Quiero aclarar que ni los personajes ni la historia me pertenecen.
La autora es Barbara Winchester, yo solo la traduzco.
Yo estaba tumbada en la cama de Edward, su cuerpo desnudo sobre el mío, mientras nos besábamos apasionadamente. Él nunca me había besado de aquella manera: sin miedo, sin pudor, mientas pasaba su lengua por mi boca. Su sabor era algo incomparable, su aliento frío y dulce me embriagaba. Sus manos tocaban mi cuerpo cariñosamente, explorando cada parte.
Sentí su miembro gélido rozar mi entrada, lo que me provoco un suave gemido. Por increíble que parezca, Edward no se preocupo de si me estaba haciendo daño y me gusto eso; ya estaba cansada de tanto cuidado al tocarme.
Lentamente él me fue penetrando, provocándome sensaciones increíbles y nunca antes sentidas. Él me miraba con sus ojos dorados mientras mantenía un ritmo excitante. Ondas de electricidad pasaban por mi cuerpo, haciéndome gemir su nombre. Una sensación maravillosa crecía en mi vientre pidiendo por ser liberada y…
-¿Bella?- Pregunto Edward.
No entendí muy bien, entonces volví a gemir su nombre, supongo que él estaba haciendo lo mismo.
-¿Bella?-Pregunto nuevamente, ahora más alto.
Entonces mire hacia arriba y él ya no estaba ahí. Al revés, el se encontraba parado en la puerta, completamente vestido- como yo- y con una expresión de desconcierto.
-Edward qué…
Y, de repente, lo entendí. Todo había sido un sueño
-Bella, estabas gimiendo mi nombre, pensé que te pasaba algo- Dijo él con un tono preocupado.
Me senté en la cama, lo que hizo que la colcha se deslizara para abajo. Sus ojos tenían una mirada de espanto cuando miro alguna cosa que había debajo de mi cintura. Al principio, no lo entendí, entonces mire hacía abajo para ver lo que había de estaño allí. Y, para mi mayor sorpresa, mi mano se encontraba debajo de mis pantalones del pijama, por no decir debajo de mis bragas también. Al parecer había entrado tanto en el clima del sueño, que quise sentir aquellas mismas sensaciones. Pero yo nunca había echo eso en mi vida, y de cierta forma estaba ligeramente asombrada con lo que acababa de ocurrir. Mi rostro empezó a ponerse rojo de vergüenza.
Rápidamente quite la mano de ese lugar, queriendo cavar un agujero en el suelo y esconderme allí para siempre.
-Bella, lo siento, yo no quise..emm..interrumpir-Dijo Edward con tono neutro.
-Edward, por favor, no me avergüences más! Por favor déjame sola- Dije en un tono de suplica mientras escondía mi cara en la almohada.
Él hizo lo que le pedí y se fue.
¡Dios! Creo que nunca había pasado tanta vergüenza en mi vida, ni cuando de había llevado mil caídas ni los tantos tropiezos que había sufrido. Esto había sido mucho peor.
Pero, pensándolo bien, ¿quién podría culparme?, una mujer de 18 años esta con las hormonas a flor de piel y tiene ciertas… necesidades. Y Edward se negaba a tocarme como yo quería, como yo necesitaba .
Yo sabía que él también me deseaba, a pesar de que él se esforzaba para ocultarlo. Yo necesitaba urgentemente encontrar una manera de hacerle
cambiar de idea o al menos encontrar una alternativa.
Espero que os haya gustado :)
