My heart will go on
Cada noche era igual, cada noche no podía dejar de pensar en él. A pesar del tiempo y la distancia ella no había dejado de amarlo, mucho menos lo había intentado, era algo que, simplemente no se podía. Porque lo amaba con todo su ser, con su alma entera. Él y sólo él había tocado su corazón, no había manera de deshacer aquello.
Sabía que en cuanto durmiera lo primero que aparecería sería él, él y su voz. Esa voz que desde hacía tanto no escuchaba, esa voz que anhelaba escuchar una vez más. Los recuerdos acumulados, cada detalle se presentaba mediante imágenes durante sus sueños, podía verlo, casi tocarlo. El orden era el mismo, desde que lo conoció hasta la última vez que se habían visto. Algunas veces despertaba con lágrimas sobre el rostro, algunas otras se sorprendía llorando incluso antes de quedarse dormida, porque el recuerdo era tan doloroso que lloraba hasta el cansancio, entonces ¿por qué no dejar aquello que le causaba tanto dolor?
Él se había marchado, dejándola sola, dejándola vacía y destrozada. Pero dentro de todo el dolor por su partida, había esperanza. Porque su vida no era vida sin él, era sólo una persona con un único anhelo, estar con él. Las personas se preguntaban si lo había superado, se preguntaban si ella había olvidado. Olvidar no era posible para ella, no por su brillante mente, sino porque sus recuerdos acechaban cada momento lúcido, si veía a su familia, recordaba que él no tenía una, si veía tijeras, se preguntaba si él tendría el cabello largo o igual que siempre, si veía unos ojos claros, recordaba que los suyos eras obscuros como la misma noche. Cada pensamiento estaba predeterminado a él, era duro recordarlo pues la tristeza la invadía de golpe, pero en medio de todo ese sentimiento estaba la determinación de estar una vez más a su lado. Porque también le hacía feliz, porque también le daba esperanzas, porque verlo de nuevo, saber que él volvería, era lo que la levantaba cada mañana a enfrentar un nuevo día, él era el incentivo más poderoso para mejorar, mejorar para traerlo de vuelta. Para poder ser felices.
Y aunque sufriera cada noche, llorara hasta el cansancio y se destrozara las manos, definitivamente lo lograría.
Porque lo veía en sus sueños, esperándola. Porque, donde quiera que él estuviese en ese momento, sabía, podía sentir que él le recordaba, y un profundo sentimiento le cubrió el pecho, haciéndola sentir protegida y feliz.
Abrazó el retrato consigo misma, sin querer una sonrisa escapó de sus labios acompañada de una sincera lágrima, misma que acumulaba muchos sentimientos.
-Sasuke-kun…- sus manos temblaron mientras se aferraba al cuadro al cual parecía sostenerse.- nunca cesaré hasta que estemos juntos de nuevo.-
Con lentitud colocó el cuadro en la repisa y se recostó sobre su cama, acarició levemente su almohada, casi con temor, e imperceptiblemente sus ojos se quedaron cerrados.
Pero unos ojos negros, obscuros como la noche, no conseguían cerrarse. No podían dejar de observarla.
