¿Qué hueles tú?
DISCLAIMER: todos los nombres, lugares y personajes pertenecen a JK Rowling. Cualquier parecido con la realidad (o con las imaginaciones de alguien) es mera coincidencia.
Este fic participa en el reto "Olores de Amortentia" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
1. Chocolate caliente.
Era tarde, muy tarde. No tan tarde como para que Argus Filch pudiera darle el conocido sermón de "deberían dejarme colgarlos de los tobillos" si la pillaba, pero lo suficientemente tarde para que Suzie comenzara a delirar con camas calientitas y torres seguras. Tal vez, después de todo, no había sido tan buena idea dejarse convencer por Marc; aquel pasillo estaba muy lejos de la Torre Ravenclaw, pero bastante cerca de la Sala Común de los Hufflepuff… ¿qué tal si Marcus sólo la había citado ahí para reírse de ella por ser tan tonta? ¿qué tal si él y sus amigos Hufflepuff estaban ocultos en algún lugar burlándose?
Asustada, Suzanne se dio media vuelta y entornó los ojos, intentando ver algo en la oscuridad, sin mucho éxito: aquella parte del castillo no estaba muy bien iluminada… a lo mejor porque nunca nadie iba para allá.
De pronto, un rumor de pisadas se escuchó atrás de ella. Alguien se estaba acercando sigilosamente.
«¡Por Merlín!» pensó Suzie, asustada y sin moverse «¡seguro que es Sirius Black! ¡Black sigue en el castillo y yo paseándome por aquí como si nada… ¡por eso es el toque de queda! ¡Tonta, tonta, Suzie! Ahora Black me va a matar, como a esos pobrecitos muggles… Merlín, toda la culpa es del gilipollas de Marcus, si él no me hubiera citado aquí jamás habría muerto… ojalá papá no se decepcione de mí, y que…»
El dueño de las pisadas se detuvo justo detrás.
«Esto es, es el fin. Adiós mundo cruel.»
–¿Echándote para atrás, Fawcett? –soltó una voz a sus espaldas, pero no la voz que —en la imaginación de Suzie— Sirius Black tenía, sino una voz que ella conocía tal vez mejor que la suya propia. Lentamente, la chica se dio la vuelta.
–¡Idiota! –chilló, cuando su vista se posó en el joven de cabello claro y desordenado que sonreía maliciosamente– ¡me asustaste mucho! ¡Creí que eras Sirius Black!
–¿Sirius Black? –rió él– Sirius Black no ha vuelto a entrar al castillo, Suzie, y aunque lo hiciera, no creo que se fijara en ti… eres demasiado pequeña.
–¡Idiota! –repitió Suzie, dolida por el comentario, al tiempo que su puño derecho se estrellaba en uno de los brazos de su amigo repetidas veces.– ¡eso es lo que eres, Marcus Stebbins, un completo idiota! Ya me voy, no quiero tener nada qué ver con lo que sea que me ibas a enseñar…
–Auch.
–Adiós, Marc.
–No, Suzie, no te vayas –Marc la tomó por un brazo y la jaló lentamente hacia él– no cruzaste la mitad del castillo en la noche sólo para golpearme, ¿verdad?
Ella lo miró evaluadoramente, pero la sonrisa de Marc era contagiosa, jodidamente contagiosa. Suzie también sonrió.
–Supongo que no.
–¿Entonces te quedarás?
La chica se encogió de hombros.
–Tomaré eso como un sí, ahora ven –Marc tomó a Suzie de la mano —cosa que ella agradeció, ya que se había empezado a congelar por estar tanto tiempo esperando en la oscuridad, y la mano de Marc estaba calientita— y la guió por el pasillo, adentrándose cada vez más en él. Por un momento, Suzie creyó que Marc la llevaría a la Sala Común de Hufflepuff, pero cuando su amigo se detuvo frente a un cuadro enorme que representaba un frutero de plata se dio cuenta de que no.
–¿Sabes qué hay detrás de este cuadro, Suzie? –preguntó él, sonriendo.
–¿La pared?
Marcus rio, moviendo negativamente la cabeza.
–¡No! Si sólo estuviera la pared, nunca te traería aquí… es algo mucho mejor –hizo una pausa dramática, provocando que la emoción de Suzie aumentara– ¡son las cocinas! –anunció Marc.
Por desgracia para Stebbins, la reacción de Suzanne no fue la esperada. En lugar de emocionarse o lo que fuera que él esperaba, Suzie hizo una mueca y lo miró con incredulidad.
–¿Las cocinas? ¿En serio?
–¿Qué tiene? ¡Son increíbles! Y hay un montón de elfos domésticos que te dan todo lo que les pides… genial, ¿no?
–No sé, Marc… no crucé todo el castillo para ver elfos domésticos… si quisiera ver uno, iría a la casa de Lucy, aunque no creo que sus padres me aceptaran pero…
Pero Marcus ya no estaba escuchando a su amiga, había avanzado hacia el cuadro del bodegón y, haciendo que Suzie abriera los ojos como platos, puso un dedo sobre la pera y le hizo cosquillas. Lentamente, ante sus ojos, la pera se convirtió en un picaporte de plata revelando una puerta, que Marc abrió rápidamente y, con un empujón, hizo que Suzie pasara.
Habían entrado a una habitación con un techo altísimo, casi tan alto como el del Gran Comedor, con ollas brillantes y sartenes colgados en las paredes. También, una gran chimenea estaba encendida al otro lado del lugar.
Pero no tuvo mucho tiempo para mirar, ya que, de improviso, unos seres pequeños, con ojos enormes y orejas de murciélago que ella reconoció como elfos domésticos, se abalanzaron sobre ellos. Primero, Suzie creyó que los obligarían a irse, pero no, lo que hicieron fue inclinarse y sonreír.
–Wow –murmuró.
–Y esto no es nada –soltó Marc– pueden darnos la comida que queramos… pero espera aquí, voy por algo de tomar.
–No, Marc… espera…
Pero Marcus no hizo caso, se adelantó hacia los elfos domésticos y les murmuró algo que hizo que ellos asintieran e hicieran otra reverencia. Pero Suzie pronto olvidó a los elfos domésticos, porque de pronto un olor maravilloso inundó su nariz, un olor tan agradable que la hizo pensar en Nochebuenas en casa de la abuela y cumpleaños, antes de Hogwarts.
Y, cuando Marc regresó con sendas tazas blancas llenas de algo humeante, Suzie no pudo evitar pensar en lo guapo que se veía su amigo, y en lo feliz que ella se sentía en ese momento.
–¿Qué te pasa? –preguntó él, con una sonrisa, que provocó que la de Suzanne se ensanchara.
–Nada, huele muy bonito aquí, como a Navidad… ¿y qué traes ahí?
–¡Chocolate caliente, Suzie! ¿Qué más podríamos tomar a estas horas?
Notas finales:
Según el contador de Word, la viñeta tiene exactamente 1000 palabras (sin contar el título del capítulo), así que no me pasé c:
La historia está ambientada durante el tercer año de Harry en Hogwarts, cuando todos andaban muy friqueados porque Sirius Black había entrado al castillo y espantado a la Señora Gorda.
Ahora, unas cuantas aclaraciones sobre los personajes - S. Fawcett y Stebbins son personajes canon, son mencionados por primera vez en La cámara secreta y se vuelven a mencionar en El cáliz de fuego; pero lo único que se sabe sobre ellos son sus nombres, que estaban en los rosales durante el Baile de Navidad, que ella es de Ravenclaw y él de Hufflepuff, y que la familia de Fawcett no consiguió entrada para el Mundial de Quidditch. Los nombres sí los inventé yo, al igual que sus edades/grados: aquí, tanto Fawcett como Stebbins tienen 13 años, pero ella va en segundo año y él en tercero.
Ya sé que, hasta ahora, no se nota mucho el romance ni la Amortentia, pero todavía faltan dos viñetas... donde espero que sí aparezca algo de eso.
¡Lindo día! (:
