Testamento.

Capitulo 1: Tu legado familiar.

Año de 1549. – Ochocientos años antes de la Guerra de los Champiñones-.

Al fondo de una pequeña habitación iluminada nada más que por los rayos de luz que entraban por las ventanas y una triste llama de vela derretida se veía lo que a simple vista eran dos sombras de aspecto humano, una de pie frente a la otra, que estaba sentada detrás de lo que era un gran escritorio de estilo renacentista de la época. La última de estas dos siluetas se mantenía con la cabeza baja, su mano en constante movimiento constantemente bañando la punta de una pluma de cuervo en un vaso de tinta negra. Alrededor había muchos libros, hojas y pergaminos puestos en los dos únicos libreros presentes en la habitación.

La mano que sostenía la pluma de cuervo entre sus dedos era muy vieja, se notaban muchos las venas hinchadas, arrugas y manchas debido a la edad que debía tener el dueño, y luego de un tiempo moviendo la pluma de cuervo por fin dejo esta dentro del tintero permitiéndole a sus cansados huesos descansar luego de haber hecho un largo escrito. La vieja mano tomo el papel en que había escrito entre sus dedos sosteniéndola un rato en el aire como inspeccionando cada detalle de todo el escrito, y al ver que todo estaba como era debido el papel fue doblado seguidamente para ser metido en un sobre para carta. Luego de que la hoja fue introducida en el sobre, con la ayuda de la llama de una vela una barra de cera roja comenzó a derretirse lentamente y unas cuantas gotas cayeron justo en la punta de la apertura del sobre, cubriéndola por completo. Cuando las gotas dejaron de caer y antes de que la cera se secara, otra mano parecida a la anterior tomo troquel de madera entre sus dedos y la punta de esta fue aplastada suavemente en la aun liquida cera roja.

El molde permaneció ahí durante unos tres o cuatro segundos, tiempo en el que después este mismo fue retirado de la ya seca cera revelando un tradicional sello rojo con una elegante letra A rodeada de pequeñas hojas de laurel .

Cuando el sobre con el sello estuvo listo, la vieja y arrugada mano la levanto en alto hacía el frente, ofreciéndosela a la otra silueta, que a pesar de la insistencia de la persona que tenía en frente, sus dudas sobre si tomar la carta no le permitían tomar alguna decisión.

-Padre, no estoy seguro de querer hacer esto.

-¿De que no estás seguro?- Fueron las palabras de un hombre de edad mayor, de barba, bigote y cabello blanco al último que quedaba de sus hijos.

-¡De todo esto! Nos hemos metido en grandes problemas para proteger algo que en lo que a mí me concierne, no vale la pena sacrificar ¡En estos momentos lo que más necesitamos es…!

-Lo que necesitamos- Interrumpió el anciano-, es permanecer calmados, no perder esa calma porque ahora más que nada la necesitamos.

-¡Pero, padre…!

-Sé lo que debes estar pensando ahora, hijo, y entiendo que te sientas así; de todos tus hermanos eres el más joven y el único que sobrevivió a todo este desastre… ¿Pero en verdad crees que no lo vale?

El otro no supo que responder, estaba demasiado aturdido y preocupado como para poder decirle algo a su padre.

-Muchas cosas te han de abrumar ahora, hijo, pero estate tranquilo. No te preocupes del enemigo, nuestra familia y esto que ahora te entrego ha sobrevivido por generaciones, y perdurara por muchas más si aceptas esto que te estoy dando.

-¿De verdad cree que esto pueda perdurar por toda la eternidad?

-Bueno, tal vez no para siempre, pero si por un largo tiempo. Y te aseguro que nadie, más que tú, yo y las futuras generaciones de nuestra familia conseguirán que esto llegue a sus manos.

-¿Y el pueblo?

-Se irá también con nosotros. Por ahora necesitan un líder y yo ya estoy muy viejo como para poder hacer que permanezca en pie, lo que significa que todo ahora depende de ti… El futuro de esta familia está en tus manos. Desde este momento tus hijos y nietos deberán pasar también por lo que ahora pasamos nosotros, ni una sola generación debe pasar desapercibida por todo esto, ¿entendido?

Con manos temblorosas, el hijo menor de ese hombre se atrevió a tomar el sobre que desde hace rato se le ofreció que tomara y lo guardo dentro de su chaleco negro. Era el riesgo más importante que había tomado en todos los años en los que tenía de pertenecer a esa familia, el mayor honor de su vida.

-Hoy entrego en tus manos lo que nos ha dado tantos enemigos, lo que nos caracteriza como familia, el testamento de generaciones pasadas y futuras. De hoy en adelante este secreto estará presente contigo, te acompañara a donde sea y tú no podrás negarte a su compañía. Estará en todos lados y en ninguna parte al mismo tiempo, y por lo más sagrado de este mundo nunca debe de ser revelado a otros…. ¿Juras proteger el legado de tu familia…, aunque eso signifique la muerte misma?

Con las palabras de su padre grabadas en su mente, el joven príncipe estaba a punto de aceptar lo que marcaria a su familia por generaciones hasta que alguien rompiera la tradición. Él siempre fue el más débil de sus hermanos, el más cobarde y el más joven, pero ahora que todos ellos habían muerto exactamente por la misma razón por la que él estaba ahí la responsabilidad recaía en él, solo en él y en lo que sería su descendencia. Soltando un ligero suspiro, inclinando su torso hacía adelante, cerrando suavemente sus ojos en una reverencia y colocando su mano derecha en su pecho, justo en donde estaba su corazón, pronuncio con decisión únicamente dos decisivas palabras:

-Lo juro.

..

Siglos más tarde, una joven vampiresa, de cabello largo y negro, cargando lo que parecía ser un hacha con cuerdas en la espalda, iba caminando por un elegante pasillo alfombrado con algunos cuadros colgando, las paredes iluminadas por lámparas y las esquinas donde había mesas por velas "aromáticas" que le daban a la mansión de su padre el familiar olor a muerto que ella siempre percibió desde el primer momento en que puso un pie dentro de ese lugar.

Su nombre… Marceline Abadeer, y hacia más o menos una media hora que uno de los latosos mensajeros de su padre le habían dado la noticia de que el Señor de la Oscuridad quería verla en persona en su oficina en el menor tiempo posible. Ella no sabía si su pariente hacía eso porque en verdad la necesitaba, o lo único que quería era molestarla sacándola de la comodidad de su casa para hablarle de algo que –y podía apostar- realmente no le interesaría. Justo por eso ella caminaba con el seño fruncido, caminando a paso rápido por el pasillo maldiciendo una y otra vez tener que ir en contra de su voluntad a la casa del temido y respetada –o al menos había escuchado- Hunson Abadeer, pues su padre bien sabía que ni aunque le pagaran iría a la Nocheosfera unas…. tres veces por mes. Nocheosfera nunca le gusto, no le gustaba y estaba segura que jamás le gustaría gracias a… ciertas cosas de su pasado, entre las cuales se encontraba el hecho de que no casi no podía verle la cara a su padre, quien por desgracia era el amo y señor de ese lugar.

Marceline no estuviera caminando por ahí si ella no hubiera querido, simplemente pudo haber recibido el mensaje del latoso sirviente, tener el gusto de cerrarle la puerta en la cara, flotar tocando su Bajo y dejar que el tiempo pasara mientras su padre la esperaba en su maldita oficina…. Pero por alguna razón no lo hizo. La dejo tan marcada que su padre la hubiera abandonado en plena Guerra de los Champiñones, que cuando quería desobedecer un pedido de Hunson, su maldita consciencia siempre le recordaba el miserable momento de sí misma llorando en medio de una ciudad destruida, y no sabía porque mierda pasaba eso, pero ese recuerdito de mierda de la nada la hacía cambiar de opinión como diciéndose que no debía cometer el mismo error que cometió su padre hace mil años. Y viniendo de alguien como ella era bastante raro que eso pasara, pues Marceline Abadeer siempre había sido de esas personas de "ojo por ojo, diente por diente".

Otra razón por la que detestaba ir a la Nocheosfera era que no faltara el ocurrente desinformado que no supiera que era la hija de su jefe y que en menos de un segundo podría regresarlo a la mazmorra de donde salió. Por eso llevaba el Bajo-Hacha, muy pocos la conocían en la mansión y no faltaba el imbécil que le saltara encima creyendo que era una asesina, espía o alguien no deseado para su querido patrón.

Se detuvo frente a una gran puerta doble de madera oscura tallada a mano bien pulida al final del pasillo, el cual aun seguía por ambos lados. En ambas puertas se apreciaba la cara de un demonio con una gran barba y seño fruncido incrustadas en la madera, sostenían entre sus colmillos una perilla de oro que cualquier otro hubiera utilizado para tocar. Marceline nunca utilizaba esas cosas para entrar a la oficina de su padre, siempre entraba como si se tratara de una puerta de mercado y como le era costumbre, ese día también lo hizo. Entro como si nada a la oficina de su padre, a quien encontró sentado detrás de su elegante escritorio de siglos y siglos de antigüedad leyendo un papel entre sus manos sin percatarse de la presencia de su hija.

-Hola, padre- Saludo ella de una forma no muy animada. Su padre de repente volteo dejando la hoja en el escritorio, dándose cuenta por fin de que ahí estaba su hija.

-¡Marceline, mi pequeña hija favorita! Justo a ti te quería ver, cariño- Exclamo, recargado los brazos en el escritorio.

-Padre, soy tu única hija… creo. Pero en fin- dijo desplomándose en una silla frente a Hunson de una forma no muy educada-, se breve que tengo mejores cosas que hacer que estar hablando aquí contigo.

-¡Esa es la actitud! Marceline, la razón por la que te mande a llamar es muy importante y sé que tienes muchas cosas que hacer con eso de que eres la Reina de los Vampiros y todo lo demás.

-¿Ah, sí?

-Pero…, considerando que eres una Abadeer, mi única descendencia y que ya eres mayor de edad, a mí parecer ha llegado la hora de que tú te hagas cargo de la Nocheosfera.

-Y aquí vamos de nuevo- Murmuro- ¿Qué te hace pensar que quiero hacerme cargo del negocio familiar, papá?

-Simple, tú eres mi hija y por tradición el poder es tuyo en cierta forma hasta que yo muera o ya no quiera seguir al mando.

-Padre, sabes que nunca aceptare, has intentado convencerme de lo mismo cientos de veces y siempre te digo que no. Mejor ahorrémonos los problemas y dale el negocio de la familia a un pobre diablo muerto de hambre sin trabajo, él si te lo aceptaría.

-Aunque quisiera hacerlo la tradición familiar es muy estricta; el heredero debe de tener sangre cien por ciento original de los Abadeer, y quiera o no estas tierras le pertenecerán en algún momento de su triste existencia.

-¡Otra vez con lo de la tradición familiar!- Exclamo al aire enderezándose en la silla mirando al frente- Hunson, ¿no crees que ya sea la hora de modernizarse? Durante siglos la tradición de esta familia ha sido la misma desde los primeros Abadeer, algo que paso muchísimo antes de la Gran Guerra de los Champiñones. ¡Y también por siglos eh rechazado tu maldita oferta esperando que me comprendas!

-Intento comprenderte, hija, pero por más que lo intento simplemente no puedo. Entiende que eres mi única descendencia, y quieras o no, eres la siguiente en la línea para tomar el mando de este lugar.

-¿Y cómo sabes que esto es lo que en verdad quiero para mí? ¡Sabes que detesto la Nocheosfera, a sus habitantes y a ti mismo incluso!

-Lo sé, pero tradición es tradición- Dijo Hunson desinteresándole las palabras de la vampiresa- Marcy, hija, si tomas el puesto de tu viejo y aceptas las implicaciones de ello, estoy seguro de que tu madre se sentiría orgullosa desde donde quiera que este.

Ese fue un golpe bajo para Marceline. Hunson –sabiendo que detestaba que le dijeran eso- siempre la chantajeaba diciéndole que su madre estaría orgullosa de su pequeña hija y lamentablemente esas simples palabras provocaban que considerara durante un microsegundo la oferta para darle gusto a una persona que ya casi ni recordaba bien pero que de igual modo le tenía un gran aprecio. Muchas veces estuvo a punto de caer en la telaraña –mal tejida, por cierto- de su tramposo padre, pero Marceline siempre se preguntaba si en verdad su difunta madre se enorgullecería de ella, y al no saber la respuesta a esa pregunta mejor negaba una vez más la insistencia de Hunson diciéndole lo mismo de siempre.

-Lo pensare.

El Señor de la Oscuridad sonrió ligeramente.

-Te eh dejado pensar durante mil años, Marceline. Ya es hora de que te decidas.

-Sí, como sea, padre. Mira, no es que este desesperada y quiera saltar por la ventana para no seguir con esta interesante conversación, pero tengo unos cuantos asuntos en Ooo, ya sabes… canciones que tocar, personas que molestar… Si es todo lo que me quieres decirme será mejor que yo me valla.

Hunson no dijo nada, simplemente se quedo mirando sentado en su escritorio como su hija retrocedía acercándose cada vez más a la puerta a punto de salir de su oficina.

-Adiós- Cuando estuvo lo suficientemente cerca la vampiresa se giro colocando su mano en la madera, empujarla y poder salir, pero en el instante en que puso un pie fuera de la oficina de su padre, este la hizo detenerse con sus palabras.

-No siempre podrás huir de tu legado familiar, Marceline; tarde o temprano habrás que aceptarlo porque no siempre serás la Reina de los Vampiros libre que eres ahora. También tienes compromisos con tu familia que deben ser…

-Que yo recuerde- Interrumpió ella-, me abandonaste en medio de un mundo devastado y no supe nada de ti, mi "familia", hasta que cumplí dieciocho.

-¿Aun sigues enojada por eso? Creí que lo superarías. Fue por tu propio bien de igual manera, pero tengo que admitir que no elegí el mejor momento para hacerlo ¡Pero qué más da! ¿Qué tiene que ver eso con tu legado familiar?

"Que tal vez no pueda considerarte mi familia", quiso decirle, más sus palabras solo se escucharon en su mente.

Claro que se atrevería a decirle eso en la cara a su propio padre, hasta gritárselo si era posible, pero ya no quería seguir discutiendo con él. Dejo salir un suspiro y hablo:

-Nada, padre. Nada- Soltó avanzando al pasillo cerrando la puerta detrás de sí.

El Señor de la Oscuridad se quedo mirando la puerta pensando en lo que acababa de suceder con su hija, la Reina de los Vampiros. Entendía que lo detestara por haberla abandonado, pero eso no era excusa para que despreciara el legado de su familia, porque quisiera o no ella pertenecía a uno de los linajes que ha logrado perdurar en la Tierra durante siglos y por lo tanto también era su obligación tomar su parte en esa familia. Su padre lo hizo, su abuelo lo hizo, su bisabuelo e incluso su tatarabuelo siguieron con la tradición Abadeer, que era encargarse de la Nocheosfera hasta el final de los días. Y si, su hija tenía razón en que ya era hora de modernizar esas antiguas leyes, no estaría mal hacerlo, pero así fue como lo quisieron sus ancestros y así se iba a quedar, y por nada del mundo Hunson Abadeer iba a dejar que alguien –mucho menos Marceline- no respetara dichas leyes.

¡Era una vampiresa de mil años, por Glob!

Mil años era el tiempo suficiente para que entendiera la importancia de su linaje, ¿no?

Además había otras cosas que debía aprender a parte de sacar los impuestos de la Nocheosfera y evitar que las turbas en contra del sistema corrupto crecieran más de lo que ya había crecido. Era más bien algo confidencial.

-Señor Abadeer, ¿tiene un momento?- Pregunto alguien en la puerta.

Hunson salió de sus pensamientos y encontró a un joven vampiro parado en la puerta. Tenía alrededor de veintiséis años, era apuesto, de altura promedio, buen físico, cabello largo de color marrón rojizo, mirad tranquila y un gracioso bigotillo separado a la distancia de los dos poros de la nariz junto con una no muy grande barba bajo sus labios.

-Hola, Grimm- Saludó acomodándose en su asiento- ¿Traes noticias, chico?

-Al parecer las cosas se han estado calmando un poco esta semana, no ha habido muchas turbas y los demonios ya se están acostumbrando a la comida de mala calidad. Pero dejando eso por un lado, vengo a entregarle esta invitación- Dijo el apuesto vampiro, quien controlo el papel en sus manos haciendo que este volara hasta el escritorio de Hunson.

-Invitación, eh ¿De qué exactamente?- Pregunto el otro tomando el papelillo.

-No estoy muy seguro, uno de los empleados me dijo que estaba dirigido a usted y que de favor se lo entregara. No me pareció educado leerlo.

-Tú y tus modales, Grimm- Decía al tiempo en que leía la invitación- ¿Qué hay de mi juego de golf esta tarde con la Muerte? Espero que el sujeto no se arrepienta y me deje plantado.

-Oh, sí, hablando de eso, La Muerte no podrá jugar golf con usted. Dice que los mortales han estado cayendo como moscas a su reino y como son muchos tiene que juzgarlos y acomodarlos en su mundo.

-Que lastima, estaba listo para patearle el huesudo trasero- Grimm rió por lo bajo cerrando ligeramente sus ojos.

-Me lo imagino, señor. Y perdóneme si soy imprudente, pero escuche la conversación que tuvo hace rato con la señorita Marceline, y en mi opinión, no me parece buena idea que la fuerce a hacerse cargo de la Nocheosfera.

-Es mi heredera, Grimm, hará todo lo que yo le diga porque soy su padre. Y no tiene nada malo hacerle entender a un heredero que está por llegar a sus manos una gran responsabilidad.

-Sin ofender, pero usted sabe que la joven a penas si conoce el significado de esa palabra.

-No estoy hablando de que sea responsable, hablo de algo mucho más importante que implica tener la Nocheosfera.

-Entonces, si lo dice de esa forma le deseo la mejor de las suertes y ojala su hija comprenda.

-Yo también lo espero, Grimm… Tarde o temprano lo hará… Bueno, muchacho, muchas gracias por haberme servido otra vez. Puedes retirarte si quieres.

-Recuerde, señor Abadeer; siempre a sus ordenes- Dijo el joven inclinándose un poco hacia adelante para luego irse.

El chico vampiro de nombre Grimm era uno de los empleados más queridos de Hunson Abadeer, era prácticamente su mano derecha y el encargado de todo en caso de que él no estuviera presente. Era de especie vampira con raíces humanas, un día le pidió trabajo en la Nocheosfera a cambio de que lo dejara vivir aunque fuera en los calabozos. Y Hunson así lo hizo, le dio trabajo y lo dejo vivir en los calabozos del castillo, y con el paso del tiempo Grimm fue mostrándole al Señor de la Oscuridad ciertas habilidades que le gustaron al amo de la Nocheosfera pasando de ser un simple esclavo friega platos y pisos, al consejero Real del gran Hunson Abadeer.

Al terminar de leer dejo el papelillo en medio del escritorio inclinándose hacia atrás apoyando su espalda en el acolchonado respaldo de su silla y subiendo sus botas rojas en la mesa pensando en lo que acababa de ser invitado. Había asistido a muchos otros eventos, pero nunca a uno como ese.

¿Ya estamos grabando…? ¿Esta grabando?... ¿¡Si!?... ¿¡Por qué carajos no me dijeron!?... ¿Y COMO IBA A SABER QUE LA LUZ ROJA ERA PARA…!? Ay, si cierto, ya esta grabando.

¡Hola, chicos! ¡Cuánto tiempo sin leernos! Sé lo que deben de estar pensando: "Riux, apenas paso una semana" Si, ya lo se, para que se me ocurriera una idea nueva es un muy pronto tiempo, pero resulta que con lo de las clases mi cerebro funciona "más" y las cosas se acelaron un 37% antes de lo planeado, ¡ademas los extrañaba muchísimo! *Los abraza psicológicamente*.Y bueno, este no va a ser un fic de capítulos largos como los que subía en mis otros fics, este es de misterio, por lo que ahora escribiré menos y posiblemente me tarde menos en subir capitulo, aunque no creo que suceda porque también quiero darle suspenso al asunto, así de que se queden con el ¡Oh, dios mio, ¿Qué pasara después!? ¡Que pasara con ese! ¿Qué pasara con aquel? ¿Por qué hizo eso? ¿¡Donde esta Lupita!?... O mas o menos así me lo imagino.

Testamento es mi nueva obra, una obra a la que pondré mucho empeño y tratare de que sea mejor que mis fics anteriores, y para aquellos que se preguntan quien carajos es Grimm, pues no es más que otra de mis creaciones imaginaras para Hora de Aventura. Lo eh dibujado varias veces y tal y como digo en este capitulo,… ¡ES SUPER SEXY!

Y bueno, muchas gracias a los que me comentaron en el último capitulo de Amnesia porque en verdad haber revasado otra vez los cien Reviews fue algo… algo… simplemente hermoso. Cada comentario que ustedes me mandan es una fuente de inspiración para mi, en verdad, porque cuando casí grito al cielo que ustedes son mi queridísimo publico fino y conocedor, no es porque les este haciendo la clásica trolleada de los Testigos de Jehová, es porque gracias a ustedes la ardilla que hace funcionar mi cerebro corre y corre y corre para que pueda entretenerlos a ustedes y a mi como autora, porque sinceramente me divierto mucho pensando en las escenas, los diálogos, las cosas que pasaran mientras escucho música.

Sinceramente, muchas gracias a todos. A los que comentan y a los lectores que no comentan pero que yo se que leen el fic. De verdad, los adoro.

Y como dice German… ¡Un abrazo psicológico con olor a Viernes y nos vemos el próximo capitulo!

No se olviden de dejar un Review.

Cuidense mucho, cómanse sus frutas y verduras, no se quejen de su unicornio y ¡Nos leeremos después! Adios.

Riux, Chaitooo.