Los personajes de Katekyo Hitman Reborn! No me pertenecen.

Perdóname.


Me pregunto porque razón solté su mano aquel día.

¿Qué me llevo a soltar esa cálida mano?

Mientras lo veía en silencio y con emociones fuertes fluyendo por mi cuerpo pensé que no lo volvería a ver.

Ahí está él. Sonriendo entre dientes, mientras que Tsuna y Gokudera le miran con una ceja arqueada.

¿Qué me llevo soltar la mano de Yamamoto aquel día?

¿Miedo a morir?

Sí, sí.

Solté un suspiro mientras intentaba ocultar mi cara con la copa de champan, sabiendo que no sería suficiente. Entonces sus ojos se oscurecieron cuando me mira, su sonrisa desapareció y yo me quede ridículamente esperando coger de nuevo su mano.

Kyoko se caso con Tsuna, a decir verdad ese día llore tanto como para llenar cubos de lágrimas, nadie me noto, ni siquiera Tsuna, cuando imagine que nadie vendría a mí apareció él.

Me miro y luego comento con suavidad.

―Espero que no llores más, tú también tendrás felicidad.

Siento mis piernas temblorosas, mi aliento se queda congelado y mi corazón se para contra mi garganta, tiemblo de miedo.

―Hola.

Muerdo mi labio y asiento mientras el flequillo de mi pelo cubre momentáneamente mis ojos.

―… hola.

Él asiente y se recarga contra sus piernas, mira a sus compañeros que hablan entre sí, mientras yo espero desaparecer de su lado.

¿Qué me llevo soltarte la mano aquel día…? Dímelo.

Cojo con mi mano temblorosa otra copa de champan, lo tomo atropelladamente.

―No pensé que tomaras estas bebidas. ―comenta con serenidad. Dejo de beber y siento como mi labio tiembla y los dedos de él capturan mis hombros, le miro a los ojos cálidos y tranquilos.

―Perdóname. ―suplico, él me suelta con suavidad, roza sus labios contra mi frente.

―Claro que sí. ―susurra y se marcha a pos de Tsuna y Gokudera.

Miénteme, miénteme, añade mi mente, y es lo que haces con la acción de perdonarme.

No lo hace pero solo esas palabras calman un momento mi atormentado corazón.

Me quedo quieta en mi lugar mientras siento mis lágrimas manchar mis mejillas, apretando mi lengua para no gritar, conteniéndome para no volver a lastimarlo.

Él me sujeta con fuerza contra su pecho, captura mi esencia con solo inhalar el aire, le miro a los ojos y me sonríe.

―Te protegeré.

Promete y yo le creo, porque él es mi caballero de blanca armadura. Enredo mis dedos en su pelo negro y le beso los labios, mientras nos besamos en medio del tiroteo pienso que moriré con él, entre sus brazos, besándonos, amándonos.

Pero… no quiero morir, no quiero hacerlo.

Él me sujeta de los hombros y me mira con cariño. Sus ojos se van apagando a cada segundo que pasa, me besa cariñosamente la comisura de los labios y susurra contra mi oído.

―Huye, sálvate.

Y yo suelto su mano, con la que estábamos entrelazados, suelto mi otra mano que apretaba su pelo negro, mis labios se separan de su barbilla y mi cuerpo escapa del suyo.

Perdóname.

Lo veo reír con sus amigos, tal vez nadie tome en cuenta que tiene una leve cojera cuando camina, pero yo si lo noto.

Tiene una cicatriz en la barbilla y otra en casi cruza su cara del lado derecho, mientras sonríe pienso, imagino que nuestras manos siguen entrelazadas.

Alzo mi mano y lo llevo a mi pecho.

Si el aire fuera tu mano siempre podría cogerte, pero tú eres más que el aire, eres como el cielo, imposible cogerlo.

Me mira de reojo y yo asiento.

Desapareceré de tu vista, nunca más, nunca más volverás a sufrir aquel sentimiento de abandono que yo te di, mientras me alejo, mientras huyo como aquella vez, por favor intenta perdonarme.

Perdóname Yamamoto.