Un amor imposible

Se solía pensar, que a los 18 años, cualquier mujer de ese reino tendría que estar casada, pero si no, se quedaría sola por el resto de sus días, esa era una creencia muy común en el pueblo y en especial, recordada hacia una chica en particular.

Caminaba tranquilamente por las calles del reino, comprando víveres para ella y sus compañeras, disfrutando por un rato su libertad de las manos de su "jefe" quien las presionaba sin medida por el simple hecho de haber sido abandonadas por sus familias a su suerte a los pocos años de vida. Lamentablemente, ella era la que más tiempo había estado atrapada en ese hogar de modas que la había acogido a sus escasos 5 años.

Al principio, el dueño del lugar había sido de Asuma-sama y de su esposa Kurenai, quién se había encargado de la educación y crianza de la pequeña, tratándola como a su propia hija y enseñándole gentil el oficio, todo iba muy bien. Sin embargo, cuando la niña tenía tan solo 9 años, Kurenai sufrió un embarazo de alto riesgo y se tuvieron que trasladar a un pueblo más pequeño para que pasara su embarazo en paz, así que un mercader se interesó en el negocio y decidió adquirirlo, aunque a los dueños no les diera muy buena espina, necesitaban el dinero urgentemente, así que aceptaron el trato con el hombre. Kurenai rogaba por llevar a la pequeña junto con ella y su esposo, pero no podían mantenerla, entonces el ahora dueño les ofreció cuidar a la niña hasta el regreso de estos al pueblo, dándole lo necesario para sobrevivir. Al ver que no les quedaba otra opción, decidieron dejar a la inocente niña en sus manos.

A partir de ese momento, su martirio comenzó.

Desde entonces, fue tratada como poco más que un animal, explotada, golpeada y humillada. Sin embargo, gracias a la enseñanza de Kurenai, ella nunca perdió la amabilidad que la caracterizaba y siempre miraba optimista hacia el futuro, con esperanza de que este fuera cada vez mejor.

-Buenos días, Inoichi-san- Saludó la chica con una sonrisa al dueño de la florería. El hombre miró a la chica y le sonrió de vuelta. Cada vez que era el turno de la joven de salir a comprar víveres, pasaba a comprar un pequeño ramo de flores para alegrar un poco la sala donde trabajaban ella y las demás subordinadas del despiadado dueño de la casa de modas. Kurenai solía hacerlo cuando ella bordaba los vestidos que eran expuestos en la tienda. Al principio, el sobrino del dueño, que solía ser su supervisor, al ver las flores se enfurecía y la castigaba por gastar dinero en algo tan estúpido como unas flores, sin embargo ella no se dejó vencer, continuaba comprándolas, una, y otra, y otra vez, siendo castigada cada una de esas veces, hasta que un día, su supervisor, simplemente la observó con furia y al darse cuenta de que la joven no se dejaba amedrentar por él, optó por solo dejarlas ahí.

-Vaya, hace algún tiempo que no te veía pequeña- El hombre solía llamarla así casi todo el tiempo, era normal, la conocía desde hace muchos largos años.- ¿Lo mismo de siempre?- Preguntó al notar la pequeña vacilación en los ojos de la chica, era normal que ella pidiera violetas silvestres, que eran de las más comunes y económicas que tenía el hombre, pero esta vez se sorprendió con la respuesta de la fémina.

-Lo lamento, e-esta vez, me gustarían unos gi-girasoles- Unas pequeñas manchas rosadas mancharon las pálidas mejillas de la chica, haciendo contraste con los ojos perlados de esta.-Sé que son un poco más caros, pe-pero, logré ahorrar un poco de dinero, a-así que pu-puedo pagarlas- Bajó la mirada. Inoichi la miró con ternura, le recordaba tanto a su hija…

-¿A qué se debe el cambio tan drástico, pequeña?- Preguntó al tiempo que preparaba el ramo solicitado.

-Pu-pues, Matsuri-chan ha terminado de pagar su deuda- dijo con tristeza- y pronto se desposará con un noble extranjero, así que las chicas están un poco tristes- El hombre sabía lo difícil que era para la ojialabastro mirar como cada una de sus amigas era desposada y ella seguía atrapada en una prisión sin salida.-A-así que quiero animarlas un poco- La joven se obligó a levantar la vista y sonreír, aunque por dentro quisiera llorar.

-Es muy amable de tu parte, pequeña- Sonrió con algo de nostalgia- Aquí tienes- Inoichi le pasó dos ramos, uno de girasoles como ella lo había pedido y el otro de lirios azules. La chica se sorprendió y miró atónita al hombre.

-¡Inoichi-san! E-esto es demasiado, no pu-puedo pa-pagarte por los lirios- Intentó devolverlos la joven, aunque el florista se lo impidió.

-Tómalos como un regalo por adelantado.-Sonrió al notar que la chica quería protestar, los lirios eran las flores más costosas que vendía el hombre y lo eran aún más siendo tan raras como las azules- Además, sé que pronto será tu cumpleaños, llévatelas y colócalas en tu habitación- La joven se ruborizó a tope y sus bellos ojos se abnegaron en lágrimas.

-Gracias, Inoichi-san- Respondió la chica conmovida, nadie, en toda su vida le había dado un regalo más lindo que aquel.

Fue así que, habiéndole pagado al florista, se despidió de él y siguió su camino. Estaba a punto de llegar a su prisión, cuando algo llamó su atención. Había una gran masa de gente reunida en la plaza, al parecer era algún juicio o algo por el estilo, pero se sorprendió al escuchar las trompetas reales, así que decidió ir a ver qué ocurría.

Cuál no fue su sorpresa al ver al príncipe en todo su esplendor, erguido, mirando al pueblo con sus sorprendentes ojos azules, tan azules como los lirios que llevaba la ojiperla. Ella se ruborizó al sentir, por un momento, la mirada del heredero al trono fija en ella, pero realmente, él no la miraba, miraba los girasoles que ella llevaba.

-Su alteza real, se complace de invitar a todas las doncellas nobles casaderas, al gran baile real que se dará en honor al cumpleaños del príncipe.-Anunció el vocero real, generando murmullos en la multitud y el ceño fruncido de Su Alteza -El baile se efectuará el día 17 de este mes- El heredero, apartó por un momento la mirada azulina de los girasoles y la dirigió al pueblo.

-Estaré muy complacido de recibirlos en el palacio- Sonrió haciendo destacar las marcas de nacimiento que estaban sobre sus mejillas, la joven de los lirios se sonrojó y bajó la mirada- No sólo a los nobles, sino también a todo aquel que desee ir- Miró por última vez las flores que tanto lo habían intrigado y reparó en el cabello tan extraño de la chica que los llevaba, un negro azulado tan hermoso que no pudo evitar grabarlo a fuego en su memoria. Tal como estaba la imagen del chico en la mente de la pelinegra.

El joven se retiró, después de dedicar una reverencia y subir a su carroza, la pobre chica sólo miró el rubio cabello del hombre que la hacía sonrojar. Suspiró.

-Nadie puede ayudarme. Soy una simple plebeya y él el príncipe. Jamás podrá amarme.-Se repetía una y otra vez de regreso a su prisión- Es un amor imposible- Volvió a suspirar.

Aunque eso no era tan cierto.

Unos ojos similares a los que ella poseía, la miraban desde lejos, creando un maquiavélico plan que podría beneficiarlos tanto a ella como a él.

-Niña, eres lo que estaba buscando- Sonrió con malicia, mirando como la joven entraba a la casa de modas.


Hola:3

He de admitir que me siento un poco extraña porque este es el primer fic que publico, así que estoy un poco nerviosa:$

Espero que les haya gustado este capítulo y apoyen este fic.

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