían congregado en círculo alrededor de Cloud, que había caído de morros contra el duro suelo.

—¡Este de aquí es nuestro hermano! —anunció Kadaj, eufórico, señalando a Cloud con su extraña espada de dos hojas paralelas—. Pero ¿sabéis qué? Es una lástima... pero es un traid... ¡argh! —exclamó cuando un niño se lanzó contra el brazo en el que blandía el arma y le clavó los piños con saña—. ¡A mí, no!

—Cereeeebros... cereeeebrooooss... —fue la excusa que le dio.

—¡¿Qué les habéis hecho?! —se horrorizó Cloud al ver las expresiones idas de los mocosos—. ¡¿A Lilith, también?! —se asustó, pero tras buscarla y localizarla riendo adorablemente entre los tentáculos de Jenova, suspiró aliviado—. Menos mal...

—¡No me ignores! —se quejó Kadaj.

—¡Ya voy! —respondió Cloud recogiendo su ¿espada? y disponiéndose a atacar sin ceremonias—. ¡Ahora que veo vuestros caretos, os reconozco! ¡Sois los de la llanura! ¡Pagaréis lo que le hicisteis a mis gafas de motorista! —bramó, olvidando ya a los niños, que también lo ignoraban a él, probablemente porque lo que buscaban era cerebros que mostraran algún tipo de actividad que los diferenciara de una piedra y en Cloud no iban a encontrar ninguno.

El rubio de peinado puntiagudo y ahora posible, no como en el videojuego, empezó a hacer alarde de su habilidad con la espada, adquirida tras arduos entrenamientos para lograr ingresar en XOLDIER, aunque en realidad lo que siempre suspendía era el teórico. Se permitió dar giros inútiles pero vistosos, incluso saltos, mientras frenaba a la vez los ataques que le llovían por parte de dos de los tres hermanos, pues Kadaj, de nuevo, había decidido quedarse de espectador. Por un instante Cloud se planteó quejarse a Zack por no echarle una mano, pero vio por el rabillo del ojo que su mejor amigo estaba centrado en una tarea mucho más importante que derrotar a los enemigos principales de la película.

¿Qué inteeeentas? ¡Jijiji! —canturreó Jenova al descubrir al moreno oculto tras un matorral que había ido desplazando para acercarse a ella.

—Va, Jenova, sé buena y dame a Lilith —pidió Zack, saliendo de su inútil escondite—. No la necesitas para conquistar el mundo y todo eso.

¡Pero será muy divertido ver lo que os hacen Sephi y la cetra cuando sepan que os la he quitado! ¡Jijijiji! ¡Si la quieres tendrás que atraparme! ¡Jijiji! —rió mientras empezaba a rodar por el suelo y lanzarle escupitajos de ácido para cubrirse las espaldas que no tenía, todo sin soltar a la niña, que se lo estaba pasando mejor que cuando fue al parque de Wutai el mes pasado—. ¡A que no nos pillas ! ¡Jijiji!

—¡Estate quieta! —pedía Zack, persiguiéndola—. ¡Hey! ¡Que me das! ¡Y eso podría desfigurar mi apuesto rostro, algo que las fans nunca te perdonarían!

¡Jijijijiji!

—¡Jajajaja! —la coreaba Lilith.

Mientras, Cloud, que seguía sumido en su épica batalla, vio cómo por la espalda de Yazoo, al que tenía a pocos pasos ante él, se aproximaba un gigantesco tsunami de barro que había levantado Loz golpeando el suelo.

«¡Ej! ¡Como permita que eso me dé me va a dejar perdido! —temió—. Debería guardarlo para derrotar a mis enemigos más poderosos... —se dijo, recordando lo poco que había aprendido de estrategia—. Pero... ¡al diablo! ¡No quiero quedar hecho un asco!», decidió instantes antes de concentrar su energía acumulada por los palos que se había ido llevando a lo largo de la película y descargarla en forma de su límite "Haz espada", que golpeó la ola de suciedad y la hizo desintegrarse. Los hermanos no le dejaron regocijarse de su hazaña, pues siguieron lanzándole lluvias de plomo y puñetazos a tutiplén.

—¡Es trampas usar pistolas contra una espada! —dijo Cloud, por decir algo. Más que nada porque nunca lo consideró así cuando iba con Barret y Vincent en su equipo de combate. En ese momento se había subido a uno de los árboles para recuperar la parte afilada de su ¿espada? que se había separado del resto cuando el rubio había hecho un giro demasiado rápido—. Menos mal que he venido preparado —se dijo sacando del bolsillo un bote de super glue y un rollo de cinta americana para arreglar el arma.

Cuando estaba concentrado en la parte más importante de su tarea: usar el super glue sin pegarse él accidentalmente a la hoja de metal, Loz se aburrió de esperar a que bajara y de un puñetazo rompió el tronco del árbol.

—¡Aaaaaaah! —chilló Cloud antes de aterrizar junto a Kadaj que, pensando que lo había atacado (pues hasta ese instante tenía su atención centrada en cómo Zack huía de una nube de abejas rabiosas que Jenova le había obsequiado al lanzarle a la cabeza una colmena), decidió unirse a la fiesta y empezó a atacar al prota, que aún no tenía la ¿espada? en condiciones—. ¡Tiempo muerto! ¡Tiempo muerto! —pedía Cloud, esquivando como podía, hasta que un golpe de Kadaj lo lanzó al suelo con tan mala pata que aterrizó sobre Zack. Las abejas no tardaron ni medio segundo en empezar a ensañarse con los dos indefensos guerreros mientras Jenova se decía que no se divertía tanto desde que acompañó a Cloud, Tifa, Aerith y Sephiroth a la cita doble en el Gold Saucer. Aunque tenía que admitir que la batalla de Sephiroth contra todos en el Cráter también había tenido su puntito... Ah... Qué viaje tan divertido fue aquel de hacía dos años...

Sin embargo, una cosa roja que apareció volando de la nada y cayó sobre la pareja de desgraciados estropeó la diversión de la cabeza mutante alienígena, sobre todo cuando luego se fue por donde había venido llevándoselos con él.

—¡Eh! ¡Se lleva a nuestro hermano! —se quejó Kadaj que, aunque como sus dos hermanos podía desafiar las leyes de la gravedad con saltos de más de diez metros y permaneciendo en el aire hasta cinco minutos, aún no había aprendido a volar.

—¡Se ha ido sin despedirse! ¡Waaaah! —lloró Loz.

—¡Waaaaah! —se sumaron Yazoo y Lilith, ella, ya se sabe, para no ser menos.

—Cereeeebros... cereeeebrooooss... —intentaban, en vano, recordar su presencia los mocosos zombi.

o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o n.n o

A menos de diez minutos andando de donde estaban antes

Zack y Cloud, sentados en el suelo del bosque fluorescente, se ponían pomada para picaduras que su salvador les había prestado.

—Ya podríamos habernos curado también esta vez con el cambio de escena —se quejó Zack abriendo el quinto bote de pomada. Costaba encontrar un trozo de piel sin picadura. Curiosamente, por gracia de los Creadores, las caras las tenían intactas.

—Gracias por echarnos un cable, Vincent —añadió Cloud, dirigiéndose al hombre moreno vestido de oscuro, que cubría su brazo izquierdo, desde un poco por encima del codo, con una garra metálica dorada de puntiagudos dedos y llevaba una capa roja carcomida por las polillas: esa cosa roja que los había cubierto antes.

El hombre, fiel a sí mismo, sólo hizo un leve movimiento de cabeza para demostrar que lo había escuchado.

—¿Qué hacías por estos lares? —curioseó Zack.

—Pasear —respondió con voz profunda y carente de emociones. Sus ojos antinaturalmente rojos no expresaban nada tampoco.

—Para descansar de Yuffie, supongo —se dijo Cloud, todavía preguntándose por qué Vincent no había hecho nada para anular su matrimonio con la joven ladrona de materia. Posiblemente porque tener iniciativa y oponerse a lo que le venía dado iba contra su naturaleza—. Entonces hemos tenido suerte.

—No nos durará mucho si no recuperamos a Lilith —recordó Zack—. Y ¿no has notado un poco raritos a los mocosos?

—Un poco, sí —admitió el rubio.

—¿Tienen cautiva a Lilith? —se extrañó Vincent. Él creía que simplemente su nieta estaba pasando el día con Jenova en aquel lugar perdido de la mano de los Creadores.

—Más o menos. Ese Kadaj y sus amigos deben haber fumado algo en mal estado porque se creen que son hijos de Jenova y mis hermanos, aparte de hermanos de Sephiroth —recordó Cloud.

—¿Kadaj? —repitió Zack, confundido—. ¿Ese quién es? ¿Cuándo se han presentado?

—En ningún momento, los Creadores han olvidado hacerlo, por eso sé sus nombres porque sí —supuso—. Oye, Vincent, tú que tienes muchos años y sabes muchas cosas, ¿no sabrás por casualidad quiénes o qué son?

—No.

—Tenía que preguntar... ¿Y cuál crees que será su objetivo?

—Hacer otro Sephiroth —soltó Vincent y se quedó tan fresco, como si fuera algo que todo el mundo intentara frecuentemente.

—¿Otro Sephiroth? ¿Eso es posible? —dudó Cloud. Para él Sephiroth era único, irrepetible e inigualable. Aunque, ahora que se acordaba, Hojo ya lo había intentado en el pasado también, por eso existían todos los tipos con capas negras y a él le había dado su baño de Mako más un chute de células de Jenova.

—Tanto da —resolvió Zack—. Mientras no intenten hacer otra Aerith...

—Cierto, cierto... ¡Los Creadores nos libren!

En aquel momento, de entre unos matorrales apareció corriendo Marlene, que se estrelló contra Cloud.

—¡Aaaaaah, los zombis me han alcanzado! —chilló mientras golpeaba a Cloud con una piedra que llevaba a cuestas para quitarse de encima los monstruos pues, como corría con los ojos cerrados, no lo había visto.

—¡Au! ¡Au! ¡Para! ¡Quieta! ¡ARGH! ¡Ahí no!

—¿Eh? —emitió al reconocer el alarido. Había oído muchos como ese en los tiempos de Avalancha—. ¡Cloud! —exclamó, contenta—. ¡Tifa, Denzel, Lilith!

—¡¿Dónde?! —corearon Zack y Cloud, buscándolos.

—¡Quiero decir que están en peligro!

—Ah... Tifa, no. Ella está en casita —corrigió Cloud—, esperando a Denzel en vano... espero, porque ahora mismo no me gustaría que lo viera.

—¡Jenova echó al agua que bebieron algo que había hecho Hojo y se han transformado en zombis!

—Eso explica muchas cosas —empezó Zack.

—¿En serio? —se sorprendió Cloud—. Yo me he quedado igual.

—¡Quiero hablar con Tifa! —decidió de pronto Marlene, así, porque sí.

—Bueno —accedió Cloud, que era un consentidor, buscando su PHS, pero...—. ¡No está! ¡Se me debe de haber caído! ¡Y todavía me quedaban diecisiete plazos para acabar de pagarlo!

—Tranqui, puedes quedarte el mío —le ofreció Zack, pasándole uno—, este ya es viejo.

—¡Pero si es el que sacaron la semana pasada!

—Pues eso: viejo.

—Vale... —empezó Cloud, marcando el número. Cuando acabó se lo puso en la oreja y escuchó:

—'TelefoShinrra lo informa de que su saldo es de 0 gils. Recargue la tarjeta si es que quiere volver a tener vida social o, ya que se pone, pásese a contrato. Gracias'.

Cloud y Marlene le lanzaron una mirada a Zack, que se encogió de hombros.

—Una cosa es regalarte el móvil y otra regalarte saldo.

—Lo que sea —aceptó Cloud—. Oye, Vincent, ¿podrías llevar a Marlene al Séptimo Cielo? No es que tenga algún lado al que ir ahora que no tengo ni idea de dónde está Lilith, pero no quiero tener que mentirle a Tifa sobre Denzel.

—¡Lo que pasa es que no quieres enfrentarte a Tifa después de abandonarnos para fugarte con otra! —saltó la niña.

—¡¿Qué?! ¡Yo no haría eso jamás!

—Piénsalo —intervino Zack, en defensa de su amigo, dirigiéndose a Marlene—, ninguna mujer se fugaría con Cloud.

—Eso, eso —asintió Cloud—. Espera... ¡¿qué?!

—Ahora que lo dices... —admitió Marlene. Sólo Tifa era lo suficientemente tonta como para querer ser su pareja.

—De todos modos, será mejor que todos volvamos a Edge —decidió Zack.

—¿A Edge? ¿Por qué a Edge? —se extrañó Cloud—. ¿No sería más lógico volver a Midgar para ver si se les ha ocurrido algo a los que se quedaron en el Edificio Central de Shinrra?

—Puede, pero el GPS que Aerith hizo poner en el pendiente de Lilith y que puedo seguir con esta pantallita que me dio Lucas la localiza allí.

—¡¿Ya?! ¡Pero si no hace ni diez minutos que estaba aquí y estamos en la otra punta del mundo!

—La magia de las películas... —afirmó Zack con aire místico—. ¿Y nuestra moto?

—Se estampó contra un árbol —recordó fugazmente Cloud.

—Entonces tendremos que esperar también a que la magia de la película nos toque con su dedo invisible.

Continuará...

Aclaraciones:

Guadaña de gomaespuma y adamantita — Para que no conozcan los materiales de las guadañas de Lilith, la gomaespuma o espuma de poliuretano es un material plástico poroso, blando e inocuo que se usa para muchas cosas como tapizados o espadas de juguete, mientras que la adamantita es uno de los materiales más caros y valiosos de los Final Fantasy para fabricar armas o armaduras poderosas, conseguidos normalmente de los Adamtaimai, unas tortugas gigantes muy poderosas y duras.

Jeta — Significa "cara".

Furgo — Diminutivo de furgoneta, por si cabían dudas.