Los personajes de Katekyo Hitman Reborn! No me pertenecen.
Effimera
La felicidad dura poco, es como un chispazo de luz en medio de la oscuridad, pero que acaba cediendo y apagándose en el acto. Yamamoto lo sabía y también ella.
Takeshi puede recordar el día que hicieron el amor, en el parque, entre los arbustos, si se ponía pensar en ello podía sentir su olor excitado, su aroma con sudor dulzón y su boca rosada abierta pidiendo más. También puede sentir como ella envolvía sus piernas delgadas en su cintura y se frotaba contra su pene.
Oh, dulce cuerpo joven y virgen.
Su humedad, lo estrecha y resbaladiza que era, sus pezones rosados y duros contra la palma de sus manos...
Takeshi gruñe con frustración y pide otro trago.
Recuerda el día que ella lo incito a ir más lejos, con su pequeña boca le susurro.
—Hagamoslo aquí, Yamamoto-kun. —pidió, Takeshi sonrió y envolvió su cintura y la alejo del gentío que felicitaba a los recién casados.
Tsuna y Kyoko.
Cuando la beso Takeshi sintió el aroma del sake en su boca, estaba borracha.
Pero a él no le importo, le hice el amor furiosamente, apretando su cara delicada contra la puerta y alzando su vestido y quitando las bragas, se hundió en ella con fuerza y bombeo hasta derramarse en su interior.
—¿Quiere algo más?—preguntó la chica que le servía los tragos, Takeshi le miro frunciendo el ceño y sonrió.
Era bonita, pero era demasiado...sucia. Y no era ella.
—No.—respondió pagando los tragos que había tomado, se levanto y salió del bar.
Empezó a caminar con lentitud por las calles de Italia, su arma estaba en su cintura y los fajos de billetes en su cartera. Saco de su bolsillo su móvil y marco su numero, cuando sonó él lo corto con un gemido.
Ella ya no respondería con aquella alegría, él se la robo cuando corto su relación. Pero todo era por su bien, si ella no quería estar más en la mafia él no lo obligaría, tampoco le traería problemas. I-Pin solo quería ser una persona normal, nada que ver con lo corrupto de la mafia, eso significaba un adiós para él.
Takeshi apretó con fuerza su móvil y sus hombros fuerte temblaron, después de tanto tiempo le seguía doliendo la separación.
