¡Hola que tal gente! Traigo esta pequeña historia para ustedes, será de pocos capítulos no tan largos como los de mi otra historia (Amores en tiempos de internet, actualmente en emisión por esta misma plataforma). Advierto que contendrá un triángulo amoroso. Escribo esto para satisfacer mi alma de putishipper. Si de casualidad llegaste aquí mientras estabas estudiando... te sugiero que ... ¡dejes de estudiar y procrastina aquí! jajja ok no, estudia y después vente pa´ca.

Disfruten de su lectura.


Viktor no entendía que tanto miraba su pupilo a través de la ventana. Vanos eran sus intentos de atraer al adolescente de 15 años al maravilloso pero intrincado sendero de las matemáticas. La matemática, tenia el descaro de corregir el muchacho, señalando que solo han visto un solo tipo de matemática y dejando en claro, de paso, que no le interesa conocer a las demás.

Pero al parecer tampoco estaba demasiado interesado en aprender aquella que era tema de sus clases particulares. Hace varios días notó que Yuri miraba contemplativamente la ventana, pero no acertaba el motivo de su actuar. ¿Que tenía de interesante mirar los tejados de las casas circundantes? La idea de que estuviera espiando a los vecinos cruzó por su cabeza... No era tan descabellado considerando de que vivía en el único edificio del lugar, rodeado de casas que no lograron ser expropiadas por las codiciosas manos de la constructora. Desde un tercer piso, tenía la vista privilegiada para observar la vida cotidiana de los vecinos.

Aun así... ¿qué tenía de interesante observar como un señor barrigudo hacía uso indiscriminado de la pequeña piscina de su hijito, usándola a modo de silla con una cerveza en una mano y un choripan en la otra? Nada. Es más, era perturbador, ni para material de soborno servía. Solo dejaba una asquerosa imagen mental difícil de borrar.

-Yuri, si no estas buscando ángulos en la ventana, te sugiero que traigas tu trasero a la silla y terminemos con este problema - amonestó Viktor.

-¡Qué fastidio! La matemática es como tú. - sentenció el joven.

-¿Compleja e interesante?

-Incapaz de resolver los problemas por si misma -respondió Yuri, atacando el punto flaco de su tutor: un hombre que podía resolver cualquier problema matemático excepto los de su propia vida.

-Golpe bajo Yura. No se vale. -replicó el aludido con un puchero - por tonto te daré un ejercicio extra y no me iré hasta que lo hayas resuelto. He dicho.

Suspirando pesadamente, Yuri se sentó frente a su tutor y tomando el lápiz comenzó a garabatear algunos números.


Se situó al balcón para tomar aire y fumar un cigarrillo para relajarse, mientras esperaba que su pupilo resolviera los ejercicios propuestos. miraba indiferente la techumbre de las casas, acostumbrado al panorama. Hace un año que daba clases particulares a Yuri, quien no fue bendecido con el don de entender las matematicas y el abuelo de éste, otrora vecino suyo, le pidió que le enseñara a cambio de una modesta suma de dinero. Viktor no podía negar semejante favor a un antiguo vecino y amigo de su padre, por lo que aceptó el trato.

La brisa fresca de la tarde hacía bailar su flequillo gris y esparcir las volutas de humo que salían despedidas de su cigarro. Yuri mantenía la hipótesis de que su cabello era grisáceo de tanto fumar como chimenea en Alaska. Viktor se limitaba a reírse por dentro de las ingenuas y precientíficas explicaciones del chiquillo.

Su mirar al horizonte, digna de una imagen acompañada de una frase motivacional, fue interrumpido por el ruido de una extraña música. Extraña para el peligris, que no lograba determinar el género, pero si el origen de dicha melodía. De una de las casas colindantes al edificio provenía aquel sonido, pero lo más novedoso era aquel joven que daba vida a esa canción con su cuerpo.

Ahora podía entender a la perfección a Yuri.

Era imposible apartar la mirada, el cuerpo del bailarín ejercía una fuerza como imán que hacia imposible poder mirar cualquier otra cosa, ni aunque quisiera, aunque le pagaran por ello. Era fascinante como la compleja coreografía se entrelazaba con la canción como un tejido, como aquellos pasos tan complejos como los números complejos parecían tan fluidos de la mano del interesantisimo vecino de negros cabellos y cuerpo esbelto.

-Con razón que no apartabas tu carota de la ventana ¡Que espectáculo! - exclamó Viktor, lanzando un silbidito.

-¿De qué hablas, anciano? - levantó la cabeza azorado. Su tutor había descubierto su pequeño secreto.

-Así que en vez de resolver los problemas de doña matemáticas, te dedicabas a admirar a tu vecino bailarin... baia baia

-¡No te metas, viejo! ¡Cosa mía si miro como baila! -replicó Yuri, más colorado que nunca.

-No te culpo Yuri. Esto es algo digno de ser admirado, pero me pregunto si el susodicho estará al tanto de que tiene un pequeño público que contempla su performance.

Yuri apartó la mirada de los inquisitivos ojos celestes. Ese gesto respondió la pregunta de Viktor.

-Veo que no. ¿Por lo menos sabes siquiera su nombre?

Sin respuesta.

-mmm... entonces lo admiras en silencio, en las sombras, como un tímido amante frente a su primer amor... ¿Acaso te gusta? ¡Te gusta, te gusta! - acusó Viktor al ver que el pobre chiquillo se ponía más colorado que mil semáforos en rojo. -No te puedes guardar esto, ¡debes decirle que lo admiras, que quieres conocerlo! Después de todo son vecinos, punto a favor.

-A ver, a ver anciano, bájate del pony. Es asunto mío si prefiero solo mirarlo desde la comodidad de mi balcón, si le hablo o no. No metas tus manos en esto, que siempre que lo haces, lo arruinas. -inquirió el muchacho.

-¡Pero Yuri! ¿Piensas conformarte con tan poco? ¿No te intriga saber quien es Fantastic Baby?

-¿¡Quién!?

-Tu vecino bailarín. Algún nombre le tenia que poner ya que no conocemos el verdadero.

-¿Y por que tenía que ser ese ridículo mote? -reclamó Yuri, disconforme con ese nombre.

-Algo así decía la canción que estaba bailando. Wow, fantastic baby, dance turutururututur aiguana dens dens dens fantastic baby, y de ahi no entiendo nada más. Quizá la canción esté en arameo...

-Mejor sigo resolviendo los ejercicios - dijo Yuri mirando a Viktor como bicho raro.


No había día en que Viktor incordiara a Yuri con el tema del vecino bailarín, alias Fantastic Baby. ¿Cuándo le hablarás? ¿Le preguntaras su nombre? ¿Le pedirás que te enseñe a bailar?, eran preguntas que Viktor realizaba en cada maldita clase particular que tenían. Atrás quedo el afán del ruso de enseñarle algo de matemáticas, ahora solo lo incordiaba con esas preguntas y burlarse de sus sonrojos cada vez que tocaban el tema. Era peor que los chicos de su edad, ya no podía mirar a su vecino a gusto sin que esas mismas preguntas surgieran multiplicadas por un chilion de la boca de su tutor.

- Es que no puedes seguir asi, Yura. Tienes que armarte de valor y hablarle, no te puedes pasar el resto de tu juventud admirándolo en secreto. Alguien se puede adelantar y te lo puede quitar. - le advirtió Viktor.

-¡Déjame en paz, calvo alcahuete, celestina de cuarta! - explotó Yuri, harto de la insistencia de Viktor.

-¡Me llamaste calvo! - exclamó dolido el calvo, digo, Viktor, como si hubiera sido herido por un rayo, el cruel rayo de la calvicie, perdón, del insulto.

-Mi abuelo te paga para que me enseñes matemática no para que me enseñes a flirtear. ¡Me tienes hasta la puta madre con el "Fantastic Baby"! - exclamó airado,amenazándolo con un libro de tapa dura.

-¡Esta bien, esta bien, no te incordiaré más! Baja ese Baldor por favor. - pidió Viktor, tratando de aplacarlo.

-Por hoy estás a salvo, calvo, ¡ja, me salió una rima!

- Uy si, se te da muy bien el area de las humanidades. Pero en materia del amor no sabes nada. Yo en tu lugar moriría por conocer a Fantastic Baby. ¡Mira cuantos estilos de baile nos ha deleitado en estas dos semanas en que lo hemos observado con tu telescopio! ¿Será instructor de baile, coreografo? ¿ como es posible que no quieras saber eso Yuri? Si me enamorara, querría saber todo sobre el objeto de mi amor.

-Lo haces ver muy fácil, pero no lo es. ¿Cómo pretendes que le hable de la nada? "Hola soy Yuri, el vecino del edificio de al lado que te observa bailar con su telescopio en compañía de su molestoso tutor. Oh, como no sabemos tu nombre, te hemos bautizado como Fantastic Baby" ¿oyes lo ridículo que suena? No sirvo para esto. - admitió Yuri, derrotado, agachando la mirada.

-Lo que necesitas es la excusa para iniciar una conversación casual. Si no tienes la excusa, la inventas. Observa y aprende.

Entonces Viktor tomó el Álgebra de Baldor con el que Yuri lo había amenazado, se fue hacia el balcón y lo lanzó en dirección hacia el patio del vecino bailarín.

-Baia, se te cayó tu libro en la casa de Fantastic Baby, tendrás que ir a buscarlo. -señaló Viktor con un tono de falsa inocencia.

-¡Maldito, quebraste un vidrio! - exclamó el muchacho furioso.

- Baia, tendrás que ir a pedirles disculpas y pagar la reparación de su ventana. ¡Que gran oportunidad para hablar con él y mantener el contacto!. Ya, partiste a disculparte, no hagas que el sacrificio de Baldor sea en vano. - ordenó el ruso mayor, sin inmutarse por haber roto una ventana.

-¡Ah noo! Tu irás conmigo, el que rompe, paga - y el joven arrastró al mayor y juntos se dirigieron a la casa del que había sido objeto de intensa y secreta admiración.


Todo el valor que Yuri había reunido para ir a la casa de su vecino se fue esfumando a medida que se acercaban a dicho domicilio. Cuando ambos, pupilo y tutor estuvieron en el umbral de la puerta, todo aquel valor se fue volando como el libro de Álgebra de Baldor que Viktor lanzó. Y no quedaba rastros de él, al igual que del libro.

Una mujer de unos veinte años les abrió la puerta. Los miraba indiferente con un cigarro humeante en su mano derecha.

-No tenemos tiempo de hablar de la palabra de dios. - y les cerró la puerta en la cara.

Los dos jóvenes se recuperaron de su estupor y volvieron a golpear la puerta. La misma mujer de antes acudió.

-Ya les dije que no ...

-No somos testigos de jehová ni elders (mormones) - repuso rápidamente Viktor. A mi pupilo (este chiquillo que está a mi lado) se le cayó su álgebra de Baldor en el patio de su casa y si nos permite vinimos a buscarlo.

-Está bien, pasen. Un momento...

La mujer varió su rostro indiferente a uno sorprendido. Estaba acostumbrada a tener que devolver balones que atolondrados chicos perdían en el patio de su hogar, pero libros...

Viktor hizo entrar rápidamente a Yuri antes de que les volvieran a cerrar la puerta en sus narices.


Otra mala calificación que tenía que esconder bajo el colchón. Poco le faltaba reprobar matemática, por más que estudiaba, no repuntaba. No había caso. Si su familia se enterara, le prohibirían aquello que más adoraba hacer: bailar.

Con sus amigos de la escuela conformaron un grupo de baile y ensayaban arduamente para audicionar en un importante concurso. Yuuri era un perfeccionista, a parte de los ensayos con el grupo, él mismo practicaba los pasos de todo tipo de danza en el patio de su casa, porque ser el bailarín principal conllevaba una enorme responsabilidad que le generaba ansiedad y con ello, unas ganas compulsivas de ensayar. Esto ultimo ha sido la causa de que le quedara poco tiempo para estudiar y por ende, estar a punto de reprobar matemática.

Revolvía entre las cosas de su habitación en busca del maldito libro de álgebra que necesitaba para estudiar. Tras varios minutos de infructuosa búsqueda Yuuri interpretó aquello como una señal del cielo que le decía que no tenía que estudiar.

Mas el cielo dijo otra cosa.

La ventana de su habitación fue cruelmente rota por un objeto lanzado no identificado, o sea, un OLNI. Pedazos de vidrio volaron con el impacto de dicho objeto, esparciéndose por toda la estancia y dejando un enorme boquete en la ventana. Con cuidado, Yuuri se acercó para averiguar de que objeto se trataba. El álgebra de Baldor. El puto álgebra de Baldor, que no le bastaba con contener problemas, si no que ahora los provocaba. "El algebra de Bin Laden" pensó Yuuri, quien sentía aquella irrupción como un atentado contra su habitación y sus pocas ganas de estudiar.

-¡Hermano, te buscan! - gritó Mari, su hermana mayor.

¿Quién lo buscaría? Era extraño. Hasta donde tenía conocimiento, Phichit estaba en sus clases de fotografía, Mila y Sara estaban en el centro comercial en busca de prendas para el grupo, Yuuko estaba en una cita con Takeshi y Georgi en su taller de teatro. Ninguno podría estar en su casa en estos momentos.

Con el Baldor en sus manos, acudió a donde su hermana. En el salón estaban ella junto a un hombre alto de cabellera plateada y ojitos de piscina y otro chico, más joven y bajo de estatura, de cabello rubio y ojos verde hoja. El niño telescopio. Era el niño telescopio, como lo bautizó Phichit cuando un día que estaba en su casa le señaló que alguien del edificio de al lado espiaba su baile con dicho instrumento. Yuuri creyó al principio que era casualidad, bien podría estar espiando a otros con una vida más interesante que la suya. Así que fingió no darse cuenta. Pero el niño telescopio siempre aparecía en las horas en las que Yuuri ensayaba. Una vez que no ensayó por estar resfriado, se asomó por la ventana para ver si el niño telescopio hacia su aparición, después de todo podía ser coincidencia que apareciera cuando él bailaba. Pero no apareció.

Phichit lo molestaba diciéndole que tenía un admirador secreto y le interrogó que si su telescopio era impedimento para seguir bailando en la comodidad de su patio. A lo que Yuuri le respondió que le daba igual, no dejaría de bailar por el mero hecho de ser observado, de todos modos se preparaba para bailar frente a una audiencia y esto le servía para estar preparado. Y siguió danzando como si nada.

-Yuuri, este chico dice que... ay, era cierto lo del libro -comentó Mari al ver el dichoso articulo en manos de su hermano menor.

-Hola, soy Viktor Nikiforov - se apresuró a saludar tendiéndole la mano que Yuuri estrechó educadamente mientras se inclinaba levemente. Luego Yuuri, repitiendo el gesto de Viktor, se dirigió al muchacho rubio, quien colorado como remolacha apenas despegaba la vista del suelo.

-Hola ¿y cuál es tu nombre?

-Mi Baldor -atinó a decir al notar que su crush tenía aquel libro en sus manos. De los nervios que sentía no pudo decir la frase completa, que era "devuelveme mi Baldor"

-Mibaldor y Viktoru, un gusto. Yo me llamo Yuuri Katsuki. Supongo que el libro le pertenece a alguno de los dos... lamento decirles que no podré devolverselo. Me lo quedaré en compensación por haber roto mi ventana.

-Pero lo necesito para estudiar - replicó Yuri. No estaba dentro de los planes de Viktor el que Fantastic Baby (ahora Yuuri) confiscara su libro como pago.

-Yo también. Extravié el mío y este me viene de maravillas...

-¿Volviste a tirar el tuyo al río, hermano?

-Phichit lo lanzó, no pude hacer nada para evitarlo.

-Já, seguro que intentaste hacer "algo" para evitarlo, si como no - replicó la hermana, escéptica.

-Mi pupilo "Mibaldor" ¡auch! -exclamó Viktor al recibir un codazo en el estómago por parte de Yuri "Milbaldor" Plisetsky - vino expresamente -continuó- para ofrecer reparar los daños ocasionados por el libro. Así que por favor acepten nuestras seguridades de pago - finalizó tendiendo la mano hacia el libro.

Yuuri no quería ceder. Frente a la opción de pasar frío y reprobar matemáticas, prefería con mucho la primera opción. Reprobar significaba no bailar más. Pero no intuía que existía alguien más desesperado que él hasta que se vió tirado en el piso con el tal Mibaldor, ex niño telescopio,encima de él tratando de recuperar el libro de sus manos.

En un momento de lucidez Yuri se percató de lo que estaba haciendo: estaba a horcajadas del joven que admiraba en secreto hace muchos meses con el solo fin de arrebatarle el libro, que en otras circunstancias lo habría arrojado como comida para los peces .

Sus miradas se encontraron por unos segundos. Y lo que sintió cuando conectó sus ojos verde hoja con los ojos chocolate de él solo podía describirlo como si se hubiera tragado un hormiguero y que en consecuencia sintiera una especie de comezón en su pancita. Sentía recorrer un calorcito que nacía en la boca de su estómago y que subía llenando de calidez su corazón. Su cara ardía como si hubiera sufrido de insolación.

¿Que sentía Yuuri?

En primer lugar estaba nervioso, porque sus rostros estaban muy cerca uno del otro y la mirada verde del muchacho era inquisitiva, como si quisiera ver dentro de él. Pero del nerviosismo pasó a la ternura. Mibaldor se asemejaba a esos gatitos de pocos días con sus cuerpecitos todo engrifados y sus pelajes en punta en un torpe pero tierno intento de amedrentar y ser rudos. Sus mejillas coloradas eran la guinda de la torta de la ternura que le provocaba.

Esa corriente de sensaciones acabó cuando el joven mayor que se identificó como Viktor le sacó al chico de encima, tomandolo como a un saco de papas y pretendiendo llevarselo de la misma manera. Pretendiendo, porque el chiquillo estaba haciendo una pataleta que impedia cualuqier movimiento del mayor.

-¡Bajame Viktor! ¡Necesito recuperar mi libro o reprobaré y el abuelo me castigará por los siglos de los siglos amén!

-Estas muy alterado. Cuando te tranquilices podrás reclamar lo que quieras, pero ahora no estas en condiciones. ¡Mira que abalanzarte sobre Fantast... digo, sobre Yuuri! Por favor, discúlpenos por este bochornoso suceso, les juro que mi pupilo no suele comportarse así ... ¡deja de arañarme maldita sea! - exclamó Viktor al ver que Yuri lo rajuñaba por encima del pantalón.

-Hermano, mejor devuelvele el libro al niño, mira como está el pobrecito... -pidió Mari, compadeciéndose del rubio.

-¡No soy un niño! ¡Pronto cumpliré 16!

Yuuri titubeaba.

-Es que Mari nee-chan, también necesito ese libro. Oto- san y Oka-san ya me advirtieron que si reprobaba matemática, los ensayos de baile se acabarían para mí, y ya sabes, se viene el concurso... no quiero perdérmelo, los chicos cuentan conmigo... -señaló angustiado.

Al oír esto, a Viktor se le encendió la calva, perdón, se le ocurrió una idea. Y se volteó en dirección a los hermanos (hasta hace poco intentaba salir por la puerta con Yuri a cuestas)

-Tengo una propuesta que hacerles que beneficiará a ambas partes. Se podrá efectuar si ambos consienten en compartir a Baldor- sama.


Con su mas brillante y espectacular sonrisa de corazón, Viktor acudió a abrir la ella estaba aquel joven bailarin aficionado del cual quedó prendado cuando lo vió bailar desde el balcón, y que ahora se convirtió en dueño de sus suspiros y sueños húmedos desde aquel bendito día en el que arrojó el álgebra de Baldor y pudo contemplar de cerca su figura y su rostro, que lo enamoraron casi al instante.

Su genial idea de darle clases particulares de matemática en conjunto con Yuri, con excusa de compartir el libro, sería el primer paso para conquistarlo. Desplegaría todos sus encantos del que se sabía dueño para enamorarlo poco a poco. Luego vendrían las citas y con ellas, los besos.

Lo conquistaría a pesar de saber que Fantastic Baby solo contaba con 17 años y estaba en su último año.

Lo conquistaría a pesar de la ONU misma.

Lo conquistaría a pesar de Yuri, el niño telescopio, quien también estaba enamorado del bailarín.


En el próximo capitulo...

La lucha de dos por un corazón que solo piensa en bailar...


Eso es todo, espero que les haya gustado :D. Se aceptan comentarios, sugerencias, tiempo y tips para sobrevivir al semestre, chocar los cinco a distancia., reviews... un momento, eso ya lo dije, un caramelo imaginario, un saludo, etc.

Blue.