Notas: Siempre me ha gustado este par.


Otra noche. Otra desvela la cual se callaría.

Abrió los ojos lentamente y vio como Souji parecía llevar una contienda con las mismas sábanas, otra vez.

Se removía incómodo, sudando sin motivo; puesto que la temperatura no daba pie para esa reacción física. La primera vez pensó que eran pesadillas, pero la constancia ya estaba desacreditando esa conclusión.

Souji luchaba con algo dentro de su cuerpo, y él no sabía qué. Preguntarle sería peligroso, lo sabía, si Souji quisiera hacerle saber ya lo habría hecho. A cambio, parecía aún más esquivo y el tacto se estaba volviendo vetado.

¿Por qué?

En esa noche fortuita, le daba la espalda soltando —de nuevo— una ligera tos. Era corta y áspera, que le terminó de borrar los rastros de sueño. Se incorporó con ayuda de su brazo derecho, y con el otro, extendió su mano alcanzándole el rostro para removerle el largo mechón húmedo que tenía adherido a la sien. Y como supuso, la incomodidad venía por un motivo: Fiebre.

Cuando sus dedos rozaron la perlada frente, sintiendo con más peso el desequilibrio de temperatura, Souji sin abrir los ojos dijo:

—¿Te desperté? —Su voz sonó fatigada, sumiéndose en el letargo del cansancio.

Se dio su tiempo en responder, dejando unos minutos de treguas que sólo el silencio ofrecía, mientras seguía un curso terso sobre la piel de seda y éste pareció aligerar parte de su pesada expresión. Un suspiro lento, que podía deletrear un agradecimiento sino fuera ese espadachín de quien hacía referencia.

—Tienes fiebre —fue su corta respuesta, compaginando la otra extensión que se obvió.

Y no es la primera vez.

Abriendo los ojos finalmente, revelando el color felino como si hubiese pisado un terreno escabroso que estaba delimitado y prohibido incluso para él, le respondió:

—No tiene importancia —cortó, retirando la mano y levantarse del futón.

Fue la última vez que durmieron juntos.


Notas: Pequeña paginación de unos cuantos drabbles en cuanto se va desarrollando la enfermedad de Souji. Si alguien debió ser el primero en notarla, habrá sido Saito, por el hecho que siempre estaba con él.