Nombre del fic: Sherlock:Dame una etiqueta (la haré confeti)

Nombre original: Sherlock: Give Me A Label (I'll Make Confetti)

Autora: IBegToDreamAndDiffer

Traductora: Lilu's Michiefs

Fandom: Sherlock

Pareja principal: Mycroft Holmes/Greg Lestrade

Parejas secundarias: Sherlock Holmes/John Watson, Dimmock/Molly Hooper, Sally Donovan/Anthea

Sobre el fic: Una respuesta al desafío creado por el blog fuckyeahmystradefanfic de Tumblr. Por supuesto que mi musa decidió darle un intento, así de loca es. Así que toma a un chico malo, a un estudiante pijo, y mezclalos en una licuadora. ¿Qué es lo que obtienes? Sexo loco entre adolescentes, con Greg y Mycroft como las estrellas principales. ChicoMalo!AU

Resumen: Gregory Lestrade es el chico malo de la ciudad. Bebe, fuma, tiene sexo, pero eso es lo que la gran mayoría de chicos de diecisiete años hace. No Mycroft Holmes, por supuesto; ese estúpido esnob no sabría que hacer con un tío. Eso es lo que Greg pensaba de él, hasta que vio un nuevo lado de Mycroft, y cada etiqueta que usó para describirlo se derribó en segundos.

Advertencias: Sexo explícito entre hombres, menores de edad fumando/bebiendo, lenguaje explícito, dominación/sumisión, violencia leve, homofobia.

Disclaimer: Los personajes originales le pertenecen a Arthur Conan Doyle, esta versión le pertenece a Steven Moffatt y Mark Gatiss.


NdT: Ok estoy emocionada porque este fic es larguísimo y es buenísimo y es simplemente excelente. Mi segunda traducción de IBegToDreamAndDiffer, gran autora, espero que les guste y que lo disfruten. Las actualizaciones serán semanales, si es que se puede antes lo haré. Muchísimas gracias a Runa, una beta nueva, pero muy buena que me está ayudando con estos fics de Sherlock. Abrazos y a leer.


Capítulo 1: Dame una etiqueta

Bip-bip-bip-bip.

La estridente alarma perforó la silenciosa mañana, y un gemido se oyó desde debajo del revoltijo de mantas encima de la cama doble, al costado de la alarma.

Bip-bip-bip-bip.

Hubo otro gemido antes de que un largo y bronceado brazo saliera de debajo de las mantas, y una mano golpeara la alarma de plástico, lanzándola al piso.

Bip-bip-bip-bip.

Gregory Lestrade maldijo mientras intentaba desenredarse de su edredón, eventualmente cayendo de trasero en el frío suelo con un grito. Dio vueltas cuando se incorporó, buscando el maldito reloj.

BIP-BIP-BIP-

—Te oí la maldita primera vez —espetó el joven de diecisiete años a nadie en particular, empujando a golpes la basura que cubría el suelo de su habitación. Eventualmente encontró la alarma de color azul brillante debajo de un par de jeans que habían estado debajo de su cama durante demasiado tiempo.

Arrugó su nariz y tiró de la alarma hacia adelante, sacando el enchufe de la pared y apagando los pitidos estridentes.

Greg gimió de alivio y se acostó de espaldas en el piso, sus ojos cerrándose contra los molestos rayos de sol que habían decidido bañar la habitación con un suave resplandor.

Era demasiado temprano... y brillante... y todo se sentía simplemente tan horrible. Por supuesto que sólo era Greg quien se sentía horrible; emborracharse y terminar follándose a un tío al azar hasta las tres de la mañana, suele dejar a uno sintiéndose dolorido, enfermo y en general como si uno se fuera a morir.

Greg quería arrastrarse nuevamente bajo sus mantas por al menos una semana, quizás dos, desafortunadamente justo cuando consiguió ponerse cómodo, su madre abrió de un golpe la puerta.

—¡Levántate y brilla, Gregory! —gritó.

Sí, su madre tenía un sentido del humor enfermizo. Aunque odiara que Greg bebiera, fumara, y... ehm, fuera puto, no había nada que pudiera hacer al respecto; ya sabes, más que asaltar su habitación y llevarse sus cigarrillos, su alcohol, y asegurarse de que tuviera una caja de condones siempre (esa fue una conversación realmente embarazosa).

¡Maaamá! —se quejó Greg desde algún lugar debajo de la cama.

—¿Sí, cariño? —sonrió Maggie Lestrade, abriendo completamente las cortinas—. Oh, es una mañana tan preciosa —canturreó.

Greg gruñó.

—Levántate y brilla, cariño, es hora de ir a la escuela.

Noo.

—Ah, bueno, estarías perfectamente bien si no hubieras estado toda la noche afuera, paseando en esa moto tuya —Maggie chasqueó la lengua.

—No estaba paseando —murmuró Greg—. No conduzcas en estado de ebriedad, ¿no es eso lo que todos los chicos populares dicen?

Maggie chasqueó la lengua y le arrancó las mantas a su hijo, quien gritó y se retorció. Maggie suspiró y dijo:

—Mírate.

Greg no tenía idea de qué estaba hablando hasta que vio hacia abajo. Ah… sí, bueno, eso sí que era desafortunado.

Alguien había dibujado un pene gigante en su estómago con marcador permanente, con una flecha señalando hacia su entrepierna, y las palabras: "los objetos son más pequeños que como este hijo de puta afirma que son".

—¿Cuándo demonios…?

—Arriba, a la ducha, ahora —ordenó Maggie, pateando al adolescente en el muslo—. Honestamente, Greg, ¿qué estás haciendo contigo mismo?

—¿Ser hermoso y encantador? —intentó Greg.

Los ojos de Maggie se oscurecieron y Greg supo que estaba a punto de meterse en serios problemas. Su madre podría haber hecho la vista gorda a sus hábitos más ilegales, pero había hecho su misión de vida que Greg anduviera por el buen camino. Podía ir a divertirse, pero esperaba que trabajara duro en la escuela y que eventualmente creciera.

Así que en vez de encarar la ira de su madre tan temprano en la mañana, y con una horrible resaca; Greg corrió de su habitación al pasillo y se dirigió hacia el baño.

{oOo}

Haber fregado su estómago con la esponja vegetal de su madre había causado lo siguiente: una piel color rojo brillante que ardía incómodamente, un desastre de color negro encima de su estómago que aún decía: "los objetos son más pequeños que como este hijo de puta afirma que son", y la esponja de Maggie manchada de negro.

Greg bostezó y arrastró los pies mientras se ponía el uniforme de la escuela, sin molestarse en verse al espejo al salir. Las chicas afirmaban que el aspecto de "apenas acabo de levantarme de la cama" era adecuado para Greg y lo hacía parecer un chico malo; mientras que los profesores, policías y público en general, decían que lo hacía parecer a un gamberro.

Maggie tenía tostadas esperándole y aunque estaban frías, Greg sabía que era mejor no discutir. Su madre estaba muy ajetreada en arreglarlo todo y Greg la observó con los ojos entrecerrados mientras masticaba su desayuno.

Cuando agarró su set favorito de porcelana de la alacena, Greg tragó lo que tenía en la boca y dijo:

—¿Qué estás haciendo, mamá?

—Meghan vendrá a tomar el té a las cuatro, así que será mejor que estés aquí, Gregory.

Greg gimoteó incluso cuando su madre se volvió a fruncirle el ceño.

—¿Meghan Holmes? —exigió.

—Sí, querido, Meghan Holmes —dijo Maggie.

—Pero es tan molesta —gruñó Greg—. "Gregory, ¿cómo estás?" "Gregory, ¿te está yendo bien en la escuela?" "Gregory, ¿no sabes lo que es una ducha?"

Maggie bufó cuando su hijo continuó imitando a la otra mujer.

—Honestamente, tiene un palo tan profundamente enterrado en su trasero que…

—¡Gregory! —reprendió Maggie.

—Lo siento, lo siento —murmuró Greg—. Pero honestamente, ¿por qué toleras a esa mujer?

—Bueno, entre el trabajo en el hospital y tener que cuidarte a ti… —se interrumpió para apretar la mejilla de Greg; el adolescente la fulminó con la mirada y retiró bruscamente su mano—… no tengo vida social —continuó Maggie—. Así que, es tomar té con Meghan Holmes o sufrir con esas mujeres increíblemente aburridas que resultan ser las madres de tus compañeros de clase.

—La Sra. Holmes es una de esas mujeres increíblemente aburridas que resulta ser madre de uno de mis compañeros de clase —le recordó Greg.

—Sí, pero ella tiene historias interesantes —dijo Maggie—. Y su hijo mayor es un joven encantador.

Greg no respondió nada a eso. Maggie sabía que no había amor entre su hijo y el de Meghan. Mycroft Holmes era todo lo que Greg odiaba; brillante, encantador, educado al extremo, y absolutamente sin ningún tipo de personalidad. Honestamente, Greg encontraba a las paredes más estimulantes que a Mycroft Holmes, y eso sólo porque eran un buen lugar para besuquear a algún tío.

—Gregory, por favor, no te pido mucho —dijo Maggie. Greg alzó la mirada—. Sólo estate aquí a las cuatro, ¿está bien? Y sé amable con Mycroft.

Ella le dio su mejor cara de cachorro herido, y Greg nunca había sido capaz de luchar contra eso. Es cierto, era un poco rebelde, pero su mamá sabía cómo convencerlo. Así que le dio un sonoro:

Está bien —ymiró la hora en su móvil mientras se metía el resto de su tostada en la boca—. Pero no hablaré sobre las tareas —murmuró a través de su boca llena.

Maggie sólo sonrió y le dio un beso en la mejilla.

—Sí, sí; ten cuidado, ¿de acuerdo?

Greg asintió y le dio un abrazo antes de coger su casco, llaves y chaqueta de cuero. Tenía el saco de la escuela metido en su mochila; se puso su chaqueta y subió la cremallera antes de ponérsela sobre los hombros. Subió a su motocicleta Jet-Black, nada lujoso porque aún no tenía la edad suficiente para manejar algo realmente poderoso, y se puso su casco antes de arrancar el motor.

Rugió a la vida y Greg dejó que calentara un poco antes de manejar hacia el camino y pasar velozmente hacia la carretera.

{oOo}

Greg suspiró mientras apagaba su moto, sentándose a horcajadas encima de la máquina por un par de minutos; guardando en el bolsillo sus llaves y revisando su correo de voz. El ibuprofeno que había tomado en la ducha finalmente estaba haciendo efecto, reduciendo su migraña a pequeños latidos en sus sienes. Greg sentía que este iba a ser un día largo cuando finalmente bajó de su moto.

Apenas había dejado el aparcamiento cuando sintió una bofetada en la parte posterior de su cabeza. Greg se volvió a ver a Dylan Saunders y Joe Wright, dos de sus mejores amigos. Dylan era quien usualmente lo golpeaba, así que Greg envolvió un brazo alrededor del cuello del otro adolescente y lo apretó con fuerza.

—¡Guh, suéltame! —gritó Dylan.

—Jódete, y a la mierda tus peticiones —dijo Greg, sosteniéndolo con firmeza cuando Dylan trató de soltarse—. Dame una buena razón, Saunders.

—¿Te… te… dejaré verme desnudo? —sugirió Dylan.

Greg bufó.

—Como si quisiera ver tu cuerpo y culo peludo, hijo de puta —hizo tropezar a Dylan y el chico más bajo acabó tendido sobre el césped. Joe rió y palmeó la mano de Greg.

—Que-jodida-fiesta —dijo Joe, separando cada palabra y moviendo sus manos más y más mientras hablaba—. Sally Donovan me dejó tocar su…

—¡Guh! ¡Gérmenes heterosexuales! —gritó Greg, empujando lejos a Joe. Greg había sido abiertamente gay durante años y a nadie le importaba. Había cerca de seis, o más, chicos gays en toda la escuela, y por suerte nunca tuvo ningún problema mayor aparte de insultos.

—Dame un beso, Greggie. ¡Te haré ver que sexys que son la chicas! —dijo Joe, acercándose rápidamente a Greg y tratando de darle un abrazo.

—Jódete, idiota —dijo Greg, agachándose y esquivándolo. Afortunadamente Joe era más pesado que él y se cansó más rápido, pateándole una piedra a Greg cuando Dylan empezó a limpiar el césped de su uniforme—. Y bueno —dijo Greg, bajando la cremallera de su chaqueta y abriendo la camisa de la escuela—… ¿quién de ustedes dos gilipollas hizo esto?

Dylan y Joe leyeron las palabras aún escritas en el estómago de Greg antes de explotar en carcajadas. Greg frunció el ceño, mientras que sus amigos se reían golpeando sus rodillas y miraban a Greg con los ojos llenos de lágrimas.

—No es gracioso, joder —Greg frunció el ceño—. Mi mamá lo vio y…

—¿Mami aún te baña? —interrumpió Dylan.

Greg fue tras él y Dylan corrió por todo lo que valía la pena, Greg eventualmente dándose por vencido y caminando alrededor del edificio Boster. Dylan y Joe lo siguieron, este último prendiendo un cigarrillo junto a Greg.

—Así que desapareciste a eso de la medianoche —comentó Joe, dándole una calada a su cigarrillo.

—Mm, me fui junto con… ehm… —Greg frunció el ceño, tratando de recordar el nombre del tío, sus amigos rieron—. Mierda, va a la escuela Santa María al otro lado de la ciudad… ehm…

—Puto —comentó Dylan.

—Jódete y jode a tu madre —dijo Greg.

—Oh, puto malo —sonrió Dylan.

Greg rodó sus ojos y le dio una calada a su cigarrillo. Hablaron sobre la fiesta un poco más, Joe contando como se había desmayado en la sala de estar sólo para despertarse cuando su hermana vertió hielo por su espalda, antes de que el cuarto miembro del grupo llegara. Michael Dimmock, quien pateaba a cualquiera que lo llamara Michael, era el único amigo bisexual de Greg, y los dos a menudo intercambiaban historias y hablaban sobre que les gustaba más a los hombres. Por supuesto, Dimmock no era tan… puto, como Greg, pero aun así podían hablar de ello.

—¿Escuchaste de aquel tipo misterioso que al parecer es un buen polvo? —dijo Dimmock.

—¿Quién? —Greg frunció el ceño.

—Un chico al parecer ha estado follándose tíos y es jodidamente increíble en ello —le dijo Dimmock a Greg—. John me mandó un mensaje diciendo que Andy había sido follado realmente bien por este tío, quien estuvo menos que contento con el rendimiento de Andy.

—Andy es un pedazo de mierda, ¿a quién le importa? —resopló Dylan.

Dimmock le dio a Dylan una mirada poco entusiasta, pero sólo porque Andy era el novio de su prima. Se volvió hacia Greg y dijo:

—Así que sí, hay un tío allá afuera que es mejor polvo que tú.

—De ninguna manera —dijo Greg.

Dimmock se encogió de hombros.

—Eso es lo que dijo Andy.

—Bueno, es un mentiroso de mierda, nadie es mejor que yo —dijo Greg, aunque aún estaba frunciendo el ceño. Estaba orgulloso de darle a sus encuentros el mejor sexo de su vida… ¿Quién mierda se creía Andy, inventando mierdas sobre otro tío?—. Probablemente sólo quiere otro polvo —murmuró Greg.

Dimmock y los otros bufaron.

—En serio, me lo follé una vez y ahora quiere ser mi novio —dijo Greg, terminando su segundo cigarrillo.

—¿No recibió el mensaje de que eres una ramera? —preguntó Joe.

—Al parecer no —dijo Greg. El timbre de la mañana sonó con fuerza por el campo y Greg y los otros se apresuraron en ir a clase.

{oOo}

Andy no estaba mintiendo. En el almuerzo se fue en gran detalle sobre este tío, Mickey, Mikey o Matt; Andy no podía recordar, y lo que hizo con su lengua, sus dedos y manos, su polla y… bien, este tío era bueno.

—Lo siento, Greg —Andy se sonrojó—. Quiero decir, tú definitivamente eres increíble en la cama, pero este tío… maldición, simplemente es jodidamente increíble.

Greg miró fijamente al muchacho más joven antes de irrumpir hacia afuera, dirigiéndose hacia la zona no oficial de fumadores. Era el único lugar en la escuela donde los profesores no revisaban, y los estudiantes aprovechaban para colarse cigarrillos durante el día.

Greg estaba tan metido en sus pensamientos que no lo vio hasta que fue muy tarde… chocó fuertemente con alguien y ambos se tambalearon hacia atrás, Greg golpeando el suelo de cemento y el otro chico chocando contra la pared.

—Jesús —gruñó Greg, frotándose su dolorido codo—. ¿Qué carajos?

—Pido disculpas, pero deberías haber estado viendo hacia donde ibas.

Greg gimoteó; conocía esa voz. Y, efectivamente, cuando alzó la mirada, allí estaba de pie Mycroft Holmes.

Era un chico alto, unos tres meses más joven que Greg si es que recordaba correctamente, con cabello corto y pelirrojo, peinado a la perfección, ojos fríos de color azul y piel pálida. Usaba su uniforme de manera inmaculada, su mochila siempre llena de libros incluso mientras cargaba un folder y más libros bajo el brazo.

Mycroft tendió una mano con cortesía, pero Greg lo ignoró, poniéndose de pie de un salto y sacudiendo la suciedad de su uniforme. Estaba a punto de irse, realmente no tenía ningún interés en hablar con Mycroft, cuando el muchacho más joven dijo:

—Sería educado de tu parte si te disculpas.

Greg se giró, el ceño fruncido apareciendo en su rostro.

—¿Disculpa?

—Tropezaste conmigo porque no estabas viendo hacia donde ibas —dijo Mycroft—. Yo me disculpé contigo, es de buena educación si devuelves las palabras.

—¿Por qué mierda debería hacerlo? —exigió Greg.

Mycroft ladeó su cabeza y Greg hizo una mueca. Había algo en Mycroft Holmes que realmente se metía debajo de su piel; era… demasiado educado, demasiado limpio, demasiado perfecto. Todo lo que hacía y decía se sentía como si hubiera estado ensayado, como si Mycroft solamente estuviera actuando de esa forma para complacer a todos los demás. Greg odiaba a las personas falsas, por lo cual odiaba a Mycroft.

—Ya veo, continuarás odiándome a pesar del hecho que realmente no nos conocemos, aparte del ocasional té con nuestras madres.

—¡No digas eso en voz alta! —siseó Greg, su cabeza mirando alrededor. Dios lo ayudara si alguien escuchaba que estaba pasando tiempo fuera de la escuela con Mycroft Holmes.

—Te importa demasiado lo que piensa la gente —declaró Mycroft repentinamente.

—Como sea, sólo piérdete, Holmes —dijo Greg.

—Te veré esta tarde, Gregory —fue la respuesta de Mycroft.

Greg apretó sus dientes mientras irrumpía nuevamente dentro de la escuela. Como si necesitara un maldito recordatorio sobre eso.