Disclaimer: Todos los personajes que reconozcan pertenecen a la querida Stephenie Meyer, todo lo demás, incluyendo la trama, me pertenecen.


El diario de mi madre

...Introducción...


Ya estaba en la última clase de este primer día en la escuela, tan agotador. Acababa de entrar en el segundo año de preparatoria y al primer día, nos llenaron de trabajos y tareas. ¡Cómo si nos quedara mucho tiempo libre luego de la escuela…!

Los demás alumnos entraron apresurados a la sala, donde se haría la clase de biología. Todas las caras se me hacían conocidas, sin embargo, había unos pocos rostros que nunca había visto en el instituto y, obviamente, eran nuevos.

–Disculpa, ¿está ocupado este asiento? –preguntó una chica rubia.

–Oh, no. Adelante.

La chica se sentó a mi lado y sacó un cuaderno, el cual supuse que estaba destinado para biología.

–Soy Sussie Cullen –se presentó.

–Renesmee Black, mucho gusto Sussie –le dediqué una gran sonrisa y en seguida me la devolvió–. ¿Eres nueva aquí en Forks?

–Sí… A mi padre lo transfirieron de Nueva York.

–¿Nueva york? –levanté las cejas, en señal de asombro.

No podía creer que de Nueva York se hubiera mudado hasta aquí, Forks, un pueblecito de no más de 4000 habitantes. Eran demasiadas las diferencias entre estos dos lugares.

–Sí, la verdad es que aún no me logro acostumbrar –rió entre dientes–. Aunque me gusta mucho más aquí, ¿sabes? Es más… acogedor.

–Sí, en eso tienes razón. Pero ¿no te molesta la humedad y todos esos bosques húmedos con musgos…? –hice una mueca.

Sussie largó una carcajada.

–No, ¿a ti sí?

–Sí… me molesta bastante –me reí con ella.

–Entonces… ¿por qué estás aquí?

–A mi madre le gusta la vida de Forks y simplemente no le he pedido cambiarnos de ciudad, además que aquí se encuentra toda mi familia… Mi mamá dice que le recuerda cuando tenía mi edad y todo eso. La verdad es que no la entiendo…, pero supongo que me quedaré aquí hasta que tenga que irme a la universidad.

–Tienes suerte… Mi padre y mi madre nunca me dejarían irme sola a la universidad. Creo que me acompañarán cuando sea la hora de irme –ambas nos reímos.

–¡Buenos días, alumnos! –saludó el señor Banner, quien iba entrando por la puerta.

–Ese es el señor Banner, es bastante simpático y casi nunca deja tarea para el siguiente día –le susurré a Sussie, quien asintió al instante.

–Bien, chicos, para quienes no me conocen, soy el señor Banner, el profesor de ciencias –comenzó el profesor–. Hoy comenzaremos a revisar la genética. Es un tema bastante interesante y tendremos muchos trabajos tanto individuales como grupales, así que no tendrán ninguna tarde desocupada.

Las quejas no tardaron en aparecer.

–Tranquilos, tranquilos… Haremos lo mismo que el año pasado, los trabajos de un día para otro serán en grupo, mientras que los individuales serán de una semana a otra.

La clase comenzó rápidamente e, inmediatamente, pude tomar el hilo de la clase. El señor Banner tenía razón, la genética era un tema sumamente interesante y fácil de estudiar; y, gracias a eso, la clase se pasó muy rápida. No me di cuenta cuando ya faltaban sólo 5 minutos para el término de la jornada.

–¡Chicos! Una última cosa para que al fin se vayan a sus casas. Tendrán que hacer un árbol genealógico para la próxima semana, es individual, obviamente. Pueden agregar a todos los familiares que quieran, para saber de quién sacaron sus rasgos. Tienen que sacar el modelo de la página 386 de su texto.

Anoté rápidamente el trabajo que era para la próxima semana y guardé, al fin, mi cuaderno. Luego de unos pocos segundos el timbre sonó.

–¡Hasta mañana! –se despidió el señor Banner, luego se fue por la puerta.

–¿Renesmee? –llamó Sussie.

La miré inmediatamente y agregué, rápidamente, antes de que me dijera algo:

–Sólo dime Ness o Nessie. Así se te hace más corto –le sonreí. Nos encaminamos hacia la salida del instituto.

–Ok –se rió entre dientes, por lo rápidamente que dije lo último–. ¿Quieres ir un día de estos a mi casa?

–¡Oh! Eso me encantaría –sonreí–. ¿Cuándo quieres que vaya?

–Cuando puedas…

–Déjame preguntarle a mamá y te aviso.

En ese momento llegamos a la salida del edificio e, inmediatamente, vi el carro de mi mamá en el aparcamiento.

–Nos vemos mañana, Sussie –me despedí.

–Adiós, Ness –la escuché decir, mientras yo corría al auto de mamá para entrar a un lugar caliente.

–Hola, Nessie –saludó mi madre, una vez que yo ya estaba protegida del frío-cala-huesos que hacía afuera.

–Hola, mamá. ¿Qué tal tu día en el trabajo?

–Bastante bien, gracias por preguntar –una sonrisa-mata-corazones se instaló en sus labios.

Mi madre Isabella Marie Swan, Bella, para los amigos era hermosa. Siempre que le decía un halago, sus mejillas se teñían de un suave rubor, algo que heredé, sin duda. La verdad es que con mi madre no teníamos mucho en común –físicamente. Sólo la piel pálida y ese molesto rubor que se instalaba de vez en cuando en nuestras mejillas, lo compartíamos; pero, en lo demás, éramos dos gotas de agua totalmente distintas. Mientras ella tenía sus ojos marrones, yo los tenía verdes –los cuales, hasta el día de hoy, no sabía de dónde los había sacado. Mi madre tenía su cabello castaño, cuando yo lo tenía de un extraño color bronce. Mis rasgos eran rectos, cuando mi madre los tenía un poco más redondos.

Y con mi padre –Jacob Black, ni hablar. Con él sí que éramos totalmente opuestos el uno al otro. Tal vez lo único que había heredado de él era su sonrisa con esos dientes blanquísimos y brillantes, pero en todo lo demás éramos completamente distintos. Mi padre tenía una piel morena, su cabello era negro azabache y sus ojos eran de un color marrón oscurísimo. Era bastante guapo, debo decir.

–¿Tu padre no te ha llamado? –preguntó mi madre, aún con la vista en la carretera.

–La verdad que no… Pero hablé con él el fin de semana pasado y me dijo que me llevaría a acampar –hice una mueca.

–¿Qué ocurre? ¿Por qué esa cara? –desvió la mirada de la carretera y me miró un pequeño instante.

–La verdad, es que no me apetece ir… Sabes que odio el clima de Forks, e ir a acampar no lo mejoraría…

–Bueno…, entonces dile a tu padre. Jacob debe aprender que no te puede obligar a hacer cosas que no te gustan –susurró lo último más para ella que para mí.

Mis padres se divorciaron hace cinco años, cuando yo tenía sólo 11 años. Desde ese momento, ellos no se llevaban muy bien y ni siquiera se dirigían la palabra, a menos que fuera algo sobre mí, lo que no se daba en muchas ocasiones. El día que mi padre se decidió ir de nuestra casa, ellos tuvieron una fuerte discusión, en la cual yo estuve presente, sin que ellos lo supieran.

Estaba en mi habitación jugando, luego de que desperté. Mi mamá estaba apoyada en el umbral de mi puerta viéndome jugar con mi pelo color bronce completamente desordenado. Por alguna razón, mi madre comenzó a soltar lágrimas. Me acerqué a ella lentamente y la abracé por la cintura. Era extraño verla llorar, siendo que nunca la había visto así, siempre se mostraba como la fuerte mujer que era. Mi madre me dio un beso en la frente, me alejó y se fue corriendo escaleras abajo, hacia la sala. Decidí quedarme en mi habitación, ya que, tal vez, quería estar sola.

Sentí las fuertes pisadas de mi padre por el pequeño pasillo acercándose a mi habitación, una vez que llegó, cerró la puerta y, luego se oyeron de nuevo sus pisadas, esta vez en las escaleras.

¡No, Jacob! ¡Ya no lo soporto más! –le gritó mi madre a mi padre, cuando él llegó a la sala.

¡Es que no ves que está bien como está, Bella! gritó de vuelta.

En ese momento, salí silenciosamente de mi habitación, bajé unos cuantos escalones y me senté, observando la escena, sin que ellos me vieran.

¡No! Esto no está funcionando, Jake. Jamás debí aceptar esto… Sabía que no iba a funcionar.

¿Dices que no está funcionando… lo nuestro?

Todo no está funcionando, Jacob. Creí que podría soportarlo…, pero no logro dejar de acordarme cuando la veo.

Bueno… pues si piensas eso… creo que debo irme y dejarte sola con la niña…

¡No! Bueno… sí, pero no quiero que dejes sola a Renesmee. No quiero que crezca sin la influencia de un padre.

Entonces, está dicho… me voy de la casa.

Mi madre guardó silencio.

Vendré a buscar a Nessie los fines de semana.

En ese momento mi padre se dio la vuelta en dirección a las escaleras. Yo, rápidamente, me fui corriendo a mi habitación, cerré la puerta suavemente y me senté de nuevo a jugar. En pocos instantes, mi padre estaba abriendo la puerta.

Ness –llamó. Enfoqué la vista hacia él y al mirar sus ojos, me di cuenta de que había llorado. Papi tendrá que irse de la casa…

Al escuchar esas palabras de la boca de mi padre, me lancé a sus brazos y sollocé, escondiendo mi cabeza en su cuello.

No te preocupes, pequeña… Te veré los fines de semana y la pasaremos estupendamente. Podremos ir al zoológico, al parque, a cualquier parte que tú quieras, ¿sí?

Asentí con la cabeza, no queriendo irme de sus brazos.

Adiós, pequeña –mi padre me alejó y me dio un beso en la sien. Se fue de mi habitación y, al poco rato, escuché la puerta principal cerrarse.

Mi padre, por su parte, había cumplido sus promesas de llevarme al zoológico y a las partes que yo deseara. La verdad, es que la pasaba muy bien en esas salidas, pero no era la vida que quería una niña de 11 años. Al año del divorcio de mis padres, mi papá encontró una novia bastante agradable y bonita, llamada Leah; estaba feliz por él, pero ¿no se supone que él amaba a mi madre con todo su ser?, ¿o es que el amor realmente se acababa y no era como en los cuentos de hadas? Esas dos preguntas siempre me rondaron por la cabeza e, incluso, una vez le pregunté a mi madre algo por el estilo, cuando sólo tenía 12 años.

¿Mami? –llamé cuando ella me estaba acurrucando para dormirme.

¿Sí? –me miró atentamente.

¿Por qué los padres se divorcian? –pregunté casi en un susurro.

Mi madre suspiró profundamente, y se acostó a mi lado, abrazándome.

Bueno… Cuando las parejas deciden separarse… es porque se dieron cuenta de que no era la persona indicada con la que debería estar.

¿Cómo?

En el mundo… en cualquier parte, hay alguien hecho para ti. El destino siempre se encarga de que estés con él, pero hay que saber esperar. Hay veces que la persona no espera y se une con otra que piensa que es el amor de su vida; pero, luego de un tiempo, uno se da cuenta que la verdad no era con esa persona con la cual debías estar.

Pero… ¿qué pasa con los hijos de esas parejas incorrectas?

Pues… alguien quiso que ese pequeño o pequeña naciera y llegara a este mundo, para que su madre y padre lo cuidaran, o al revés. Tal vez, nació para ser el indicado de otra persona.

Cerré mis ojos y decidí que esa era la mejor respuesta que alguien me pudo haber dado.

–¡Ness! ¡Nessie! –mi madre me gritaba desde mi lado.

–¿Eh?

–¡Por Dios! Pensé que te habías desmayado o algo así… ¿En qué estabas pensando?

–Eh… Nada…

En ese instante, me di cuenta de que estábamos afuera de nuestra casita. Tal vez, mi madre me había estado llamando hace un buen rato.

–Ahora baja del auto y vamos a comer.

–Bien…

Ambas nos bajamos del carro y entramos a la pequeña, pero acogedora casa. Era una hermosa casa, con un porche bastante amplio. La puerta principal era de un oscuro color marrón, casi rojizo. La sala, el comedor y la cocina estaban juntos en una sola habitación, haciéndolo mucho más acogedor; la cocina era americana, conectando directamente con el pequeño comedor. La sala se separaba del pequeño comedor con un gran sillón blanco, el cual marcaba el comienzo de la sala. Casi al frente de la puerta principal se encontraba la escalera, que conectaba con la segunda planta, donde se encontraban nuestras dos pequeñas habitaciones y un baño que compartíamos. La verdad, no era mucho, pero las dos vivíamos perfectamente en nuestra casita, que era perfecta a su manera.

–Ness, ¿tienes deberes para mañana? –preguntó mi madre, una vez que dejamos nuestros abrigos en el armario de debajo de la escalera.

Inmediatamente hice una mueca. Recordé todos los montones de trabajos que nos envió cada profesor y al instante se me formó una lucha interna entre decir la verdad o no.

–Pues… –comencé, alargando la palabra–. La verdad que sí, ¡pero es demasiada tarea! Esto es injusto… ¿no puedo hacerla más tarde? –puse los ojos persuasivos que tía Alice, la mejor amiga y cuñada de mi madre, me había enseñado. Mi madre soltó unas risitas, negando con la cabeza.

–Está bien, pequeña diablillo… Entonces, sube, lávate las manos y ayúdame a preparar la cena, ¿eso estaría bien para ti? –alzó una ceja, esperando una respuesta de mi parte.

–¡Claro! Todo es mejor que hacer ese montón de tarea –bufé.

Subí rápidamente, haciéndole caso a mi mamá y, a los pocos minutos, ya estaba lista y dispuesta en la cocina para ayudarla en lo que necesitara.

La cena la acabamos rápidamente, ya que era un simple puré de papas y carne al horno. Quedó deliciosa y ambas hicimos gestos de aprobación cuando probamos el primer bocado.

–¿Cómo te fue hoy, Ness? –preguntó.

–Bien, restándole toda esa tarea, bastante bien –sonreí de lado, sabiendo, que por alguna extraña razón, a mi mamá le brillaban los ojos cuando lo hacía, y esta vez no fue la excepción–. ¿Y a ti? ¿Algo bueno que contar? ¿Algún compañero nuevo que esté interesado en ti? –moví las cejas sugestivamente.

Se sonrojó, sólo un poco y se rió entre dientes, mientras me dedicaba una mirada reprobatoria.

Con mi madre teníamos una confianza casi de mejores amigas, lo que realmente era bueno, porque nunca tuve una amiga muy cercana que digamos… Y la relación que tenía con mi mamá lo recompensaba maravillosamente.

–No, nada de interesante… ¿Y qué hay de ti? ¿Algún compañero nuevo que te interese? –levantó las perfectas cejas que tenía, en espera de alguna respuesta.

–No, nada de compañeros hombres nuevos… Pero conocí a una niña nueva –sonreí–. Se llama Sussie… –alargué el nombre, sin recordar su apellido–. Actualmente, no recuerdo su apellido, pero era bastante simpática. Es nueva en Forks.

–¿De dónde es?

–Nueva York… ¿Puedes creerlo? –pregunté con los ojos abiertos.

–¿Qué tiene de malo? La gente usualmente se muda, Ness, no es cosa nueva –se rió.

–Sí, lo sé… Pero no era a lo que me refería –la miré con los ojos entrecerrados.

–¿Entonces?

–Se cambió de Nueva York hacia acá, Forks, ¡un pueblito! No puedo creer que lo haya tolerado… Yo, en lo personal, si viviera en Nueva York, no me hubiera ido ni por nada del mundo.

–¿Sabes sus razones, al menos?

–A su padre lo trasladaron, creo… Pero dice que prefiere aquí a Nueva York… dijo que era más acogedor aquí –me encogí de hombros.

Terminamos de cenar y, al poco rato, sonó el teléfono y fui a contestar rápidamente.

–¿Hola? –contesté.

–¡Bella! –gritó, por lo que pude reconocer, tía Alice, la esposa de mi tío Jasper, el hermano de mi madre.

Me reí por lo bajo.

–No, tía Alice, soy yo… Ness.

–¡Ah! Hola, Ness. Cada vez tienes la voz más parecida a la de tu madre…

–Sí… ya me lo han dicho antes.

–¿Cómo has estado, cariño?

–Bien… aunque cansada. Tengo un montón de tarea y sólo llevamos un día de escuela.

–¡Qué mal! Recuerdo que era desesperante cuando no sabía por dónde comenzar…

–Sí, la verdad que sí.

–¿Está Bella?

–Sip, te la paso en un instante, tía.

–Gracias, cielo. Cuídate.

Fui a buscar a mi madre a la cocina, con el teléfono inalámbrico en mano.

–Mamá, tía Alice al teléfono –le extendí el aparato y lo cogió.

–Ve a ver la tarea mientras, Ness. Me pondré a trabajar en el comedor, así que, si quieres, puedes traer tus cosas.

–¡Sí! Me encantaría –sonreí.

Fui casi corriendo hacia arriba y cogí todos los cuadernos donde tenía tarea, que ahora que los miraba, no era demasiado. La verdad que había exagerado bastante. Iba bajando las escaleras con mis tres cuadernos en mano, cuando escuche a mi madre, aún hablando por teléfono, decir mi nombre. Nunca había sido chismosa, ni nada por el estilo, pero en ese momento me entró la curiosidad, subí las escaleras nuevamente y cogí el teléfono que tenía en mi habitación. Tapé el micrófono con mi mano y me dispuse a escuchar.

–Lo sé, Allie, pero no lo puedo evitar… –dijo mi madre.

–Pues tienes que hacerlo.

–Cada día me lo recuerda más… Son iguales en todo aspecto…, la personalidad, la sonrisa, ¡el cabello! Creo que no lo soportaré por mucho tiempo más.

–¿No has pensado en buscarlo?

–¡¿Qué?! Ni lo pienses que lo haré… No lo sabe y no lo sabrá nunca.

–Pero ¿no crees que la quiera conocer?

–No, no lo creo… Nunca lo supo, así que no debería sentir curiosidad… Ni siquiera debe acordarse de una tal Bella Swan.

–No seas tan dura, Bells. Fuiste importante –susurró tía Alice.

–¡¿Importante?! Si hubiera sido importante, no se hubiera marchado así como así.

–Bien…, como digas. Tengo que colgar, tu hermano llegó. Cuídate mucho y nos vemos mañana.

–Bien, manda saludos por allá…

Colgué suavemente y de nuevo me dirigí al comedor. La verdad es que no entendí ni la mitad de la conversación. ¿Quiénes eran iguales en la sonrisa, el cabello y la personalidad? ¿Quién no debe acordarse de mi madre? Y ¿qué cosa nunca supo esa persona? Me hubiera gustado preguntarle a mi mamá, pero lamentablemente, no podía. Por más de alguna razón lo estaba hablando sólo con tía Alice y cuando yo no estaba presente.

–¿Lista para hacer tareas? –preguntó mi madre con una sonrisa y voz de entusiasmo.

–Sí… Aunque la verdad no era mucha –sonreí avergonzada–. Exageré bastante.

Se rió entre dientes.

–Ya lo había supuesto.

Salió del comedor, subió las escaleras y al instante ya las estaba bajando con una laptop entre sus brazos. Se instaló en la cabecera de la mesa y yo me puse a su lado con los cuadernos abiertos en las hojas correspondientes.

Las pocas tareas que tenía, las pude terminar rápidamente, gracias al Cielo… Cuando terminé, mi madre aún seguía tecleando, concentradamente en su laptop. Recordé el trabajo para la próxima semana de biología, era lo único que tenía ganas de hacer. Por alguna razón, mi materia favorita siempre fue biología e, incluso, ya me veía como una doctora en mi futuro.

–Mamá –llamé–, tengo que hacer un trabajo para la escuela.

Ella levantó la mirada de su laptop y me miró, divertida.

–¿De qué trata Ness?

–Debo hacer un árbol genealógico y necesito fotos de la familia. ¿Crees que tengas fotografías de los padres del abuelo Charlie y la abuela Renée? Quiero hacer un árbol familiar completo y así descubrir de quién saqué los ojos verdes… Porque ni de ti ni de mi padre he sacado el color de los ojos.

Mi madre se tensó un momento en su silla.

–Claro hija… Las fotos están en el ático, en una caja que dice 'fotografías'.

–¿Tienes también del tío Jasper?

–Claro…

– Quiero poner a mis primos, también. Así que supongo que tendré que poner a tía Alice.

–Sí… Creo que podrás encontrar más fotos también en la caja que dice 'universidad' o 'preparatoria'

–Gracias –le dediqué una sonrisa. Me levanté de mi asiento, la abracé y le di un gran beso en la mejilla.

Me fui casi corriendo escaleras arriba. La escalera de techo que daba al ático estaba en la habitación principal, la de mi madre. Cuando llegué a su habitación, desplegué la escalera y subí precipitadamente. Estaba emocionada, nunca había visto fotografías de mi madre cuando era tan sólo una niña o de mi padre. Por alguna razón, ella no ponía fotografías en nuestra casa.

Una vez adentro del ático, me senté en un sillón viejo que se encontraba allí. Miré alrededor de la habitación y en una esquina de esta había montones de cajas color marrón. Me acerqué a ellas y allí, como dijo mamá, había cajas que decían 'fotografías', 'universidad' y 'preparatoria', además de otras cuantas. Saqué la que decía 'fotografías', esperando que allí hubieran más de dónde elegir.

Abrí la caja, cuando estaba cómodamente sentada en el suelo. Lo primero que pude ver fueron pilas y pilas de fotografías, las cuales estaban casi desparramadas y desordenadas por la caja. ¿Cómo es que mi mamá tenía tantas fotos y nunca me dijo nada?

Amaba las fotografías. Siempre pensaba que podías ver claramente lo que sucedía en una imagen, con tan sólo ver el rostro de alguien o, simplemente, si te ponías a analizar bien las fotos, podrías sacar unas buenas conclusiones y, a veces, eran completamente acertadas. Otra maravilla que te ofrecían las fotografías, era que, con tan sólo verlas, podías recordar todo ese momento o, a veces, podías recordar toda una vida con la persona que se encontraba en la foto.

Tomé una pila y me dispuse a ver detalladamente las fotos.

En la primera, había una niña de unos 4 años, con el cabello castaño totalmente desordenado. Iba bellamente vestida con un vestidito rosa pálido y detrás de ella había una mujer de tal vez unos 30 años. Al parecer la niña iba corriendo y la mujer, que seguramente era su madre, la iba persiguiendo. Me detuve a verla mejor y pude darme cuenta que era mi madre cuando era una pequeña niña y la que estaba atrás era mi abuela Renée, la cual seguía tan hermosa como en la foto.

Me pasé toda la tarde viendo detalladamente cada fotografía que había en la caja. Ya había recopilado bastantes fotos. Tenía de mi dos primitos, Ethan e Ian Swan, los cuales eran unas dulzuras de niños; de mi tío Jasper, el hermano de mi madre; de mis abuelos maternos, Charlie y Renée Swan; y de mis bisabuelos maternos; pero aún me faltaban de mis padres, tía Alice y de mis abuelos y bisabuelos paternos, aunque tenía claro que los últimos tendría que pedírselos a mi padre.

Recordé que en la caja que decía 'Preparatoria' había más fotos, por lo que me levanté de mi lugar y llevé la caja donde anteriormente me había sentado. Abrí cuidadosamente la tapa y me encontré con miles de cuadernos, había uno que otro trofeo y, puesto cuidadosamente se encontraba un cuadro. Lo saqué por mera curiosidad y lo miré detenidamente. En la foto pude reconocer a mi madre cuando era bastante joven, tenía su diploma de preparatoria en mano y una hermosa sonrisa le iluminaba el rostro. Se veía realmente hermosa con la túnica y su birrete de graduación. Dejé el cuadro a un lado y pude ver que dentro de la caja había una pila de fotos.

Tome el montón de fotografías y me las puse a ver. La mayoría era de mi madre con el tío Jasper o tía Alice en su graduación. De repente, vi una foto de un hombre, bastante guapo debo decir, que estaba parado con su diploma en mano y con su túnica y birrete puestos, por lo que supuse que debió ser algún compañero de mamá. Di vuelta la foto y ahí, claramente, decía:

"Edward Cullen
Mayo, 1995"

Nunca había oído de él, ni mucho menos mi madre lo había mencionado. Se me hizo raro que no me lo hubiera nombrado, ya que siempre cuando le preguntaba por sus amigos o compañeros de la preparatoria, me contaba cómo eran y los mencionaba a todos. Pero nunca me había dicho el nombre de Edward Cullen… Y lo más extraño aún, es que tenía una foto de él, o sea, él, claramente era cercano a mi madre. ¿Por qué nunca lo mencionó? ¿Es que algo malo había pasado con él? Sabía que allí había gato encerrado.

Cullen, Cullen, Cullen…

El apellido me sonaba demasiado familiar para mi gusto… Como si me lo hubieran dicho recientemente. Me lo quedé pensando por un tiempo bastante largo. Estaba segurísima que había oído ese apellido, pero en ese momento no recordaba a quién se lo había escuchado. ¿Tía Alice? ¿Tío Jasper? ¿Mi madre? No lo creía posible… ¿La escuela, quizás…?

¡Eureka!

Ahí es donde lo había escuchado… y fue justamente ésta mañana. Cuando Sussie me dijo su apellido…

"Soy Sussie Cullen" recordé que se había presentado.

¿Es que acaso ese hombre tenía que ver con Sussie, la chica nueva proveniente de Nueva York? Tal vez sólo era una coincidencia de apellido o, tal vez no… Tendría que preguntárselo mañana.

Guardé la foto del tal Edward Cullen entre el montón que tenía y me dispuse a revisar la caja de Preparatoria de mi madre. Amaba ver cosas del pasado, sobre todo de un pasado en el cual yo no estuve presente. Lo hacía a cada momento en la casa de mi abuelo Charlie; él guardaba muchas cosas de su juventud y era genial cuando me contaba la historia de cada una de las cosas que estaban en su caja de recuerdos.

Hojeé unos cuantos cuadernos que mi madre guardaba y vi que su letra era una perfecta caligrafía, igual a la que tenía ahora. Entre sus cuadernos, había una especie de libro, forrado con terciopelo azul marino; en su portada, en la esquina inferior derecha se encontraba grabado el nombre de mi madre con unas bellas letras doradas. Supuse que era su diario.

Abrí el diario e, inmediatamente vi una foto de una pareja que, a primera vista, se veían muy enamorados uno del otro. El hombre le besaba la mejilla a la mujer, mientras que ella reía y tenía un leve sonrojo en sus mejillas. Me fijé mejor en la imagen e, inmediatamente caí en la cuenta que era mi mamá con un hombre que no pude reconocer. Dejé la fotografía a un lado y comencé a leer atentamente el diario.


Hi, girls! :D Cómo han estado?

Sé que me he ausentado un montón de tiempo y creo que hasta ni tengo derecho de subir una nueva historia, sin haber actualizado aún "Sólo con un beso", pero he estado metida con esta historia desde hace un montón de tiempo y ya quería subirla. Espero que les guste y si soy muy predecible, perdón ^^'' El siguiente capítulo ya lo tengo casi terminado, así que la próxima semana lo subiré ;) creo que actualizaré cada semana, si el colegio no me lo impide :/

Ah! Y una aclaración: Como dice el título del fic, es un diario, así que tendrá cambios en la redacción con relación al tiempo. Además, los capítulos creo que serán un poco cortos, ya que pondré cada fecha como un capítulo... Pero si no lo prefieren así, díganme y pongo a lo más dos fechas en un capi :)

Espero que disfruten de esta nueva historia, como yo estoy disfrutando escribiéndola n.n

Cuídense muchito, un beso y un abrazo°\(n.n)/°

Saludos desde Chile ;)

Lizzie

PD: Recuerden que en mi perfil está mi facebook para que me agreguen :D