Para el reto "14 días Desastre de San Valentín" del foro I'm Sherlocked, aunque ni de coña voy a terminarlo para el día 14 (ni siquiera sé si lo terminaré algún día…), pero bueno, haré lo que pueda. Espero que os guste!
Tortitas, tostadas, chocolate caliente... ¿Por qué demonios no podía desayunar un café rápido como todos los días? Se levantó con un gruñido y se dirigió a la cocina para preparar lo que Jim le había pedido.
De vez en cuando le daba por ahí. Algunas veces se tiraba días sin comer nada más que sándwiches mientras trabajaba con el ordenador. En cambio, otras veces le daba por invitarle a los mejores restaurantes y no se privaba de nada. Y en otras ocasiones, cuando no tenía que madrugar y se levantaba tarde, le daba un ataque de voluptuosidad gastronómica en cuanto se despertaba, le sacudía del hombro y le pedía con ojos somnolientos que le preparara algo. Si quisiera podría pagar a 50 sirvientes que cocinaran para él, incluso podría contratar a alguno de los mejores chefs para que lo hiciera. Pero no, era mucho más divertido hacer que se levantara él a prepararle aquello que se le hubiera encaprichado. Y encima se lo tenía que llevar a la cama.
Ni siquiera le gustaba cocinar, maldita sea. La primera vez que ocurrió se había indignado, pero había obedecido. Cómo no iba a hacerlo. Sin embargo, cuando le llevó la bandeja y vio la forma de comer de Jim, no pudo evitar sentarse a un lado del colchón y quedarse mirando fascinado. El moreno estaba disfrutando de verdad y tuvo que reconocer que le gustaba ser él quien le proporcionaba ese placer. Seguramente estaba enfermo, pero hacer sentir bien a la mayor mente criminal de Londres, ya fuera ayudándole a matar a alguien, provocándole un orgasmo o haciendo para él cosas que no le gustaban, le hacía sentir bien a su vez.
—De-li-cioso, Seb —canturreó Jim satisfecho cuando terminó. Dejó la bandeja en la mesilla, apartó las sábanas y se acercó a él para besarle—. Casi tanto como tú.
Así que, aunque jamás lo reconocería ante su jefe, ahora era él quien estaba deseando que Jim se levantara con el antojo de algo dulce. Hoy había tenido suerte. Tortitas. Le encantaba cuando era algo con nata.
