Una de dos teorias que tengo del juego. tambien forman parte de muchas de las historias que tengo en el limbo y que dudo que me ponga a escribir.

Esta historía es completa y absolutamente de mi invencion, dudo mucho que ninguno de los datos o teorías propuestas aquí, fuera de los sacados de los juegos, sean parte del canon del juego.

alerta! puede haber spoilers


En la infinidad del espacio, una nave viajaba rumbo a su hogar, un pequeño planeta habitado por unos pocos pueblos*…y una casa alejada de todos ellos.

No estaba alejada por ser antisocial, era solo porque, a veces, necesitaba tranquilidad. Además, ya le había pasado que la reconociera, aun en ropa de civil, algún idiota que quisiera hacerse famoso atacándola. Por suerte, era poca la gente que conocía su rostro, y aun menos los que se atrevían a enfrentarla.

Por otro lado, siempre que iba a algún poblado por cualquier razón, siempre había al menos un hombre que trataba de invitarla a algo. Todas las veces, su respuesta fue siempre la misma. No una mentira, pues era una gran verdad: "soy lesbiana". No era algo que ocultara, todos los que la conocían lo sabían. Los chozos la habían educado en que el amor no tenía forma física, que no tenía reglas que seguir, aparte de las dictadas por el corazón. Y su corazón había elegido.

- Ya llegamos se señorita - mientras se había distraído en sus pensamientos, no se había dado cuenta que habían llegado.

- Gracias, Adam – aun se le hacia raro reconocer a la computadora de su nave como el verdadero Adam Malkovich. Un comandante de la federación, y un padre para ella. Hacia mucho tiempo, en una ocasión que ella había accedido a volver a trabajar a su mando. Irónico, en esa época su relación se había distanciado, ya no era la misma. Y aun así, a pesar del frío trato que había mantenido hacia ella durante la misión, cuando fue necesario, el se sacrifico por ella, para detener un proyecto que jamás debió haber sido autorizado. Ese era el hombre que ella una vez admiro, alguien lo suficientemente firme como para ser capaz de tomar las decisiones mas duras, pero no un bastardo sin corazón. Ella se dio cuenta demasiado tarde, que de todas las personas a las que le dolió la elección de Adam de dejar morir a su propio hermano, fue el quien más lo sufrió.

Sale de la nave y las luces del lugar se encienden, se encuentra dentro del garaje de su casa, un lugar el doble de alto y el triple de largo que su nave, llena de todo tipo de piezas de naves, y, en lo profundo, una escalera que llevaba a una puerta, al lado de la puerta, había una especie de cilindro de cristal, suficientemente grande para que entrase un hombre adulto. Aunque no lo pareciese, ella era toda una mecánica. Podía armar y desarmar su nave con los ojos cerrados.

Camina tranquilamente hasta el fondo de la gran habitación, sube las escaleras, guarda su traje dentro del cilindro y atraviesa la puerta que conecta a la casa, las luces se apagan cuando deja el lugar.

Se encuentra en su hogar particular. Dos pisos. En la planta baja, cocina, comedor, baño y sala de estar. En el piso superior, dormitorio y gimnasio. Su trabajo la hacia viajar a todas partes de la galaxia, por lo que tenia bases en diversos planetas. Pero este lugar era distinto. Por alguna razón, siempre que volvía a ese lugar, se sentía en paz. Quizás porque el planeta le recordaba un poco a Zebes o quizás porque siempre que iba a algún pueblo, podía sentirse como una mera mujer, en vez de una guerrera. Como fuera, se había enamorado del lugar. Incluso había conseguido construirse una casa.

Camina hasta la cocina para sacar una bebida y una generosa cantidad de comida, tras comer, se recuesta con su ropa ligera en la sala de estar y se pone a pensar en lo que le había pasado en los últimos días.

No estaba segura como se había salvado. Solo sabía que, a pesar del informe dado por la computadora de su nave, si la federación hubiera querido, habría sido su fin. Ella había descubierto los experimentos de la federación para acelerar la crianza de Metroids, sino que había hecho que la colonia donde realizaban los experimentos se estrellara contra el planeta SR388, haciéndolo explotar, para evitar la propagación del virus conocido como X. Había desafiado a la federación, descubierto un proyecto del más alto secreto y destruido, quizás, su principal laboratorio del proyecto. Eso le había traído muchos problemas. Pero de milagro se había salvado. Las condiciones para su perdón consistían, básicamente, en no hacer ningún trabajo que no fuera explícitamente para la federación, además de obligarla a darles una muestra de su alterada sangre, como "muestra de buena fe". De todas formas, creía que se había salvado de un castigo peor solo por ser "demasiado valiosa" y deshacerse de ella sería demasiado sospechoso. Hacía mucho que había decidido que si la federación trataba de hundirla, ella se los llevaría consigo. Pero tenia demasiadas cosas en que pensar, y era demasiado peligroso preguntarle a Adam*. Los piratas habían invadido la colonia ¿Por qué? ¿Se habían enterado del proyecto? De ser así ¿Cómo? Y más importante ¿Qué hacía el cadáver de Ridley allí? ¿Sería el clon al que se había enfrentado hacía años? Lo dudaba. Se toca el brazo, pensando en ese monstruo. ¿Su sangre ahora poseería el código genético de su odiado enemigo? Era una idea que le desagradaba. Pero no le extrañaría que siguiera vivo dentro de ella. Habían tenido tantos encuentros en los que ambos habían logrado salir con vida que ya había perdido la cuenta, si algo había aprendido, era que Ridley era incapaz de quedarse muerto.

Cierra los ojos y recuerda su época en Zebes, como siempre hacía cuando no sabía que hacer. Recordaba todo como si hubiera sido ayer. Recordaba aquella maravillosa época que paso con los Chozos. El planeta estaba lleno de maravillas naturales, al igual que peligros, de la que los chozos siempre procuraron ponerla al tanto. Los chozos, si bien atemorizantes a primera vista, siempre fueron gentiles con ella. Siempre la habían tratado como una de ellos. Y siempre había tenido a su abuelito a su lado. Llamaba "abuelito" a Old Bird, el primer Chozo con el que entabló amistado, y quien la salvó cuando su planeta natal fue arrasado por Ridley y sus secuaces. De todos los Chozos, su abuelito era al que mas quería. Fue el quien le enseño que todas las formas de vida eran preciosas. Fue el quien le había transmitido la filosofía d e los Chozos y su sentido de la justicia. Abuelito ¿Qué harías en mi lugar? Pensó con amargura, antes de quedarse dormida.


Tuvo pesadillas toda la noche, acerca de los metroids y del X. Acerca de Ridley y los piratas. De ellos arrasando sus dos hogares…y queriendo que fueran tres. Acerca de Adam y la federación. Acerca de sus padres y de su abuelito. Acerca del bebé Metroid que la veía como su madre, y que, aunque no lo admitía, muy en el fondo consideraba su hijo.


Despertó en la sala de estar a la mañana siguiente, agitada. Trato de sentarse bruscamente, con el sueño aun fresco en su memoria. Sentía que algo había pasado mientras dormía, pero no sabía que era. Todo estaba en su lugar. No había sonado ninguna alarma. Había una cría de metroid en su hombro. La computadora no daba señales de ningún tipo de irregularidad…volvió la vista a su hombro, para asegurarse de que había visto algo real. No se equivocó. Sobre su hombro estaba una cría recién nacida de Metroid. A pesar de ello, no parecía tratar de alimentarse de ella, parecía como si solo estuviera recostado, mostrando su afecto por ella.

Samus sacó su pistola y apuntó al la cría, quien parecía estar confundida. ¿De donde había salido? ¿Qué había pasado? ¿Por qué estaba en su hombro? ¿Que era esa sustancia que dejo en su hombro? La última respuesta la encontró sin problemas. Había mas en el lugar donde ella había estado durmiendo y, al ver en su cuerpo, se dio cuenta donde había salido la sustancia…

Un recuerdo llega a ella como una revelación. El bebé Metroid que una vez había recuperado poseía un código genético particular, el código genético de una "Reina Metroid", los unicos metroids capaz de tener crías, y codigo genetico que poseía la vacuna Metroid que le habían inyectado para salvarla del X. En otras palabras, ese Metroid era suyo.

Sigue apuntando.

Sabía que debía matarlo, no sabía que podía pasar si lo dejaba vivo. Si la federación se enteraba, podrían usarlo en sus experimentos monstruosos. Debía matarlo.

Se acerca con el dedo en el gatillo.

Si lo deja vivir, quien sabe que podría pasar. Si los piratas espaciales se enteraban, arrasarían el planeta.

Esta lista para disparar al recién nacido.

No sabía los peligros que podía ocasionar si escapaba, podría crecer, convertirse en una reina Metroid, es daño que ocasionaría antes de corregir su error sería enorme.

Trata de disparar.

No puede. No puede. No importaba lo que pudiera pasar, no podía.

El bebé se acerca a su cabeza y se recuesta en su cabello.

- Abuelito ¿Qué harías en mi lugar?


Poblado: Zona habitada d eun planeta que llevan entre 10 a 30 años en el planeta, o con una cantidad de habitantes menor a 1000.